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2 abril 2013 2 02 /04 /abril /2013 17:02

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Es como si los "Picapiedra" se hubieran aliado a los animalicos de Ice Age a fin de montarse una juerga cavernícola mientras que el planeta Tierra, en su niñez, se dedicaba a mover sus continentes y a dejar salir los fuegos artificiales de sus entrañas candentes para  divertir al público familiar en su aspecto más amplio.
"Los croods" es la apuesta de Dreamworks para repartirse el pastel de la animación buscando, al estilo y semejanza de la añorada Pixar ("Walli-e", "Up", "Toy Story", "Rattatouille") un argumento inteligente (aunque fuera de toda pretensión de ajustarse a un cierto realismo prehistórico) llevando las formas de vida, algunos utensilios y ciertos avances sino al descaro mimético de "Los Picapiedra", sí a un grupo de detalles carcajeantes como los personajes haciendo surf, comportándose como "rastas" o inventando la "piedrafotografía" o el "costillar-helicóptero". Por lo demás los mensajes y moralejas habituales, la unión hace la fuerza, los cambios hay que saber gestionarlos, la familia que lucha unida, permanece unida, el respeto a la libertad individual y el amor como desideratum universal.
Dicho esto, lo cierto es que "Los Croods" es una peli de animación divertida, con dos o tres ideas magníficas en su guión, con unos personajes llenos de acierto y humor y algunos momentos espectaculares y sumamente entretenidos, como la dinámica persecución por relevos, con un ritmo enloquecido,  del huevo gigante de una gallinácea plena de encanto.
Kirk DeMicco y Chris Sanders son los artífices de este nuevo invento familiar de Dreamworks: justamente la historia de una familia de cavernícolas--atenazados por el terror nocturno y el miedo a lo desconocido-- que en un mundo en formación con rios de lava, levantamiento de montañas y terremotos, realizan el encuentro clave para el progreso de la especie: el encuentro con un miembro de una raza más evolucionada que entre otras cosas vitales, sabe hacer fuego, tiene un proyecto de futuro, ama los cambios y sabe enfrentarse a ellos con imginación y osadía. El encuentro nace gracias a la llave  del amor entre dos adolescentes y el viaje está servido: no en busca del fuego como en aquella maravilla de pelicula seria y bien documentada que dirigió Jean-Jacques Ainaud, sino en la busca de un lugar donde reina el sol y se puede vivir mas o menos a salvo de una naturaleza absolutamente imprevisible y peligrosa.
Así que la familia de la adolescente pelirroja Eep, el enorme y primario pero bondadoso Grug, su mujer Ugga y los dos niños Thunk y Sandy (un encanto pequeñín de dientes afilados y el instinto agresivo y depredador de un pitt-bull) más la abuela Gran y su inseparable bastón (cuyas diferencias con su yerno Grug son desternillantes).
 Uno de los grandes aciertos del filme es, justamente la evocación de lo más primitivo del hombre, su amor a los relatos y los dibujos trogloditicos con los dedos, en negro y rojo, de las escenas familiares sobre las paredes de las cavernas. Magnifico respeto al equilibrio básico de este tipo de filmes: el porrazo y tentetieso que hace reir a los mas pequeños y los guiños acrónicos de los "inventos" y de las relaciones entre los adultos para que papá, mamá y la abuela se rían a su vez. Dos niveles muy bien urdidos para complacer a todos. Estupendo empleo del color, soberbia iluminación y una cámara dinámica en la presentación de personajes, sin dar un respiro al publico, excepto en los momentos en que se nos narra algo y todos los Croods guardan silenciolo, rodean al narrador y presentan su más completo, ingenuo y chispeante interés infantil.
Quizá habria que realizar una votación pública para pedir a los realizadores que no sigan las estelas de "Sherk" o "Madagascar", productos de la misma casa de los sueños. Es decir, llevar una buena historia y unos personajes magníficos a la extenuación y la rutina de las secuelas cada vez más aburridas. Los personajes son definidos y la cinta abunda en pequeños detalles que hablan bien a las claras del mimo con el que han sido diseñados. Creo que sería una pena que entraran en el mismo juego de sobreexplotación comercial al que tan aficionada es la industria de Hollywood. Pero, por el momento, vayamos a disfrutar con estos cavernícolas que descubren de la mano de un joven huérfano de otra de las subespecies humanas (¿Cromagnones y Neardhentales?) que la vida es algo más que miedo a vivir y terror a morir.
 

 

 

 

 

 

 

 

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31 marzo 2013 7 31 /03 /marzo /2013 07:36

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Parece que el lado oscuro de la política, la corrupción, el abuso de la ley, el poder del dinero, los negocios sucios y las traiciones, son un buen caldo de cultivo para los guionistas. No hay temporada en la que al menos una docena de filmes no nos relaten por activa y por pasiva esas corruptelas del poder. Ahora es Allen Hugues el que dirige "La Trama" (Broken City) en el que el alcalde de Nueva York (Russell Crowe) contrata a un ex agente de policía apartado del cuerpo por presunto asesinato ( Mark Wahlberg) para que haga una investigación en torno a su propia esposa ( Catherine Zeta-Jones) a la que acusa de infidelidad y descubra quién es su amante.

En realidad hay mucho más que un asunto amoroso. Todo coincide con las elecciones municipales y el alcalde se enfrenta a un rival que pone en peligro su reelección. La elección del expolicía, convertido en investigador privado, es la clave de ese "más" que se juega en un guión inteligente aunque algo confuso llevado con buen ritmo y excelente producción por este director, arropado por unos actores bastante creíbles en sus respectivos papeles.

El panorama podrido de la alta política, en este caso municipal, y las corrupciones que acarrea son descritos de forma bastante plausible. El tema inmobiliario como trasfondo resulta desgraciaamente muy actual y familiar para este país, así que la trama se puede seguir con bastante interés, dados los muchos paralelismos que un espectador avisado puede establecer. El Nueva York que vemos está fotografiado muy al margen de las imágenes pretenciosas habituales y allí vemos un mundo turbio que no debe estar muy lejos de la realidad, que se nos muestra con frialdad y una sobriedad ejemplar. Los secundarios, Jeffrey Wrigth, Barry Pepper, hacen su labor con la eficacia habitual en este tipo de cine que desdeña la brutalidad directa de la imagen violenta y se centra en las tensiones que la trama provoca en los protagonistas. Y lo hace manteniendo la tensión narrativa y ofreciéndonos un final plausible con su aspecto redentor incluido.

Logra la película hacernos simpático al perennemente enfurruñado Wahlberg, que se define como "católico y estúpido" cuando la alcaldesa le reprocha su inocencia ante las actitudes de su marido ante la corrupción, la falta de moral y la especulación inmobiliaria que acarreará ruina a muchas familias modestas. Es un poli que compagina adustez y rectitud, defectos asumidos y valor, y todo bajo un manto de ingenuidad (excesiva en el trato con su novia actriz), que lo llevará a asumir sus responsabilidades aunque le caigan sobre la cabeza a cambio de desgranar una pizca de justicia en un entorno especialmente corrompido. La mirada hosca pero candorosa y honesta del actor contrasta fuertemente ante ese dictador de salón que compone el maquiavélico Russell, personaje mucho más plano que el del comisario, Jeffrey Wrigth, otro de esos secundarios que roba cámara cuando aparece en escena y que mantiene al espectador confundido ante su verdadero papel en la trama.

Algo confuso el argumento en sus idas y revueltas y con un final que no parece muy realista aunque sí aleccionador, la película no logra dar consistencia a dos atractivas subtramas, la de las dos mujeres importantes en la película, la esposa del alcalde y la novia actriz del policía. Lo importante para este director es dibujar los entresijos de los corrompidos hilos del poder y para ello permite que se manipule más de los creíble al personaje del policía. Película para  despertar el interés y olvidar pronto.

 

 

 

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30 marzo 2013 6 30 /03 /marzo /2013 08:33

las-flores-de-la-guerra-cartel-1.jpg

 

 

Reconozco mi debilidad por las películas de Zhang Yimou, como el soberbio e intimista "El camino a casa" o la bella "Amor bajo el espino blanco" o la sensible visión de la infancia de "Ni uno menos". La enorme calidad técnica de la fotografía, plena de sensibilidad y la delicadeza de la pintura de personajes o los escenarios naturales, quedan en el recuerdo de cualquier adicto al buen cine. Esta nueva producción de Yimou, "Las flores de la guerra" es, sin duda, otra cosa, quizá marcada por su carácter bélico y la dureza de los hechos narrados, durante la brutal ocupación por el ejército japonés de la ciudad china de Nanjing en 1937 . otra de las verguenzas de la humanidad, las ciudades mártires como Sarajevo, Saigón, Stalingrado, en las que la población civil paga con su sangre, brutalidades y violaciones, la inquina de los ejércitos.

La sangrienta violencia de los soldados nipones (de una atrocidad que se ha hecho legendaria en la historia de la guerra) queda difícilmente contrapesada por la sensibilidad espiritual y sensual de las protagonistas de la película, un grupo de inocentes adolescentes, estudiantes del convento católico de la ciudad y un grupo de jóvenes prostitutas de lujo, refigiadas en el monasterio y su catedral. Los dos grupos encerrados en el asfixiante entorno de la misión católica, rodeados por soldados japoneses en una ciudad destruida y brutalmente asediada.

"La flores de la guerra", título transparente, está basado en la novela de Geling Yan. Narrado --en pasado-- por una de las estudiantes, nos cuenta la heroica y tenaz resistencia de esos dos grupos, comandados por un hombre y un chico, para tratar de escapar de la ciudad destruida y de los asesinatos y violaciones que acompañaban la presencia japonesa en China.

El amortajador norteamericano, materialista y cinico, que trata de sacar tajada de la guerra, convertido en falso sacerdote, pero imbuido de su misión (una especie de general de La Rovere de De Sica, el hábito hace al monje), está interpretado por Christian Bale, experro en cine de acción, la trilogía de Batman, por ejemplo, pero también actor de registro sensible como demostró ya desde su infancia  (fue el niño protagonista de "El imperio del sol", la magnifica película de Spielberg).

El enfrentamiento de formas de vida y sensibilidades entre estudiantes y prostitutas se salda con un sacrificio y una hermandad de sangre que constituye el símbolo real de la película (al parecer basada en hechos reales). Ni el amortajador es el borracho sin escrupulos como parece ser, ni las prostitutas son mercaderes insensibles de sexo: la guerra saca lo mejor de todos ellos, incluidas las aterrorizadas estudiantes.

Hay mucha crudeza en las imágenes que nos muestran el salvajismo de la guerra y de los soldados. La secuencia de la persecución, violacion y muerte de los dos prostitutas escapadas y cazadas por los,soldados, imprime horror y miedo al dinamismo de la preparación de la huida, cuyos detalles mantienen al espectador pendiente de la pantalla y clavado en su asiento. Yimou logra que la película, con secuencias dificiles de olvidar por su bárbaro salvajismo, también ofrezca una serie de secuencias de una belleza y sensibilidad poética y espiritual que agudizan el poder fascinador de la historia. Quizá falta profundidad a los dos personajes adultos enredados en un amor que las circunstancias vuelven trascendente, el americano y Mo, la más bella prostituta del grupo. Yimou no busca justificaciones en el pasado y se centra en el cambio dramático que las circunstancias provoca en los personajes y en la capacidad de sacrificio de unos y otros.

Quizá se eche de  menos la sensibilidad en el retrato de esos personajes, la sutileza en el dibujo de situaciones, el equilibrio en la imagen: aquí se trata más bien de mostrarnos un episodio vergonzoso de una guerra particulamente atroz como fue la chino-japonesa. Suena un poco a exceso de mensaje, a una cierta propaganda en la que los matices no son sutiles, sino brochazos espectaculares pero groseros, donde los extremos parecen fundirse, por ejemplo, en el personaje tambaleante del padre de una de las alumnas, un colaboracionista chino de los japoneses que trata de salvar a su hija. Y para terminar, sobran a mi entender las secuencias musicales danzantes de las bellas hetairas entre el "flou" de una estética de cabaret. En fin, nada es perfecto. Y esta película tampoco lo es. Pero aun asi, vale la pena verla. 

 

 

 

 

 

 

      

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29 marzo 2013 5 29 /03 /marzo /2013 08:36

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Cuando hace un par de años saludé la publicación de "La princesa de Jade" de Coia Valls destacando la cualidad "oral" de la narradora, decía que Coia es una "contadora de cuentos" a la vieja usanza, una narradora omnisciente que trataba de deleitarnos con historias de aventuras y emociones, sin más, sin meterse en estructuras novelescas complejas o en aportaciones linguisticas y literarias exigentes. Es decir, muy a tono con los tiempos, primaba la eficacia del cuento sobre la estructura de la narración, la verosimilitud del lenguaje de los personajes o la belleza ortodoxa o revolucionaria de la expresión literaria.

Después, esta escritora, publicó "El mercader" y ahora llega a las librerías con una nueva propuesta "Las torres del cielo", una más elaborada historia basada en las circunstancias y los personajes reales o míticos que rodearon la fundación del Monasterio de Montserrat en el siglo XI. Es indudable que Coia posee en alto grado un olfato literario de primer orden para buscar temas y aconteceres históricos rodeados de gran fuerza y algo de misterio y leyenda. Territorios del mito, la epopeya y el símbolo, en el que esta escritora reusense  navega con la velas desplegadas de su imaginación. Pero también con un aire poético y telúrico semejante al que barre con fuerza las cumbres desoladas de la montaña de Montserrat, hervidero eremítico saturado de historias y leyendas enraizadas en esa tierra tan misteriosa y fascinante como esas montañas que dibujan un "sky line" prodigioso de crestas redondeadas y picachos enhiestos que parecen desafiar a los cielos. Los mismos bajo cuya evocación religiosa y espiritual se ha cincelado la amplia historia del macizo y sus habitantes, entre las diferencias y celos de las órdenes religiosas, el poder omnímodo de la Iglesia de la época y las ambiciones de las casas nobiliarias que rivalizaban en el dominio sobre la zona.

He leido "Las torres del cielo" con un interés doble: no sólo por la historia en sí. También por el lugar, el escenario de la novela, el macizo de Montserrat y sus tierras circundantes, a los que amo como montañero y conozco tras más de treinta años de patear sus esquivos y empinados senderos, perderme por sus valles ocultos o sus sendas imposibles o tratar de superar los pasos complicados que ofrece a cualquier amante de las montañas un poco osado.

Se trata de seguir la compleja trayectoria espiritual y religiosa de Dalmau Savarés, un ex soldado con una durísima historia secreta personal detrás, convertido en monje benedictino por el dolor y el arrepentimiento, enviado especial del mítico Abad Oliba, con el fin de fundar un monasterio en Montserrat. Coia nos lleva con las alas de la literatura al oscuro siglo XI, en pleno hervor de una edad media aún plena de sombras y sufrimiento, violencia y desigualdades y miseria de un pueblo llano formado por agricultores, pastores y artesanos, esquilmado por los dos poderes en permanente búsqueda de la supremacía, la nobleza y la Iglesia.

La  autora tiene nervio narrativo y mantiene su voz de narrador omnisciente, perfilando a sus personajes con trazos gruesos y emblemáticos. Los monjes, un grupo de doce, a los que se unen jovenes del lugar a lo largo de la narración, quedan bastante desdibujados como individuos diferentes excepto el mismo Dalmau y el ermitaño Basili (tal vez la perspicaz Coia ya sabía que el último ermitaño, ya fallecido, de Montserrat, se llamaba Padre Basili, un experto traductor con erudición enciclopédica con el que medité cada vez que subía a su cueva a visitarle). Tanto Oliba como los nobles, son estereotipos que forman un fondo dramático casi simbólico.

La expresividad de cuenta cuentos da una cierta artificiosidad al relato en detalles como el poco verosímil lenguaje culto --a veces salpicado de expresiones demasiado actuales-- que tienen los personajes, referencias a detalles psicológicos que eran imposibles en la época y el hecho inocente --pero revelador del caracter "oral" del estilo de Coia-- de expresiones coloquiales emocionales usadas por el narrador, (al ser omnisciente debe ser neutral), no por un personaje. Tampoco los personajes femeninos, dos hermanas agresivas y un poco histéricas, salen muy bien parados en la novela, que es, sin duda, un libro de hombres. Por ello, el escaso fundamento de los "amores" entre Dalmau y Magda, suena un poco a añadido innecesario, el tan  manido "toque amoroso". Sin embargo los capítulos dedicados a la rivalidad entre los monjes de Santa Cecilia y los de Santa María o la llegada y proceder de nuevo Prior enviado por el abad de Ripoll, sostienen los aspectos más inquietantes y dinámicos del libro.

Resalta la investigación realizada por la autora en torno a la fundación del monasterio, en cuanto a personajes reales y hechos documentados seguramente. La suma de elementos de ambiente, los lugares de la montaña que tienen papel en la narración, detalles como el órgano de agua instalado en el centro de la famosa gruta de Salnitre o los caminos que unen la antigua Monistrol o Collbató con los monasterios, destilan detalles de realismo que habla seguramente de los paseos que la autora hizo por el lugar y su conocimiento del territorio.

En suma una novela que atraerá al lector aficionado a la ficción histórica. Y especialmente a los que desean conocer el fascinante pasado de la bien llamada "Montaña mágica".

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28 marzo 2013 4 28 /03 /marzo /2013 08:50
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 El original italiano, "Shun Li y el poeta" se ha transformado por obra y gracia de los avispados distribuidores españoles en "La pequeña Venecia". Lamentable. Pero no nos quejemos, al menos la película ha pasado al circuito comercial y quizá siga la suerte de muchas otras modestas pero excelentes películas que gracias al boca-oreja o a la dinámica red social, se mantienen en cartel y permiten gozar a muchos espectadores de la sensibilidad de esta historia sencilla, elementalmente realizada, con una imagen bellísima y unas actuaciones sinceras, plenas de humanidad y tan discretas y hermosas como un poema de amor susurrado entre dos amantes imposibles.
Andrea Segre ha logrado realizar una película notable, con escasos medios, un entorno apacible, humilde y unos personajes que no desentonan y muestran autenticidad por los cuatro costados. Nuevamente es el choque de dos culturas, de dos maneras de entender la vida obligadas a complementarse, los inmigrantes chinos --dirigidos y explotados por las mafias de su país y el entorno laboral italiano, bastante semejante al nuestro. Desencuentos, incomprensiones, tópicos sin descifrar, abusos y esa brutalidad que se exhibe ante el diferente, incluso por las clase más humildes, que deberían ser más tolerantes con personas que viven en una pobreza un poco inferior a la suya.
De ese medio poco amable surge a veces alguna flor, como las bellas flores que nacen y viven en  los barrizales y los pantanos. Y es un amor, una amistad profunda, intuitiva y sensible entre un pescador del este europeo que vive en Italia y una inmigrante china que espera conseguir algún dia el dinero suficiente para traer a su hijo pequeño a Italia.
Pero, ¿cómo puede sobrevivir un amor así en un medio desencantado, grosero e inculto que se niega a tomarse la molestia de entender a los explotados trabajadores chinos que trabajan junto a ellos? Sin embargo no se trata de una película sobre la dureza de las mafias chinas --ésta queda muy desdibujada y es casi amable-- sino sobre la inicuidad de la incomprensión cultural y los prejuicios.
Shun Li (Zhao Tao) la inmigrante, trabaja de camarera en un bar que controla un grupo mafioso, en un pequeño pueblo italiano cercano a Venecia, Chioggia. Es allí donde conoce a Bepi, "el poeta" (Rade Serbedzija), un marinero y pescador yugoslavo que lleva treinta años en Italia. La amistad entre ellos florece como las grandes flores de papel con una velita dentro que Shun Li coloca en el río en homenaje a un poeta de su pueblo que amaba los rios. Pero esa relación, inocente, serena, comprensiva, no es bien vista por los del pueblo y, a consecuencia de ello, tampoco por el jefe de Shun Li, que le prohibe que siga con ella. No hay maniqueísmo en el dibujo de los personajes, es como si la camara fuese un espejo colocado a lo largo de un camino real.
Magnifica interpretación de ambos actores, bien apoyados por secundarios que no desentonan, que parecen  sencillos y elementales pescadores escogidos por el director. Ella se llevó el premio Devid di Donatello a la mejor actriz y lamento que él no se llevara otro. . Hay poesía y dignidad  en los gestos de la muchacha y profunda humanidad en la mirada del maduro pescador y en la historia se prima la sencillez del mensaje sobre la morbosidad del tema. Quizá sea una de las películas que tratan con más humanidad y comprensión el fenómeno de la mano de obra barata china avalada por las mafias de visados. Un tema bastante recurrente que en otras manos quizá se hubiera banalizado y aquí, son esa modestia narrativa que es uno de sus encantos, se transforma en una pequeña joya,  a la que tal vez sobre el precipitado final.


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25 marzo 2013 1 25 /03 /marzo /2013 08:56

el-ladron-de-las-palabras-cartel1.jpg

 Me niego a titular esta reseña con el nombre que los distribuidores han puesto en España a "Words". No señores, no se trata de la vida de un  "Ladrón de palabras", sino de una triple historia que resulta ser una sola de la vida de un escritor que vive y muere (espiritualmente) por las palabras y su engañoso valor. Ficción y realidad, los dos extremos de la misma cuerda con la que cualquier escritor juega a colgar su propia alma, a veces con resultados letales y la mayoría de las veces con obras ni fu ni fa y pocas, muy pocas veces con obras de verdadera importancia y valor (no precio).

Aunque no lo parece, esta buena película es una "opera prima" y los autores son Brian Klugman y Lee Sternthal. ¿La historia? Un escritor de gran éxito al que aborda un anciano que resulta ser el ignoto autor del libro tan celebrado de dicho autor. ¿Que va a ocurrir ahora? Todo está siendo narrado por otro escritor de éxito como parte de una  ficción que acaba de publicar. Como tres muñecas rusas o tres cajas chinas conteniendose unas a otras, es el juego que se nos propone. Y la trama es importante, la verdad y la mentira, la ficción y la realidad, la culpa y el remordimiento. Y en el fondo, dos historias de amor (más en el fondo es una) que resulta frustrado por el mayor amor del escritor a las palabras que a la persona que las inspira. Y eso es un error que se paga con el desconcierto y la vaciedad. A pesar de todo el exito del mundo.

Catarsis y purificación, desvelar la verdad, asumir la derrota cuando todo sonríe, enfrentarse a la impotencia propia o aceptar el fraude y después ser capaz de vivir con ello. ¿A qué precio?

Un buen montaje hace bastante clara la triple trama que se nos propone, los plateamientos éticos están bien planteados y a pesar de algun fallo de detalle (¿como sabe el escritor plagiario, Brad Cooper, dónde trabaja el viejo plagiado, Jeremy Irons?) lo importante se nos narra con enjundia. Como de costumbre, un recital de Jeremy Irons en el papel del viejo escritor al que su esposa le asesta inocentemente en su joventud  el golpe de la pérdida del mecanoescrito, del original unico de la novela (tragedia que han vivido en las relaidad muchos escritores, algunos geniales y la mayoría...habria que dar gracias a Dios por la pérdida). Bradley Cooper trata de no resultar muy desmontado por la presencia del tremendo compañero de reparto y Dennis Quaid, el tercero en discordia, logra comunicar con pericia la decadencia y el cinismo que es el resultante de todo lo demás. Magnífica banda sonora y un resultado global bastante bueno a pesar de las criticas negativas cosechadas en Estados Unidos. Junto a los tres actores principales, destacaremos a las dos jovenes Olicia Wilde y Zoe Saldana que complementan a sus compañeros de reparto incidiendo en los momentos más emocionales de la narración (con algun exceso, como en el drama parisino). En suma, película agradable de ver aunque no deja inquietud intelectual alguna, cosa que sí lo haría, dado el tema, una película con mayor hondura.

 

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24 marzo 2013 7 24 /03 /marzo /2013 08:51

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Lástima, porque Jason Statham merece mejor suerte. Es el heredero natural de tantos "malos" de alma buena que han poblado los thrillers y las películas de cine negro de la historia. Incluso en "Parker" nos las vemos con la adaptación de una novela célebre del grande de novela negra, Donald E. Westlake. Aqui hubiera sido necesario un actor como Bogart e incluso como el Clint Eastwood ya maduro (no el joven). Jason también hubiera estado a la altura (hace tiempo que pregono que es un actor desaprovechado) pero hubiera necesitado un director "de los de antes" o alguno de los buenos actuales del cine de acción.

A Parker "no se la juega nadie" como dicen en la publicidad de la película pero a Jason Statham si se la ha jugado Hackford, el director, con una película en la que abundan los detalles que rozan el ridículo y un montaje histérico a veces y dormido en ocasiones. Secuencias como el streptease de Jennifer López para comprobar si lleva micrófonos o la sinfonía lamentable de "malos" con Michael Chiklis a la cabeza e incluso alguna aparición corta y medio digna de un avejentado Nick Nolte, bordean la sobreactuación y la inanidad.

Es una película de medio pelo que podría haber sido una buena película de cine negro, a pesar del comienzo prometedor y un climax potencial que se va difuminando en la eterna canción de un Robin Hood con automática y resistencia física increíble.

No convence "Parker" y no es culpa de Jason S. que trata de mantener vivo el tipo de héroe estoico y "justo" que pregona unos principios morales atípicos pero exigentes. No le hará daño a su filmografía pero me parece un paso atrás, un intento olvidable. Quizá asistimos a una nueva serie como las del "Transporter", bastante superior en calidad y emoción. Esperemos que al "Parker 2" del proximo futuro le asignen un mejor director.

El robo final de las joyas resulta desmañado y poco creíble y la conclusión previsible pero no coherente. El papel de la Jennifer roza el ridículo y todo se desarrolla de una forma que no deja huellas en el espectador, a pesar de las brutales peleas que sufre el todopoderoso Jason, obligado a no parecer patético con los disfraces que le obliga la dirección artística a lucir. Película evitable. Pasemos página.

 

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23 marzo 2013 6 23 /03 /marzo /2013 00:00

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Desde "El mundo según Garp" y "Oración por Owen" mi fascinación por John Irving (New Hampshire, 1942) se ha mantenido incólume a pesar de algunas memorables y discutibles complicaciones literarias como me parecieron "Hasta que te encuentre" y, en menor medida, pero también, "La última noche en Twisteds River", donde la decadencia del vigor narrativo, el bizantinismo de personajes y situaciones y las reiteraciones de clichés y esquemas, me hacían temer lo peor. Es decir, el estancamiento y la decadencia de un gran escritor.

Con "Personas como yo" el diagnóstico se complica. Iriving no parece --hoy tampoco-- un escritor corriente en el aspecto concreto del proceso creativo habitual, es decir, no sólo no se ha atenuado esa continua línea hacia la disminución de brillantez y originalidad, sino que ha dado un brusco giro temático y psicológico y se ha decidido al parecer a "salir del armario" con todas las connotacuones que ustedes quieran dar a la frase coloquial: no sólo hablo en el sentido metafórico sexual, sino también en el literario: Se ha salido de su propio "armario" argumental --muy influido siempre por su propia biografía-- y se ha lanzado al vacío con todos los pertrechos que guardaba en ese armario: personajes, conceptos, imágenes, anécdotas, retratos y sensualidades.

Y así en esta larga--unos cincuenta años-- historia biográfica del joven Billy Dean, volvemos al paisaje de New Hampshire, sus pequeños pueblos, las mujeres poderosas al estilo de la mamá de "Garp", las anécdotas de la vida de escuela y universidad, las originales relaciones familiares como en el "Hotel New Hampshire", las escapadas por Europa que forman parte de esas dos novelas citadas, los personajes maduros entrañables, el aborto y las infancias desvalidas y adolescencias problemáticas como en "Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglatrerra" (Dios, qué hermosa novela), los personaes aferrados a la bebida, la droga, la violencia o el sexo, pero siempre sin patetismo, como "La epopeya del bebedor de agua" u "Oración por Owen" (de donde sale también una figura de papá sustitutorio para adolescentes huérfamos o abandonados, siempre a la busca del padre), las mujeres casadas insatisfechas pero inteligentes y poderosas como en "Una mujer difícil" o "La cuarta mano",  los ritos de paso de los adolescentes y jóvenes hacia una madurez inteligente aunque desencantada, la afición por la lucha libre como deporte viril (Garp es un profesor de lucha grecorromana) o por el fútbol o por el beisbol, forman constantes de referencia en casi todas las novelas irvinguianas.

Como en algunas de ellas, el narrador  es el protagonista y establece a menudo relación con el lector (a la manera de "Tristham Sandy", le avisa y prepara sobre lo que va a pasar y se disculpa por entremeterse demasiado, va y viene en la narración sin hacer mucho caso de una coherencia cronológica aunque va hilando las anécdotas de una forma magistral, a través de objetos, citas, palabras o personajes. En realidad, dada la lucidez que nunca falta a John Irving, él mismo nos aclara todo en la pág. 96 de la novela, cuando su atractivo padrastro, Richard Abbot, le dice al joven Bill ante un comentario de éste sobre "La tempestad", si acaso se propone reescribir a Shakespeare y otro de los personajes clave de la novela, Kittredge, un apuesto joven deseado por Bill y que tendrá mucho peso futuro en la trama, le grita como mote e insulto: "Reescritor".. Bill comenta para el lector, "más tarde me llamó "Ninfa", aunque yo hubiera preferido el mote de "Reescritor", al menos se correspondía con la clase de escritor que un día llegaría a ser". Y eso es exactamente lo que Irving parece compendiar en esta su última novela: la reescritura de todo su universo narrativo. su pulso literario, su amor por la sensualidad y el sexo (aquí más explícito y descarnado que nunca), sus personajes desolados, crueles o enternecedores, la inteligencia, la enorme cultura clásica (hay comentarios sobre Ibsen, Shakespeare o Dickens (otra referencia común con "Príncipes de Maine..." que parecen surgidos de la pluma de Bloom), el dibujo de la mezquindad, falta de compasión o estupidez del ser humano, sobre el que nunca falta un toque de conmiseración y humor. Y como acicate complementario, esa permanente búsqueda del padre en su obra (quizá el motivo literario menos conseguido en la que comentamos) y el reencuentro paterno poco memorable --lo cual no deja de ser muy realista-- en Madrid, donde el mito amado-odiado  de la figura queda resuelto en un capítulo patético y triste, aunque con una cierta placidez irónica.

Quizá para muchos lectores de Irving esta novela no sea una sorpresa o la consideren a la altura del corpus literario de este magnífico escritor. Lo siento pero no es mi caso. Me tiene sin cuidado que un escritor sea gay o que escriba novelas de esa tendencia sexual, por tanto no se trata de que me escandalice por ello y creo que cualquier persona está en su derecho si decide escribir y vivir su sexualidad como le parezca adecuado. Lo único que no me ha gustado en Irving es que en muchos momentos parece hacer ostentación de su bisexualidad en el lenguaje y las reiteraciones (suena a veces a las famosas "Memorias  de un caballero inglés" que es un catálogo obsceno y aburrido heterosexual de coitos continuos). Hay algo "postizo" en esos fragmentos y aunque no añaden nada original ni positivo, ni son excesivos, tiñen de forma extraña el conjunto de la novela que, repito, resulta un magnífico compendio de las obsesiones literarias de Irving, que podría tener en sí mismo el valor de la coherencia intima del escritor a su mundo y no necesitaba tanta insistencia en la desbocada sexualidad de Billy.

Medio siglo de vida con un expresivo apunte a sus hechos más destacados en la esfera norteamericana (por ejemplo, Billy vive el asesinato de J.F. Kennedy en Viena mientras su novia se prepara para debutar como soprano en la ópera) trufados con los vaivenes de la compleja vida sentimental  y sexual del protagonista, dividido por su atracción indistinta hacia hombres y mujeres. Con una estructura narrativa clásica, a la manera de Dickens --el gran amor literario confeso de Irving-- o Sterne, el estilo lleno de humanidad, humor, critica cruda pero saludable y respeto  a la libertad y la tolerancia, y una temática sexual desenfrenada donde abundan las violaciones, el incesto, el aborto y algunas otras variantes. A pesar de ello, Irving se ha ganado un lugar destacado en la narrativa norteamericana de hoy. Muchos de sus personajes vivirán, como los de Dickens, por derecho propio en la memoria de sus lectores (¿quién ha podido olvidar al doctor abortista de "Píncipes de Maine..." interpretado por un genial Michael Caine en la versión para el cine, "Las normas de la casa de la sidra"?).

Obra crepuscular y antológica, pero discutible e irregular, de un escritor admirable, John Irving. De lectura obligada, sea usted gay o no.

 

 

FICHA

"PERSONAS COMO YO".- John Irving. Tusquets Editores. 467 págs. 22,50 euros 

 

 

 

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21 marzo 2013 4 21 /03 /marzo /2013 08:44

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 Disney, la gran multinacional norteamericana del entretemimiento y la explotación económica de la fantasía desde la mas tierna infancia hasta los bordes de la ancianidad más vetusta, no podía dejar pasar el mundo de Oz, quizá el paradigma de los mundos de fantasía, donde la gran empresa de California, cree disponer de "casi" todos los derechos. Así que ha echado mano de sus muy sustanciosos poderes, desde el dólar a la fama, la popularidad y la técnica más sofisticada, para hincar el diente al universo literario creado por el escritor Lyman Frank Baum. Esta vez han dejado de lado a la "pequeña" lugareña de Kansas y a sus aventuras ya contadas en los años 30 por Victor Fleming en "El mago de Oz". Supongo que recuerdan --en la tele es un clásico revisitado a menudo-- esa imperecedera película que es referencia obligada del cine de todos los tiempos.Por ejemplo, la canción principal de la pelicula "En algún lugar sobre el arcoiris", es una de las mas interpretadas de  la historia del cine por cantantes y grupos de todo tipo, recibió el Oscar a la mejor canción en 1939 y fue cantada por la protagonista del filme, una ya madurita Judy Garland, que quiere parecerse a una niña según el guión y al final logra que nos olvidemos que tiene treinta años más que su personaje.

Así que, muy avispadamente, los de Disney se han  negado a competir directamente con el filme de Fleming y han realizado una especie de "precuela" (perdonen el palabro) de "El mago de Oz", contándonos la historia inmediatamente anterior a la visita de la pequeña huérfana Dorothy y su perro Totó, qué es el mundo de Oz, qué problemas tiene con un trío de brujas entre buenas y malas y cómo y por qué aparece el mago que ha de resolver esos problemas.

Paradójicamente quizá sea el inicio de la pelicula, en pantalla cuadrada y blanco y negro, homenaje directísimo al oscarizado filme de 1939, lo más original y audaz de la larguísima película que nos ocupa. Lo malo es que Disney no ha encargado el trabajo a un director con personalidad brillante, como hizo con Tim Burton en la revisitada -y mal valorada- "Alicia en el País de las Maravillas", sino a un buen artesano, Sam Raimi, más cómodo en las cintas de acción tipo "Spider Man", pero carente de una mordiente especial para lidiar con temas tan conocidos popularmente que es preciso fabular una visión  casi surrealista de lo ya sabido para sorprender y atraer al espectador (como hizo el citado Burton con Alicia).

 Dicho esto, déjenme advertirles que "El mundo de Oz" no es una mala película, a pesar de la rusticidad de los efectos especiales, el exceso de colorines y flores cantantes (al más caduco estilo Disney de los 40) y cierta plana configuración de personajes. Raimi se demora demasiado en contarnos detalle a detalle lo hermoso que es el mundo de Oz y lo singulares que son los personajes que va conociendo el un poco granuja "mago" (un James Franco rozando el aspaviento y el rictus de un buen actor que debe saber que este papel no es para él). Y así el ritmo de la película se asemeja a una montaña rusa, bajadas y subidas, una escenografía que recuerda un poco al Burton de "Charlie y la fábrica de chocolate" pero con menos picardía y una falta de sentido del humor inteligente que saca definitivamente de la ecuación del público asistente a casi todo el mundo cinéfilo y mantiene unicamente a los niños (lo cual en si no es nada censurable...pero podia haber optado a un círculo más amplio).

En cuanto a las actuaciones, bien las tres brujas. Michelle Williams, Rachel Weisz y Mila Kunis, sin ser unas maravillas se comen en cada plano al sonriente Franco. Y éste, uno de los actores preferidos de quien esto firma, desde la feroz y hermosa "127 horas", comienza bien, simpático y bribón, en las secuencias en blanco y negro, un poco histriónico tal vez, pero enseguida parece superado por los compañeros de reparto y los acontecimientos a los que responde de una forma blanda e insegura. Teniendo en cuenta que estamos demsiados minutos en su compañía --la película roza los 135 minutos--, llega un momento en que cansan los guiños y gestos de afectada complicidad de Franco-el Mago fraudulento. Su relación con la muñeca de porcelana y con el lamentable mono parlante, no sólo no convence nada sino que aumenta la faceta intranquilizadora del aspecto de los dos personajes zafiamente creados por ordenador (por favor, señores Disney, que ya hay maravillas virtuales como "Gollum").

Película pues para llevar a los peques y poco más (ojo, quizá alguno tendrá pesadillas con la amenazante muñeca de porcelana o con el mono patéticamente simpático). Alguna que otra vez los cerebritos ansiosos de Disney pueden pasarse de listillos. Y esta es una de ellas. Veamos qué ocurre con la próxima entrega. Que haberla, hayla, no lo duden..

 

 

 

 

 

 

 

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20 marzo 2013 3 20 /03 /marzo /2013 08:45

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 Excelente película china de artes marciales del gran Peter Ho Sun Chang, dotada de un preciosismo visual destacable y en la que las escenas de acción están rodadas con la fuerza y la belleza coreográfica habituales en las grandes películas del género. Puesto que nos las vemos con una historia que rebasa los tópicos de la simbología corriente en este tipo de cine y se atreve a crear personajes complejos y con fuerza interior y contradicciones, al margen de los estereotipos planos que presentan la mayoría, "Dragón" (que ya recibió el aplauso de los críticos en el Cannes del pasado año) se convierte en algo más que una película de artes marciales. El cuidado del diseño artístico de dirección, la naturaleza de los decorados y ambientación, el luminoso trabajo de exteriores, dan a esta película un toque de calidad que, sin llegar a la altura de Yan Zimou por ejemplo, deja en un muy buen lugar la calidad de un cine chino que apuesta por la épica menor.

Un par de forajidos llegan a un pequeño pueblo de una alejada provincia china, intentan robar a un comerciante y usan la violencia de forma cruel y excesiva. En el establecimiento, primero escondido como atemorizado y por fin entrando en acción de  manera  aprentemente poco hábil y patosa, un humilde artesano, Liu Jin-xi, se enfrenta a los dos maleantes y, quizá por casualidad y suerte, logra matarlos a los dos. Un detective oficial, Xu Bai-Xu (interpretado por el japonés Kaneshiro) desconfía de la humildad del artesano y descubre que en realidad se trata de un maestro en energía "chi" con un pasado oscuro. Poniéndolo a prueba -de manera a veces excesivamente peligrosa para Liu-- y acosándolo, el detective descubre que el humilde pueblerino es un gran guerrero y un asesino. Aunque Liu Jin dice haber cambiado su vida totalmente y parece  ser muy feliz con su joven esposa y sus dos hijos, Xu Bai se obsesiona por descubrir su pasado y encarcelarlo (recuerda la obsesión y determinación del inspector Javert persiguiendo a Jean Valjean en "Los Miserables"). Por razones íntimas, el detective no cree en la reforma de los delincuentes ni en la bondad o la nobleza de los seres humanos. No voy a desvelar el tremendo y dramático enfrentamiento que dará paso a un final sosegado en el que se copian secuencias plano a plano del comienzo de la película, como manera de hablarnos del ciclo reiterativo de las cosas humanas  y la permanencia de las mejores, a pesar de los cambios.

Magníficos apuntes sobre la forma de vivir de la sociedad rural de la China pre revolucionaria,  con una banda sonora que añade interés a la narración y un equilibrio correcto entre la acción y el intimismo de los analisis de caracteres de los dos hombres enfrentados, el artesano de pasado sangriento y el detective inteligente y escaldado. Mas o menos el esquema preferido por muchas grandes peliculas del oeste o del cine negro, aunque pocas veces con la brillantez visual que ofrece "Dragón"..

 

 

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