Logoi 318
LECCIÓN ÉTICA
Un octogenario espera en la cola de automóviles de uno de esos AUTO restaurantes de comida preparada que te sirven y pagas sin bajar del coche. El hombre es lento de reflejos y tarda en decidirse. Una joven que conduce el coche que va detrás, se impacienta y comienza a tocar la bocina de manera insistente. Cuando al fin le dan el talón con el importe, el anciano pide que le pasen a caja el importe de lo que pida la chica que va detrás de él. Que lo pagará él. Mientras espera en la cola de los que recogen y pagan, le dan el ticquet que ha de pagar la chica para recoger su comida. Ve por el retrovisor que la chica le hace gestos de agradecimiento y de disculpa por su descortesía al tocar el claxon. Cuando llega a la ventanilla de recogida, paga los dos pedidos y también se lleva la comida de ambos. La chica tendrá que volver al final de la cola a hacer todo el proceso. El octogenario revienta de risa explicando en un aforo público lo que hizo. Es aplaudido y vitoreado. “Es una lección de vida”, apostilla alguien.
¿De verdad? ¿Una lección de vida? ¿Es posible que después de vivir ochenta años ese anciano aun no haya comprendido que el revanchismo no es una lección de nada y menos de ética existencial? El problema es que muchos de los que se ríen y consideran “muy justo” el comportamiento del anciano no sólo son gente joven para los cuales tomarse la justicia por su mano es una respuesta lógica… también la geste madura, los mayores, se alborozan pensando que “al fin” alguien “pone en su sitio” a los jovenzuelos abusivos y mal educados. Aturde la falta de sentido crítico y el exceso de necedad. Justamente lo que están aplaudiendo es la uniformización de conductas groseras, la falta de respeto y el olvido total de la ética básica de la que hablaba Kant: “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti” Y obra en todo momento de la manera que cualquiera quisiera que se estableciera como buena y correcta para todos.
Para mayor sorpresa del que esto escribe, el anciano de 83 años que se desternillaba con su “hazaña” es un pastor metodista norteamericano, al parecer, experto en la Biblia. ¿Hemos perdido en general el sentido del equilibrio ético o es que el virus Trump ha hecho estragos incluso en el mundo religioso del país? Piensen ustedes que en estas cosas se cumple el aserto de que “Cuando Estados Unidos estornuda, Europa se constipa”. A mi parecer el declive del sentido ético en la vida cotidiana de las personas, en lo social, lo político, laboral, económico o ecológico es un síntoma del siglo XXI, ampliado y justificado por el tipo de vida que la IA -que nos rodea y supera- va normalizando. Tal vez estamos asistiendo al fin de la Inteligencia Natural y a uno de sus atributos: la Ética.
ALBERTO DÍAZ RUEDA