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18 noviembre 2012 7 18 /11 /noviembre /2012 08:44

Los_desorientados-197x300.jpg

Amin Maalouf, escritor en lengua francesa nacido en Libano en 1949, una de las plumas más sensibles de ese país de escritores sensibles que narran con la gozosa libertad y sensualidad de la tradición árabe literaria que entronca con "Las Mil y una noches", publica su nueva novela "Los desorientados" en España de la mano de Alianza Editorial y que comentamos aquí gracias a la atención de Octavi Serret de Valderrobres.

Premio Príncipe de Asturias en 2010 (en nuestro país goza de una profunda simpatía y un éxito duradero) y académico de su país de adopción, en esta novela Maalouf parece rendir cuentas a su propio pasado, encarnado en un profesor de historia de 47 años, Adam, exiliado en Francia (no cuesta nada evocar al propio escritor en su personaje) que escribe una aplazada biografía sobre Atila (guiño del escritor que parece evocar la barbarie que azotó --y azota intermitentemente a su país--.. con el bárbaro personaje hacia el que mantiene una actitud conciliadora y comprensiva (como el propio Maalouf hacia la barbarie de la historia de su país).

Maalouf hace vivir a su personaje Adam un regreso del exilio a Libano, en forma breve y obligada a causa de la muerte de su "antiguo amigo" Mourad que quedó en el país formando parte de los que se involucraron sangrienta y vitalmente en las guerras frattricidas, cosa que rompió la amistad entre los dos hombres. Mourad le pide que regrese para hablar con él antes de morir y Adam lo hace aunque cuando llega a Libano su ex amigo ha muerto y la reconciliación personal es imposible, aunque Adam emprende la conciliación con su propio pasado y su condición de exiliado.

Por ello Adam no regresa de inmediato a Paris y acomete la tarea personal pendiente de intentar recuperar a sus amigos del grupo de la Universidad, todos amigos también de Mourad, y de paso las sensaciones y las evocaciones que su amor por el país y su propio pasado le devuelven al respirar  nuevamente el aire nostálguco de su juventud, un antiguo amor nunca olvidado, la luz, el color y el aroma de un país que a pesar de todo nunca volverá a ser el mismo.

En ese ejercicio de nostalgia literaria, Maalouf analiza el gravísimo conlficto que ha destrozado a su patria (y de paso al resto del mundo) y trata de comprender las causas y el desarrollo de los antagonismos que despertaron las diferencias religiosas (en apariencia, ya que lo que provocó realmente el colnflicto es la irreconciliable tragedia judía desde el holocausto hasta la creación del estado de Israel y las diferencias territoriales entre arabes e israelíes) y que se han enconado hasta llegar al actual desastre sin aparente solución.

La sensibilidad e inteligencia de Maalouf brillan en las pocas páginas  (de la 296 a la 302) que dedica expresamente al análisis del conflicto (aunque éste está presente en todo el fondo de la novela), con un tono comprensivo y bastante objetivo, censurando las posturas y acciones y tratando de conciliar en lo que "debería ser" las actitudes (si los judíos y los arabes hubieran tratado de encontrar un acuerdo para convivir en un estado  común).

Utilizando una técnica bastante clara para estructurar la novela, un narrador que complementa desde "fuera" el contenido del diario que el propio Adam va escribiendo dia a dia de lo que le ocurre y de lo que hace y piensa, Maalouf, va narrando durante más de quinientas páginas los avatares intimos del regreso de Adam a su país, el reencuentro con viejos amigos (incluida la bella historia de la Hanum, quizá la más sensual y evocadora), sus esfuerzos para reunir a todo el grupo universitario, judíos, cristianos y musulmanes, en un símbolo de lo qeu debería ser la unión y la tolerancia entre las confesiones como en otro tiempo aconteció.

Los personajes están bien dibujados, la relación extramatrimonial de Adam con Semiramis, su siempre admirado amor pendiente (que da lugar a una circunstancia poco plausible enel mundo árabe, la connivencia de las dos mujeres, la pareja de Adam y su amante, para legitimar de forma breve y limitada el amorío) es de una sensualidad y romanticismo digno de una de las mejores plumas del Libano actual) y las charlas y reencuentros con los amigos perdidos, van jalonando unma novela que resulta en algunos momentos fascinante y siempre interesante.

Dieciseis días de estancia en la tierra prometida de la infancia y la juventud,  en los que Maalouf-Adam, realizan una puesta a cero de la vida de un hombre que cree que conforme a su nombre no será "el primero de su linaje, seré el último de todos los míos, el depositario de sus penas acumuladas, de sus desilusuones y de sus verguenzas", ya que "a largo plazo, todos los hijos de Adán y Eva son niños perdidos". A partir de ahí se produce el entrañable encuentro con "la delicadeza levantina y la ternura serena" de un país y unas gentes capaces de engendrar episodios de barbarie sangrienta y maravillas de humanidad y cortesía como la experciencia del amigo Albert, secuestrado por una familia a la que han matado un hijo único y que busca la venganza y acaba prohijando al secuestrado.

Pero es sobre todo la sombra ominosa del conflicto la que hace de esta novela un alegato contra la intolerancia, pues como Maalouf escribe (pag 297) "más que cualquier otro, es ese conflicto el que impide a Occidente y el islam reconciliarse, es el que hace retroceder a la humanidad contemporánea hacia las crispaciones identitarias, hacia el fanatismo religioso". 

El escritor aseguró en una entrevista que "he esperado a tener el pelo blanco para poder hablar de la propia juventud", refiriéndose a la publicación de "Los desorientados" y lo hace con un respeto y una lucidez que encandilan al lector en un recorrido que no es nada complaciente y no ahorra análisis dolorosos de la actualidad de Libano y de las contradicciones y sufrimiento de los exiliados. "Es como si visitáramos unas ruinas y reconstruyéramos el lugar a partir de recuerdos", menciona describiendo las sensaciones del exiliado que regresa, ante los lugares que jalonaron su infancia y juventud (cosa que queda reflejada magistralmente en la novela).

La clave  está en la pregunta que yace en el trasfondo del libro, ¿qué es preferible, más ético, la pureza del exilio sin compromiso real o el compromiso con el país que te obliga a participar y acaba por corromper a la persona?

Magnífica novela, pues. Hay que leerla al menos por dos motivos a mi entender. Primero y básico, porque es una buena novela. Segundo, porque es un claro argumento para entender un poco el lamentable conflicto universalizado que enfrenta a árabes e israelíes.

 

FICHA: "LOS DESORIENTADOS".- Amin Maalouf.- Alianza Literaria.- Alianza Editorial.-524 págs.

 

 

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17 noviembre 2012 6 17 /11 /noviembre /2012 08:10

He recibido una copia de una hermosa carta que una persona que conozco envió a una joven que está pasando momentos muy duros. Dada su belleza y sobre todo la calidad terapéutica y emocional del mensaje enviado, la adjunto para consuelo de toda persona que viva unas circunstancias tan dolorosas y estresantes.

 

 

He leído en tu mirada días de desolación y miedo. Angustia por las consecuencias de cada nuevo acontecimiento. Algunos se convierten en rutinarios. En ocasiones, la sensibilidad y la experiencia te permiten anticipar lo que va a ocurrir. Ello no evita las sorpresas, el desasosiego y el permanente deseo de ahorrarle a tu hijo días de hospital. No siempre es posible, ni siquiera depende de ti. Las circunstancias escapan a todo control.

El pequeño protesta puntualmente, pero la mayor parte del tiempo juega e inventa mil maneras lúdicas de aprovechar las horas. Se mueve ágilmente. De repente, un tirón, un desafortunado gesto le arranca el porta kad. Dolor, herida, sangre. Te alarmas, él se asusta, llora. Hay que actuar rápido, vuelven a pincharle, sin anestesia, la urgencia se impone.

Te desesperas, pesa sobre tus espaldas el día de ayer, la reacción incontrolada provocada por la transfusión, el amago de fiebre, las defensas bajas y las incontables horas de espera. Ves alejarse la esperanza de regresar a casa. Tus expectativas no se cumplen. Hablan de ingreso, no hay camas libres, al final le adjudican una habitación en la planta novena. La pediatra receta antibiótico. Te opones a que se lo administren cuando su temperatura no alcanza los treinta y ocho grados. Te indignas, no comprendes la necesidad de ingresar cuando no cursa fiebre. Por precaución, te dicen. Más tarde la fiebre aumentará. Empieza la tanda de antibiótico. Te rindes ante la evidencia de pasar cinco o seis días más en Sant Joan de Déu.

Hoy todo se derrumba, tantos meses de tratamiento sin otro horizonte que el día a día, la implacable rutina de los controles constantes, las interminables estancias hospitalarias. Lloras. El pequeño está atento, sabe que algo pasa. Secas tus lágrimas, entras en la habitación y sonríes. Percibe tu desasosiego. Observa y calla. Poco a poco vuelve la calma. Tu miedo persiste y él, consciente, pese a su corta edad, colabora. Sabe bien que sólo puede jugar con un brazo, el otro debe permanecer inactivo, pegado al cuerpo. Es hábil, su admirable constancia le permite seguir jugando, golpea el globo con la izquierda, ríe, se divierte, disfruta de la vida. Es como el riachuelo cuyas aguas discurren alegres sorteando cualquier obstáculo que se interponga en su camino, nada detiene su curso.

Tu hijo te muestra su sabiduría, el arte de vivir el aquí y el ahora, sin desperdiciar ni un segundo. La tristeza, la desolación y el desánimo no forman parte de su vocabulario ni de su pensamiento. Cuando le vence el cansancio se abraza a ti, busca la fusión con la madre, regresar a la placenta donde todo es placidez y calma. Su abrazo y su risa espontánea, te renuevan, sientes que vuelven las fuerzas para seguir luchando, él te muestra el camino.

Admiro tu valentía, tu capacidad de entrega, el saber dar lo mejor de ti, la generosidad de cuidar, de sonreír, de escuchar, de compartir, de preocuparte por los demás, tu sensibilidad, tu sentido del humor, el espíritu de superación constante, tu profunda calidad humana. Personas como tu nos devuelven la fe en el futuro.

Te quiero,

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6 noviembre 2012 2 06 /11 /noviembre /2012 10:23

buena-20novela.jpg

 

Creo que esta es una "buena novela" para conmemorar los 25 años de este periódico, los dos años de mi colaboración en "La Comarca" y, last but not least ("por último pero no menos importante") porque en este libro se reúne, sino magistralmente sí de forma digna e interesante, la filosofía de amor al libro y a la lectura que he defendido toda mi vida en mi profesión y en mi actitud e ideología personal.

Laurence Cossé, autora de "La buena novela" (de editorial Impedimenta, libro facilitado por el librero Serret), es una escritora y periodista francesa de 62 años autora de varios libros, aunque creo que este es el primero traducido a nuestro idioma. Ha trabajado para "Le Quotidien de Paris" y para la emisora de radio "France Culture".

Nuevamente, como en "La librería ambulante" de Christopher Morley, "La librería de las nuevas oportunidades" de Anjali Banerjee, "La mujer de arena" de Rabih Alameddine y algunas otras de encantador recuerdo, un autor se atreve a mostrarnos el alma escondida de un tipo de librero maravilloso: la persona que se hace librero porque ama los libros, los lee, los conoce y alimenta su vida con ellos, más allá de las circunstancias del oficio y de las notorias dificultades que ese singular negocio padece en estos tiempos difíciles para la cultura en general y para el libro en particular.

Realmente "La buena novela" es una excelente novela y además un libro muy bien editado y que como suele ocurrir con los libros de Impedimenta, con una portada atractiva y una traducción intachable, en este caso de Isabel González-Gallarza.  

En la novela asistimos a la creación de una librería en París cuyo nombre da título al libro. Es un establecimiento peculiar y, de alguna forma, refleja el sueño no confesado de la mayoría de los lectores de raza, es decir de las personas que no saben concebir mejor uso para sus manos que sostener un libro e ir pasando las  hojas morosamente mientras el alma fascinada del lector se pierde en lo que nos cuentan esas páginas: esa librería sólo venderá buenas novelas (y para no meterse en problemas, cualquier otra que le sea reclamada por un cliente, ejemplar que ellos pedirán al distribuidor y venderán bajo encargo). El fondo editorial quedará constituido por obras maestras recomendadas por un comité secreto de ocho grandes novelistas que facilitan en principio sendas listas de 600 novelas cada uno y luego irán añadiendo las que estimen oportuno de entre las que vayan surgiendo.

La genial idea comienza teniendo un enorme éxito (¿quién no ha soñado con una librería así?) pero muy pronto va concitando rechazo e incluso agresividad de grupos y entidades que acusan a los promotores (Van, un joven librero obsesionado con los libros y la lectura y Francesca una seductora mujer de fortuna, perteneciente a la clase alta francesa) de elitismo, desprecio cultural y manipulación facistoide. La broma literaria de la autora se extiende a la divertida reseña de los periódicos y revistas franceses, con sus nombres visiblemente semejantes a los reales.

Comienza como una novela de misterio: asistimos a tres atentados contra tres personas de las que no sabemos casi nada, más adelante nos iremos enterando que se trata de tres miembros del secreto comité que selecciona las obras maestras para la librería. La historia se nos cuenta a través de un narrador que se mantiene en el anonimato, aunque va dejando pistas de su cercanía a Van y se nos informa de la génesis y desarrollo de la librería a través de una larga exposición que hacen Van y Francesca a un funcionario de la policía judicial al que piden ayuda para evitar más atentados.

Evidentemente hay muchos elementos de intriga, humor crítico e información sobre las novelas y los autores que intregrarán el fondo editorial de la librería, un acercamiento lúcido a los pros y los contras de una idea tan revolucionaria y un ritmo literario fascinante que se basa en los pocos personajes que llevan la trama, Van, Francesca y Anis, un triángulo amoroso que tiene la complejidad y el encanto de los clásicos de los que se nos habla continuamente. En resumen, es una de esas novelas que se lee de un tirón y deja un rastro de "daños colaterales" en algunos lectores: notas sobre los libros que uno se tiene que comprar y leer. Libro para amantes de la novela, para editores y libreros enamorados del objeto de sus oficios y para todo aquel que, simplemente, quiera pasar un buen rato.

 

FICHA: LA BUENA NOVELA.- Laurence Cossé.-Ed. Impedimenta. 23,95 euros. 416 págs.

 

 

 

 

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2 noviembre 2012 5 02 /11 /noviembre /2012 15:19

BRANAGANDA.jpg

 

 David Monteagudo (un buen nombre para un escritor) es un caso peculiar en el mundo literario. Obrero hasta los cuarenta años en una fábrica de cartón ondulado,gallego residente en Cataluña, un "self made man" de la literatura, es aupado por un buen y avispado editor, el señor de "Acantilado" y da la campanada con una novela "Fin", una especie de trhiller a medias entre la novela de misterio y la sociológica con ribetes místicos. A partir de entonces, mientras se sucedían las reediciones de su novela, Monteagudo  da a luz "Marcos Montes", una novela corta ligeramente inferior en calidad a la primera y recientemente un libro de relatos "El edificio", donde ya logra pulir bastante sus un poco toscos útiles de escritor.

Pero hoy vamos a comentar "Brañaganda" (libro que me remitió el librero Serret, tras la visita del autor al Matarraña) , que al parecer fue la primera novela escrita y guardada en un cajón durante diez años que, como suele suceder en un determinado tipo de novelistas, recreaba la propia vida y el ambiente donde nació y creció el escritor, dentro de una trama de novela de terror entreverada con descripciones y personajes del terruño gallego del que procede Monteagudo. Tengo la impresión de que la actual "Brañaganda" debe parecerse muy poco al primer orginal de este autor. Por esta razón he podido percibir, aunque muy cuidadosamente engastados, párrafos que denotan un mayor conocimiento de estilo y vocabulario, con un tono general en el que abundan los tópicos, algun que otro desaliño estilístico y una cierta ingenuidad en lo narrado y en el perfil de los personajes, bastante planos en general y con escasa profundidad psicológica.

Pero hay algo que seguramente ya estaba en el original, la pasión por el ritmo, la dosificación de misterios, el reiterativo truco de adelantar datos sobre lo que va a cambiar para enganchar al lector, la habilidad en sostener determinados incógnitas (las sospechas respecto a su padre del niño-hombre- que narra la acción desde la lejanía de 40 años, la previsible resolución del misterio). Sin embargo la indudable eficacia  literaria en la descripción del paisaje (la novela comienza con una afortunada descripción aérea de la zona donde va a desarrollarse la acción) y los ligeros apuntes a la realidad sociopolítica del franquismo (utilizados para hacer suponer elementos que explicarían el misterio del "lobishome", el hombre lobo a aterroriza el lugar y luego son desechados a favor de la fórmula mítica y legendaria) parecen haber sido arreglados y seguramente mejorados. Lo cual, entiéndase, no es un reproche, sólo una constatación aportada para explicar un cierto desequilibrio que creí percibir en la consistencia de lo narrado.

Jaume Vallcorba, editor, está sacando con cuentagotas una obra interesante, pero en modo alguno tan especial como cantan las inevitables voces laudatorias que suelen acompañar --muchas con justicia-- las publicaciones de "Acantilado".

En "Brañaganda" se confirma lam validez y calidad de un escritor, pero también la necesidad de cuidar más la exigencia de excelencia en la labor literaria de Monteagudo. Una historia contada con una prosa entre Pereda y Alvaro Cunqueiro, aderezada con un estilo a un Manuel Rivas menos cultivado, con el eficaz dominio de la lengua castellana que suelen tener los escritores gallegos. Y asi la visión infantil de lo narrado, logra atraernos e inquietarnos  a partes iguales, una visión atemperada por el recuerdo, de la atrasada, sencilla y natural existencia en los remotos lugares del  mundo rural gallego donde aparece la figura de un "lobishome" con su reguero de muertes atroces, amenaza y miedo. Un adulto Orlando narra la historia rememorando su propia infancia, la presencia de su inteligente y sensible hermano Norberto, de su padre el guardabosques pintor y de su madre, la maestra del pueblo. Otras figuras van danzando por la novela con su aporte de vitalidad, sospecha y misterios y Monteagudo lidia con irregular fortuna con los personajes secundarios, debatiendose entre la ingenuidad y el tópico, pero eso sí reducidos a un entorno magnificamente descrito y un ambiente psicológico de acuerdo con el tema.

En esencia Monteagudo utiliza la mítica presencia del lobishome para sacudir una profunda y atrasada sociedad rural llena de represiones y cuentas pendientes, en una postguerra civil en la que son ignorados y dejados a su suerte por las autoridades debido al pasado levantisco de la zona y donde ese pasado ha dejado heridas abiertas --insinuación de solución realista al misterio del hombre lobo que es abandonada por el autor a favor del mito--.

Para mi el gran aporte de la novela es la cuidada y emotiva descripción de un tiempo de la infancia, donde palpita una frescura de visión y unos sentimientos evocados que nos hablan claramente de una habilidad literaria notable y un bagaje de sensibilidad que puede tener mejores frutos en cuanto se afinen más los útiles del escritor que hay en Monteagudo. 

 

 

 

FICHA:  "BRAÑAGANDA".-DAVID MONTEAGUDO.-EDITORIAL ACANTILADO.282 PAGS. 19E.

              "Marcos Montes".-Acantilado.-118 pags. "El edificio".-171 págs.

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25 octubre 2012 4 25 /10 /octubre /2012 08:54

hacia-la-tormenta.jpg

 

Publicar un dietario suele ser un negocio ruinoso. Para la editorial y para el prestigio literario del autor. Realmente resulta difícil lograr que un corresponsal de la vida propia logre dar con el tono, el ritmo y el interés que se requiere para no matar al lector de aburrimiento o despertar su irritación hasta límites destructivos (acabar encendiendo la chimenea con las páginas del dietario, cosa muy popular desde que se publican más libros que los granos de arena del desierto y desde que los lectores del detective Carvallo --del gran Manolo Vázquez Montalbán-- aprendieron esa maniobra liberadora en sus novelas. Todavía recuerdo la cara de consternación de un amigo editor que habia cedido al ruego de Torrente Ballester de que le publicara un tomo de sus "Cuadernos de un vate vago". La edición casi completa (descontados los libros de promoción y critia) pasó a ser malvendida en grandes almacenes a un precio de risa.

Claro, también están los cuadernos de Walter Benjamín, los diarios de la Mansfield, Huxley, Reanudot, Tosltoi y algunos otros gigantes. No contemos con ellos. Lo normal que es que el modelo dietario, o es una vitriólica reseña de los amigos y enemigos del autor (y estos deben ser importantes., no vale el vecino de arriba del autor) o está condenado a una vida corta y lánguida.

Pero bueno, de vez en cuando la vida da sorpresas. Una especial recomendación de mi librero de Valderrobres, Octavi, me ha permitido conocer a un escritor (no es un novel pero para mi era un desconocido), Francisco Sanmartin, cuyo dietario "Hacia la tormenta" (editado por Xordica) me ha encantado.  Como escribe (pag 11):  un breve dietario ajeno a las jactancias, al camorreo, a la trápala y a lo inconfensable, un dietario donde aparece algo de lo que uno ha sido y ha visto". Laus deo...al fin, el tono, el estilo y la temática del dietario de este señor me ha hecho leerlo de un tirón. Facilita (y se agradece) el hecho de que solo tiene 69 páginas. Hasta uno llega a pensar que si tuviera el doble tampoco importaría. Sin embargo en materia de dietarios la experiencia lectora dicta que no deben ser muy largos. Por larga que sea la maestria del autor llega un momento en que la primera persona real en una narración se las ve y las desea para mantener activa la atención evasiva del lector.

Pero, repito, aquí no hay más que sonreir a Fernando Sanmartin y estrecharle la mano. Las vivencias narradas, en cortas entregas, trancurren entre los años 1997 y 2002. No importa, porque lo narrado tiene categoría de algo para lo que el tiempo no es un problema, sino a veces un interés añadido. Excepto por el hecho de que muchas de las personas mas o menos conocidas que comparten momentos con el autor ya han desaparecido. Los nombres, tratados en persona o no, evocados por San Martin van desde Sartre, Villena, Baroja, Jose Agustin Goytisolo, Cela, el pintor Jose Luis Cano, Ana Maria Matute, hasta Quevedo, Semprún, Benet, Bowles, Sanchez Ostiz, Javier Tomeo, Modiano, Anton Castro, Felix Romeo. Además habla de sus amigos poetas o pintores y cuando cita a algun mal bicho de los que abundan en el predio literario pone una anónima y discreta X. Nos habla de su hijo Yorgos, nombre de poeta, y menciona una "ella" con la que viaja y comparte bellezas, Da breves pinceladas de los lugares que visita y se emociona con Lekeitio que mas que el pueblo amado es un ritual una y otra vez repetido.Acaba el libro con una aventura estética y literaria bastante original: a fin de inspirarse para un comentario que debe hacer a una exposición del pintor Ignacio Fortún, ambos deciden que Sanmartín "apadrinará" una de las obras del pintor. Escoge un cuadro (que se reprocuce en el libro) y lo inserta en su vida, lo lleva a su casa y lo mira durante semanas. Va desgajando impresiones y pareceres y aunque no se nos muestra el resultado literario de tal convivencia, lo que hemos leido es suficiente para interesarnos.

El resultado final es una obrita que se lee en un suspiro y deja un buen sabor de boca. Y lo que es mas importante, inyecta el deseo de leer otra obra de este autor. Y de eso se trata, ¿no?

 

 

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24 octubre 2012 3 24 /10 /octubre /2012 07:24

Medusa

 

Como suele suceder con algunos buenos escritores que se sitúan fuera de los focos mediáticos de los grupos consagrados, terminan convirtiéndose en autores de culto que tienen una no muy numerosa pero muy entusiasta legión de seguidores. El asturiano Ricardo Menéndez Salmón (Gijón 1971) es uno de ellos. Me deslumbró con su primera novela "La filosofía en invierno" (editado por una pequeña editorial de Oviedo, KRK) a pesar de que tuvo una existencia-en palabras de su autor- "breve y nocturna como la de ciertos insectos", ya mostraba los modos y maneras literarios de un autor sólido. El bombazo mediático y crítico de "La ofensa" (2007) integrada en una trilogía subtitulada "Del mal" con "Derrumbe" y "El corrector", todas publicadas en Seix y Barral, puso en primera plana a Manéndez Salmón, con todo merecimiento, empezó sus colaboraciones en  "El País" y el coro laudatorio de entrevistas y reseñas. Nuestro autor llamaba con títulos sucesivos sobre la puerta de la Fortuna y la Gloria y yo temía por su solidez literaria, su dificil sencillez expositiva, la potencia de los temas que iluminaba con su mirada inteligente. "Medusa", su última novela (Seix Barral) me tranquiliza.

De pronto, leyendo "Medusa" (gracias al librero Serret, de Vallderrobres, que me hizo llegar un ejemplar) uno percibe la alargada sombra nutricia de Max Aub y su maravilloso "Josep Torres Campalans". ¿Conocen la historia de esta novela diseñada como un ensayo? En ella el gran escritor hispano-francés-mexicano que escribió una pentalogía clave sobre la guerra civil española "Campos de sangre", hace gala de uno de sus recursos más brillantes, la creación de "heterónimos" al estilo de Pessoa. En la novela "JTC" que parece inspirar esta "Medusa" de Menéndez Salmón, Max Aub crea un personaje, un pintor que vive al inicio del siglo XX en Paris y sufre ese convulso siglo sin dejar de producir una obra pictórica importante. El caso es que cuando la novela se publica en 1958, el olvidado Josep Torres Campalans recibe el reconocimiento y el "recuerdo" de escritores, periodistas y artistas que dicen haberle conocido (entre ellos, no se lo pierdan el mismo Picasso). Un par de años mas tarde Max Aub reconoce que J.T.C., el artista olvidado, es él y que todo ha sido una invención literaria y artistica (los cuadros, de bastante valor pictórico, también los pintó él).

Pues bien, en "Medusa" asistimos a la vida y obra de un artista, fotógrafo, que muestra su obra como un notario de las salvajadas nazis en Europa.

Ya desde su extremecedor inicio, la filmación de un salvaje y burocratizado asesinato en grupo en la localidad polaca de Kovno, unos minutos de filmación fría y aséptica en la que unos soldados nazis van asesinando uno a uno de un disparo en la sien a un grupo de prisioneros, siguiendo un ritual de despiadada efectividad entre verdugos y víctimas, nos da la clave de lo que será la novela. La vida de un niño sin padre, despreciado por la madre, que adquiere una temprana pasión por la mirada casi entomológica y se decanta hacia la fotografía que será su medio de expresión y de comunicación.

Enrolado por los nazis en su aparato de propaganda, Prohaska, acompaña a las tropas nazis en su sangriento avance por Europa, visita los campos de concentración y es silencioso y aparentemente aséptico y nada emocional testigo de los peores crímenes de lesa humanidad que comete el III Reich. Nos habla M.Salmón del único amor de ese hombre brillante al que no parecen alterarle los horrores que mira a través de su lente, un fotógrafo del pánico que trata de parapetarse tras su máquina y no se permite emoción o sentimiento alguno que le separe de su labor. 

Se nos habla de su pasión por el ajedrez, un juego para mentes frías, y de su amistad con un muchacho judío al que salva de la extinción, al menos mientras él hace sus fotos en el campo de exterminio, y con el que mantiene una larguísima amistad y convierte en su albacea testamentario y en el vínculo de Prohasca con la posteridad.

El estilo de M.Salmón en esta novela tiene el escueto e impersonal sello de una crónica biográfica y leemos la novela con la impresión (falsa) de que estamos leyendo un ensayo novelado sobre una persona real, testigo de los horrores de la segunda Guerra mundial y de la postguerra. Solo se permite cierta emocionalidad en la descripción de la muerte de su único y gran amor, su esposa. Lo demás, incluido su final, está relatado con la concisión y alejamiento de un historiador metido a biógrafo. Así logra que Prohasca se convierta más en un estereotipo, en un símbolo viviente del ser humano en una épova maldita de la historia reciente. Prohasca es el paradigma del ser humano que vivió esos días aciagos y trató, infructuosamente, de no ser salpicado por la sangre que se vertió tan vacuamente, de la maldad en estado puro que manchó a toda una época por igual, estuvieras donde estuvieras.

Como escribe el amigo judío (que se salva del campo de exterminio, aunque no por su amigo), que se convierte en un excelente complemento de las pesquisas biográficas del narrador,  la "inmensa fuerza de voluntad, el acendrado ascetismo, el monstruoso desapego de las pasiones y del dolor ajeno," (pag.141)que es el "patrimonio" humano de Prohasca, solo estuvieron a punto de romperse tras la muerte de su esposa Heidi.

Apostilla el narrador (pag.83): "El hombre es un ser ganado por la busqueda del sentido, quizá porque todo alrededor suyo conspira contra ese sentido" y, con estas palabras, diseña la estructura básica de su cometido y, en definitiva, la del escritor que hay detrás suyo, Ricardo Menéndez Salmón. Una novela, pues, que se lee fácil y rápidamente y que, como todas las buenas novelas, no consume todos sus retos y deja la puerta abierta seductoramente para una segunda lectura.

 

FICHA:  "MEDUSA".-RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN.-ED.SEIX BARRAL.BIBLIOTECA BREVE.153 PAGS.17.50 EUROS.Medusa.jpg  

 

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13 octubre 2012 6 13 /10 /octubre /2012 07:04

leyes-frontera.jpg 

 

Después de "Soldados de Salamina", "El vientre de la ballena", "La velocidad de la luz" y la magnifica recreación del 23-F en su "Anatomía de un instante", una curiosa mezcla de ensayo y novela, el escritor cacereño Javier Cercas, con 50 años recien cumplidos, insiste en su muy particular visión de la creación literaria, en la que suele intentar el camino híbrido de la mezcla de géneros para dar un mensaje, un contenido y una forma literaria en la que subyace siempre una narración inteligente y sensible.

Su nueva obra, "Las leyes de la frontera" es una novela con firme asidero en la realidad de un momento historico de este país, los años setenta, una clase social y un fenómeno sociológico de primer orden, el advenimiento de una delincuencia  juvenil, los "quinquis", y las relaciones que se establecen entre un joven de clase media y la banda juvenil que lidera con mano dura "El Zarco". La conversión de éste en una figura mediática (al estilo del tristemente famoso y real "El vaquilla") y el aprovechamiento del tirón popular del joven delincuente por algunos medios con intereses políticos y sociales, están hábilmente reflejados por Cercas.

Lo singular de este texto es la maestría literaria que imprime el autor a una estrucutura narrativa basada en el género periodístico de la entrevista, con sus limitaciones y peculiaridades a menudo muy alejadas de la novela. Cercas logra que el lector devore el libro "como si fuera una novela", que es justamente lo que es, aunque se salga de los parametros del genéricos (lo cual es indicativo de la buena salud del género y de la habilidad narrativa del escritor).

El juego hilvanado por Cercas con datos, hechos y recuerdos de la época, la fidelidad ambiental , la suma de referencias a una época crucial en nuestro país, en la Gerona de la transición, los saltos temporales, perfectamente ensamblados (se nos narra lo ocurrido en los años setenta a través de entrevistas realizadas con los protagonistas de los hechos, treinta años mas tarde) y los detalles reales que dan verosimilitud a la narración, hacen de esta peculiar novela un libro de referencia para recordar aquellos años o conocerlos y comprender mejor nuestro presente.

La penetración psicológica de la que hace gala Cercas, el analisis de las motivaciones reales de los personajes, el desconcierto y las limitaciones de éstos, hacen de la trayectoria de los protagonistas, al adolescente Cañas ("El gafitas") fascinado por el  supuesto "Robin Hood" quinqui y enamorado de  la compleja Tere, supuesta chica de el Zarco, ensambla un trio sentimental de una fuerza y dinamismo psicologico poco común.

La fórmula narrativa escogida por Cercas provoca algunas limitaciones y defectos de ritmo e interés que se reflejan en el atractivo para el lector de algunas de las entrevistas y de unos personajes sobre otros. El narrador, un escritor que quiere escribir un libro sobre el Zarco (cuando este ya ha muerto) y entrevista a Cañas, al director de la cárcel donde estuvo el quinqui y al policía que logró acabar con la banda, carga  la fuerza, como es lógico, en el primero, el adolescente desclasado que acaba siendo abogado y defenderá a su admirado quinqui logrando incluso un breve indulto que estropeará el sino agresivo y patético del Zarco. El punto mas positivo de este libro concierne a un concepto que va imponiéndose en la lectura:   lo importante del libro no es el Zarco y su penosa vida de delincuente, sino la complejidad de un personaje, Ignacio Cañas, el Gafitas, al que el amor y el símbolo de un sueño infantil de "justicia" y libertad (los personajes de "La frontera azul", una serie de televisión de aquella epoca) convierten en lamentable y equívoco paradigma humano de una epoca y un país.

 

FICHA

"Las leyes de la frontera".- Javier Cercas.- Editorial Mondadori.- 382 págs.-21,90 euros 

 

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7 octubre 2012 7 07 /10 /octubre /2012 08:21

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José Antonio Labordeta es esa clase de persona que uno siempre desea contar entre sus amigos. Y hablo en presente a pesar de que ya hace dos años que murió víctima de un cáncer de próstata. La razón de ello es una: las personas como Labordeta nunca mueren del todo, en tanto existan personas que lo han querido y respetado. Y por el momento, y va para largo, somos muchos los que le quisimos y respetamos.

Ahora, uno de sus amigos, Joaquín Carbonell, cantautor, periodista, escritor, y alumno de Labordeta en los años setenta en un coriáceo Teruel, donde Labordeta comenzaba a insuflar energía y genio a su figura pública, nos regala una emocionada y entrañable biografía, "Querido Labordeta" en la que, más que los usos y modos de un biógrafo al uso, Carbonell deja paso libre a sus emociones y sentimientos personales sin dejar por ello de aportar datos, hechos y fechas. El resultado es original: Carbonell nos informa de quién y cómo fue Labordeta y nosotros, los lectores, nos emocionamos y nos divertimos espiando por el agujerito de la página a una persona cuyo adjetivo más propio es "querido".

Contemplo su rostro y siento el pesar de no haber podido llegar a conocerle personalmente (teniamos conocidos comunes en la profesión de periodista que yo ejercía, con los que ya habia pactado propiciar una ocasión de encuentro) para poder hablar de la admiración que me creaba su trayectoria pública, del placer fisico y espiritual que compartíamos (la afición por la mochila) y del afecto reflejo que me producían sus canciones y su poesía implícita. Hay una recia honestidad en ese rostro de aire melancóilico y mirada triste y recta. Las cejas pobladas y de trazo fuerte enmarcando unos ojos de mirada seria y profunda humanidad. El bigote grande, lacio, cerniéndose sobre los labios de trazo fino y de sonrisa difícil e insospechadamente inocente. Todo un rostro definido por ese doble arco de las cejas y la mirada curiosa y un poco atónita, la frente poderosa, un busto de senador romano con la solidez acrisolada de lo entero, lo recto, lo insobornable.

Carbonell empieza su largo recorrido biográfico por la noche del domingo 19 de setiembre de 2010 cuando recibe una llamada telefónica en la que le informan que Labordeta ha muerto. A partir de ahí, en una suerte de flash back sentimental, se nos informa de los dias inmediatos posteriores al desfallecimiento, para abrir la puerta al pasado, desde la "Zaragoza gusanera" de 1935 a 1964, donde vamos conociendo los primeros años de Labordeta, para pasar rapìdamente a  los años de Teruel (1964-1970) donde realmente se gestó el hombre y la figura que luego conoceriamos todos.

Años de profesorado en el Colegio San Pablo, su empreño en impulsar la vida cultural, guiños al teatro, al cine (el cineclub Buñuel rebautizado Obispo Polanco por aquello de la censura), el comienzo de su vida de poeta y de cantautor, las revistas, el periodico Andalan...y ya la adcripción política que sería la bandera permanente de Labordeta, su antifranquismo que le llevaría a viajar a Suecia, verdadero primer viaje de educación sociopolitica.

Despues, la lenta gestación de una figura roqueña que siempre me gusta imaginar como esa escultura de Churchill que hay cerca del Parlamento inglés, un bloque inclinado en el que una figura sólida, inanmovible parece ofrecer una resistencia gigantesca al viento que trata de moverla. El nacimiento de la Cancion popular aragonesa, en los setenta, "Polvo niebla viento y sol// y donde hay agua, una huerta//al norte los Pirineos//esta tierra es Aragón" rodeado de ciertas miserias económicas, pero pleno de entusiasmo y ganas de "hacer patria". Viaje  de actuaciones por Europa en un Renault verde con mantas, instrumentos y cinco padajeros y un contrabajo en la baca..

Recorremos de la mano de Carbonell la trayectoria de una vida dedicada a la canción y la poesía como instrumentos de lucha social,  los reconocimientos, la actuaciones, los discos y el reflejo de la realidad en su voz "Seguimos por aqui//aguantando el temporal//cada uno lo soporta// segun como le va."

Más tarde, su época de diputado (2000 a 2006), en la que su faceta de hombre público logra entusiasmar a todos los que nos gusta la palabra clara y sin tapujos, la honestidad como bandera y una cierta dureza de pedernal en lo que se dice cuando cae la que estaba --y está-- cayendo. "Espero que llegue un dia en que todos veamos una tierra que ponga libertad, por encima de nacionalismos rurales, insolidarios o nacionalismo centralistas, igualmente peligrosos". ¿No es rabiosamente actual?

Pero acabemos esta reseña de un libro interesante y aleccionador con una cita del final de ese hombre magnífico que me ha conmovido especialmente "Cada dia lucho más contra esta indecente forma de hacerme viejo, casi anciano, y uno de mis deberes cotidianos es recorrer el pasillo de mi casa". Carbonell ha escrito un documento sentido sobre la muerte de un gran amigo. Y el lector lo apreciará en su justo valor: se trata de la vida de una gran persona que además era una buena persona.

 

 

FICHA: "QUERIDO LABORDETA".-Francisco Carbonell. Ediciones B.-499 págs..

 

    José Antonio Labordeta.| Luis de Alas--

 

 

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1 octubre 2012 1 01 /10 /octubre /2012 07:29

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 No llega ni a 90 páginas con unos caracteres del cuerpo 10 y con numerosos sangrados y planas en blanco de fin de capitulo.  Un lector de velocidad mediana puede tardar un par de horas en leerla de cabo a rabo, aun  demorándose en la gracia de las descripciones de los lugares o en los poemas y citas que abundan. Es una novela corta escrita por una mujer norteamericana, neoyorquina, de origen familiar europeo, nacida en 1928 y fallecida en Ginebra en 1996. Sus padres murieron al final de la II Guerra Mundial al ser torpedeado por los alemanes el buque donde viajaban y Mary Ann resultó herida durante el naufragio del buque, aunque fue salvada. En 1946, en plena recuperación va a pasar el verano en casa de su tio Marcel. judio de origen alemçan, que habia muerto un poco antes. En el cobertizo de la casa, Mary Ann organiza una biblioteca para el pueblo, aprovechando los libros de su tio, ya que la de la población había sido destruida por los alemanes que ocuparon la zona.

La muchacha protagonista entra en una dinámica cotidiana en la que los libros lo son todo y al mismo tiemnpo es la medicina perfecta para tratar de superar su doble horfandad, la de sus padres y la de su tío Marcel, culto, librepensador, soltero (con una historia de amor "fou" cuyas escasas huellas perseguirá su sobrina entre los libros). Como dice en la pagina 43, "Ahora sentia mi corazon también ...como si fuera...de papel rígido, cuarteado por la muerte de mis poadres y de mi tio". Y cita a Baudelaire: "Pobre e ingenuo corazón, astíllate, no eres nada" (pag. 19).

Sus amigos y compañeros serán Dickens, Poe,  las hermanas Bronte,  William Wodsworth, Stephen Crane, Flaubert, Stendhal, Proust, Verlaine, Thomas  Hardy, George Eliot, "Ningun libro malo entre tantos libros", como apunta ella misma (pag. 32).

Los libros le acercan a la gente del pueblo (a quienes aconseja lecturas, desde Rabelais a Don Quijote) y le acercarán también el gran amor, el primero, de la joven. Se trata, precisamente, del hijo natural de su tio y la amante oculta, con el que se cierra el gran circulo amoroso de las dos familias judías. Precisamente el talante judío, la historia judia, es la que define la historia en su complejidad simple y en su desenlace.

El titulo original de esta novela es "Notebooks 1, Summer Library"  y se trata realmente de la primera entrega de unas memorias que Mary Ann escribió a partir de 1970, en distintas editoriales y con pseudónimo, hasta que hace pocos años, después de su muerte, comenzó a publicarse con su nombre y revelando su identidad.

Lo cierto es que esta escritora ya desaparecida, virtualmente desconocida, encierra un gran encanto, con un estilo sobrio y de un ingenuo detallismo lirico, en el que la presencia de los libros va entretejiéndose con una vida cotidiana regida por una actitud estoica y placentera ante la existencia. Como recuerda en la pagina 53, trataba de seguir el consejo de su amado tio: "Cuida tu carácter, aliméntalo con lo mejor de la vida, con lo que nos hace felices. Y se fuerte, pero no inflexible".

La lectura de Katherine Mansfield le reconforta en los momentos depresivos que le asaltan y la vida plácida, la belleza rural del pueblo la van serenando. Comienza a surtir efecto en ella el milagro de la lectura. William Hazlit, Defoe o Strevenson la preparan para conocer a Saul "que reía en todas las lenguas" y que le enseñaría a amar. Y ella le hablaría de la importancia de los libros en su vida: "Los libros eran la vida y podia recrearlos aunque estuviera lejos de ellos" (pag 82). Pero el amor estaba marcado por la tragedia: los libros volverían a cumplir su labor maravillosa. 

Y es en ese momento, cuando Saul muere en la guerra arabe israelí, cuando el libro acaba. En cuatro páginas transcurre el gran amor de su vida, los diez años de felicidad que mantuvieron y la desolación ante la muerte. La tajante  y concisa discreción de esta escritora nos deja sobrecogidos. Y uno cierra el pequeño libro con una sensación amibigua, de belleza y brevedad, como el vuelo entrevisto de una mariposa o el momento efimero del colibrí buscando en un ansioso vibrar de alas el néctar de una flor.

Como en "La librería ambulante",de Christopher Morley, en esta misma editorial, "La librería" de Penelope Fitzgerald (editorial Impedimenta), "84 Charing Cross" de Helen Hanff (Anagrama), citadas en estas páginas con anterioridad, los libros son el bagaje preciso, indispensable, para alcanzar un cierto equilibrio y una dulce parcela de felicidad.  Habrá que esperar nuevas entregas de esta escritora recién salida a la luz con su verdadera identidad.

 

FICHA
Una biblioteca de verano.- Ann Clark Bremer.- Editorial: Periférica Ediciones.- Traducción de Hugo Bachelli. Páginas: 86
PVP 14,75€

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28 septiembre 2012 5 28 /09 /septiembre /2012 07:30

Hay una suerte de hado benéfico que parece protegerme y ayudarme en los momentos más inesperados, a veces incluso enderezando cuestiones --quizá baladíes pàra la mayoría, pero importantes para mí-- que se torcieron abruptamente hace años y que de pronto, sin comerlo ni beberlo, son compensadas tras un arco temporal enorme. Digo esto a propósito de un incidente que ocurrió hará unos treinta años mal contados. En aquél entonces vivía en un barrio barcelonés llamado La Guineueta. Estaba casado y tenía dos niñas, Isabel y Silvia, una, regordeta de ojos azules y expresión plácida e inteligente, mientras que la otra, delgadita, sensible y graciosa, te robaba el corazón con una mirada color de miel. Trabajaba en La Vanguardia como redactor de Internacional. Era un domingo de primavera y había ido al centro, al Mercado de San Antonio, a las paradas de libros viejos que se colocaban bajo las marquesinas modernista del popular mercado. Aquél día encontré, entre montañas de libros desvencijados, tres ejemplares en bastante buen estado de las obras completas de Saavedra Fajardo, editados por Clásicos Castellanos. Se trataba de los dos tomos de "Idea de un príncipe político cristiano" y uno de "República literaria" del mismo autor y la misma editorial. Se habian editado en los años cuarenta y tenían la cubierta en fino cartoné y el papel de calidad inferior que solía haber en España en la época. Estaban encuadernados en pliegos cosidos con hilo y se mantenían un poco deslabazados pero aún firmes. Los hojeé cuidadosamente, mirando que no faltaran páginas o tuvieran taras. Excepto las manchas de humedad y el deterioro del papel, envejecido deprisa, un tanto amarillento, no parecía haber sufrido el acoso de los bichos devoradores de libros. En las guardas aparecían sellos de bibliotecas privadas y en uno de ellos, la "Republica literaria" creo que era, el de una biblioteca navarra, con su numero de orden y una firma. No recuerdo ya lo que pagué por ellos, pero si la sensación de ser un precio lo suficientemente bajo para no dañar mi humilde economía de entonces. 

Solía desplazarme por la ciudad en una moto "Sanglas 400", un armatoste poderoso que había que poner en marcha a pedal, que me habia comprado con el dinero obtenido al ganar un par de premios de relatos cortos, entre todos a los que solia presentarme con más ambición que acierto (como los ilustres donnadies del café del Prado que describe Cela en "La Colmena"·).

Pues bien, aquél dia primaveral entró subitamente en amenaza de agua, las nubes cubrieron los cielos y comenzó a chispear. Abandoné presuroso el Mercado, por el temor de que mis hallazgos sufrieran un chaparrón. Y como no llevaba bolsa, los até a la parrilla trasera de la moto con un pulpo, un elástico con ganchos, y me puse en camino hacia casa, sin dejar de mirar los cielos encapotados.

Lo cierto es que ese día no llegó a llover, pero...a medio camino, transitando a toda velocidad por la Meridiana, escuché como me pitaban los automoviles que me adelantaban. Uno de los conductores me hizo un gesto de que parara, al pasar junto a mí. Giré un poco la cabeza para ver si pasaba algo detrás mío, pues no notaba que hubiera pinchado. En ese momento sentí un escalofrío y me dirigí hacia el arcén para detener la moto sin peligro. Había visto algo terrible: un aluvion de hojas volanderas partía de mi moto y se diseminaba por toda la Meridiana, machacadas por los coches que pasaban.

En la parrilla posterior, pendía flaccido el elástico y no quedaba ninguno de los tres libros que llevaba. Jamás pude olvidar el incidente y la desolación íntima que me produjo. 

Pues bien, el otro día hice una visita al mercado del Libro de Ocasión del paseo de Gracia. Fui al mediodia, cuando menos gente hay junto a los puestos. Empece por la primera de las librerías que exponían. Era de Molins de Rei y realmente, en el tosco aparador, donde se alineaban por centenares los libros, comprobé que éstos eran realmente viejos cuando no antiguos u obsoletos. Comencé la atenta mirada paseante por los mas cercanos y de pronto, escondidos entre una vieja enciclopedia y unas colecciones de autores de  moda hace veinte años, vi los marrones lomos, en cartoné duro de la antigua Biblioteca de Clásicos Castellanos. El corazón se me aceleró. ¿Estarían? Y sí. Los tres volúmenes de Saavedra Fajardo, en ediciones de 1922 y 1927, encuadernados estos en cartoné grueso, por Ediciones La Lectura de Madrid. Miré a la dependienta, una señora que parecía surgida de una novela de Pérez Galdós o de Clarín, y le pregunté el precio. La señora hizo un gesto magnánimo abarcando todo el mostrador y pronunció unas palabras mágicas: "todos los de aquí están a 5 euros cada uno". Me sentí Creso ante la biblioteca de Alejandría. Encontré también en las mismas ediciones clásicas, los dos respetables volúmenes de la "Vida y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor, compuesta por él mismo" (éstos editados en 1934) con notas de Juan Millé y Gimenez, mientras que las de Saavedra, las firmaba  el erudito Vicente Garcia de Diego. El destino me había compensado la pérdida lejana. Y me regalaba también unos tomos con varias obras cada uno de Julien Green, Stevenson, Pierre Loti, Slaugther y el "Freud" de Emil Ludwig, en una vieja edición sin fecha de Mateu Editores. En total 50 euros, que por gentileza de la dama, un hada madrina de los lectores compulsivos, quedó en 40 (quizá conmovida con mi entusiasmo y mi aspecto: volvía de la montaña  y vestía pantalón corto, botas, camiseta deportiva y un chaleco de excursionista).

Todavía rememoro aquél lejano día en que volaron por la Meridiana tres libros que habia deseado durante mucho tiempo, desde mi adolescencia. Ahora, el destino, ese hado bienhechor, ha puesto las cosas en su sitio. El circulo se ha cerrado.  

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