Bueno, James Rhodes no es un escritor "profesional", no es un novelista, ni siquiera un buen autor de los consabidos libros de autoayuda, pero es un ser humano inteligente, desdichado, dotado de un corrosivo sentido del humor, de una cáustica ironía, de un don para la música y el piano, de mucho sentido común y, sobre todo, de una rara y aguda aptitud para desnudar su cuerpo y sobre todo su alma ante el lector y no para "èpater le bourgeois" o escandalizar a los escasos escandalizables que aún quedan en este mundo de "reality shows" de lo más obscenos, sino con la ingenua pero bondadosa intención de ayudar al prójimo en cabeza ajena (la suya).
Como él mismo nos dice "vivo inmerso en una locura inherente a mí mismo, tengo un concepto de la integridad bastante retorcido, pocas relaciones que valgan la pena, aún menos amigos y, lo digo sin la menor compasión por mí mismo, soy bastante gilipollas...,me odio, no me puedo mirar al espejo sin que me entren ganas de morirme, soy un imbécil vanidoso, egocéntrico, superficial, narcisista, manipulador, degenerado, pelota, quejica, lleno de carencias, con tendencia al exceso, agresivo, frío y autodestructivo". ¿Cabe esperar algo bueno de un sujeto así? Pues bien, sí. Y este libro es la prueba fehaciente.
¿Cuál es su mensaje? También lo explicita con claridad y esa labia vulgar y contundente que Dios le ha dado en las primeras páginas de su libro: "Si existiera algo que no estuviera producido por el Gobierno, ni por fábricas en las que se explota a los trabajadores, ni por Apple o las grandes empresas farmacéuticas y que pudiera de forma automática, constante y segura añadir algo más de emoción, brillo, profundidad y fuerza a vuestras vidas, ¿No os entraría curiosidad por conocerlo?". ¿Qué es esa supuesta panacea? Digámoslo ya: el amor a la música. Y si es clásica, mejor que mejor.
Tras un "preludio" demoledor, el autor va dividiendo su libro en "Temas" musicales que sirven de introducción a una vida que se resume en varios conceptos brutales: Violado repetidamente desde los seis años hasta los once, estancias en un psiquiátrico, drogas y alcohol, intentos de suicidio, relaciones destructivas, un hijo del que perdió la custodia y una constatación absoluta: el amor y la práctica de la música como tablón de salvación personal. Desde las "Variaciones Goldberg" de Bach a Schubert, Beethoven, Prokófiev, Ravel, Shostakóvich, Listz, Brahms, Chopin, Ravel... los capítulos se suceden mostrando una angustiosa dicotomía entre la belleza del tema propuesto y el contenido vital de lo que nos cuenta de sí mismo. Y la paladina declaración: "Bach me salvó la vida", con la que resume la moraleja de su historia, tras haberla publicado con bastantes dificultades, por una denuncia de su ex mujer contra el libro.
Un libro que horroriza, que no deja indiferente a nadie y que, en última instancia, constituye una declaración de amor a la vida, de dura honestidad y de una sinceridad apabullante que te hace removerte en el asiento mientras lo lees. Con un vibrante apéndice en el que pone las peras al cuarto al negocio que rodea a la música clásica.
Para las personas muy sensibles, el recorrido por todo tipo de trastornos físicos y mentales, las adicciones al alcohol, al sexo y a las autolesiones, incluidos los cinco intentos de suicidio, las "terapias" psiquiátricas, la miseria económica, los naufragios del matrimonio y la relación de padres, apenas compensan su carrera concertista de piano y divulgador televisivo --para a sus 40 años, convertirse en un hombre con un cierto bienestar y un renombre profesional-- podría ser una carga inaceptable. Pero vale la pena incluso pese al torrencial estilo vulgar y lleno de palabrotas de este autor que va regando de bilis las páginas de su libro, "un puto apocalipsis”, como lo llama Rodhes.
FICHA "Instrumental".- James Rhodes.-Ed. Blackie Books, Trad. Ismael Attrache.-279 págs.- ISBN 9788416290437