Si hay un libro donde la vulnerabilidad de nuestra salud cerebral queda de manifiesto es este que firma uno de los neurocirujanos más conocidos en el mundillo de la especialidad, el inglés Henry Marsh, por cuyas manos han pasado más de 15.000 pacientes. Además de ser un punto de referencia en su profesión, el doctor Marsch ha estudiado Filosofía, Políticas y Economía en la universidad de Oxford y pertenece a esa grey de soberbia categoría que es la de los médicos humanistas. No es de extrañar pues que su libro de memorias "Ante todo no hagas daño" (fórmula utilizada en el juramente hipocrático de los médicos) se haya convertido en un auténtico best-seller. Siguiendo la estela de Oliver Sachs y con parecida profundidad técnica (aunque no llega a la habilidad y fuerza de estilo literario del recientemente fallecido autor de "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" o "Alucinaciones") Marsh no sólo nos habla de los difíciles y a veces pavorosos casos clínicos que resolvió con su cirugía, sino de algunos de los errores que cometió y de sus consecuencias (con una honestidad y valor como he visto pocos en su profesión).
Sus críticas a sí mismo, sus colegas y el sistema sanitario inglés, con un estilo contundente pero amable y con cierto sentido del humor e ironía, hacen de este libro una lectura inolvidable, emocionante y que crea cierta adicción y bastante sensibilidad hacia la enorme complejidad del cerebro, su relativa vulnerabilidad y todo lo que depende de que funcione correctamente. Este neurocirujano de 65 años, modesto, firme y ligeramente irónico que lleva con gracia su fama, asegura con lógica profunda y humilde que "Lo difícil de mi trabajo no es operar. Lo complicado es decidir si hacerlo o no y vivir con las consecuencias". El autor se ha jubilado y ha abandonado su cargo en el hospital público St George’s, uno de los centros universitarios más reconocidos de la capital británica, aunque sigue estando disponible para su departamento de neurocirugía.
Marsh nos cuenta cómo descubrió su vocación tras presenciar una operación de aneurisma cerebral cuando trabajaba de interno en una unidad de cuidados intensivos. “En aquel momento, comprendí por qué se comparaba este tipo de operación con la función de desactivar una bomba”. Una gran destreza en la operación, pulso firme, conocimientos amplios y una seguridad en sí mismo no monolítica sino abierta a los cambios y los imprevistos de cualquier quirófano le convirtieron en un cirujano de referencia en su especialidad. Fue el primer neurocirujano que aplicó en Inglaterra anestesia local en una operación de glioma (técnica que se aplicaba en estados Unidos), un tumor que se sitúa en zonas del cerebro que controlan el lenguaje y los movimientos de las extremidades. Es posible hacerla así porque el hueso del cráneo y el cerebro son insensibles al dolor. Los datos de su vida personal y sentimental y de las dificultades en hacerlas compatibles, van contrapunteando las explicaciones de los retos quirúrgicos que el autor debe superar día a día. Y añade grandes dosis de compasión, respeto y dolor, cuando debe afrontar a los familiares de los enfermos que no logran superar el quirófano o que lo hacen con problemas en ocasiones pavorosos. El autor habla de lo difícil que es gestionar la vinculación emocional entre médico y paciente, tan necesaria como, al mismo tiempo, sometida a un equilibrio. Sus experiencias como docente ha sido larga y bastante fructífera, a pesar de sus dificultades intrínsecas (Marsh recuerda algunos "pulsos" entre mentor y alumno, donde la generosidad debe aliarse con la firmeza.
Como recordatorio de la importancia de la neurocirugía en nuestras vidas, sabemos que en España se practican unas 30.000 intervenciones anuales del sistema nervioso entre hospitales públicos y privados. La cirugía cerebral más frecuente en nuestro país es la de glioblastoma, un tumor muy agresivo debido a su capacidad de metástasis y su resistencia a la quimioterapia. Rusia, Albania y Nepal son algunos de los países donde Marsh ejerce de forma altruista para enseñar a los neurocirujanos de esos países. Como detalle llamativo, Marsh, asegura en su libro que no ha encontrado el lugar donde se asienta la mente, ni rastros del alma ni prueba alguna que permita creer en otra vida después de la muerte. "Cuando el cerebro muere, morimos nosotros".
FICHA
"Ante todo no hagas daño".- Henry Marsh.- Trad. Patricia Antón.- Ed. Salamandra.- 346 págs. 19 euros.- ISBN: 9788498387209
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