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24 enero 2019 4 24 /01 /enero /2019 10:29

No tiene sangre inglesa en las venas pero domina el idioma hasta tal punto que está escribiendo novelas de tanta valía que le llevaron a lograr el Premio nobel de Literatura. Su origen japonés no ha sido obstáculo para escribir una novela tan fuertemente british como "Lo que queda del día" donde sabe mostrarnos los recovecos más ocultos del talante británico en sus diferentes clases sociales y de crear a unos personajes dotados de una profundidad y una humanidad casi shakesperiana. Además del Nobel (2017) se ha llevado los prestigiosos Whitbread (por "Un artista del mundo flotante" o un Booker por "Lo que queda del día",

"Cuando fuimos huérfanos" es una novela híbrida que comienza como una narración de detectives, se va convirtiendo en una novela bélica y acaba siendo un experimento literario en el que la psicología y los sentimientos de los personajes van hipnotizando al lector en una acción -y reflexión- de un dinamismo y un talento descriptivo excelentes. El protagonista es un detective que intenta conocer el paradero de sus padres en un docudrama bélico que nace tras el nacimiento del protagonista , Christopher Banks, en Shangai a comienzos de siglo. Su padre trabajaba para una empresa británica que siguiendo la política colonialista de Inglaterra estaba envenenando China con el mercado del opio. La desaparición misteriosa de sus padres cuando el niño tenía nueve años, lleva a éste a un internado en Inglaterra. La narración arranca en 1930, cuando Banks ya trabaja como detective y se ha labrado una gran reputación. Llega a Shangai en los momentos previos a la guerra con las amenazadora presencia japonesa en la colonia británica.  Una vez allí se enfrenta a una situación caótica y pre-bélica y las escasas pistas de que dispone están basadas en recuerdos y la manipulación de la propia memoria. Compañeros de estudios, uno de ellos japonés, débiles recuerdos que el narrador -el detective en primera persona- no logra estructurar de una forma coherente. Las implicaciones psicológicas de todo lo que le rodea, el momento duro de la confrontación chino-japonesa, la necesidad de tomar partido, son elementos que van aumentando la complejidad de la trama que deja de ser la de una novela de género para convertirse en una novela de alta literatura.

La historia. a pesar de una cierta ingenuidad nostálgica y familiar del protagonista, se ve inundada por el asfixiante clima de corrupción que desde que llega a Shangai va envolviendo al detective. No hay héroes, Banks es un muñeco trágico que va  mostrando la orfandad en la que vive, de sus padres, de sus amigos, del pasado en la ciudad y de la propia Shangai que se convierte en un escenario del Bosco. No hay salidas. Solo un desarrollo perturbador y un final triste y sin posible redención. Un drama personal que es la tragedia de una época. Y una brillante obra de Kazuo Ishiguro, en la que ,con un poco de cuidado, se pueden percibir ciertos detalles que nos recuerdan el origen del escritor, mucho más que en ninguna otra de las novelas que he leído de él.

FICHA

CUANDO FUIMOS HUÉRFANOS.- Kazuo Ishiguro.- Trad. Jesús Zulaika. Anagrama, 2001. 404 págs, 
 

 

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22 enero 2019 2 22 /01 /enero /2019 09:03

Aristóteles señala en su "Ética a Nicómaco" que no es posible moverse, hacer algo, actuar, si no es en el tiempo. Paradójicamente sostiene que hay una actividad que es independiente del tiempo. Se trata del placer que, asegura, "lo que tiene lugar en el instante de placer es un todo completo". Todo movimiento progresa en el tiempo hacia un cierto fin que tomará la forma del objetivo buscado. Pero en el placer la forma se cumple en cuanto se ejercita, se obtiene el placer: no hay paso de la potencia al acto, el placer es el cumplimiento del acto en sí. Ya no se trata de un punto seguido por otros en la línea del tiempo, sino que el placer se cumple en sí mismo y es completo, está "fuera del tiempo". Y eso es así porque es una experiencia "total" en la que el sujeto no tiene en cuenta su extensión o su duración. Una vez cumplido el proceso del placer obtenido, se relaja la tensión, acaba la actividad y todo vuelve a ser envuelto por el tiempo. Vuelve a caer en la cadena del "instante" presente que sólo cobra sentido al relacionarse con otro instante perteneciente al pasado o al futuro más próximo.

Epicuro cifra en el placer el máximo anhelo del hombre. Pero no se trata de un placer vulgar, sujeto a la carnalidad y al exceso. El placer para los epicúreos es la vida buena desde un alma buena, comprensiva, sabia y tolerante. Entre uno y otros hay una considerable diferencia. Platón y los estoicos (y después el cristianismo) anteponen la disciplina que lleva al disfrute de la "eternidad" a los placeres que, para ellos, toman un aire pecaminoso y bastante hipócrita.

El punto de vista aristotélico permite una reflexión más libre, menos dogmática y enriquece el pensamiento filosófico (que respecto al tiempo, parece encogerse después de Agustin y Plotino). Y es que el placer, entendido por encima del sexo, los banquetes y las borracheras, la caza y otras actividades que halagan pasiones más bajas y oscuras, se convierte en el disfrute del arte, la amistad, el afecto sensual y respetuoso  a personas, arte, música y otras actividades que conciernen, por ejemplo, al deporte, la naturaleza, la cultura. Quién no ha podido comprobar en sí mismo esa "dispersión" del dogal del tiempo mientras escribía o leía una novela o una poesía, en una charla con un amigo querido, en tanto disfrutaba de un paseo por el bosque o escalaba una montaña? El placer es el cumplimiento del acto en sí. Aristóteles tenía razón. Y una nota jocosa: Aunque no se ajustó mucho a Aristóteles, nuestro buen Juan Ramón, Arcipreste de Hita, escribía en el siglo XIV: "Aristóteles dijo y es cosa verdadera//, que el hombre por dos cosas trabaja, la primera// es por el sustentamiento y la segunda era// por conseguir ayuntamiento con hembra placentera" 

-ALBERTO DÍAZ RUEDA

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21 enero 2019 1 21 /01 /enero /2019 10:33

El comisario Maigret es un clásico popular de la novela policíaca. Para mí no llega a la altura de Sherlock Holmes, pero si a la del padre Brown y está por encima de Hércules Poirot o la señora Marple de doña Agatha. También el  estilo literario y psicológico de Simenon no tiene nada que envidiar al de los autores ingleses citados. Justamente los seguidores de Maigret encontrarán algún detalle literario enriquecedor en este "caso", en el que pululan personajes del inframundo de pobreza y delincuencia que como ocurre en otras zonas de opulencia, el la cara oscura de la Costa Azul.

"Liberty Bar" es una novela corta de 1932 (la edición que manejo tiene 136 págs) y en ella el Comisario Maigret abandona su escenario habitual, sale de la compañía y la presencia de su esposa y vida familiar y es enviado a la Costa Azul a resolver un caso que involucra a un ex magnate australiano, va solo y con espíritu -disculpable- de pasar unos días de relativo asueto en la prestigiosa zona de descanso millonario. Uno de esos, el rico australiano, vive su retiro poco dorado  en una mansión de segunda en compañía de dos mujeres, su amante y la madre de ella, en un tipo de vida empobrecido y casi miserable (aunque él recibe una cantidad respetable cada mes desde Australia). El australiano ha sido asesinado de una puñalada en la espalda cuando regresaba a su casa tras una de sus frecuentes escapadas en las que bebía hasta la inconsciencia.

Maigret va desgranando a los sospechosos, empezando por la amante y su madre, dos patéticas mujeres, los locales que solía frecuentar y la gente de esos locales. El caso podía haber sido algo sórdido relacionado con la extorsión, la bebida, el juego, los celos o la codicia, pero se añade un motivo distinto: el australiano habia trabajado para el servicio de espionaje francés durante la Gran Guerra. El misterio está servido y Maigret va mostrando su tranquila astucia para desmontar el móvil político e afrontar el humano, demasiado humano. Es en el Liberty bar, un extraño local regentado por una vieja madame donde conoce a una joven prostituta y a su chulo, donde la madeja comienza a desenredarse. En fin, hasta aquí podemos contar. El resto es  guardado para placer del lector, que se encuentra con una novela distinta a las habituales del Comisario socarrón y minucioso.

Parece que Acantilado va a publicar la obra completa de Simenon sobre el comisario. Es una buena noticia, para los amantes de la novela francesa policiaca de calidad literaria.

LIBERTY BAR.- Georges Simenon.- 136 págs.  Trad, Nuria Petit.- Ed. Acantilado.- ISBN 9788417346355

 

 

 

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19 enero 2019 6 19 /01 /enero /2019 10:31

Los filósofos griegos, Platón, Aristóteles, Epicteto, Epicuro, Pirrón, lo prescribían de una manera u otra, con fines y planteamientos distintos, pero con similitudes de fondo bastante evidentes. Ahora lo canta como una panacea el "mind-fulness" y todas las escuelas y "maestros" del supermercado espiritual: hay que practicar la atención plena. Es un modo de percepción que exige exactamente lo que se titula. No es fácil cambiar el "chip" que encadena la mente a la dispersión, a ensimismamientos circunstanciales, a la agitación mental permanente entreverada con momentos de estolidez o de simple tontería evocada por cualquier imagen sugestiva o deseo, un escenario mental que varía constantemente con el fluir de las cosas y los eventos.

Se nos aconseja que mantengamos la mirada atenta, aunque sin fijeza o crispación, sin esperar nada, dispuesta a entrar en la demora de la reflexión, en el oasis de la contemplación. Recuperar un poco la mirada inocente y la aguda percepción de un niño sano de corta edad al que todavía no hemos programado bajo directrices de intereses o correcciones "educativas". Una mente que se está formando y todavía está libre de los automatismos que más tarde y pronto les inocularemos con el mejor de los propósitos sin duda. (Es lo que hicieron con nosotros cuando éramos bebés).

Eso es el "desideratum", pero pasemos al momento actual, ya adultos y casi irremediablemente estropeados por una cultura invasiva administrada desde la familia más cercana, a la sociedad y naturalmente al Estado. ¿Es posible recuperar la mirada inocente? A los que ya transitan por los senderos espirituales de la búsqueda, les diría que sí es posible, aunque no fácil y que es muy probable que se extravíen más de una vez. Pero creo que con conciencia clara de sí y con el afán de la excelencia como bandera, se puede uno acercar a esa sabiduría inaccesible en su totalidad pero visible en su propio proceso (que no tiene fin o mejor lo tiene en el fin del sujeto). 

Búscate en el vacío pleno y silencioso de tu propio cuerpo, la mente ensimismada, la respiración profunda (como dicen los maestros zen: hay que respirar "desde los talones"). Sin proyectos, esperanzas ni deseos. La atención plena te devuelve al silencio rítmico del corazón, como un anticipo de la sabiduría, entre la armonía y la serenidad, en el fiel de la balanza que oscila entre la oportunidad del estar y la disponibilidad del Ser, equilibrada la pulsión del Tener (eso de lo que Gabriel Marcel decía: "el tener  nos hace ser lo que no queremos ser", cercano a esa amabilidad sin cálculo que abre el camino a la ternura como tendencia natural hacia el Otro. No es necesario el discurso, la palabra, el Logos. De lo que no se puede hablar es mejor callar. Vive con la sutilidad de la excelencia como acicate: una linea roja vertical que atraviesa y une en un sólo ente a tu cerebro, tu mente, el cuerpo que lo acoge y se planta en la tierra apuntando hacia el Universo. Un ente esencial y inefable, invisible a nuestros ojos y a nuestra sofisticada tecnología. La puerta a las estrellas.-ALBERTO DÍAZ RUEDA

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18 enero 2019 5 18 /01 /enero /2019 10:50

 

Supongo que, en definitiva, es una cuestión de marketing, maldita palabreja, y de vender el mayor número de ejemplares, así que decirnos que los dos principales figurones del comunismo legaron una herencia de millones de dólares o que en la pintura vaticana de Rafael de Sanzio sobre la "Escuela de Atenas" aparece una mujer (muy merecidamente: se trata de la filósofa Hipatia de Alejandría, a la que el cineasta Amenábar dedicó una bella película), o que los libros de Spinoza fueron quemados en Oxford y algunos otros chismorreos que no afectan lo más mínimo la enjundia de los filósofos que se pasean por este libro de título ligeramente guasón pero, gracias a las musas,  bien escrito por un profesor de filosofía competente que además escribe sobre cine y tiene una visión decididamente iconoclasta de los filósofos  (incluido él mismo, por su obra lo comprenderéis).

Bromas aparte y dejando de lado los chismorreos más o menos interesantes, las aportaciones pedagógicas están bien servidas, con un prólogo bastante bueno sobre el valor de la filosofía (que deja de manifiesto su dedicatoria que habla de sus alumnos y el camino de enseñanza de la materia que ha sido "duro, difícil, doloroso y divertido"). El libro está dividido en nueve capítulos, dotados todos ellos de una "conclusión " que resume lo narrado y de una bibliografía que resulta amena y oportuna para los que quieran ampliar conocimientos.

Como él mismo dice en su prólogo denunciando el abuso de asignaturas instrumentales y el desprecio a las Humanísticas, como la filosofía y la ética, "renunciar a la memoria y a la reflexión supone considerar que necesitamos ingenieros pero no ciudadanos, técnicos pero no personas" ya que "si algo ha demostrado  la filosofía en sus tres mil años de existencia es que precisamente es la materia que mejor combina el pensamiento crítico con las herramientas para procesarlo, además de constituir el paradigma del siglo XXI: la Tercera Cultura que combinando la tecnología y las Humanidades supere el caduco -y falso- antagonismo entre las ciencias y las letras". De hecho, como sabe cualquier estudioso de la historia filosófica, en un principio la episteme (el conocimiento) era el producto de la unión entre la tecné y el logos (palabra que no sólo significa , palabra, razón, sino también número y contar). Y que datos recientes extraidos de analisis educacionales  del Educational Testing Service, organización internacional que evalúa la efectividad de la enseñanza de diversas asignaturas para alcanzar altos niveles de razonamiento cuantitativo, escritura analítica y razonamiento verbal, la filosofía es la que más destaca en razón instrumental, indispensable para el desarrollo, aplicación y control (la razón ética) de la tecnología para que nos nos desnaturalice como seres humanos.

Pero terminemos  con el preámbulo y demos cuenta sucinta del contenido (cuyo análisis y/o disfrute es cosa del lector), yo me limita a recomendar la lectura que, en eso tiene razón el autor, es básicamente complementaria a lo que sería un recorrido habitual por la historia de la filosofía. Santiago Navajas (Occam sería feliz si supiera que hay un profesor de filosofía con ese apellido) empieza con el final de la filosofía clásica grecolatina por la acción demoledora del cristianismo fanático (que hicieron con esa cultura magnífica lo que los fanáticos musulmanes están haciendo hoy día con culturas como la mesopotámica, egipcia, siria y otras de Asia y Oriente Medio). A través de la vida y obra de Santa Teresa de Jesús, Navajas nos habla del feminismo en épocas de barbarie masculina. Poniendo frente a frente a Juan de Mariana y Hobbes nos habla del Estado y su poder omnímodo, germen del actual. De ahí dalta a Marx y Enhels y al supuesto fin del capitalismo, cuyos estertores estamos aún viviendo. Kant, Cassirer y Heidegger nos introducen en el germanismo-prusianismo, en el nazismo y la II Guerra MUndial. El capítulo 6 se vuelve hispano, Pla, Gaziel, la Segunda República, los controvertidos papeles de Ortega y Unamuno.  En el 7, la cosa se vuelve metafísica y sale Dios a colación, la religión, la ciencia y el arte. En el 8º sale el aborto a la palestra de la reflexión guiada por Navajas que aprovecha la ocasión para citar la película "Gattaca", muy bien escogida para ilustrar la controversia del papel de la genética actual en el diseño de los bebés del futuro y dónde está la ética que corresponde. Y acaba el entretenido viaje con diversos conceptos e hipótesis de ciencia ficción que pronto dejarán de ser para convertirse en opciones de vida, dejando en el aire cuestiones muy serias como la identidad personal el relativismo sobre el conocimiento, la naturaleza de la realidad, la inteligencia artificial y sus limites ("una cosa es ganar al ajedrez a una persona y otra muy diferente comprender lo que significa ganar") .

Lo mejor que puedo decir de este libro es que Navajas ha conseguido como quería Ortega, que el pensador -en este caso es escritor filosófico- además de profundo, se también cortés. Es decir, claro".

FICHA.

LO QUE NO ESTABA EN MI LIBRO DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA.- Santiago Navajas.- Ed. Almuzara.-309 págs. 17,95 euros. Ed. Almuzara.- ISBN 9788417044794

 

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16 enero 2019 3 16 /01 /enero /2019 09:46

El poeta japonés del siglo XVII, Matsuo Basho, logró elevar el arte de la escritura de "haikus" hasta una de sus más brillantes expresiones técnica y poética de todos los tiempos. El haiku es un poema muy breve (un total de 17 sílabas, en tres versos de 5,7, 5 sílabas, respectivamente) que trata con una muy elegante finura y concisión temas que tienen relación con  la Naturaleza, el cambio de estaciones, árboles, ríos, nubes, animales, la luna y las estrellas. El efecto fulgurante y profundo que producen en la sensibilidad del poeta, refleja muy brevemente una visión o vivencia quintaesenciada, sin adornos, adjetivos inútiles y ninguna retórica. Es como una instantánea fotográfica o pictórica, el esbozo súbito de una experiencia artística.

Basho dice: "El corazón deja que todo acontezca/hacia allí o hacia aquí/ como el sauce." Eso es todo. El lector paladea esas palabras (que en japonés cumple las leyes de métrica) y permite que las imágenes penetren en su silencio íntimo.En su mente y su imaginación se crea una imagen mental que es inmediatamente respondida por asociaciones de la memoria y la sensibilidad del lector. Y así, al conjuro de esas palabras, aparentemente inconexas, caprichosas, se re-produce, como en un relámpago, una respuesta personal que emana de una fuente escondida en  nuestro interior. El corazón se abre a lo que acontece, libremente, sin juicios o valoraciones, sin buscar doctrina o sistema, sin tratar de definir o encuadrar, al conjuro simple y mágico de las palabras y lo que evocan. Detén los relojes, el tiempo es un pliegue entre un acontecimiento y otro, y encuentra un corazón que admite la demora. Y lo que acontece entra y sale, de aquí para allá, ante la serena pasividad del observador que despierta sus  sentidos como el sauce mueve sus ramas susurrantes. Desaparece el agobio y la prisa, lo que "hay que hacer" deviene sombra, no es el momento, la vanidad o la ambición no tienen cabida. Dejo que corazón decida la acción o la espera y si es la primera no ha de atenderse a la ganancia o el placer que puede producir, sólo si se ajusta a lo "correcto" en la naturaleza. Y si es lo segundo, gana la belleza ritual del silencio, el gesto amable y un poco distante. El sujeto pasea junto al río y contempla las ramas del sauce que ceden sin forzarse al suave viento del sur y le siguen a su capricho; ha dejado en un rincón la fusta del deseo o los grilletes de los intereses. Te sientes libre de tu propia férula impuesta por la educación o la costumbre, atiendes lo auténtico, lo bello, lo bueno. Todo respira paz y en lo alto, el azul del cielo se ve turbado brevemente por el paso de dos perezosas nubes que se van deshilachando, y si miro hacia el suelo contemplo con arrobo el paso incesante de una fila de hormigas afanosas que resaltan sobre la tierra parda como un fino trazo realizado por el pincel de un artista.

Mi corazón está abierto a todo lo que ocurre en este lento latir del mundo, con la expresión de maravilla que quizá surja del niño pequeño que todos tenemos escondido bajo fardos de acontecimientos, banalidades, penas y nostalgias. Escribo en mi libreta de notas: "comprender lo que es, sin porfiar; una fuente inagotable es la plenitud de cuanto existe; de aquí para allá, atento a lo que acontece". Como dice el estoico: "No desees que no ocurra lo que ocurre; más bien desea que lo que ocurre, ocurra como ocurre."-ALBERTO DÍAZ RUEDA

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15 enero 2019 2 15 /01 /enero /2019 18:52

 

 No es del tipo de libros que suelo comentar en estas páginas. Mi amigo Octavio Serret me recomendó que "echara un ojo, o mejor los dos" a la intencionalidad de la autora al escribir el libro y comprobaría que en determinados aspectos, ecología, amor a la Naturaleza, a la sencilla belleza de las legumbres, las verduras, las flores, la cocina natural, a esa decisión tan visible en Thoreau, Tolstoi, Emerson, Twain, Epicuro, Epicteto y otros de escoger la vida sencilla entre bosques y lagos, en las montañas...coincidiríamos de tal manera que, a pesar de no ser vegano y mantener un cierto escepticismo hacia las soluciones demasiado radicales en materia social, encontraría el libro interesante y, quizá, inspirador.

En realidad es un libro para aprender a comer de manera saludable. Paola Calasanz es la autora (para deleite mío, cervantista irredento, se hace llamar Dulcinea) y dedica casi cien páginas de las 189 que tiene el libro, profusamente ilustrado con dibujos y fotos deliciosamente pintorescas, a las recetas veganas que ofrece. "El cuaderno del bosque" está diseñado como si fuera un cuaderno de campo. La muchacha, es una mujer joven y En hermosa,  convence de la bondad de lo que predica ofreciéndonos múltiples imágenes de sí misma e imagino, si se me permite la broma, que si Don Quijote hubiera sabido que había una Dulcinea con tal aspecto hubiera redoblado su descomunal bravura con tal de servir a tal señora, pues haría verdadera la frase "nunca vióse caballero de dama tan bien servido como lo fuera don Quijote cuando de su aldea vino".

En fin,  Paola vive en un bosque, cultiva lo que come, dirige una ONG, la "Reserva Wild Forest" que protege a ciervos, jabalíes y animales de granja, es una conocida bloguera de cocina y escribe libros seriados por el título "El día que..." Ha publicado "El día que...sueñes con flores salvajes", ...el océano te mire a los ojos" y ..."sientas el latir de las estrellas". Considera el veganismo como "el futuro y la esperanza de nuestro planeta" y dedica el libro consecuentemente "A todas esas personas que no anteponen el placer de su paladar a la vida de alguien".

Adorna las bellas páginas de su libro con citas naturalistas y nos muestra su hogar levantado en un bosque,, una cabaña protegida por una mimosa que perfuma los atardeceres y nos brinda sus conocimientos de cocina vegana, aunque deja claro que no es nutricionista ni médico. Su cocina es "el reflejo de un estilo de vida" basado en "vivir de una manera saludable, ética y consciente". Las fotos de Dulcinea van adornando el "cuaderno" junto a dibujos de pájaros, árboles, adornos indígenas. La  autora nos confiesa que nació en un pueblo pequeño entre un río y una montaña, cerca de Barcelona, educada por la abuela Flora y la bisabuela Tomasa, un abuelo chef de cocina y un padre que dirige restaurantes. Estudió Psicología,  danza y dirección artística. Hasta que llegó el día en que descubrió el veganismo (a través de un video de YouTube de una conferencia contra la ingesta de carne)  y se tatuó una flor en el pecho y la fecha de la "conversión" en el brazo izquierdo, encima del codo. Y, desde ese día epifánico hasta hoy... Como dice un proverbio nativo americano: "Si quieres ser fuerte como el bisonte, no comas bisonte sino lo que él come". (Cosa curiosa ya que según las fuentes consultadas los nativos americanos comían bisonte, aunque sólo mataban los que necesitaban, no exterminándolos como los "otros" nativos americanos de origen inglés, sueco, irlandés, etc.).

La historia de la conversa vegana tiene sus altibajos, como suele suceder, pero nuestra Dulcinea supo seguir firme y amable y se ganó el respeto de sus amigos y su familia. Bien por ella. Dejando aparte sus consideraciones sobre el empleo del tiempo, la puntualidad y las relaciones sociales, Dulcinea cambia de tercio y nos cuenta la historia de Lucy, una ovejita de cuatro meses que iba a ser sacrificada para vender su carne. Fue comprada para evitarlo y vino a parar a la granja de nuestra autora, junto a cuatro gatos, un perro y varias gallinas. Lucy trajo a Tofu otro cordero rescatado de la muerte (se nos ofrece una simpática foto del cordero ya adulto juntando su cabeza bien armada con la suave cabeza de Dulcinea).

Mientras la "familia" animal fue creciendo, más gallinas, tres perros y Coffee y Chocolate, hijos de Lucy y Dakota, una cría de jabalí. Nuestra autora cambió  de residencia para tener más espacio y crear un hogar de acogida a animales en peligro (bajo la ONG ya referida, fundada en 2016).  Y en la entrada del sendero que lleva a su casa hay un cartel que reza: "Estás entrando en una zona libre de estrés".

A partir de la página 92 Dulcinea comienza a contarnos de qué va el veganismo y sus recetas, junto a unas "instrucciones para usar este recetario". Curiosamente la autora utiliza a profusión nombres en inglés para los dulces,  mermeladas, cereales, vainilla, zanahoria, chocolate, tortitas a la americana, salsas y aliños, cremas y quesos,ensaladas, chips, sandwichs, sopas, patatas, pizza, pasta, curry, pisto, etc.

En fin, un libro para disfrutar, si sois veganos y si no lo sois para informaros de la ideología que subyace en esa tendencia nutritiva que no es sólo gastronómica sino una elección vital.

FICHA

EL CUADERNO DEL BOSQUE.- pAOLA cALASANZ.- 189 PÁGS. rOCA EDITORIAL.- ISBN  9788417305024

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13 enero 2019 7 13 /01 /enero /2019 10:59

En esta ocasión, primero vi la película. Robert Redford y Jane Fonda, los dos abueletes, aunque muy en forma, hacen un papel digno, sin llegar en ningún momento al lucimiento pero tampoco al histrionismo. Luego, más tarde, cuando leí la novela comprendí que con una historia como esa no se podía hacer ningún tipo de exageraciones. Es una novela contenida, que discurre suavemente, que se vuelve dramática con mesura, dolor con sordina, sin aspavientos. Es la historia de dos personas mayores, viudos ambos. Addie y Louis viven solos, tienen sus rutinas, amigos circunstanciales, sin demasiada intimidad con nadie. Hacen su vida apaciblemente, sujeta a ese pequeño pero permanente acontecimiento de levantarse cada mañana y disfrutar del milagro de la vida en el otoño de sus existencias. El entorno es el de una ciudad de provincias en el profundo sur norteamericano, conservador, puritano y en algunos momentos chismoso y retrógrado.

Es Addie quien da el primer paso. Con ese sentido común femenino que supera los obstáculos más recalcitrantes, aparece una noche en la puerta de la casa de Louis, un viejo conocido, y le propone que duerman juntos, sin connotaciones sexuales, simplemente por el placer de sentir al lado de alguien en las noches, cuando la soledad se hace más acre e incómoda. Los dos ancianos están de muy buen ver, son inteligentes y discretos. La  carencia afectiva es evidente en ambos, tienen hijos mayores y arrastran los pequeños -o grandes y larvados- problemas en la relación con sus hijos,  que suelen aparecer en las familias. 

Pero, claro, están viviendo en un pueblo donde todos se conocen y muchos no tienen mejor cosa que hacer que estar pendientes de lo que hacen o no hacen los demás. Naturalmente las idas y venidas de Louis no pasan inadvertidas y comienzan los chismorreos, hasta que estos llegan a los oidos de los hijos de ambos. Mientras la hija de Louis entiende todo e incluso hace migas con Addie, el hijo de Addie se niega a aceptar esa relación, por motivos "morales" que incluye el "mal ejemplo" que los dos  ancianos dan a su propio hijo, el nieto de Addie (prescindiendo del hecho de que el niño está más a gusto con los dos abuelos que con su propio padre , arrasado y desequilibrado por su matrimonio roto).

En fin, no les cuento más. La hipocresía puritana del pequeño pueblo, pero sobre todo la cerrazón igualmente hipócrita del hijo de Addie, son elementos contra los que es difícil luchar. La novela es ágil, irónica y llena de amabilidad humana. Se publicó póstumamente ya que Kent Haruf murió de un ataque cardíaco. Es una novela triste y deliciosa que deja pensativo al lector después de leerla de un tirón. Los diálogos son vivos y al mismo tiempo te envuelven con su precisión y falta de adornos, escuetos, sencillos y directos. Ya el inicio es prometedor, cuando Addie le dice a Louis: "Me preguntaba si querrías venir alguna vez a casa a dormir conmigo". Él se queda asombrado y pensativo. "No dices nada. ¿Te he dejado sin respiración", dice ella. "No estoy hablando de sexo...yo hablo de acostarse calentitos, acompañados...las noches son lo peor, ¿no crees?". 

Lineas cortas, repletas de diálogos breves pero intensos, pocas descripciones, leves apuntes sobre los demás personajes de la novela, centrada constantemente en la pareja que busca la perfección y belleza de una relación desinteresada en la que también aparece el sexo pero más como ternura inteligente que como pasión. Breve como el paso de una  estrella fugaz, pero con una belleza narrativa basada en los buenos sentimientos, el respeto y un cariño que nace de la comprensión. Poco más de cien páginas que se leen como bebiéndolas de un trago dulce, picante y un fondo amargo pero lúcido.

Kent Haruf ha escrito otras cinco novelas sobre pueblos pequeños  y gentes  de la región de Colorado, donde nació. Recibió varios premios y galardones y en febrero de 2014, se le diagnosticó una grave enfermedad terminal con escasas posibilidades de supervivencia. Dedicó sus últimas fuerzas a escribir esta novela. Poco después de corregir las últimas pruebas, falleció. Tenía 71 años. 

Nosotros en la noche.-Kent Haruf.-Random House Editorial.-Traducción de Cruz Rodríguez Juiz.-130 Páginas.-16,90 €.- ISBN 9788439731856

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12 enero 2019 6 12 /01 /enero /2019 10:45

El escritor ruso Leon Tosltoi, en uno de sus panfletos políticos, de los que en los últimos años de su vida se dedicó a escribir con profusión, narra una de las historias de "Las mil y una noches" a fin de ilustrar las relaciones perversas que se suelen establecer entre los gobiernos y los gobernados. Describe a un viajero que por azares del destino llega a una isla desierta. En ella encuentra a un viejo desvalido y tullido que le ruega que lo cargue sobre sus hombros para ayudarle a cruzar un arroyo. El viajero, compadecido, lo hace y cuando llega a la orilla opuesta el viejo le va pidiendo que siga llevándolo para aprovisionarse de frutos y una vez en su cabaña le deje allí en lugar seguro. El viajero lo hace y va notando que el viejo ha cerrado con sus piernas un fuerte dogal en torno a su cuello y su tono lloroso va convirtiéndose en órdenes de mal tono. Cuando intenta dejar al viejo y obligarle a bajar de su cuello, éste se niega y lo convierte en su esclavo, amenazándole con ahogarle. Dejando al margen la exageración irreal de la anécdota, Tolstoi la convierte en metáfora. En ella, el líder, el jefe, el tirano, los que gobiernan y mandan, han logrado que el pueblo (con sus votos, en una democracia)  les permitan gobernar de la misma manera que el viejo con el viajero, subido a sus hombros y atenazándoles por el cuello con las necesidades de la vida. Y a base de disciplina fortalecer su poder y privar de la "cualidad más importante de su naturaleza, la razón libre" a sus gobernados. Más adelante Tolstoi cita al escritor alemán Heinrich Schmitt: "Los gobiernos que justifican su existencia por la seguridad relativa que proporcionan a sus súbditos son comparables al bandido calabrés que prometía a los viajeros que encontrarían libre el camino si les pagaba un tributo". Con una diferencia sustancial: el bandido robaba a los ricos y los gobiernos despojan preferentemente a los pobres y favorecen a los ricos que, a su vez, les apoyan y aseguran su mandato. ¿Simple? Suena a cuento capcioso para adoctrinar a gente sencilla e inocente. La época en que Tolstoi escribió su panfleto dista mucho de la nuestra. Pero, en el fondo, ahí donde anidan ciertas verdades incómodas y también bastante simples, lo que se dice reverbera, vibra con un realismo molesto y más si aplicamos el cuento a intereses no sólo económicos y políticos, sino también sociales, nacionalistas, racistas, religiosos, de psicología de masas, de burocracia entorpecedora, de fiscalidad abrumadora. ¿Es el sino del hombre tener siempre sobre sus espaldas a un tirano de muchos rostros? El problema es encontrar una solución justa y equitativa que establezca mecanismos de control para convertir los gobiernos en gestores honestos  y eficientes para los intereses de la comunidad. Y eso Tolstoi no lograba concebirlo, sino con modelos de resistencia pacífica y fórmulas vinculadas al decrecimiento y la economía sostenible, algo absolutamente utópico en nuestra época. Quizá sea un sueño imposible, minado desde que nace por un virus congénito al ser humano: la ambición codiciosa e insaciable pavoneándose en el territorio de la ignorancia y la visceralidad más irracional. Para obtener ejemplos, pongan un telediario o lean un periódico. Es plena actualidad.-ALBERTO DÍAZ RUEDA

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10 enero 2019 4 10 /01 /enero /2019 10:03

Un filósofo francés especializado en la cultura china puede aportar, de hecho lo ha hecho y lo hace, una visión comparada y mutuamente enriquecedora entre la filosofía occidental (incluida su contemporánea desviación hacia ámbitos más propios de la linguística, la priscología  o la neurología)  y la oriental encarnada en clásicos taoístas, confucianos y budistas.

De Jullien hemos trabajado sus excelentes libros "Un sabio no tiene ideas", "Filosofía del vivir", "Nutrir la vida" y "De la esencia o del desnudo". Pero es quizá en el que hoy comentamos donde Jullien muestra más a las claras su objetivo de inyectar un reactivo filosófico oriental en el seno de la filosofía occidental. Para ello Jullien recurre a nuestros clásicos preconizando una especie de retroalimentación de los taoístas y los confucianos en el escenario de la filosofía occidental desde los clásicos greco latinos de todas las escuelas a Agustín, Spinoza, Hegel o Heidegger. Para ello aporta una crítica constructiva a la esclerotización de la filosofía en occidente y toma como ejemplo básico la cuestión del "Tiempo", cuestionando no sólo las ideas básicas que desde Aristóteles ha alimentado la cultura filosófica de occidente, sino la propia esencia de la filosofía sus objetivos y sus compromisos históricos -con la Iglesia, por ejemplo-  que ha separado la noción de sabiduría  (banalizándola como refranero y sentido común) de la filosofía como saber unido a la forma de vivir. Jullien acude a los grandes maestros taoístas y budistas, evitando con habilidad enfangarnos en el etnocentrismo o ese exotismo barato de los libros de autoayuda y,  mucho menos, en un relativismo cultural sin valor alguno.. Con habilidad, Jullien no compara las dos tradiciones  filosóficas sino que busca elementos y perspectivas que engarcen entre ellas una apertura para los filósofos occidentales de muchas de la nociones filosóficas que han constituido una barrera imposible de derribar y obligando a los filósofos  a rodear el tema, cuando los grandes maestros orientales lo tenían resuelto simplemente porque no lo consideraban un problema (por ejemplo: el tiempo).

Es decir tratar aquellos temas, como el citado, a los que la filosofía occidental ha convertido en aporías, cuando en China están resueltos porque el contexto cultural ni siquiera los ha tenido en cuenta como tales. En China no hay conceptos ni modelos teóricos de pensamiento, sus ideas están formuladas intuitivamente y se ajustan a un modelo de vida, sin necesidad de esquematizarlas. El pensamiento clásico chino está concebido como el desarrollo de un proceso y de la interacción de los sujetos en tal proceso, ni concibe la Polis como objetivo que supera al individuo o la dicotomía de la libertad y la esclavitud. No hay debate político y tampoco es pertinente debatir sobre la conciencia y el individuo sometido a una interioridad donde le fustiga la culpa por unas faltas casi ontológicas (que en occidente constituyen la herencia griega y hebraica alimentando el contenido de la filosofía desde Platón). Es un proceso continuo en el pensamiento oriental que desde la idea de la transformación constante (uno de los libros capitales de la filosofía china es el I Ching o libro de los cambios) y de la acción o no-acción (wu wei) que se debe ajustar a una estrategia cuya lógica y coherencia el pensador ha de descubrir en cada ocasión. Y se resume en una actitud  de adaptación al cambio de las cosas como actitud básica del hombre sabio.

El Sabio es, pues, el paradigma del filósofo desde el punto de vista chino. Y es un estratega que sabe combinar la virtud con la eficacia, pues ha madurado un espíritu moral, que no sigue normas o principios ajenos a él (al contrario que el imperativo categórico de Kant) y actúa espontáneamente cuando llega el momento adecuado y las circunstancias son favorables, actualizando su fundamento moral, una forma de provecho que siempre está a favor de los otros, no de sí mismo El sabio capta la vida como un proceso que madura y sabe aprovechar las consecuencias más favorables. Ese proceso nos lleva al tiempo, en el que los sabios chinos no ver el proceso conjugativo del pasado, presente y  futuro, sino se plantea las cosas y su devenir en términos que tiene en cuenta la duración y no el acontecimiento. Y así el envejecimiento no es un necesario síntoma de degradación sino un elemento más del proceso de vivir, como la muerte no es una brutal ruptura sino una consecuencia más de vivir (aquí podemos ver una de las muchas analogías que hay entre los dos sistemas de pensamiento, los estoicos y los epicúreos tenían sobre la muerte una actitud semejante.)

Para argumentar y exponer los elementos de la filosofía china que podrían servir para madurar el pensamiento occidental en algunos términos, Jullien recurre a su erudito conocimiento de los clásicos chinos, Confucio, Mencio, Sun Zu y su "Arte de la guerra", Lao Zi o Chuang Tse y el citado I Ching.

En resumen un libro francamente sugerente y sugestivo que nos desvela ideas y cuestiones enfocadas desde un punto de vista integrador que no sólo interesará los estudiosos y amantes de la filosofía, sino al lector común que comenzará a descubrir que hay un tipo de filosofía y filósofos que ofrecen estrategias de gran ingenio para afrontar muchos de los problemas que nos causa la forma de vida que se impone en occidente. Y eso es así, aunque nos separen de ellos más de veinte siglos, porque bajo el barniz prepotente de la cultura y la tecnología occidentales, se esconde el mismo primate  sujeto a instintos y deseos que inventó la lanza, el arco, la agricultura, la rueda y la Polis (la ciudad) y las leyes para tratar de sobrevivir por encima y aprovechándose de los demás animales (incluidos sus congéneres).

DEL TIEMPO, ELEMENTOS DE UNA FILOSOFÍA DEL VIVIR.- François Jullien.-Trad. Miguel Lancho.- Arena Libros.- 184 págs. ISBN9788495897305

 

 

 

 

 

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