En el zen los discípulos piden a sus maestros que les done la Transmisión y emplea la fórmula, "concédeme el Ojo de Buda". Para los budistas zen el Ojo de Buda es el de posee quien ha despertado a su verdadera naturaleza que es semejante a la de BUda el Despierto, al que nada perturba, ni lo lejano ni lo cercano, ni lo grande ni lo pequeño y está protegido de los tres venenos: las pasiones, los deseos y la cólera.
Según Vimalakirti, el gran "bodhisattva" (hombre iluminado) "Del despertar nadie se acerca ni se aleja. NO hay distancia a recorrer. Nuestro viaje en la vida es siempre de aquí a aquí". Como todos los que frecuentan la práctica del zen, sabemos que es una práctica de una maravillosa simplicidad, no hay necesidad de hacer nada. Solo aceptarse tal y como uno es, oscuro o luminoso. De hecho, como dice Mercier en su introducción a este pequeño y maravilloso libro, no "hacemos" meditación, dejamos que la meditación se haga.
El Shobogenzo es uno de los grandes textos canónicos del budismo zen. Su autor fue Eihei Dogen (un monje japonés del siglo XIII) que introdujo el zen propiamente dicho en su país con su enfatización en el "método único" de su escuela: "solo sentarse, abandonando cuerpo y mente". El texto, concebido como un monólogo en el que el autor nos cuenta que determinadas personas le preguntan o le hacen observaciones sobre su enseñanza y él les contesta, con un estilo metafórico, simple y directo, a veces poético y natural, guardando el principio básico de la enseñanza oral. Y así, todo el que "se deje llevar como una nube y se balancea como hace un junco" en la práctica, sin sujetarse a dogmatismos ni doctrinas (es la libertad zen, desconocida en otras disciplinas espirituales) está en el Camino. Pero, nos advierte Dogen, no se trata sólo de leer este libro o cualquier otra obra religiosa pues "quien lee pasajes de libros religiosos mientras permanece en la oscuridad sobre su vida práctica y cotidiana de formación espiritual es como quien paga la visita del médico y se olvida de hacer lo que el médico ha prescrito, o quien se empeña en meter una clavija cuadrada en un agujero redondo" (pág. 66)
El libro está estructurado en 96 capítulos o documentos y tiene tal rigurosidad intelectual y originalidad que sigue reeditándose sin cesar desde su aparición hace 800 años. Es un clásico absolutamente recomendable, no sólo para los practicantes de zen sino para los que sienten curiosidad por esa antigua disciplina cuyos efectos físicos y mentales (y por supuesto espirituales) han sido corroborados por las neurociencias y la psicología y algunos representantes informados de las principales religiones.
EL VERDADERO OJO DE BUDA.- El Shobogenzo de Eihei Dogen.- Edición de Josep Manuel Campillo.-José J. de Olañeta Editor. -199 págs.- ISBN 9788497168984
He aquí uno de los libros más estimulantes que he leído en los últimos tiempos. En estrecha simbiosis con "El Azor" de T.H. White, (un escritor de los años 30 que falleció en 1964 y también es autor de una veintena de buenas novelas y ensayos, entre ellos "Camelot" y "La espada en la piedra" sobre el ciclo artúrico) Helen Macdonald, en adelante E.M., ha escrito una obra de no ficción, autobiográfica, que es un reto y un regalo para dos tipos de lectores: el reto para los lectores racionales, rigurosos, ortodoxos y que aman la palabra y un regalo para los lectores variopintos que conservan cálidamente en el corazón el rescoldo de la libertad, la poesía, el amor a la naturaleza y la sospecha de que todos los seres vivos, sin importar el género, somos hijos de la misma madre y tenemos una existencia básica semejante.
"H de halcón", el lector lo descubre muy pronto, se salta a la torera todos los géneros literarios, comenzando por la estrecha relación que le une al libro de White, que se convierte en una especie de piedra de toque de lo que nos va narrando E.M. con una pasión y una fuerza tan devastadoras como sus experiencias internas, su dolor por la muerte del padre y su arriesgado reto de domar un ave rapaz (dejando aparte su admiración hacia estas aves) como una extraña y lúcida forma de expiación por "haberse permitido el error" de vivir que su padre muriera de una forma repentina. Es decir "perder" o "extraviar" su noray, su seguridad, su guía y su ternura. Y como no es ninguna ilusa, H.M., que está al tanto de todas las vías que el psicoanálisis y la psicología de apoyo ofrece para compensar la irracionalidad y el absurdo de una culpa sin causa, va haciendo un durísimo trabajo de "limpieza" interior analizando lo que hace con su azor, Mabel, en contraste con el trabajo de adiestramiento ingenuo y a veces cruel del azor, planteado por White, con su torturada historia de abusos infantiles, violencia y homosexualidad reprimida (en el polo opuesto de la historia infantil de H.M.). Y escribe: El azor era un fuego que consumía mis penas. En él no cabía arrepentimiento ni duelo. Ni pasado ni futuro. Vivía solo en el presente, y ese era mi refugio. Huía de la muerte sobre sus alas rayadas y batientes. Pero había olvidado que el acertijo que era la muerte estaba también inmerso en el azor, y que yo estaba inmersa en él.” El azor se convertía para ella en el instrumento que le acercaría a su padre perdido que "Tenía que estar ahí fuera, en algún lugar del espeso bosque, con todo y todas las demás personas perdidas y muertas. Ahora sé lo que significaban aquellos sueños de la primavera en los que el azor atravesaba una rendija en el aire y entraba en otro mundo. Había querido volar con el azor para encontrar a mi padre, para encontrarlo y traerlo de vuelta a casa.”.
Lo primero que el lector va a valorar es la claridad, rigor, precisión, profundidad y alcance poético de la prosa de H.M: (mis felicitaciones a Joan Eloi Roca por la soberbia traducción) y lo segundo su honestidad, valor y sensibilidad no sólo en lo que narra sino en cómo lo hace sin que suene a auto condescendencia, sentimentalismo o señuelo emocional. Gracias a la generosa amabilidad de Ático de los Libros he podido leer casi al alimón los dos libros que cito, con lo que los paralelismos, las comparaciones y el enriquecimiento mutuo han sido constantes. Aunque en el de White como dice la propia H.M. en su prólogo a "El azor", el narrador "pasa de ofrecer una confesión deplorable a un tono lírico y de este a un discurso neutro y directo de un profesor de colegio". Y su tipo de adiestramiento "era un rito de paso, la prueba que debía superar un caballero, a través de su propio sufrimiento, su paciencia y sus privaciones... adiestraría al azor de forma mágica... la experiencia fue dura para White pero mucho más dura para el azor". Ya que, el libro muestra "la lamentable incapacidad de la humanidad para concebir la naturaleza como algo más que un reflejo de nosotros mismos".
Helen Macdonald va narrando su propia, dura también, excesiva y exigente experiencia de adiestramiento de su azor y al tiempo nos habla de White y vemos cómo su comprensión y su compasión por lo que lee no alteran su decisión y sacrificios por lo que hace, consciente también de que el reto que asume es una respuesta anímica a la desolación que experimenta por la ausencia de su padre, no una terapia (para eso sería preciso otro tipo de animal), sino una valiente bajada a los infiernos de la depresión y de la muerte con el más duro y competente embajador a su lado, un ser hecho para matar. Hace falta tener mucho valor para hacer eso y pasarlo por escrito, sin perder ni un ápice de fuerza narrativa, sentido del ritmo emocional y una serie de comparaciones, metáforas e imágenes poéticas que sorprenden por lo atinadas, sencillas y precisas (a veces parecen haikus sacados del zen japonés).
Los amantes de la montañas y los campos, de la Naturaleza, arboles, flores, animales, encontrarán una fuente continua de sorpresas en este libro que rezuma conocimientos y sensibilidad. L a autora nos brinda descripciones de un paisaje --inglés en este caso-- que evoca las pinturas clásicas del siglo XVII o XVIII y las carga de un componente emotivo que parece simboliza el vuelo veloz, rasante y mortífero de su azor. Por eso hay momentos donde esa rabia desatada, esa punzante fiereza parece que se vuelvan contra sí misma y se crea una identidad común, una resonancia salvaje entre la mujer y el ave (la autora confiesa en algunos momentos que se siente "fuera" de la raza humana, una extraña en su propio mundo) una especie de "amor" que parece rebasar los límites de la razón. "Cazar con el azor me había empujado al límite de lo que es ser humana. Y luego me llevó más allá de ese lugar (pág. 228). Pero H.M. cuida como en su ave, que no se rompan en su narración los límites del "peso de vuelo" (la medida que hace óptimo el vuelo del azor, no estar demasiado alimentado). Por eso su libro no padece ninguno de los excesos que podrían producirse dados el tema y la emotividad de los diferentes surcos que se entrecruzan en él, la pérdida del padre y el dolor, la dureza del adiestramiento, la presencia continua del "ejemplo" del fracaso de White, los sentimientos y emociones de Helen, la idiosincrasia salvaje de Mabel, el entorno y sus condicionantes, el clima, las otras personas que interactúan...
Aunque la autora nos advierte: "este libro que lees es mi historia. No es una biografía de T.S. White. Pero él es parte de mi historia porque estaba ahí...mientras adiestraba a mi ave..." Y más adelante: "Mis motivos eran distintos a los de White, pero recorrimos el mismo camino". Como dice en la pág. 285,"El diario de la guerra que White perdió ante su azor, Gos, no es sólo sobre el ave, subyace el texto una corriente hecha de historia, y sexo, e infancia y paisaje y maestría y medievalismo y guerra y enseñanza y aprendizaje y amor". Pues bien son los parámetros y el estilo lo que cambia en ambos autores, pero toda esa corriente citada por Helen es exactamente la misma en los dos.
Por cierto, no acabo de entender el por qué del título "H de halcón" ya que excepto en dos o tres ocasiones que parecen más descuidos que otra cosa, la autora habla constantemente de los azores e incluso establece diferencias claras de comportamiento entre las dos aves rapaces. ¿Estrategia comercial?
Como despedida, déjenme citar un extenso un párrafo de este libro magnífico, justo en el momento en que Helen ve por primera vez al azor que le trae el cetrero que se lo vende:
“Es un truco de magia. Un reptil. Un ángel caído. Un grifo sacado de las páginas de un bestiario medieval iluminado. Algo resplandeciente y lejano, como oro hundiéndose en el agua. Una marioneta rota de alas, patas y plumas empapadas de luz. Lleva pihuelas, y el hombre las tiene sujetas. Durante un horrible y largo momento está colgada boca abajo, con las alas abiertas, como un pavo en una carnicería, solo que tiene la cabeza vuelta hacia arriba y está viendo más de lo que ha visto en toda su corta existencia. Su mundo era su criadero, que no era mayor que el salón de una casa. Y luego fue una caja. Pero ahora es esto; y puede verlo todo; la fuente de la luz que reflejan las olas, un cormorán que se sumerge a unos cien metros; motas de pigmento encerado en las filas de coches aparcados; colinas lejanas y los brezos que las cubren y kilómetros y kilómetros de cielo, donde el sol se alza sobre polvo y agua y transitan formas ilegibles que son restos blancos de gaviotas. Todo boca abajo y recién estampado en su totalmente conmocionado cerebro.”
FICHAS
H DE HALCÓN.- Helen Macdonald.-Traductor: Joan Eloi Roca.- Ed. Ático de los Libros.-Páginas: 352.-ISBN: 978-84-16222-61-2
EL AZOR.- T.H.White.-Trad. Javier Revello.-208 p.Ed. Ático de los libros.-ISBN 9788416222155
A pesar de que disentimos en muchas cosas (opiniones políticas y literarias, actitudes personales, principios filosóficos) explicable por la diferencia de épocas que nos ha tocado vivir, la Inglaterra victoriana o la España postfranquista y cuasi democrática, el solo nombre de Arthur Conan Doyle me alegra el día y la lectura de sus obras, casi sin exepción y en orden exactamente contrario al parecer valorativo del propio autor, me entusiasman y las considero clásicos de la novela de aventuras o de intriga que revisito una y otra vez produciéndome idéntico o superior deleite a cuando las descubrí allá por los sesenta del pasado siglo: tanto las aventuras de Sherlock Holmes como las del profesor Challenger, están entre lo mejor que he leído en el género de la novela de evasión. El muy british doctor Doyle consideraba que esas obras eran "menores" en su enorme producción literaria, que comprendía novelas históricas (de las que se sentía mucho más orgulloso), de esperitismo, políticas, filosóficas y otras que, francamente, han pasado al gran agujero negro de lo olvidado.
En este delicioso "Mis libros. Ensayos sobre escritura y lectura" , una obra traducida por Jon Bilbao, que no puede faltar en la biblioteca de todos los que amen la imaginación vitalista, jovial y divertida e inteligente de Sir Arthur, volvemos a recordar lo que tanto se ha dicho sobre la intensa persistencia del señor Holmes y el fiel Watson en la vida perenne de las grandes criaturas literarias (a pesar del ansia homicida del autor contra él), desde la anécdota de que el autor se vio materialmente obligado a "resucitar" a su criatura, a la que odiaba cordialmente, a la de que sir Arthur recibía cartas en las que se le sometían casos policíacos reales para que los aclarara o resolviera "en nombre de Sherlock". En algún momento Doyle aseguró con displicencia: "Las buenas obras literarias son las que hacen que tras haberlas leído el lector se sienta alguien mejor. Pero nadie puede mejorar -en el sentido elevado al que me refiero- por leer a Sherlock Holmes, aunque puede haber disfrutado de una hora agradable al hacerlo". Y aseguraba con reticencia "He escrito entre veinte y treinta obras de ficción, libros de historia sobre dos guerras, varios títulos de ciencia paranormal, tres de viajes, uno sobre literatura, varias obras de teatro, dos libros de criminología, dos panfletos políticos, tres poemarios, un libro sobre la infancia y una autobiografía". Y añadía: "Honestamente creo que sería injusto conceder a ese detective el puesto de honor en mi producción literaria". Aunque, como anécdota significativa Doyle nos cuenta que salvó sus inversiones financieras en obras teatrales propias cuando puso en escena en vez de alguna de ellas, una historia de Sherlock Holmes dramatizada para el teatro. Aunque afirmó: "Mi obra "La compañía blanca" es mejor que cien relatos de Holmes juntos"
Nos enteramos de las (discutibles en algún caso) preferencias literarias de Doyle que, logicamente, han quedado muy desfasadas y nos hace acompañarle en un paseo por su biblioteca personal en la que nos enteramos de la admiración de este autor por Stevenson, al que consideraba uno de los grandes maestros de la novela de aventuras. De hecho en su lista para "el mejor relato del mundo" lo pone en primer lugar (después, dos de Poe, uno de Maupassant, otro de Daudet y dos de Kipling). Especialmente interesante es la entrevista que le hace nada más y nada menos que Bram Stocker (el autor de "Drácula"). A pesar del citado lógico desfase en las citas de autores de Doyle, queda claro en muchos casos su excelente olfato literario (curiosamente menos agudo respecto a sí mismo) y convierte el libro en una gozada de lectura.
FICHA
CONAN DOYLE, MIS LIBROS. Enssayos sobre lectura y escritura.- Trad. de Jon Bilbao.- 297 págs. Ed Páginas de Espuma.-ISBN 9788483932230
El autor de "La noche en que Frankenstein leyó el El Quijote" y "La sangre de los libros", Santiago Posteguillo, es un profesor universitario de literatura doblado en escritor de novelas históricas concebidas como trilogías (lo que demuestra la notable grafomanía de este avispado narrador) dedicadas a figuras tales como Escipión y Aníbal o Trajano, que ha encontrado otro filón donde aplicar su cultura literaria, su buen ojo comercial y su amor a los libros. Después de encantar al personal con "La noche en que Frankenstein leyó el El Quijote" y "La sangre de los libros", Posteguillo nos ofrece "El séptimo círculo del infierno", un recorrido sobre el mundo sombrío de algunos escritores malditos y escritoras olvidadas, como reza el subtítulo de este autor con notable habilidad para titular sus libros. Dante coloca en este círculo a los violentos contra el prójimo, contra sí mismos y contra Dios y el arte. Posteguillo no introduce allí a sus pobres escritores y escritoras hundidos por miserias diferentes sino a los causantes de esos sufrimientos.
Con una oportunidad y una habilidad funambulesca, Posteguillo ha montado su obra en relación con eventos históricos luctuosos o lamentables, trágicos o hijos de (malas) costumbres y tradiciones que han afectado, a veces de manera muy determinante, a escritores y escritoras de todos los tiempos: desde los nazis o el horror estalinista a las actividades antinorteamericanas del senador MacCarthy, las discriminaciones por el sexo del escritor (principalmente las mujeres, aunque también hay hombres, como Saki o Wilde), cuestiones de censura y encarcelamientos o torturas (desde la Inquisición al FBI) o del hambre y la falta de lo más primario en el exilio de algunos narradores y poetas. De alguna forma este libro complementa el de "Alcohol y literatura" que comenté la pasada semana.
Lo cierto es que es un libro atractivo para un tipo de lector que quiere conocer detalles de la vida de los grandes escritores y además de entretenerse con ello, divertirse como quien lee una novela de aventuras con grandes personajes reales. Con un efecto posible de lo más positivo, el inocular en los lectores el deseo de entrar en la obra de esas figuras dramáticas, atormentadas y a veces trágicas oprimidas por situaciones creadas cuando el ejercicio de la literatura está condicionado por la violencia, la ignorancia, la inseguridad económica y cultural o la insania política. Es una introducción al tema de calidad ligera, periodística, en la que no se entra en profundidades y se mantiene el estilo informativo y algo hiperbólico habitual en estos trabajos divulgativos de Posteguillo, en los que de vez en cuando se escapa algún párrafo algo excesivo: "Llovía con la intensidad perenne de los siglos y las gotas estallaban como lágrimas de otro tiempo sobre los cristales de las ventanas" (sic).
Sergio Pitol, Doris Lessing, Carson McCullers, Mijaíl Bulgakov. Horacio, Safo, Concha Espina, la patética de tragedia de Imre Kértész, García Márquez, Vera Caspary, guionista represaliada en la "caza de brujas" , autora de "Laura", Rudyard Kipling, Juan Ramón JIménez y Zenobia, Eduardo Galeano, Pearl S. Buck, el drama cerebral de Iris Murdoch, Fernández Florez, y otros muchos autores relacionados, algunos poco conocidos y que vale la pena conocer más, como Cristina de Pizán (y su "Ciudad de las damas"), sor Juana Inés de la Cruz, Emilia Serrano, la baronesa de Wilson Julia de Burgos, la afroamericana Buchi Emecheta, Dolores Prida y su "spanglish"...
Sumemos también al haber de este libro los tres últimos capítulos dedicados a: uno, los perros en la narrativa; dos, las O.P de Shakespeare; y, tres, la sorprendente y alarmante "LC3 y el sexo: la censura sutil".
FICHA
EL SÉPTIMO CÍRCULO DEL INFIERNO.- Santiago Posteguillo.-Editorial: Planeta.-Páginas: 250.- ISBN: 978-84-08-17539-1
Descubrir a un poeta a través de sus textos ensayísticos en prosa no deja de ser una curiosa paradoja. Quizá porque en la prosa el poeta nos muestra los mecanismos casi inconscientes que ponen en marcha su poesía y el campo de trabajo donde ella saca la quintaesencia de lo real que es siempre un poema.
Lo que más sorprende en este libro es la sincera y generosa admiración de Adam Zagajewski por otros escritores y poetas, principalmente por Nietzche, Cioran y CzeslawMilosz, con el que coincide en muchas opiniones y visiones sobre el mundo que nos toca de vivir. Como éste, A.Z. "acusa a nuestra época de sentir una indiferencia total por los problemas metafísicos, confirmando con tristeza la lenta atrofia de la imaginación espiritual". Aunque, no obstante, se congratula del auge de una poesía que “aún se da la chispa de la antigua visión mágica del mundo.” Y asegura que hay que escribir "una poesía que resista el ataque de los cínicos". La temática de sus poemarios circula entre tópicos filosóficos como el tiempo, la eternidad, el silencio, la noche, la muerte o los sueños.
El pasado año nuestro poeta fue noticia en España al recibir el premio Princesa de Asturias de las Letras, lo cual le catapultó hacia un relativo interés de la cultura española (aunque la mayoría de sus obras han sido traducidas y publicadas en este país). Zagajewski (Lwów, 1945), era un disidente del régimen comunista que prohibió su obra en Polonia,. Estuvo exiliado durante más de 20 años desde 1982 Alemania, Francia y Estados Unidos. Sus obras más importantes son: "Ir a Lviv" (1985), "Tierra de fuego" (1994) y "Retorno" (2003) y de ensayos como "Solidaridad y soledad" (1968) y el que hoy comentamos "En defensa del fervor" que fue publicado en "Acantilado" en 2005.
Aquí, A.Z. analiza el fervor y lo sublime, antes de dejarnos páginas memorables sobre Nietzche, el arte poético, en una paradójico "Contra le poesía" y una miscelánea de temas que va desde el ocio, a las visitas a los lugares santos, el ambiente intelectual en su ciudad, Cracovia y remembranzas de un "París de tonos grises" o las gracias y desgracias de escribir en polaco, donde brilla una ironía que raramente deja de ser amable y comprensiva.
Su defensa del fervor sólo es analizado en profundidad en el primero de los ensayos del libro, pero en esencia, parece reflejarse en todos los demás pues parece ser un "estilo" personal de enfocar donde hay un ahínco y un entusiasmo que reivindica el fervor y la ironía humanista que aparece con las dictaduras y la barbarie y ahora "expresa su decepción por la muerte de la esperanza utópica y la crisis de ideas causada por la erosión y el desdoro de las doctrinas que intentaban sustituir la tradicional metafísica de las convicciones religiosas por teorías políticas de carácter escatológico". Y concluye con un sartenazo a un síntoma de hoy: "A veces la ironía expresa algo más: la desorientación en medio de una realidad plural. A menudo simplemente encubre la pobreza de pensamiento. Porque si no se sabe qué hacer, lo mejor es volverse irónico". Y cita a Kolakowski con una frase demoledora: "La cultura que pierde el sentido del "sacrum", pierde el sentido por completo".
La contemporaneidad no favorece, dice nuestro autor, sino una etapa de un peregrinaje eterno e interminable. Y usa un término de Platón "metaxú" que nos define a la mayoría de los ciudadanos de esta época: vivimos entre nuestro entorno, que creemos conocer, concreto y material y la trascendencia, el misterio de lo inefable. "Metaxú" es el estado de un ser que siempre está, irremediablemente, a medio camino de todo. Incluso de la búsqueda de la belleza, que "no es para los estetas, la belleza es para todo aquel que busca un camino serio; es una llamada, una promesa, tal vez no de felicidad ─como quería Sthendal─, pero sí de un gran peregrinaje eterno».
Zagajewski bucea en las características del poeta ideal y nos dice que es "aquel que es capaz de asumir y controlar la oscilación entre ironía y fervor, humor y misticismo, realidad y trascendentalidad". Y propone como tal a su admirado Czeslaw Milosz, al que dedica uno de los ensayos del libro «La razón y las rosas». Esa es la labor del poeta para quien lo sublime es «una experiencia del misterio del mundo, un escalofrío metafísico, una gran sorpresa, un deslumbramiento y una sensación de estar cerca de lo inefable». En «Contra la poesía», hace una defensa de la inspiración, que "parece elevarnos por encima de la cotidianidad para que podamos contemplar el mundo con atención y fervor al mismo tiempo" . Y deberá gestionar la oscilación entre "la vida espiritual ─baluarte y base de la libertad─ y la contemplación puramente racional del mundo histórico". Ya que el poeta no puede marginarse del debate intelectual de su época y dar a su obra un sentido y un valor.
Especialmente interesante es el ensayo "La poesía y la duda" en el que, a través de las citas a la obra y a la vida de Emil Cioran, Zagajewski analiza la elección de la duda por el rumano que le lleva a desechar la poesía y a acercarse al nihilismo absoluto y al suicidio como única vía para salir del "broma macabra de la vida". Y asegura, "La duda enriquece y dramatiza la poesía, pero la poesía anula la duda o por lo menos la debilita tanto que los escépticos pierden la cabeza y cierran la boca o bien se convierten en artistas". Y para combatir esa duda mortífera, Zagajewski propone una buena defensa del fervor y de la poesía.
FICHA
EN DEFENSA DEL FERVOR.- Adam Zagajewaki.- Trad. A. Rubió y J. Slawomirski.- 215 págs.-15 €.-Ed. Acantilado. ISBN 9788496489158
Tom Cutler, "de madre sexóloga y padre dominico (por un tiempo)" , el autor de este libro, es un ejemplo paradigmático de lo que puede llegar a ser el humor británico cuando tiende hacia un enciclopedismo cachondo y algo gamberro unido a una erudición absurda, mordaz e irónica. Hacía tiempo (mucho) que no disfrutaba, reía y me alborotaba jovialmente con el contenido, supuestamente serio y pedagógico de estas "211 cosas que un chico listo debe saber". Cutler ha sido, como él mismo reconoce, "maestro, escenógrafo, contrabajista, escritor de discursos, impresor, gerente de una tienda de juguetes, letrista, sumiller, marionetista, tipógrafo, redactor en una revista, líder de un grupo musical, pintor de retratos, reportero radiofónico, dibujante de tiras cómicas y negro para el cardenal Hume, difunto arzobispo de Westminster". Además es "mago y guitarrista especializado en Bach." ¿Se lo creen ustedes? Yo, después de leer, regocijadamente, este libro, sí. Y aún le añadiría como en la canción de Sabina: un pirata con pata de palo, con un parche en el ojo, con cara de malo...
Como Cutler se preocupa de aclarar, esta obra "está dirigida principalmente a todos aquellos varones que tienen entre dieciséis y ciento dieciséis años y que no tienen nada que hacer un miércoles por la tarde en pleno invierno". En ella Cutler nos enseña algunos de esos "consejos indispensables para desenvolverse en la vida diaria que no se enseñan en el colegio" y que van desde "pesarse la propia cabeza, ganar dinero en un casino o quitarse los calzoncillos con los pantalones puestos". Para comprender el humor a lo Monty Phyton de este benemérito humorista, léase al final del prólogo el porqué de haber titulado su libro como las "211 cosas..." y no haber empleado un número redondo.
El libro está dividido en ocho capítulos en los que nos va dado consejos y trucos (algunos muy ingeniosos que no suenan a tomadura de pelo) y nos enseñan a "ser un hombre de verdad", divertirnos a base de la física elemental, aquellos conocimientos de lo que "siempre has querido saber como hacer pero no tenías claro por donde empezar", pasatiempos, deportes y juegos en plena naturaleza, pasatiempos y trucos de salón para el citado miércoles invernal en que no sabes qué hacer, el tipo de bromas e inocentadas que alteran muchísimo a una de las partes de la ecuación, los incidentes públicos que esconden bromas un tanto sádicas y un capítulo final dedicado a "recetas audaces para chefs con agallas" (que yo recomendaría aplicar con mucha prudencia o, mejor, abstenerse).
Así, querido lector, que prepárese, abra los ojos y lea con atención y trate de refrenar esa sonrisa que levantaría suspicacias en el metro o el autobús o donde sea que lea el libro y sobre todo no ceda a la tentación de reírse a carcajadas, suele estar muy mal visto en público, cuando uno está solo y, horror, lee un libro. Aprenderás a lanzar una peonza, meter un barco en una botella, curar una resaca a tu mejor amigo, detener un tren con las manos, hacer flotar un huevo, hacer malabarismos con naranjas, confeccionar una cometa, hacer girar una cuerda como un consumado vaquero, lidiar un toro, ordeñar una vaca o dejar sin habla a un testigo de Jehová en la puerta de casa, tocar la gaita escocesa, romper una guía telefónica por la mitad, impresionar a una chica sin arruinarte, utilizar un reloj como una brújula, parecer mas inteligente de lo que eres, caminar sobre brasas, patinar hacia atrás, dárselas de entendido en arte o en filosofía o en ciencia, cómo encender un pedo, cantar al estilo tirolés, verter cerveza dentro de los pantalones de un tipo, cocinar para invitados cuando tienes la cocina en obras...etc.
Para los lectores que disfruten con ese disparatado y a veces útil libro y quieren hacer un regalo a la novia, la mujer o la casera, que sepan que hay un 211 cosas que una chica lista debe saber, en el que sugiere a las chicas cosas como aprender a fabricarse un vestido de noche con una bolsa de basura o a estrangular a un hombre con las piernas o cómo adelgazar tres kilos en seis horas. Anímense y buena lectura. Y otra cosa, el diseño de portada y la encuadernación es deliciosamente "vintage".
FICHA
211 COSAS QUE UN CHICO LISTO DEBE SABER.- Tom Cutler.- Trad. Ángeles Leiva.- Ed. Debolsillo.338 pág. 11,95€.- ISBN 978849909058
La bioquímica Perla Kaliman nos invita en este libro, "La ciencia de la meditación" a hacer una interesante síntesis conceptual entre dos términos hasta hace muy pocos años absolutamente antitéticos: la ciencia y las llamadas técnicas espirituales, que incluyen la meditación o estado de relajación auto inducida a través de técnicas milenarias que van desde el vedanta y el zen, las danzas sufíes mahometanos, el misticismo cristiano, el taoísmo y más recientemente las técnicas psicológicas de relajación y autocontrol, la meditación trascendental y el mindfulness (atención plena) ya en el circuito de técnicas de salud avaladas por la ciencia. Todas estas ramas de la ciencia se nutren de un área nueva de investigación científica, las neurociencias contemplativas, cuyos protocolos terapéuticos comienzan a utilizarse contra el estrés y la depresión, entre otras dolencias psicosomáticas en hospitales públicos y clínicas.
Con Perla hacemos un recorrido sobre los últimos hallazgos científicos sobre los efectos del estrés crónico en la mente y el cuerpo, en el cerebro y en algunos órganos y elementos corporales de la fisiología humana de lo más inesperado. Y al mismo tiempo nos propone una posibilidad, científicamente contrastada, de atenuar y hasta evitar los efectos acumulados en nuestro material genético a través de la meditación. Que, según parece puede tener además un efecto renovador con efectos retroactivos eliminando la carga negativa de los genes sustituyéndola por otra más proactiva y saludable que formaría parte de la carga genética que heredarán los descendientes del sujeto. Increíble. Ello desmonta el determinismo genético "El ADN en solitario no marca nuestros destino biológico", nos dice la autora. Y sin embargo, tal como aseguraban médicos y filósofos antiguos, como Hipócrates de Cos, médico griego del siglo IV aC y Patañjali , indio del siglo II aC, "el comportamiento y el entorno son determinantes esenciales de la salud y la enfermedad". Como dice Perla Kaliman "...se ha descubierto que el estrés y las experiencias adversas, la calidad de nuestro entorno físico, psicológico y social, depositan nuevas cargas de información alrededor del ADN, dando lugar a cambios estables en la actividad de los genes e influyendo en la estructura del cerebro tanto en adultos como en niños...pues deja marcas epigenéticas en las células... y la memoria epigenética nos lleva, tarde o temprano, hacia el terreno de la salud o la enfermedad.
La meditación, o cuarto estado de conciencia (tras la vigilia, los sueños y el sueño profundo) incrementa la actividad en las zonas asociadas con las emociones positivas y a su vez disminuye la actividad de la amígdala, relacionada con el miedo y la ira, situada en el lóbulo derecho, área relacionada con la depresión. Además aumentan los niveles de atención y se incrementa el tiempo de mantenerlo, reduciendo los efectos nocivos del estrés. El cultivo de la plena conciencia y de las emociones positivas a través de la meditación son vehiculados por las neurociencias contemplativas, un "terreno en el que la ciencia y las tradiciones milenarias espirituales de vienen encontrando desde hace ya cuarenta años "para brindar soluciones a un mundo en sufrimiento".
Cita la autora diferentes estudios recientes en los que se certifica científicamente que la meditación produce "Cambios estructurales en el cerebro de meditadores expertos" y "tiene efectos protectores frente a la pérdida de masa cerebral asociada al envejecimiento" o "provoca cambios masivos en la expresión de genes" (todos ellos realizados en la Universidad de Harvard).
El libro aporta datos sobre las actividades en hospitales de Estados Unidos de un programa (Programa de reducción del estrés basado en la atención plena, MBSR siglas en inglés) diseñado por un famoso , biólogo molecular, Jon Kabat-Zinn, pionero del mindfulness. En principio, los ochenta, se usaba con pacientes con dolor crónico pero pronto aumentaron exponencialmente sus usos e investigaciones asociadas, cubriendo prácticamente todo el campo de la patología psicosomática, del cerebro, sistema inmunitario, procesos inflamatorios y analgésicos, envejecimiento celular y regulación epigenética.
Perla Kaliman sigue su periplo fascinante por la biología, de una forma tan clara e inteligible como interesante y así nos habla de la "memoria" que el estrés deja en nuestra genética, la herencia que nos viene dada de nuestros ancestros, para pasar a una didáctica y sorprendente "neurofisiología de la meditación" y la influencia de la meditación y el estilo de vida en cambios que logran frenar el envejecimiento celular.
Acaba su libro con un dato esperanzador que apunta a un cambio de paradigma psico-social que podría dar un giro a nuestra historia de deterioro y entropía humanitaria: "...muchos de estos asombrosos descubrimientos de la epigenética...demuestran que las experiencias de vida y la capacidad de gestionar el estrés y las emociones, además de dejar huellas persistentes en las células, pueden propagarse en forma de memoria molecular en nuestros descendientes".
Especialmente interesante resulta un apunte de varias páginas, ilustrado, donde se nos dan datos interesantes para los profanos sobre biología molecular básica.
Un libro fascinante.
FICHA
LA CIENCIA DE LA MEDITACIÓN.- Perla Kaliman.- Trad.xxxxxxxxxxxxx.- Ed. Kairós.14 €.-144 págs. ISBN 9788499885780
Para los amantes del poeta de la Alejandría de entreguerras, el Poeta de la Ciudad como personaje legendario de E.M. Forster o de Lawrence Durrell, Constantinos Cavafis, este es un libro complementario y que despierta la curiosidad. No conocía los escritos en prosa del Poeta de "Camino a Ïtaca" y la edición de Pedro Bádenas de la Peña en la editorial cordobesa Almuzara ha sido una muy agradable sorpresa.
Constantinos Cavafis (más conocido en inglés y castellano como Kavafis) es el poeta en lengua neogriega por excelencia, aunque casi todos sus lectores conocemos principalmente su obra poética y apenas sabíamos algo de su producción en prosa ya que es un aspecto que los traductores no han tenido muy en cuenta hasta hace poco. Sin embargo la lectura del presente trabajo excelentemente realizado por Pedro Bacenas, constituye un aporte muy notable a mostrarnos la gama de inquietudes culturales, políticas e históricas, además de literarias y lingüísticas que el poeta cultivaba. Gracias a los trabajos aquí traducidos completamos de forma inesperada la profundidad y amplitud de la mente de Cavafis, de la que su obra poética es una más, aunque quizá la más excelsa, prueba de la inteligencia de una personalidad polifacética y creativa en grado sumo.
El lector conocedor de la poesía de Cavafis encontrará, entre otras cosas, la confirmación de algo que ya sabíamos: la influencia de Poe, Keats, Wilde, Baudelaire, Tennyson y Browning en este griego enamorado de la Belleza y de la Vida (con un par de estos autores, Cavafis compartió cierta singularidad sexual). Y eso es algo que brilla desde los recovecos de sus poemas más notorios a algún relato que aquí leemos, como el titulado "A la luz del día". Cuarenta y un escritos han sido cuidadosamente seleccionados por el traductor y editor.
En su estilo, uno se percata de los esfuerzos de Cavafis por lograr en su prosa un reflejo lo más fiel posible (cosa muy difícil de conseguir)de esa precisión, claridad y diría luminosidad de sus poesías. Lo que sí consigue transmitirnos es esa erudición clásica con la que salpimenta los textos, desde los orígenes de la palabra máscara que dice que es árabe y significa "broma", aunque en griego la palabra significa "persona" cosa que permite hacer más juegos literarios y psicológicos que su presunta significación árabe. Además de abundar en temas como la licantropía o el vampirismo con referencias a Filóstrato o el concepto del arte como mentira (un ensayo de Wilde que ya hemos comentado aquí), la relación entre la homosexualidad y la grandeza artística, su propio quehacer literario poético que compara con el trabajo de un artífice de la Grecia antigua que decoraba vasos o el rechazo del darwinismo social.
Especialmente atractiva es su hipótesis sobre las diferencias del teatro inglés isabelino de Shakespeare con los grandes trágicos griegos (que ya habíamos leído con anterioridad en Giorgio Colli ("La Naturaleza ama esconderse") y en Edith Hamilton ("El camino de los griegos". Lo cual rebatía las tesis de algunos estudiosos y de la opinión popular de que el Gran Bardo se inspiraba en Esquilo, Sófocles y Eurípides. Cavafis asegura con retranca que Shakespeare ni siquiera conoció a esos dramaturgos, "pues no sabía griego", aunque en sus comparaciones se pueden ver ciertas coincidencias temáticas y retóricas.
Para los más exigentes cavafianos se reproduce el diario privado del poeta durante su viaje a Grecia acompañado de su hermano (1901) que constituye una delicia ingenua y detallista que nos acerca muchísimo al hombre y la sencillez de su forma de vida, al un poco infantil y puntilloso deseo de dejar constancia de todos los movimientos, visitas, conocimientos, novedades y actividades, incluso las más banales de esos días del poeta en su amada Grecia. Todos estos textos, tal como asegura Bárcenas "constituye un terreno idóneo para nuestra comprensión crítica de la evolución del poeta".
FICHA
CAVAFIS, PROSA.- Constantinos Cavafis.- Trad. y edición Pedro Bádenas.- 238 págs. Ed.Almuzara.- 19 €.- ISBN 9788417044718
Dicen que fue el rival más directo de Sherlock Holmes en la época de su nacimiento como gran personaje de la novela de "detectives" o de "misterio" como entonces se llamaba, finales del siglo XIX primera mitad del XX. Por la cronología (la primera novela de este personaje se publica en 1914, precisamente el año en que "desaparece" Holmes cuyas novelas terminan de publicarse en 1926), más bien aspiraría a ser un sucesor. Se trata del detective ciego Max Carrados una creación de Ernest Bramah (Londres 1868-1942). Pues bien, lo siento pero no. Me encantan los "descubrimientos" literarios que me permite hacer Siruela pero Carrados, pese a su encanto e inteligencia intuitiva, no es Sherlock ni Ernest Bramah es Conan Doyle ni el investigador Carlyle, amigo de Carrados, llega a tener el talante fascinador del Dr. Watson. Hay una cierta artificiosidad en Bramah en la justa medida de la naturalidad y frescor de sir Arthur. Carrados siempre se encuentra un paso por encima del lector y en cambio Sherlock lo tiene a su lado, le guiña un ojo y le convierte en cómplice aunque sea a costa del bueno de Watson. Dicho esto, el libro es divertidísimo para cualquier aficionado a las novelas de "detectives", cosa que ya esperaba cuando leí el entusiasmo que determinados entendidos ensayistas (entre ellos el siempre sorprendente autor de "La infancia recuperada", Fernando Savater, mi viejo amigo Javier Coma o Vázquez de Parga) dedicaban a glosar al singular invidente.
De forma muy inteligente Bramah dota a su detective ciego de un acompañante fiel, su mayordomo Perkins, que tiene exactamente el tipo de visión y memoria fotográfica que precisa para completar su trabajo investigador. Éste, junto al secretario Greatorex y el chofer Harris (Carrados es como vemos un hombre muy adinerado, con modales de caballero y una cultura extensa) forman el equipo personal del detective ciego que complementan de diversas maneras la personalidad amable y sagaz del personaje. La ceguera de este se ve compensada por una cierta hipertrofia del resto de los sentidos y ciertos dones y características que alejan al personaje de la "normalidad" creíble aunque fantástica de Sherlock.
Bramah goza de buen instinto psicológico en el retrato de sus personajes y también un estilo dotado de sentido del humor, bastante irónico cuando no sardónico que se vuelve satírico en su visión de la sociedad inglesa en la que ya han desaparecido los clichés victorianos y reina una retranca eduardiana que cuestiona muchos aspectos de las clases sociales británicas, desde la nobleza, a los nuevos ricos, la clase media o los más humildes. Si mirada al delincuente no es compasiva ni absolutamente condenatoria. Hay una cierta comprensión aunque no admisión de los móviles y actos de esas personas y en alguna ocasión adopta posturas bastante sorprendentes (como en el caso del hindú que ha provocado un accidente ferroviario con víctimas mortales). Sin entrar en más detalles, le lectura de estos casos detectivescos de Max Carrados ha sido estimulante y grata. Entre otras cosas, me ha hecho volver a echar un vistazo a algunos de los relatos del "Canon sherlockiano", dos tomos maravillosos que Aguilar editó en papel biblia y encuadernados en piel allá por los setenta.
ESTA NOVELA PODRÍA SER UN ESTUPENDO REGALO EN ESTAS FIESTAS
FICHA
LOS CASOS DE MAX CARRADOS.- Ernest Bramah.- Trad.José C. Vales.-Ed. Siruela.- 23,90 €, ISBN 978-84-17151-18-8
Anecdótico, divertido, irreverente y jocoso (aunque también alarmante e instructivo) ensayo del profesor de la Universidad de Zaragoza Javier Barreiro, en el que nos da noticia cierta y documentada del extraño y preocupante maridaje que se da entre la literatura y la ebriedad, entre la acción creativa literaria y el trasiego de líquidos más o menos espirituosos que encandilan la mente, ofuscan el entendimiento y llevan al cuerpo por paraísos que siempre acaban a dos pasos del infierno, si no en las mismísimas calderas de Pedro Botero.
Con una introducción de espeleólogo cultural en la que Barreiro nos lleva de la Biblia (450 menciones bíblicas al vino) a Anacreonte, de los griegos a los romanos o a los benedictinos al Homero de los mares color de vino, del número sorprendente de premios Nobel de Literatura dados a la buena copa a las pruebas arqueológicas que demuestran que el glorioso vino ha cumplido más de siete mil años de existencia y que fue sacralizado en la antigüedad para evolucionar desde los cultos dionisíacos a la eucaristía cristiana. Y quien habla del vino también puede decantarse por el whisky que parece ser el licor más consumido del mundo y que tiene una antigüedad respetable pues fue inventado por un fraile cisterciense en 1494.
Evidentemente Barreiro entra a saco en la literatura para proponernos primero unos ejemplos históricos de narrativa con olor a alcohol, juerga, desfachatez y a veces críticas acerbas, Nos regala versos de Omar Khayyam (1048-1131) (que han sido manipulados para hacerle más espiritual que báquico) y repasa a esos grandes beodos galos que fueron Villon y Rabelais, echando un ojo a nuestra Celestina, al Quijote (con un Sancho más que aficionado a empinar el codo), Marcos de Obregón, Estebanillo González o el pobre Lazarillo al que su amor al vino le cuesta los dientes.
Más tarde la cosa se pone brava y nuestro autor nos va dando cuenta y razón de famosos amigos de la beodez, selectas mentes que parecen haberse conservado en alcohol: de Herodoto a Baudelaire, pasando por Wilde, Poe, E.T.A. Hoffmann, FitzGerald, Rubén Darío, Alfred Jarry, Neruda, Hemingway, Lowry, Onetti, Dylan Thomas, Juan Benet o Chandler, genios de la literatura que no hicieron ascos a la copa y la botella en unas cantidades absurdas, sin que pareciera menoscabar la fuerza y potencia de su prosa. O no lo sabemos, sería una hipótesis indemostrable que de haber sido abstemios su obra hubiera sido mejor). En el recorrido no todo son fiestas, regocijo y beodez, a menudo hay pruebas de tortura mental y física, terroríficas jornadas de delirio, estupidez y locura. Grandes escritores como Lowry, Dylan Thomas, Poe, Kerouac o Wilde murieron antes de tiempo anegados en alcohol. O Fitzgerald o Faulkner cuyo declive literario estaba ahogado en alcohol.También explicita nuestro autor el carácter "literario" del alcohol que encuentra en las páginas de muchas obras maestras un carácter casi de protagonista ambiental por la frecuencia de sus citas: desde la Isla del Tesoro y Robinson Crusoe o el Club Pickwick, a las citas en El Quijote y la frecuencia en que se usa como elemento clave en la novela negra americana desde Chandler a Dashiell Hammet. En ámbito de la poesía, por ejemplo, Baudelaire, que murió a los 46 años, evidentemente borracho (como Poe) escribió que el alcohol era "un arma para asesinar algo dentro de mí mismo, un gusano imposible de matar".
Así que, aparte de la imagen romántica del bebedor explotada por la novela y el cine, la realidad es menos complaciente : el alcohol daña irremisiblemente el cerebro y es el responsable directo de episodios violentos, violaciones, robos, suicidios y accidentes de tráfico. Y también se ha demostrado que, generalmente, los grandes escritores lograron escribir sus obras maestras, antes de dejarse seducir por el alcohol. Y todo esto reza también para las féminas, que parecen competir en esa insensata carrera destructiva hacia la alcoholemia. Y nos cita a Marguerite Duras, Dorothy Parker o Jean Stafford.
Como postre no se pierdan el último capítulo del libro de Barreiro, intitulado "Algunas curiosidades" y la excelente bibliografía que este autor ha requerido para lograr un libro tan interesante y aleccionador.
FICHA
ALCOHOL Y LITERATURA.-Javier Barreiro.-Menoscuarto ediciones.-278 págs. ISBN:9788415740506
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Ventana abierta al mundo de la cultura en general, de los libros en particular, mas un poco de filosofía, otra pizca de psicología y psicoanálisis, unas notas de cine o teatro y, para desengrasar, rutas senderistas y subidas montañeras.