Este mes dedicamos este espacio de libros a un compromiso esencial que constituye en cierta forma la conexión más directa con la vida de todo cuanto alienta en este mundo: las plantas, los árboles, las flores, los bosques, los alimentos que proceden de la tierra, la interacción no siempre positiva e inteligente con esos elementos naturales tan llenos de vida como los seres humanos y considerablemente más gratificantes, generosos y humildes en su conjunto. Para ello contamos con una revolucionaria mirada al mundo de las plantas desde la ciencia, la de Stefano Mancuso, uno de los más interesantes neurobiólogos vegetales con rara habilidad para contarnos desde un punto de vista científico la vital importancia del mundo vegetal. Para ello he leído dos obras suyas, "Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal" escrito en colaboración con la periodista Alessandra Viola y "El futuro es vegetal". Las advertencias y proposiciones científicas que se nos brindan, me han convencido de que si el mundo no cambia su actitud ante el género vegetal en su conjunto , además de los horrores que vaticinan algunos sobre el cambio climático, la escasez de agua y alimentos y la deshumanización tecnológica, acabarán haciendo profética aquella película distópica de los ochenta que se llamó "Soylent Green", en la que una humanidad que ha acabado con los recursos naturales, sobrevive alimentándose de las galletas energéticas que llevan el nombre de la película y que proceden de una horrible e inesperada fuente "natural". Pero, si dejamos de lado el humor negro, los datos que se nos brindan caen de su propio peso y lo que más sorprende es que los gobiernos no hagan campañas bien diseñadas para informar y mentalizar a la población de que hemos de cambiar nuestra visión del mundo vegetal por simple cuestión, y esto no es broma, de supervivencia.
El estudio de la inteligencia vegetal nos permite observar nuestra mente con otros ojos y aplicar lo que observamos a los déficits de nuestros comportamientos. Así por ejemplo, las plantas manifiestan los comportamientos "emergentes", es decir las "actitudes de rebaño o enjambre" en los que la individualidad no cuenta más que lo colectivo y éste trabaja en común y con una gran eficacia para conseguir determinados objetivos. El hecho básico es aceptar (y se puede desmostrar empíricamente) que las plantas son sensibles, tienen más sentidos que nosostros (por ejemplo miden la gravedad, analizan compuestos nutritivos, los saben localizar, etc.) se comunican entre ellas y con los insectos y otros animales, duermen, memorizan e incluso son capaces de manipular, dominar y explotar a otras especies. Por tanto, son organismos inteligentes a todos los efectos.
Por ejemplo, las raíces constituyen una avanzadilla de busca y captura de agua y nutrientes en permanente avance y como las plantas no están formadas como nosotros, en forma piramidal, con un centro de poder y gestión en el cerebro, sino con con innumerables centros de mando en ramas, hojas y raíces, de suerte que está más dotada para sobrevivir en determinadas condiciones y no depende de un sólo órgano de decisión (con lo que el ataque de un depredador que devora una roma o unas hojas, no supone dificultad alguna para la planta (imaginen lo que nos ocurre a los humanos si nos dañan el cerebro). Ellas tienen un fina percepción de parámetros físicos y químicos, eléctricos o magnéticos que muy pocos animales y humanos perciben. Parece demostrado que las raíces disponen de sensores que pueden percibir funciones de más de veinte parámetros físicos y químicos. Ya que aunque carecen de órgano olfativo específico, esa percepción está presente en el propio tejido vegetal u son sensibles a moléculas volátiles que les dan toda la información que precisan.
Como dice Mancuso : "Los vegetales no tienen pulmones ni hígado ni estómago ni páncreas ni riñones, y aun así son capaces de llevar a cabo todas las funciones que estos órganos realizan en los animales. ¿Por qué, entonces, la ausencia de cerebro debería impedirles ser inteligentes? Fijémonos en el caso de la raíz, la parte de la planta a la que, como hemos visto, incluso Darwin otorgaba capacidad de decisión y guía (…) Darwin estaba convencido de que las diferencias entre el cerebro de un gusano o el de cualquier otro animal inferior y la punta de una raíz no son tan sustanciales ".
Si una de las definiciones más conocidas de la inteligencia es "la facultad de resolver problemas" y otra "la capacidad de adaptarse al medio" , nadie en su justo juicio piuede negar la inteligencia de las plantas ante el cúmulo de datos empíricos que nos ofrece la ciencia. En las raíces existen células muy parecidas a nuestras neuronas y cumplen la misma función en unos y otros: usar impulsos eléctricos para comunicarse entre sí y gestionar una cuestión compleja. Esos millones de células "neuronas", trabajan en red no sólo en la misma planta sino también comunicándose con el entorno y las otras plantas. En realidad qué mejor metáfora del sistema de comunicación de las plantas, en red, que internet . Algunas escuelas de negocios están estudiando el modelo vegetal para diseñar nuevos modelos de gestión en las empresas sin jerarquías de mandos piramidales. Y si además nos dedicamos a mejorar la interacción del se humano con el mundo vegetal, creo que todos saldríamos ganando.
Mancuso y su equipo de investigación han concluido a través del análisis de las posibilidades del mundo vegetal que "las plantas pueden calcular con precisión sus circunstancias, utilizar sofisticados análisis de costes y beneficios, así como adoptar acciones definidas para mitigar y controlar diversas agresiones ambientales. Son capaces de una percepción auto gestionada y colectiva, exhibir comportamientos territoriales y complejas habilidades comunicativas....las plantas interactúan con los animales atrayéndolos con flores de colores o deliciosas frutas para asegurarse de que sus flores son polinizadas y sus semillas se dispersen. y entre ellas tienen una rica vida social".
Desde un punto de vista práctico piensen que el ser humano conoce apenas el 5% o 10% de las especies vegetales del planeta y que de éstas se extrae el 95 por ciento de todos sus principios activos medicinales. Pensando en ello recordé aquella película de los 80 "Medicinal Man" con Sean Connery como biólogo vegetal, que logra encontrar en el Amazonas una planta rara cuyos elementos analizados podrían haber eliminado bastantes clases de cánceres humanos. El avance de una empresa maderera devastando la selva amazónica destruye las plantas. Cada día desaparecen muchas especies, sin ni siquiera haberlas conocido y descrito científicamente, y con ellas se pierden casi seguro muchas soluciones a los problemas de la Humanidad.
En el prólogo de "El futuro es vegetal" hay unos párrafos de una claridad y sencillez impresionantes: "...respiramos gracias al oxígeno que producen los vegetales y toda la cadena alimentaria, por consiguiente los alimentos que nutren a todos los animales de la tierra tiene su base en las plantas. Además el petróleo, el gas y el carbón, lo que llamamos "recursos energéticos no renovables", no son más que energía solar almacenada por las plantas hace millones de años. Los principios activos de nuestros medicamentos son de en gran parte de origen vegetal. La madera, aun hoy, es el material de construcción más utilizado en muchos lugares del mundo...más de 38.000 especies distintas tienen uso documentado... " y acaba asegurando, "las plantas encarnan un modelo mucho más resistente y moderno que el animal, son la representación viviente de cómo la solidez y la flexibilidad pueden conjugarse...sin centros de mando, capaz de resistor catástrofes sin perder la funcionalidad y con capacidad para poder adaptarse a gran velocidad a cambios ambientales drásticos".
Es preciso comprender la innovación vegetal en la vida del planeta Tierra. Aprender de su forma de generar energía gracias a la captación de la radiación solar, fijar emisiones de carbono, copiar su diseño modular y replicativo incluso en su inteligencia. "Son una fuente de conocimiento para la ingeniería, el diseño y multitud de disciplinas”. Mancuso nos recuerda también que nuestro planeta está cubierto en su mayor parte por agua, por tanto podemos aprender a cultivar el mar y analicemos y apliquemos las desconocidas propiedades de las algas y las plantas acuáticas.
Está comprobado que las plantas son capaces de aprender de la experiencia y, por tanto, poseen mecanismos de memorización y los miles de apices de sus raíces intercambian información no sólo entre los que forman parte de una planta, sino con las que la rodean. Los investigadores han comprobado que en los bosques los ejemplares más sanos transportan alimentos a los más envejecidos y a los jóvenes. De la eficacia de su planteamiento evolutivo, afirma Mancuso: “Todas las ideas novedosas que tenemos sobre la sociedad del siglo XXI y la era de la globalización y de internet, como la inteligencia distribuida, el conocimiento compartido, los contenidos subidos en la nube, la configuración de internet como una red sin centro definido... todas esas habilidades que demandamos para la sociedad del siglo XXI son la forma que tienen las plantas de funcionar”. En su laboratorio Mancuso ha desarrollado robots diseñados siguiendo el esquema de los vegetales, es decir, unos “robot plantoides”. Defiende que la exploración espacial se beneficiaría de usarlas como modelo. “No tiene sentido gastar enormes cantidades en un solo robot exploratorio, esos Rover marcianos que solo pueden explorar una pequeña parte de terreno y que funcionan según nuestras estructuras mentales. Mancuso defiende que sería más útil enviar cientos de pequeños robots y hacerlos llover sobre el planeta, que fueran capaces de abastecerse de energía y de extender sus ‘raíces’ robóticas en el subsuelo para medir y analizar el planeta y comunicarse entre ellos.
Mancuso se plantea como reto para el futuro la respuesta del mundo vegetal al cambio climático. Y asegura que "las plantas están sometidas a cambios rápidos en su entorno generados por el impacto humano sobre el clima. Están mostrando cierta elasticidad para adaptarse a la subida de CO2 y capturando más cuánto más hay; sufren con el aumento de temperatura y más todavía con las variaciones en las precipitaciones y el acceso al agua. En el contexto mediterráneo, como Italia o España, la suma de aumento de temperaturas y falta de agua es el factor que más las estresa. Cómo responderán estas maestras de la ingeniería al nuevo panorama es algo que veremos en las próximas décadas."
Realmente, "el futuro o es vegetal o no es".
FICHAS
SENSIBILIDAD E INTELIGENCIA EN EL MUNDO VEGETAL.- Stefano Mancuso y Alessandra Viola.- Trad, David Paradela.-140 págs. Galaxia Gutemberg.- ISBN 9788416252312
EL FUTURO ES VEGETAL.- Stefano Mancuso.- TRad. David Paradela.- 240 págs. Galaxia Gutemberg.- 19,50 euros. ISBN 9788417088170
Este libro o mas bien panfleto político o ensayo político -social del gran Tolstói fue escrito unos diez años antes de la muerte del genial escritor 1828-1910), cuando ya su vida había dado un importante bandazo hacia lo místico, la ayuda a la pobreza y la miseria de la gente del pueblo y sus descendientes se disputaban una cuantiosa herencia que Tólstoi se empeñaba en donar a los más necesitados. El escritor se sentía ya muy lejos de aquellas grandes obras, "Guerra y paz" o Anna Karerina" que habían cimentado su fama mundial, pero aún no se había producido la segunda Gran revolución rusa, la de octubre de 1917 (sería el 7 de noviembre de ese año según el calendario vigente en Europa, el gregoriano) que habría de cambiar la faz de su país y aterrorizar a la confiada Europa (y seguramente también a él que era un pensador moralista, utópico y bienintencionado).
"Contra aquellos que nos gobiernan", forma junto a ""¿en qué consiste mi fe?" o "El reino de Dios está en vosotros" en una trilogía que da forma a su voluntariosa crítica al poder y en un llamamiento a una rebelión no violenta proclamada con acentos apostólicos y cristianos, pero también con gran lucidez y un realismo irónico que mostraba los defectos sociales y políticos que provocaban miseria, injusticia y amargura en la gran población rusa que apenas podía sobrevivir, ante el dispendio y el lujo de una minoría privilegiada, poderosa y sin ningún tipo de moral.
Escrito con un estilo claro y contundente, con precisas descripciones y situaciones vividas por el propio escritor y con un ánimo de denuncia que convierte el texto en una irritada y conmovedora protesta contra la vida miserable que era moneda corriente en su país, nos va mostrando estampas de la vida cotidiana de las elementos mas humildes de la población rusa, desde los braceros de la estación moscovita de Kazán, a la durísima vida de las obreras de una fábrica cercana a la casa del escritor, como una serie de reportajes donde abundan las preguntas pero no se da ninguna respuesta, donde apunta la brutal injusticia pero no se indica un camino eficaz para solventarla, ya que la religión no ayuda a esas personas sino que de alguna manera tolera y justifica todo ese horror popular.
Su lucidez le permite vaticinar que la socialización de los medios de producción no sería viable para el progreso de las clases más oprimidas, mientras que las nuevas tecnologías de producción no favorecerían a los humildes sino que enriquecerían aún más a los poderosos. Las leyes van siendo dictadas por los poderosos que como siempre tienen el poder de controlar la policía y el Ejército los medios tradicionales de la "violencia organizada" para mantener una mayoría oprimida de humillados y ofendidos.
La propiedad de la tierra sigue siendo un activo en un país de grandes extensiones rurales y Tolstoi preconiza el reparto de las grandes propiedades de terratenientes entre la población (él mismo libera a sus sirvientes-esclavos y trata de repartir sus tierras con la oposición legal de sus familiares). En plena efervescencia visionaria Tolstoi asegura que si la población se niega a trabajar en esclavitud, a formar parte de la policía o el ejército, a apoyar en forma alguna a los Gobiernos de los poderosos, todo colapsará y podrá iniciarse una revolución auténtica, pacífica por y para el pueblo.
Como más tarde harían Gandhi, Thoreau o Luther King, Tolstoi clama por la resistencia pacífica, el negarse a pagar impuestos, el rechazar la explotación o las levas de soldados. Su fallecimiento y su edad le impiden ver el destino aciago de esos profetas de la paz (en el caso de Thoreau, sólo fue la cárcel de la que fue prontamente liberado por sus amigos, los otros dos fueron asesinados).
A pesar de todo la crítica contra la clase política y la financiera, los intelectuales, juristas y economistas que apoyan los abusos e injusticias que se cometen, son de plena actualidad y atañen con igual contundencia al sistema capitalista como al marxista (en realidad son los mismos perros con distintos collares) y a sus utopías que sostienen la evidencia de una imposibilidad de ejecución real y efectiva.
Quizá lo más permanente en estos días del mensaje revolucionario y crítico del viejo escritor ruso sea su llamamiento al respeto a la Naturaleza, la promoción y el sostenimiento general de bienes tales como la salud, la simplicidad de vida, la dignidad, la moralidad y una visión del trabajo como algo que suponga poder mantener una vida sin necesidades básicas sin cubrir, que no socave la autoestima de la persona y le permita prosperar hacia una existencia razonablemente feliz.
Para Tolstoi, "no hay más que un remedio, abstenernos de practicar la violencia: la violencia física, la enseñanza sistemática de la violencia y toda justificación social de la violencia".
FICHA
CONTRA AQUELLOS QUE NOS GOBIERNAN.- Lev Tolstoi.- Trad. Aníbal Peña.- 125 págs. Ed. Errata Naturae.- ISBN 9788415217633
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Cuando las palabras llegan al límite de su significado y los conocimientos se vuelven operativamente inservibles, la historia humana vuelve los ojos a la sabiduría y esta señala al silencio como respuesta. Con Chuang Tze, Confucio o Lao Tse por el mundo oriental, Aristóteles, Kant, Nietzsche o Wittgenstein, por el occidental, la filosofía ha conocido ese punto límite en el que el discurso deviene retórica vacía. Con ellos y otros grandes la alternativa ha apuntado hacia la hermana secreta de la filosofía, la sabiduría. Y ella ha mostrado el silencio no como solución o respuesta, sino como única posibilidad de seguir en el SER y no quedar sepultado en el ESTAR con su pliegue circunstancial de contradicciones y paradojas.
Cuando el príncipe Hamlet muere, exhala su último aliento con una frase "Lo demás es silencio". Ese "demás" está repleto de razones, explicaciones, dudas y certezas, amor y odio, venganza y celos, errores y maldades. Justamente la materia de estudio de la filosofía, tan ocupada en estructurar el "ser" y el "deber ser" de los humanos que trata de ignorar la presencia obsesiva de la sabiduría y del silencio que preconiza, de ese estar "entre", de ese vivir en el pliegue del tiempo, sin decantarse por nada, inclinándose a lo correcto en el momento oportuno. Los chinos lo sabían bien en la antigüedad. algunos presocráticos también. Los epicúreos y los escépticos y estoicos la rozaron. Nietzsche, un romántico del exceso y Wittgenstein, un Hamlet del lenguaje, la encontraron tarde para ellos, su Ser ya les había devorado.
El silencio es el muro que cierra el paso de la lógica china taoísta o exige ser superado en el koan zen. Wittgenstein llega a sospechar que el muro del silencio es, en realidad, una ventana. Como ciertos poetas ha comprendido que al límite del lenguaje no reina la oscuridad sino un mudo resplandor. Poetas y místicos sienten la tentación del silencio por razones distintas a las que Hannah Arendt, Rusell o Primo Levi exigen ante el horror del siglo XX con sus símbolos aplocalípticos, Hitler, Stalin, Pol Pot, Mao, Ceaucescu, Pinochet, Saddam, Amin o el genocidio de los kurdos o armenios, los palestinos, las hambrunas de Africa, el éxodo hacia la muerte de millones de personas, los campos de refugiados...un escenografía espantosa que parece reflejarse en el cuadro de Eduard Munch "El grito", una de las obras de arte que resumen la desazón del espectador ante el horror implacable y gratuito del mal. Ante eso la sabiduría reclama silencio. Y humildad para cambiar en base a lo que hemos aprendido: el mal absoluto es un muro. Solo la sabiduría puede abrir una ventana en él.-Alberto Díaz Rueda
No tiene sangre inglesa en las venas pero domina el idioma hasta tal punto que está escribiendo novelas de tanta valía que le llevaron a lograr el Premio nobel de Literatura. Su origen japonés no ha sido obstáculo para escribir una novela tan fuertemente british como "Lo que queda del día" donde sabe mostrarnos los recovecos más ocultos del talante británico en sus diferentes clases sociales y de crear a unos personajes dotados de una profundidad y una humanidad casi shakesperiana. Además del Nobel (2017) se ha llevado los prestigiosos Whitbread (por "Un artista del mundo flotante" o un Booker por "Lo que queda del día",
"Cuando fuimos huérfanos" es una novela híbrida que comienza como una narración de detectives, se va convirtiendo en una novela bélica y acaba siendo un experimento literario en el que la psicología y los sentimientos de los personajes van hipnotizando al lector en una acción -y reflexión- de un dinamismo y un talento descriptivo excelentes. El protagonista es un detective que intenta conocer el paradero de sus padres en un docudrama bélico que nace tras el nacimiento del protagonista , Christopher Banks, en Shangai a comienzos de siglo. Su padre trabajaba para una empresa británica que siguiendo la política colonialista de Inglaterra estaba envenenando China con el mercado del opio. La desaparición misteriosa de sus padres cuando el niño tenía nueve años, lleva a éste a un internado en Inglaterra. La narración arranca en 1930, cuando Banks ya trabaja como detective y se ha labrado una gran reputación. Llega a Shangai en los momentos previos a la guerra con las amenazadora presencia japonesa en la colonia británica. Una vez allí se enfrenta a una situación caótica y pre-bélica y las escasas pistas de que dispone están basadas en recuerdos y la manipulación de la propia memoria. Compañeros de estudios, uno de ellos japonés, débiles recuerdos que el narrador -el detective en primera persona- no logra estructurar de una forma coherente. Las implicaciones psicológicas de todo lo que le rodea, el momento duro de la confrontación chino-japonesa, la necesidad de tomar partido, son elementos que van aumentando la complejidad de la trama que deja de ser la de una novela de género para convertirse en una novela de alta literatura.
La historia. a pesar de una cierta ingenuidad nostálgica y familiar del protagonista, se ve inundada por el asfixiante clima de corrupción que desde que llega a Shangai va envolviendo al detective. No hay héroes, Banks es un muñeco trágico que va mostrando la orfandad en la que vive, de sus padres, de sus amigos, del pasado en la ciudad y de la propia Shangai que se convierte en un escenario del Bosco. No hay salidas. Solo un desarrollo perturbador y un final triste y sin posible redención. Un drama personal que es la tragedia de una época. Y una brillante obra de Kazuo Ishiguro, en la que ,con un poco de cuidado, se pueden percibir ciertos detalles que nos recuerdan el origen del escritor, mucho más que en ninguna otra de las novelas que he leído de él.
FICHA
CUANDO FUIMOS HUÉRFANOS.- Kazuo Ishiguro.- Trad. Jesús Zulaika. Anagrama, 2001. 404 págs,
Supongo que, en definitiva, es una cuestión de marketing, maldita palabreja, y de vender el mayor número de ejemplares, así que decirnos que los dos principales figurones del comunismo legaron una herencia de millones de dólares o que en la pintura vaticana de Rafael de Sanzio sobre la "Escuela de Atenas" aparece una mujer (muy merecidamente: se trata de la filósofa Hipatia de Alejandría, a la que el cineasta Amenábar dedicó una bella película), o que los libros de Spinoza fueron quemados en Oxford y algunos otros chismorreos que no afectan lo más mínimo la enjundia de los filósofos que se pasean por este libro de título ligeramente guasón pero, gracias a las musas, bien escrito por un profesor de filosofía competente que además escribe sobre cine y tiene una visión decididamente iconoclasta de los filósofos (incluido él mismo, por su obra lo comprenderéis).
Bromas aparte y dejando de lado los chismorreos más o menos interesantes, las aportaciones pedagógicas están bien servidas, con un prólogo bastante bueno sobre el valor de la filosofía (que deja de manifiesto su dedicatoria que habla de sus alumnos y el camino de enseñanza de la materia que ha sido "duro, difícil, doloroso y divertido"). El libro está dividido en nueve capítulos, dotados todos ellos de una "conclusión " que resume lo narrado y de una bibliografía que resulta amena y oportuna para los que quieran ampliar conocimientos.
Como él mismo dice en su prólogo denunciando el abuso de asignaturas instrumentales y el desprecio a las Humanísticas, como la filosofía y la ética, "renunciar a la memoria y a la reflexión supone considerar que necesitamos ingenieros pero no ciudadanos, técnicos pero no personas" ya que "si algo ha demostrado la filosofía en sus tres mil años de existencia es que precisamente es la materia que mejor combina el pensamiento crítico con las herramientas para procesarlo, además de constituir el paradigma del siglo XXI: la Tercera Cultura que combinando la tecnología y las Humanidades supere el caduco -y falso- antagonismo entre las ciencias y las letras". De hecho, como sabe cualquier estudioso de la historia filosófica, en un principio la episteme (el conocimiento) era el producto de la unión entre la tecné y el logos (palabra que no sólo significa , palabra, razón, sino también número y contar). Y que datos recientes extraidos de analisis educacionales del Educational Testing Service, organización internacional que evalúa la efectividad de la enseñanza de diversas asignaturas para alcanzar altos niveles de razonamiento cuantitativo, escritura analítica y razonamiento verbal, la filosofía es la que más destaca en razón instrumental, indispensable para el desarrollo, aplicación y control (la razón ética) de la tecnología para que nos nos desnaturalice como seres humanos.
Pero terminemos con el preámbulo y demos cuenta sucinta del contenido (cuyo análisis y/o disfrute es cosa del lector), yo me limita a recomendar la lectura que, en eso tiene razón el autor, es básicamente complementaria a lo que sería un recorrido habitual por la historia de la filosofía. Santiago Navajas (Occam sería feliz si supiera que hay un profesor de filosofía con ese apellido) empieza con el final de la filosofía clásica grecolatina por la acción demoledora del cristianismo fanático (que hicieron con esa cultura magnífica lo que los fanáticos musulmanes están haciendo hoy día con culturas como la mesopotámica, egipcia, siria y otras de Asia y Oriente Medio). A través de la vida y obra de Santa Teresa de Jesús, Navajas nos habla del feminismo en épocas de barbarie masculina. Poniendo frente a frente a Juan de Mariana y Hobbes nos habla del Estado y su poder omnímodo, germen del actual. De ahí dalta a Marx y Enhels y al supuesto fin del capitalismo, cuyos estertores estamos aún viviendo. Kant, Cassirer y Heidegger nos introducen en el germanismo-prusianismo, en el nazismo y la II Guerra MUndial. El capítulo 6 se vuelve hispano, Pla, Gaziel, la Segunda República, los controvertidos papeles de Ortega y Unamuno. En el 7, la cosa se vuelve metafísica y sale Dios a colación, la religión, la ciencia y el arte. En el 8º sale el aborto a la palestra de la reflexión guiada por Navajas que aprovecha la ocasión para citar la película "Gattaca", muy bien escogida para ilustrar la controversia del papel de la genética actual en el diseño de los bebés del futuro y dónde está la ética que corresponde. Y acaba el entretenido viaje con diversos conceptos e hipótesis de ciencia ficción que pronto dejarán de ser para convertirse en opciones de vida, dejando en el aire cuestiones muy serias como la identidad personal el relativismo sobre el conocimiento, la naturaleza de la realidad, la inteligencia artificial y sus limites ("una cosa es ganar al ajedrez a una persona y otra muy diferente comprender lo que significa ganar") .
Lo mejor que puedo decir de este libro es que Navajas ha conseguido como quería Ortega, que el pensador -en este caso es escritor filosófico- además de profundo, se también cortés. Es decir, claro".
FICHA.
LO QUE NO ESTABA EN MI LIBRO DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA.- Santiago Navajas.- Ed. Almuzara.-309 págs. 17,95 euros. Ed. Almuzara.- ISBN 9788417044794
Un filósofo francés especializado en la cultura china puede aportar, de hecho lo ha hecho y lo hace, una visión comparada y mutuamente enriquecedora entre la filosofía occidental (incluida su contemporánea desviación hacia ámbitos más propios de la linguística, la priscología o la neurología) y la oriental encarnada en clásicos taoístas, confucianos y budistas.
De Jullien hemos trabajado sus excelentes libros "Un sabio no tiene ideas", "Filosofía del vivir", "Nutrir la vida" y "De la esencia o del desnudo". Pero es quizá en el que hoy comentamos donde Jullien muestra más a las claras su objetivo de inyectar un reactivo filosófico oriental en el seno de la filosofía occidental. Para ello Jullien recurre a nuestros clásicos preconizando una especie de retroalimentación de los taoístas y los confucianos en el escenario de la filosofía occidental desde los clásicos greco latinos de todas las escuelas a Agustín, Spinoza, Hegel o Heidegger. Para ello aporta una crítica constructiva a la esclerotización de la filosofía en occidente y toma como ejemplo básico la cuestión del "Tiempo", cuestionando no sólo las ideas básicas que desde Aristóteles ha alimentado la cultura filosófica de occidente, sino la propia esencia de la filosofía sus objetivos y sus compromisos históricos -con la Iglesia, por ejemplo- que ha separado la noción de sabiduría (banalizándola como refranero y sentido común) de la filosofía como saber unido a la forma de vivir. Jullien acude a los grandes maestros taoístas y budistas, evitando con habilidad enfangarnos en el etnocentrismo o ese exotismo barato de los libros de autoayuda y, mucho menos, en un relativismo cultural sin valor alguno.. Con habilidad, Jullien no compara las dos tradiciones filosóficas sino que busca elementos y perspectivas que engarcen entre ellas una apertura para los filósofos occidentales de muchas de la nociones filosóficas que han constituido una barrera imposible de derribar y obligando a los filósofos a rodear el tema, cuando los grandes maestros orientales lo tenían resuelto simplemente porque no lo consideraban un problema (por ejemplo: el tiempo).
Es decir tratar aquellos temas, como el citado, a los que la filosofía occidental ha convertido en aporías, cuando en China están resueltos porque el contexto cultural ni siquiera los ha tenido en cuenta como tales. En China no hay conceptos ni modelos teóricos de pensamiento, sus ideas están formuladas intuitivamente y se ajustan a un modelo de vida, sin necesidad de esquematizarlas. El pensamiento clásico chino está concebido como el desarrollo de un proceso y de la interacción de los sujetos en tal proceso, ni concibe la Polis como objetivo que supera al individuo o la dicotomía de la libertad y la esclavitud. No hay debate político y tampoco es pertinente debatir sobre la conciencia y el individuo sometido a una interioridad donde le fustiga la culpa por unas faltas casi ontológicas (que en occidente constituyen la herencia griega y hebraica alimentando el contenido de la filosofía desde Platón). Es un proceso continuo en el pensamiento oriental que desde la idea de la transformación constante (uno de los libros capitales de la filosofía china es el I Ching o libro de los cambios) y de la acción o no-acción (wu wei) que se debe ajustar a una estrategia cuya lógica y coherencia el pensador ha de descubrir en cada ocasión. Y se resume en una actitud de adaptación al cambio de las cosas como actitud básica del hombre sabio.
El Sabio es, pues, el paradigma del filósofo desde el punto de vista chino. Y es un estratega que sabe combinar la virtud con la eficacia, pues ha madurado un espíritu moral, que no sigue normas o principios ajenos a él (al contrario que el imperativo categórico de Kant) y actúa espontáneamente cuando llega el momento adecuado y las circunstancias son favorables, actualizando su fundamento moral, una forma de provecho que siempre está a favor de los otros, no de sí mismo El sabio capta la vida como un proceso que madura y sabe aprovechar las consecuencias más favorables. Ese proceso nos lleva al tiempo, en el que los sabios chinos no ver el proceso conjugativo del pasado, presente y futuro, sino se plantea las cosas y su devenir en términos que tiene en cuenta la duración y no el acontecimiento. Y así el envejecimiento no es un necesario síntoma de degradación sino un elemento más del proceso de vivir, como la muerte no es una brutal ruptura sino una consecuencia más de vivir (aquí podemos ver una de las muchas analogías que hay entre los dos sistemas de pensamiento, los estoicos y los epicúreos tenían sobre la muerte una actitud semejante.)
Para argumentar y exponer los elementos de la filosofía china que podrían servir para madurar el pensamiento occidental en algunos términos, Jullien recurre a su erudito conocimiento de los clásicos chinos, Confucio, Mencio, Sun Zu y su "Arte de la guerra", Lao Zi o Chuang Tse y el citado I Ching.
En resumen un libro francamente sugerente y sugestivo que nos desvela ideas y cuestiones enfocadas desde un punto de vista integrador que no sólo interesará los estudiosos y amantes de la filosofía, sino al lector común que comenzará a descubrir que hay un tipo de filosofía y filósofos que ofrecen estrategias de gran ingenio para afrontar muchos de los problemas que nos causa la forma de vida que se impone en occidente. Y eso es así, aunque nos separen de ellos más de veinte siglos, porque bajo el barniz prepotente de la cultura y la tecnología occidentales, se esconde el mismo primate sujeto a instintos y deseos que inventó la lanza, el arco, la agricultura, la rueda y la Polis (la ciudad) y las leyes para tratar de sobrevivir por encima y aprovechándose de los demás animales (incluidos sus congéneres).
DEL TIEMPO, ELEMENTOS DE UNA FILOSOFÍA DEL VIVIR.- François Jullien.-Trad. Miguel Lancho.- Arena Libros.- 184 págs. ISBN9788495897305
La última novela de la autora francesa de origen argelino Kaouther Adimi, Nuestras riquezas (Nos richesses, 2017; Libros del Asteroide, 2018), es un libro ingenuo y realista lleno de monstruos y héroes, que nos habla del amor a los libros y de la brutal injusticia y desmesurada violencia de la situación política histórica de un país que ha pasado medio siglo sumido en una guerra sin fin, aunque en algunos años larvada y en otros sumergida en una orgía de sangre inocente, primero por motivos políticos, la independencia argelina de la "madre patria" Francia (raramente se ha visto una "madre" tan cruel, desalmada y estúpida) y después por el fanatismo religioso musulmán, las "fraternales" matanzas de los integristas argelinos sobre su propio pueblo.
Ese es el escenario de fondo de una historia triste y plácida: el oasis de una librería en pleno centro de las kashba de Argel, en el número 2 bis de la céntrica calle Hamani, antes Charras, donde aún existe hoy una librería de préstamo y venta de libros en francés y árabe, " Las Verdaderas Riquezas", como la novela homónima de Jean Giono. La historia se nos cuenta a tres niveles narrativos. Desde el diario de Edmond Charlot (basado en documentos reales), que la abrió en 1936, a las vivencias del joven que va a vaciarla de libros para que se abra allí una tienda de buñuelos en el siglo XXI (afortunadamente esa parte es ficción, la libreria existe aún), pasando como en las tragedias griegas por una voz anónima coral que podría pertenecer al pueblo argelino. Charlot fue un hombre renacentista en pleno siglo XX. Librero y editor pero sobre todo talentoso descubridor de escritores en ciernes, como Albert Camus, Jules Roy, Saint-Exupery, André Gide y Emmanuel Roblès. De hecho fue el primer editor de Camus, con la publicación de una pieza teatral "Revuelta en Asturias" y fue encarcelado por haber editado a Gertrude Stein cuando Petain reinaba en Vichy. Bernanos, Rilke y Garcia Lorca, también fueron publicados por Charlot entre milagros y fatigas por la falta de papel o tinta durante la guerra.
Charlot es un editor atípico en un sentido: no parece que la rentabilidad sea un criterio importante en su elección de autores y libros para publicar. Como él mismo escribe en su diario: "yo no persigo la coherencia, sino que publico sobre todo aquello que me gusta, y únicamente libros que me siento capaz de defender. Mi compromiso tiene que ser absoluto. Así es como yo concibo mi trabajo. El escritor tiene que escribir, el editor tiene que dar vida a los libros. No veo límites a esta idea. La literatura es demasiado importante como para no dedicarle todo mi tiempo”.
Evidentemente y por muchos motivos, algunos de los cuales se desprenden de lo que se nos cuenta en la novela -basada en hechos reales, como está de moda en el cine de hoy- este editor es uno de esos héroes que en ningún momento cree serlo. ¿Y los monstruos? La represión francesa contra la liberación argelina, los inicuos asesinatos en masa de manifestantes argelinos pacíficos, en pleno Paris (1961), los horrores que sacudían las calles de Argel y de otras ciudades del país, la abominable "cruzada" intregrista que asoló al campesinado argelino durante los ochenta y noventa, la corrupción y desidia de los sucesivos gobiernos argelinos y sus dirigentes, que ahogaron los sueños de libertad y progreso de los ciudadanos...
"Un hombre que lee vale por dos", se lee en árabe y en francés en un cartel colocado en el escaparate de "Les vraies richesses". El editor Charlot vale por muchos hombres, en realidad simboliza a un pueblo martirizado, el franco-argelino. Los últimos capítulos fechados en Paris y Argel en 1961, son el epítome de la narración. Ante los escombros de su segunda librería, destruída por una bomba anónima francesa "por ser simpatizante de los argelinos", un periodista le pregunta a Charlot sobre su amigo Camus y al final le pide "su receta" para los futuros escritores. Y ese hombre lúcido responde: "Compre una mesa corriente, con cajón y cerradura. Cierre el cajón y tire la llave. Cada día escriba tres hojas de papel y las desliza por la la ranura del cajón, sin releerlas. Al año tendrá novecientas hojas. En ese momento llega su turno."
FICHA
NUESTRAS RIQUEZAS.-Kaouther Adimi.- Trad. Manuel Arranz. Ed. Libros del Asteroide.-181 págs. ISBN 9788417007607
Todo empezó con un libro que me envió Oana Mosniagu, jefa de prensa de Ático de los Libros. "Los Templarios", del historiador inglés Dan Jones. Un tema controvertido y archi-mal-conocido, digno de series de televisión de lo más truculentas y montañas de libros de pretendida divulgación y/o esoterismo delirante. Me impactó la cruz templaria en la portada, con su emblemático color rojo sangre (simbólica la de Cristo, real la de millones de seres humanos de la misma o distintas creencias vertidas en las acciones de los Cruzados). Es la misma cruz que está grabada en una de las piedras sillares de la casa del siglo XVI donde resido, en un pueblecito de Aragón. Había estado mucho tiempo en los últimos meses enfrascado en dos libros del recientemente fallecido(uno de junio de este año) John Julius Norwich, un maestro del ensayo histórico de divulgación: "Cuatro príncipes" y "El Mediterráneo", publicados por la misma editorial barcelonesa. No hace falta ser un erudito para percatarse que los tres libros tenían varios puntos de relación histórica entre sí, a pesar de las diferencias de época. Se había producido un fenómeno de coincidencias en un momento muy adecuado, lo que Jung llamaría "sincronicidad". Así que, ¿por qué no dedicarle un artículo global a estos tres títulos, siguiendo la tónica (circunstancial) que llevo en esta revista de ir presentando "trilogías" específicas, temáticas o de género?
"Los Templarios", subtitulada "Auge y caída de los guerreros de Dios", tiene la fuerza y potencial dramáticos y trágicos de las obras de asunto histórico de Shakespeare y el dinamismo narrativo espectacular de "Juego de Reyes" o de "El señor de los Anillos", aunque Dan Jones se luce como historiador al ilustrarnos de forma documentada y exquisitamente amena sobre unos hechos históricos concretos, evitando entrar en juicios o valoraciones equívocas. La existencia de la Orden militar de los Templarios desde sus inicios en 1119, siguiendo el ejemplo de un grupo de médicos voluntarios que asistían a los peregrinos de Tierra Santa, como un grupo de caballeros que protegían a las personas que iban a los lugares sagrados, pasando por su auge y conversión en una Orden militar religiosa que durante doscientos años llegó a constituir un auténtico entramado de poder, influencias, riquezas y propiedades que les convirtieron en una de las instancias más temidas de esa época histórica, no sólo por su vertiente militar sino por el sólido poder financiero que les ponía a la par de príncipes, reyes y emperadores. Este fue, en definitiva, uno de los motivos principales de su súbito y trágico hundimiento, por el paradójico odio e inquina del rey de Francia Felipe IV, cuya codicia y patológico furor (sólo comparable, nos cuenta Jones, con la del sultán Saladino que supervisó personalmente la ejecución de cientos de templarios en un sólo día) sellaron el sepulcro de la Orden con el ajusticiamiento en la hoguera del Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay. Sepulcro que nunca quedó cerrado del todo ya que se mantuvo cierta idealización popular y un simbolismo de bravura y rectitud. Con cierta ironía, nos cuenta Jones varios ejemplos de la persistencia de la Orden en el imaginario popular: desde un cártel de Los Caballeros Templarios" fundado en marzo de 2011 en México, hasta las fabulaciones que consideran a los Templarios como guardianes del Santo Grial (Spielberg cruzó a Indiana Jones con un Caballero Templario que custodiaba la Copa sagrada) o incluso con una especie de orden financiera secreta que mantiene un poder oculto pero activo o defensores de la dinastía secreta de Cristo y María Magdalena...hasta en literatura, el Código Da Vinci o el Péndulo de Foucault y algo de "El quinteto de Avignon" de Durrell, junto a algunas teorías conspirativas de "alcance mundial" que rozan el ridículo o, con más buena fe, sociedades secretas tipo masones o Rosacruces que reivindican ciertos parentescos con los Caballeros tan brutalmente extinguidos.
En otro orden de cosas, "El Mediterráneo", una de las joyas de la Corona que forman las obras de divulgación histórica de un diplomático metido a escritor, John Julius Norwich, fallecido el pasado mes de noviembre con 89 años. Se suele alabar a este tipo de escritores asegurando que tienen la pericia de un novelista ("se lee como si fuera una novela"). Creo que es un error. No hay ningún lector atento que lea las obras de Norwich (conozco dos) como "si fuera una novela". Es como comparar la visión de la película de Houston sobre "Bajo el volcán", la genial novela de Malcom Lowry, con la lectura de la misma. Hay tanta diferencia entre las dos artes narrativas, la del cine y la literaria, como entre el estilo de un buen novelista con el de un buen historiador (no sirve para los novelistas metidos en faenas historicistas, estos son híbridos). Mi lectura de "El Mediterráneo" me ha aportado elementos y gratificaciones muy distintas a las que me produjo el citado Durrell, el poeta Kavafis, Byron, Homero o Virgilio cuando escribían sobre el mismo mar.
¿Qué relación tienen entre sí las civilizaciones arcaícas de Egipto o las clásicas de Grecia y Roma, la guerra de Troya, la filosofía y la ciencia de las polis griegas, los misterios de Micenas o Cretas, el imperio basado en el Mar común, el "Nostrum" romano, las tres religiones monoteístas más importantes y conflictivas, las Cruzadas y la rivalidad entre cristianos y musulmanes por el poder y la gloria -que dura hasta nuestros días tomando vías de expresión tan sangrientas y codiciosas como las que protagonizaron los Caballeros Templarios (hablamos del terrorismo jihadista y de la incesante y salvaje inmigración que es el río que no cesa)- y otros eventos, los catorce siglos de esplendor italiano, la milenaria Turquía expandiéndose como otro de los grandes imperios del pasado que seguían la dinámica, auge, esplendor, decadencia y ruina; periodos de transición con el predominio hispano y el descubrimiento de América, que por breve tiempo desvió el interés de occidente hacia un océano más que hacia el mar de siempre, los asedios de Solimán el Magnífico contra Rodas y Malta (que reencontraremos en el siguiente libro de este artículo) y nuevamente la lucha entre la cruz y la media luna, la batalla de Lepanto, la aparición de un general corso ambicioso que gestó otro de los breves imperios de la historia, el de Francia, hasta la sangría brutal de la Primera Guerra Mundial, llamada la Gran Guerra, con millones de muertos y episodios vergonzantes que sólo serviría para consolidar los cimientos de otra guerra aún más bestial? Pues bien, el nexo común de los treinta y tres apasionantes capítulos de este libro, es obviamente, el Mediterráneo. Como bien subtitula Norwich, "Un mar de encuentros y conflictos entre civilizaciones". Apasionante.
En cuanto a "Los cuatro Príncipes", Norwich, logra darnos una idea cabal de la forja de la Europa moderna con todos sus defectos, sus limitaciones y sus excesos, a través de la glosa de cuatro príncipes que nunca debían haber reinado (dinásticamente hablando) y que transformaron la dinámica europea de una forma profunda. Con una prosa que supera en ironía y sarcasmo a la anterior, pero sin olvidar el rigor al dato histórico y a una documentación solvente, Norwich se ocupa de los cuatro príncipes, nacidos todos en un arco de diez años. Los cuatro coincidieron en los momentos de mayor poder de cada uno y aunque murieron relativamente jóvenes, sólo Solimán llegó a los 70 años (los tres reyes cristianos murieron entre los 52 y los 58 años) lograron cambiar la dinámica de progreso de Europa, en un continuo juego de rencillas, rivalidades, celos, traiciones y ambición, no sin disminuir la población de forma violenta a través de guerras entre ellos, problemas de religión (el cisma protestante, la Reforma) y la sempiterna rivalidad con los musulmanes (representados por un líder excepcional, el otomano Solimán y su imperio en expansión, aunque ligado a su figura, tras su muerte, como con Alejandro, se desmoronó) ocasionaron tantas salvajadas como las mismas guerras.
El inglés Enrique VIII, orondo y mujeriego (sus apetitos están en el origen de la Iglesia de Inglaterra y la ruptura con el Papado), el francés Francisco I, celoso del poder de Carlos I de España y V de Alemania y rival ocasional del ingles así como aliado ocasional del sultán turco, fraguaron una intrincada red de tratos, traiciones, venganzas y episodios sangrientos que no impidieron el enorme florecer del Renacimiento y la estimulante renovación religiosa, cultural y política que provocó la Reforma enlazando las tierras europeas con las de Oriente medio, creando los mimbres históricos que a través de los tiempos nos llevarían a explicarnos muchas de las características del momento actual. Fue en un arco de cincuenta años en el siglo XVI, donde las obras, ambiciones y codicia de estos cuatro príncipes "transformaron el mundo civilizado" como asegura el autor en la frase final del libro.
En resumen, tres libros cuya lectura resulta doblemente gratificante: no sólo por el cúmulo de datos, anécdotas históricas y chismes inevitables que ocasionan ese tipo poderoso de protagonistas, lo cual crea un enorme placer al lector; también porque la visión global informada de Norwich nos hace ver el revés de la trama, las conexiones causa-efecto que han ido configurando el tapiz histórico que nos permite comprender las situaciones políticas y socio-económicas actuales, con todas sus corruptelas y defectos. Resultan ser un oportuno y codiciado regalo de Reyes, ¿no les parece?
FICHAS
LOS TEMPLARIOS. Auge y caída de los guerreros de Dios.- Dan Jones.- Trad. Joan Eloi Roca.-512 págs. Ed. Ático de los Libros. 25,90 euros. ISBN: 9788416222803
EL MEDITERRÁNEO. Un mar de encuentros y conflictos entre civilizaciones. John Julius Norwich.- Trad. Emilio Muñiz.- Ed. Ático de los Libros. 748 págs. 29,90 euros. ISBN: 9788416222773
CUATRO PRÍNCIPES.- John Julius Norwich.- Trad. Joan Eloi Roca.-304 págs. 23 euros.Ed. Ático de los Libros. ISBN: 9788416222490
(Los lectores interesados encontrarán la versión completa de este artículo en diariodemimochila.over-blog.es )
Claudio Magris dedica un pequeño ensayo a una gran cuestión social, política, personal, filosófica e histórica: el secreto. Decía Voltaire que "el que revela el secreto de otros pasa por traidor y el que revela el secreto propio, pasa por imbécil." Pero eso no obsta para que el secreto esté rodeado de un extraño poder de fascinación: basta leer la palabra y ya tenemos nuestra atención dirigida y cautivada (y manipulada, seguramente). Hay una mórbida sugestión por los secretos (sobre todo los de los demás) y una ambivalente sensación, entre el rechazo y el temor, por los nuestros (junto a un difícil de explicar deseo por compartirlo como forma de lograr la valoración del otro). Freud lo convirtió en el buque insignia del psicoanálisis y Magris ha sacado el concepto a la plaza pública virtual del siglo XXI como lo que es: una bomba con la mecha encendida en una Red de redes que parece alimentarse con ellos y que han provocado, provocan y provocarán dramas y tragedias que encantarían a Shakespeare o a Platón, pero que aterrorizan a cualquier hijo de vecino de este siglo tecnológico que se nos ha ido de las manos.
Desde los "fake news", a las mentiras o los niveles de conspiraciones con fines políticos o económicos o simplemente delictivos comunes, los rumores, la maledicencias van sembrando una sombría y ambivalente nube tóxica que halaga los instintos más bajos de la audiencia global, creando una subespecie pérfida y patológica que se alimenta a sí misma y a la que la mayoría contribuye a aumentar. La antigua exigencia profesional de la constatación y el contraste de las fuentes de la noticia ha pasado al olvido. El filósofo Francis Bacon en el siglo XVII, lo dijo con claridad de proverbio: "difama que algo queda", la chafardería contagiosa va haciendo de la verdad un animal exótico sembrando de víctimas su recorrido y su existencia corta pero ponzoñosa (corta en las noticias del día pero no en el archivo social de las reputaciones: que le pregunten al pobre Morgan Freeman, un actor de lo más serio y probo de Hollywood, objeto de un fraude periodístico creado por una irresponsable que se cree periodista). Nunca en toda la historia humana ha habido tantos medios y posibilidades de desvelar secretos, inventar noticias y atacar o destruir reputaciones.
No hay una intención ensayística profunda en este conjunto de reflexiones en torno al secreto. Magris picotea en la cuestión y va dejando elementos para que el lector reflexione por sí mismo. No se trata de una hermenéutica del secreto sino más bien una fenomenología apoyada en ejemplos y autores varios (Marías, Chesterton, Singer), dada su proximidad con la literatura y el cine o, como en el caso del secreto de confesión, el autor saca a colación la eficacia de algunos blindajes o custodias eficaces.
Una cita de Chesterton sirve a Magris para preguntarse sobre la necesidad de desvelar algún tipo de secretos, por su falta de importancia o, en el polo opuesto, por los efectos dañinos innecesarios que podrían suponer su revelación. Como en "La Gaviota" de Chejov, también se platea la problemática de los secretos entre las parejas y la absurda necesidad de revelarlos que suponen más daño que lo que el propio secreto ocultaba. Y se pregunta al respecto sin la transparencia total es conveniente o si hay pequeñas zonas propias en las que conviene mantener la opacidad. Y de ahí carga contra “…el sofisticado crecimiento tecnológico de los medios de comunicación (que) permite violaciones de la elemental vida privada cada vez más inquietantes, en una espiral de comunicación global que se convierte en expropiación de la persona, voyerismo disfrazado de ciencia, de investigación social, de denuncia política, de chismorreo pseudocultural”.
Y más adelante añade: "Cada vez es más difícil conciliar la defensa de la persona con las crecientes intromisiones abusivas y la exposición a la luz pública de toda intimidad, similar a la picota de otros tiempos, con la lucha por desenmascarar los secretos, es decir los engaños y los crímenes que envenenan más y más la sociedad, el Estado, la vida de la comunidad. Hay una intimidad que debería ser inviolable, más aún en la época del nudismo psicológico y del registro universal de masas".
FICHA
EL SECRETO Y NO.- Claudio Magris.- Trad. Pilar González. 50 págs. Cuadernos Anagrama.ISBN 9788433916129