El joven filósofo Jordi Pigem acude en este su nuevo libro al génesis conceptual y existencial que los antiguos filósofos griegos, babilónicos y caldeos imprimieron en sus diversas, pero en el fondo coincidentes sistemas filosóficos, desde los presocráticos (que bebieron de saberes no europeos) hasta los helenísticos, es decir la comunión integral y holística entre el ser humano y el medio natural, entre la vida y la Naturaleza. La asunción del principio básico, formamos parte de un Todo y el proceso hacia la "vida buena" (que desde Pitágoras a Anaximandro, Demócrito y después Epicuro y en menos medida los estoicos ) se convertiría en la máxima normativa para la filosofía, en su razón de ser.
Esta visión "postmaterialista de la vida y la conciencia", en abierta consonancia con el progreso científico en la constitución de la materia y los hallazgos de la física cuántica (donde aún resuenan las intuiciones geniales de aquellos antiguos filósofos anteriores a Cristo), da al resumen y concreción esquemáticas de Pigem una sensación de "dejà vu", de algo sabido pero no vivenciado, algo que debemos integrar en nuestras vidas. Un nuevo tipo de percepción que, en esencia, puede cambiar nuestros modos y estilos de vida y mentalizarnos de nuestro ser y de su integración en un Todo que nos supera y al que pertenecemos aunque no sepamos entenderlo.
Los datos científicos, filosóficos o simplemente racionales que Pigem ha reunido para nosotros son abrumadores y muy útiles. Nos proporciona una estructura de pensamiento en el que cuestiones como la "conciencia animal o vegetal", la bilogía que sustenta a la conciencia humana (comienza a estar obsoleta la afirmación de Francis Krick sobre la inexistencia biológica "del alma"), la problemática que inspira el perfeccionamiento técnico de la llamada "inteligencia artificial", los misterios que evoca la naturaleza real de nuestra propia inteligencia y sus ubicaciones cada vez menos estrictas (del cerebro al corazón pasando por la llamada memoria corporal"). A ello Pigem añade las actuales tenencias de la psicología y la filosofía más avanzadas sobre conceptos que ya los griegos apuntaban como búsqueda de la excelencia vital, desde la "autarquía" hasta la autorealización, en ese bucle conceptual que lleva desde los escépticos y los epicúreos hasta Wittgenstein, Rusell , Kant, Spinoza o Heiddeger, pasando en tono menor por nuestros Ortega (y su precisión sobre el "ensimismamiento") y la Zambrano.
Exactamente reflejando aquella frase de Kurt Goldstein que Pigem cita: "La tendencia a realizar su naturaleza, a autorealizarse, es el impulso básico, el único impulso que determina la vida del organismo". En este apartado me ha encantado conocer a Naess, un filósofo noruego que ha descubierto gracias a nuestro autor.
En resumidas cuentas, un libro documental y clarificador, en el que todo estudioso de la conciencia y la filosofía operativa o el simple interesado en entender su propia existencia, encontrarán datos e información sobre ello.
FICHA
INTELIGENCIA VITAL.-Jordi Pigem, Ed. Kairós. 191 págs. 14,25 euros. ISBN 9788499884929,
Descubrí a Jordi Pigem a través de su libro “Buena Crisis. Hacia un mundo materialista” cuya reseña puedes leer pinchando sobre el enlace, así como su participación en otro interesante volumen titulado “Espiritualidad y política” del que también puedes entrar en mi reseña de la BiblioMind.
Sus interesantes aportaciones a una nueva forma de entender el mundo que habitamos y encontrar un camino para reconocer que es lo que nos está pasando en este cambio de era se ven ahora ampliadas por este interesante volumen que Jordi Pigem ha subtitulado como una visión postmaterialista de la vida y la conciencia.
Es atravesar ese espacio de conocimiento en el que se reconocen muchos ámbitos de la vida como meramente resultado de un movimiento mecanicista, a entender que hay una inteligencia vital en todo lo que nos rodea y que todo ser vivo posee capacidades que otros no tienen.
Hay un intento de autorrealización de todo ser viviente que Jordi Pigem nos anima a descubrir a través de este texto para incidir en el descubrimiento de la inteligencia vital.
En un cambio de era como el que estamos atravesando, visiones claras como la de Jordi Pigem son muy interesantes para poner luz sobre el mundo que habitamos.
Esta “Inteligencia vital” de Jordi Pigem que te animo a leer, es otro de los textos en los que el autor trabaja en ese nuevo desarrollo de un nuevo paradigma.
Doctor en Filosofía y uno de esos seres “sabios” que te vas encontrando por la vida, nos habla de cómo todo lo vivo está dotado de percepción y sensibilidad o de cómo hay inteligencia en los animales, en las plantas e incluso en los seres unicelulares.
Jordi Pigem a través de la inteligencia vital nos descubre que lo que guía a los organismos no es la superviviencia sino la autorrealización.
Como ya queda señalado en la introducción del libro, Jordi Pigem nos dice que “está desarrollándose una nueva forma de entender la vida que a veces empieza a llamarse post-darwinista o post-genómica, porque recoge lo que hemos aprendido de Darwin y del genoma, pero lo integra en un contexto mucho más amplio y más lleno de sentido” y que “la nueva biología muestra que todo lo vivo, desde el nivel celulr, está dotado de sensibilidad. Y de algún tipo de inteligencia. Podemos llamarla inteligencia vital, la inteligencia connatural a todo lo vivivente”.
En definitiva, un gran descubrimiento para amar, todavía más, la vida. Es la inteligencia vital “no calculadora y no discursiva que sostiene lo que somos y lo que hacemos
Jordi Pigem, filósofo y escritor, acaba de publicar un nuevo libro ( Inteligencia, Kairós), donde reivindica el uso de la inteligencia para establecer una nueva relación con la naturaleza y proteger a sus seres vivos.
Está cambiando nuestra sensibilidad con respecto a la naturaleza y a las otras formas de vida. Los animales tienen sensibilidad e interioridad; no son simples máquinas genéticas como pretendía la ciencia del siglo XX. De hecho, la ciencia muestra de manera cada vez más clara que los animales son seres sintientes, dotados de sensibilidad e interioridad. La vida y la experiencia siempre van juntas, como ya vieron hace medio siglo el biólogo Faustino Cordón y el filósofo Hans Jonas. Cada ser vivo tiene su experiencia y su mundo, diferentes del nuestro, pero mucho más sofisticados de lo que pensábamos.
¿Los animales también tienen emociones e inteligencia?
Darwin no tuvo problemas a la hora de hablar de emociones en los animales. En una de sus obras clave, La expresión de las emociones en los animales y en el hombre, concluye que animales y humanos expresamos los mismos estados mentales con movimientos similares. Y en El origen del hombre habla de inteligencia en insectos, arañas y todo tipo de animales. Y al final de su vida cedió sus notas sobre inteligencia animal a su amigo George Romanes para que escribiera un libro sobre el tema. Esta parte del legado de Darwin ha sido más de cien años ignorada. Pero hoy las publicaciones científicas muestran que hay algún tipo de inteligencia en todo tipo de animales.
¿El animal tiene conciencia?
Con respecto a los animales, hay una resistencia antropocéntrica a reconocer su conciencia. Pero eso está cambiando. En el 2012, en la Universidad de Cambridge, un grupo internacional de eminentes neurocientíficos, en presencia y con el apoyo de Stephen Hawking, proclamó la declaración de Cambridge sobre la Conciencia, en la que se afirma de manera inequívoca que hay conciencia en todo tipo de mamíferos
¿Es así...?
Muestran conductas con intención y responden a los fármacos que afectan a la conducta humana de manera similar a como lo hacemos nosotros. El neocórtex humano, añade la declaración de Cambridge, no es, de ninguna manera, necesario para experimentar estados afectivos.
¿Tiene que cambiar nuestra relación con los animales?
Tiene que cambiar y ya está cambiando. Un ejemplo fue la prohibición de las corridas de toros en Catalunya y en Canarias. O las iniciativas para conceder derechos a los animales o a los ecosistemas. Tenemos que huir del espejismo que nos hacía creer que somos los únicos seres dotados de inteligencia y sensibilidad. Nuestra actitud colonial ante la naturaleza no tiene justificación. Estamos extinguiendo especies a un ritmo más de cien veces superior al de antes de la revolución industrial. Es un reflejo de cómo desenfocamos nuestra inteligencia mientras ignoramos la inteligencia de las otras formas de vida. Todos los seres responden mejor cuando los tratamos, no como a objetos, sino como a una segunda persona.
¿Hasta dónde tienen que tener derechos los animales?
Irán creciendo a medida que crezca nuestra conciencia. El lenguaje de los derechos es necesario, pero a veces es muy abstracto. La actitud genuinamente ética surge espontáneamente cuando transformamos la percepción de nuestro lugar en el mundo y aprendemos a confiar en nuestra intuición y en lo que nos dice la vida.
Las redes sociales muestran el maltrato a los animales, en los mataderos, en las granjas... ¿Son útiles para estos fines?
Las redes tienen una gran capacidad para revelar lo que estaba escondido. En las granjas industriales los animales son tratados como máquinas de producción de proteínas, como simples objetos de consumo. El granjero tradicional cuidaba un animal enfermo sin pensarlo dos veces; en cambio, la ganadería industrial saca la calculadora y hace sólo lo que resulta más rentable. No hay ninguna consideración hacia la interioridad de los animales, que viven en condiciones totalmente artificiales. Los animales de las granjas industriales de EE.UU. ingieren once millones de kilos de antibióticos cada año viviendo en el límite de lo que pueden soportar sin enloquecer o morir prematuramente. Éticamente eso es un desastre, que tiene repercusiones ecológicas y en la salud humana.
¿Cuál es la idea central de su nuevo libro, Inteligencia vital?
Hay una inteligencia inconsciente que regula lo que somos y lo que hacemos y que late en toda forma de vida. Los billones de células de nuestro organismo se coordinan con una inteligencia que la ciencia a duras penas empieza a entender. Cuanto más estudiamos la vida, más vemos que es un prodigio. Pero es un prodigio que estamos destruyendo. Ya es hora de que utilizamos nuestra inteligencia, no para destruir la vida, sino para protegerla y aprender a fluir con ella.