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16 junio 2012 6 16 /06 /junio /2012 07:57

la-pesca-de-salmon-en-yemen-cartel-1.jpg

 Hay algo en esta película que no logra funcionar del todo bien. La idea inicial es magnífica y divertida, los intérpretes (Ewan McGregor, un poco fuera de lugar, y Emily Blunt, un poco excesiva, haciendo equipo con la mejor, Kristin Scott Thomas, divertidísima en su paródico rol de jefa de prensa del Ministerio británico de Asuntos Exteriores, aunque uno no acaba de verla en él, a no ser que ruede con estimulantes y a veces parece que así lo haga) se ajustan a sus irónicos papeles, el director sueco Lasse Halström sabe sin duda lo que se hace y filma con elegancia y un cierto alejamiento la historia de alta política internacional. Hay una sátira política inmersa en la trama, casi con la importancia humorística de la célebre "Noticia Bomba" de Amis padre, pero --y creo que aqui está el fallo-- Halstrom decide inclinar su atención (y la de la pelicula) hacia el romance entre los dos protagonistas, desperdiciando la jugosa carga satírica que podría haber hecho de "La pesca de salmón en Yemen" uno de esos filmes británicos de finísimo y demoledor humor.No ha sido así y no puedo juzgar por el libro en el que se basa el guión, escrito por Paul Torday, ya que hasta el momento no lo he leido. Cuando lo haga reformaré lo que haga falta de este reseña critica.

El asunto es encantadoramente provocativo: el jeque Mohamed ben Zaidi, un riquísimo líder político y religioso yemení, decide embalsar el agua de las montañas de su seco pais para crear un rio artificial y con él un corredor verde en el desierto para, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que diría un clásico, usar ese neo-rio para cultivar su pasión deportiva: la pesca del salmón con mosca.

Para llevar a cabo ese faraónico y aparentemente descabellado proyecto el jeque (un místico Amr Waked, un poco estirado en su papel) cuenta con la ayuda de su agente financiera en Inglaterra, Harriet (Emily) y un funcionario del Fomento de la Piscicultura (Ewan). El Gobierno británico a través de la avispada y demoledora consejera del primer ministro (Kristin) se vuelca en apoyar el proyecto no sólo por los réditos económicos que dará a Gran  Bretaña sino por el hecho de que, al fin, un asunto entre arabes y británicos no tenga nada que ver con bombas y muertes (réditos políticos para la figura del primer ministro).

Una fotografía excelente, montaje adecuado, música magnífica y buenos intérpretes...si, pero no acaba de fiuncionar. A uno le sabe a poco el partido "político" que se le saca a la sorprendente puesta en imágenes de una idea no menos sorprendente. Ni siquiera el hecho de que los salmones, traidos en avión y depositados por gigantescos helicopteros militares en las aguas del embalse yemení, puedan o no remontar el río, logra interesar demasiado al guionista y con ello al espectador, ensarzado en la trama amorosa triangular entre Emily, Ewan y el novio recien estrenado de esta, un militar destinado a Afganistán que es dado por desaparecido y aparece al final. La subtrama política no logra perfilarse con habilidad y tanto las circunstancias internas politicas del Gobierno británico, como las actividades terroristas de la oposición yemení, no logran adquirir la importancia que deberían y acaban siendo anécdotas con cierto tufillo satírico no buscado y por tanto ridiculo.

Lo cierto es que uno no acaba de ver a Ewan como científico, no entiende demasiado el caos emocional de Emily, no entiende porqué se coge a una actriz dramática excelente, Scott Thomas, para un papel casi cómico. Y a ello se suma que uno no nota vibración amorosa alguna entre Ewan y Emily, por mucho que ambos se esfuerzan en mostrarla y seguir el guión. Y el jeque, pobre, parece incapaz de salir de la armadura tópica que le han puesto. Y no olvidemos a los actores que hacen de esposa de Ewan y de novio-amante de Emily: son auténticos convidados de piedra de una historia que se deshilvana como un frente de nubes bajo el sol. En suma, podía haber sido una buena película. 

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11 junio 2012 1 11 /06 /junio /2012 09:30

sleeping-beauty-cartel.jpg

La "Bella Durmiente" de  la australiana Julia Leigh, con el patrocinio de la también directora Jane Campion (que hace labores de producción y quizá algo más, lo prueba la semejanza de esta película con esa desasosegante frialdad animica que puebla las de la Campion, recordemos "El piano") es una versión perversa, de un erotismo retorcido, del cuento infantil. Creo recordar que hay una costumbre erótica japonesa, en hombres de gran poder económico, que consiste en dormir a las jóvenes con las que se acuestan y hacer con ellas lo quen quieren bajo unas limitaciones. Incluso me parece recordar a un novelista japoinés que lo incluye en un relato (Yasunari Kawabata, en "La casa de las bellas durmientes"). Quizá sea una versión australiana de la novela japonesa; si es asi, no hay rastros de ello en los titulos de crédito, o yo no lo he sabido ver.

Pero volviendo a nuestra película, se nos narra la vida de una joven universitaria (Emily Browning, excelente elección) que se busca la vida como puede para pagarse los estudios. A través de un anuncio de empleo universitario contacta con una sofisticada madame (genial y gélido, el primer encuentro donde la joven es evaluada fisicamente para su tarea, en un amabiente elegante y burgués) que le proporciona un trabajo muy bien remunerado, primero como sirvienta semidesnuda en un banquete de hombres mayores adinerados y después como prostituta de lujo en la modalidad de "bella durmiente". Es decir, es narcotizada antes del encuentro para que el hombre que ha comprado sus servicios a la "madame" pase con ella una noche en la que esta prohibida la penetración vaginal y los golpes o malos tratos, pero todo lo demás está permitido. Cuando despierta de la droga es enviada a casa, muy bien pagada.

De esta manera la joven sale de apuros. Esa anécdota erótica se nos explica con una imagen elegante, unos ambientes lujosos, unos personajes patéticos pero casi todos inteligentes y formados culturalmente y...una frialdad tan exigente que el espectador acaba viviendo los encuentros como pesadillas donde el erotismo queda diluido en la indefensión y vulnerabilidad de la muchacha. Su vida general queda logicamente afectada por las experiencias y las relaciones de la chica con otros hombres y en sus estudios y trabajos, resultan enigmáticas y algo desequilibradas.

Julia Leigh, la directora, es una novelista de cierto prestigio en los paises anglosajones (ignoro si está publicada en España aunque su apellido me resulta familiar) pero su discurso cinematográfico es un poco deshilvanado y en exceso triubutario del estilo de la Campion, a mi parecer.

Recuerda por el ambiente opresivo, lujoso y algo excesivo, a la ultima película del maestro Kubrick ("Eyes Wide Shut") aunque no llega a resolverse con tanta habilidad como en aquella cinta genial y poco comprendida, protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman.

Emily Browning logra dar a su difícil papel un laconismo y una reserva que parecen aumentar la fuerza erótica de su cuerpo, una especie de ninfa que hubiera enloquecido a Humbert Humbert, el profesor de la "Lolita" de Nabokov. Y así nuestra directora pone a esa niña crecidita a disposición de lujuriosos y seniles clientes en la edad de los metales, oro en la cartera, plata en el cabello y plomo en el sexo. Las imagenes resultantes rozan la escatología y crean un poso de repugnancia y de temor por la "angelical" Emily. Pero al final uno no sabe muy bien de qué pie cojea nuestra ninfa, cuyas relaciones son de una sorprendente falta de solidez (no alguna  aislada, sino todas), con secuencias tan escasamente explicadas como la aportación de la joven al mundo de la ciencia con poco estimulantes escenas de inserción gástrica de globitos para medir algo que desconocemos, en un ambiente entre laboratorio de Frankestein y oficina bancaria.

En la ruptura del ritmo filmico para permitir la extrapolación de discursos de algunos personajes, se nota la raiz literaria de la directora, que no sabe muy bien como resolver la evidente falta de coherencia filmica.

En suma, una película formalmente deslumbrante, realizada e interpretada con una frialdad pasmosa y con muchos altibajos en  el ritmo y el desarrollo argumental. Las tres secuencias dedicadas a los clientes en pleno uso de sus facultades con el cuerpo inanimado de la muchacha, llegan a impresionar (y no precisamente de una forma erótica). La reflexión de la vejez, el deseo y su terminación, la impotencia masculina, queda subsumida en la imagen vulnerable y extrañamente poco sensual del bello cuerpo desnudo de la actriz, cual muñeca erótica de goma zarandeada por el tosco deseo impotente de unos viejos.

 

 

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10 junio 2012 7 10 /06 /junio /2012 09:20

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Seguimos la saga de los hombres de negro, o mejor, de un Will Smith  haciendo de sí mismo y un Tommy Lee Jones lejísimo de su "Sunset Direct" y de sus buenas actuaciones de costumbre, mostrando un cansancio que parece habersele contagiado al director de estas tres películas, una serie que empezó de forma rompedora, audaz e inteligente, se descafeinó en la segunda parte y se vuelve reiterativa y tan estirada como las antinaturales facciones de Tommy en la tercera.

Ahora es un malvado interestelar, Boris "El animal", un "boglodita" encarnado por Jemaine Clement (que nos recuerda al malo-cucaracha de la primera entrega, aunque es menos desternillante y autoparódico) que escapa de la prisión lunar y vuelve a la  Tierra para vengarse de "K" (Tommy) el cual cuarenta años antes le dejó sin un brazo y le encarceló. Nuestro apuesto "J" (Will) deberá regresar a los años sesenta para tratar de cambiar la historia y salvar la vida de su compañero y amigo. En aquella época se encontrará con un "K" más joven y sin arrugas, encarnado por James Brolin con la misma apatía refunfuñante pero sin el carisma de Tommy, aunque si su efectividad cómica. El juego irónico y paródico de las ucronías y las referencias al pasado va desarrollándose en "gags" un poco reiterativos como los "disfraces" de los diversos alienígenas o alguna que ottra referencia a otros personajes de la saga (hay un retrato del divertido perro de la segunda parte, compañero de "J" ).

Es obvio que se trata de sacar  más leche a la vaca de negro y  para ello el guionista Etan Cohen (nada que ver con los geniales hermanos idem) trata de revivir viejos chistes, apostar por el siempre agradecido recuerdo de antaño y tratar de que los efectos especiales se ajusten al propósito de gigantesca broma irreverente que impulsa la saga desde el principio. Tal vez  acierte en algunas escenas paródicas (la de las bromas de conocidos personajes reales que resultan ser alienígenas, ya está un poco manida), pero lo de Andy Warhol  y Mick Jagger, arranca alguna sonrisa.

El ritmo decae a menudo y el espectador se pregunta ¿qué hace un chico como él ante otra película como ésta? Una inesperada Emma Thompson como jefa del cotarro (¿Se les habra pegado la moda que inauguró 007 con una "M" mujer y usando también a una excelente actriz, Judy Dench?) consigue animar la función, tras un comienzo prometedor. Los gestos de Emma tratando de imitar las voces de un alienígena en el funeral del anterior jefe de MIB, cuya foto tam bién nos recuerda al actor que lo encarnó en las dos peliculas anteriores.

Aquí echamos de menos más imaginación y más audacia para lograr superar un listón que, aun no estando demasiado alto desde un punto de vista cinematografico, si lo estaba en cuanto a ingenio visual y sano gamberrismo en los actores (fiados de la buena quimica entre Smith y Jones). Y nada que se parezca al soberbio final de la primera entrega, aquel "zoom out" que llevaba a años luz de la Tierra y nos mostraba que nuestra galaxia, la Via Lactea no era mas que una canica para el juego de un ser inconcebible. Sin embargo en este tercera parte (esperemos que se cierre la saga) hay un cierto abandono al sentimentalismo facilón, error en el que no incurrió ninguna de sus hermanas, a pesar del brillante giro narrativo que contiene las escenas finales. Barry Sonnenfeld, artifice de las tres partes de esta saga, debería tomarse un descanso.

En realidad no hay nada nuevo en esta película y si la intención era hacer otra explotación tipo James Bond, haría falta un equipo de guionista más imaginativo y audaz y tal vez, lo siento Will, ir pensando en otro protagonista. La tentación es grande. Ojalá no caiga nadie en ella. Creo que ya tenemos bastante con lo que hemos visto.  

 

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6 junio 2012 3 06 /06 /junio /2012 07:58

profesor-lazhar-cartel1.jpg

 

Reconozco que las películas de profesores desde el lejano "Mr. Chipps" (y en la versión de Robert Donnat más que en la cursilada musical de los setenta interpretada por Peter O'Toole y una nada creíble Petula Clark) pasando por la sentimentaloide "El Club de los poetas muertos" o la oportunista "Escándalo en las aulas" con Sidney Poitiers, me han atraido mucho. Mucho más serias y menos sentimentales de que las americanas, son interesantes las peliculas francófonas de este género, al estilo de "La clase" de Laurent Cantet ,"Ser y tener" de Nicholas Philibert y "Hoy empieza todo" de Bernard Tavernier. Esta película canadiense, "Profesor Lazhar", se inscribe un poco más en la línea de estas producciones.

En ella vivimos la peripecia vital de un refugiado politico argelino de media edad, Bachir Lazhar, que se presenta en una escuela de Montreal solicitando el puesto de profesor que ha dejado vacante una mujer que se ha suicidado en la propia clase en la que impartía sus enseñanzas  causando un fuerte trauma psicológico al alumnado de la escuela y principalmente a dos de sus propios alumnos.

Philippe Falardaeu nos muestra al "profesor" argelino y nos desvela poco a poco algo de su trágico pasado en Argelia, donde llevaba un restaurante y estaba casado con una profesora y escritora politicamente incorrecta en su país, tanto que es asesinada junto a su hija mientras Lazhar ya está en Canadá gestionando la llegada de su familia. Sin embargo la habilidad en la gestión de la trama hace que no nos importe nada si Lazhar es en verdad quien dice que es o no, ya que lo que impulsa la película es la trama escolar, el drama de dos de los niños afectados por el suicidio de su maestra y la interacción entre los niños y el falso profesor y entre este y sus compañeras profesoras y la directora de la escuela.

La cálida cercanía, digamos meridional, del profesor argelino contrasta vivamente con una obsesiva frialdad escolar en la que el contacto fisico con los alumnos está prohibido y muy castigado y las sombras de los abusos parece cernirse en toda la historia (de hecho, un presunto abuso en forma de abrazo o beso afectuoso es el motivo por el que parece haberse suicidado la profesora ante la denuncia de un desequilibrado alumno suyo).

La magnífica, contenida, correctísima, emocional y tierna presencia de Mohamed Fellag, no exenta de ambigüedad y un cierto misterio, es clave en la cinta. Su actuación da sentido a las emociones que muestra el resto del elenco, sobre todo los niños, cuya presencia muestra la esmeradísima labor del director. Estos se enfrentan a un mundo de prioridades y valores  que ya no les pertenece, contradictorio y antagónico, representado por el profesor y sus métodos de enseñanza e interacción (lo que, como era de esperar, un diez al realismo de la pelicula, provoca reacciones de rechazo en algunos de los padres).

Por otra parte esta pelicula polisemica nos permite otra lectura, la fuerza de la impostura, es decir cómo la actividad del "profesor" va provocando que éste se convierta en un paradigma positivo de la profesión que está suplantando, motivado por las vivencias que las circunstancias provocan en la interacción entre niños y profesores. Y como parte de ese esquema, la profunda tragedia interior de Lazhar, el asesinato de su familia, que él contrapone en el mismo plano a la brutal desaparición autoinducida de la profesora que sustituye. Ese negarse a actuar ante los niños "como si no hubiera ocurrido nada" provoca una respuesta  de Lazarh, que sabe intuitivamente que es preciso la aceptación para superar el drama y que la ocultación no sirve más que para aumentar los efectos negativos psicológicos de lo ocurrido.

No hay trampa ni cartón, ni empalagos de falsa ternura, si sentimentalismo de cartón piedra. Los niños son reales  y se comportan como tales, con sus diversos niveles de madurez . No hay manipulación de la imagen y mucho menos del mensaje. "Profesor Lazhar" nos habla de un tema tabú en nuestra sociedad de la abundancia y el desperdicio (emotivo): nos pide que aprendamos a convivir con la muerte, no como concepto sino como realidad que hay que asumir y comprendiendo, superar. "Los muertos se quedan en nuestra cabeza porque les amamos" dice el profesor al unir las tres muertes que marcan la trama. Ya que la muerte no es algo distinto de la vida, o su opuesto, sino que forma parte indisoluble de la misma vida y hay que aceptar su presencia, hacer el duelo si es el caso y seguir con la existencia y el disfrute de todo lo que la vida nos ofrece.

Mención especial a la pequeña Sophie Nélisse, cuyo personaje e interpretación, rozan la perfección.

 

 

 

 

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5 junio 2012 2 05 /06 /junio /2012 07:52

blancanieves-y-la-leyenda-del-cazador-cartel2.jpg

 

En un par de meses han coincidido en las carteleras de estreno dos versiones del cuento presuntamente infantil "Blancanieves y los siste enanitos". Una versión edulcorada y casi de Bolliwood dirigida por Tarsem Singh, de la que ya hablamos aqui (consultar criticas de cine) y la presente, oscura, rompedora y poco infantil versión en la que la malvada reina (bellísima Charlize Theron) es realmente bella, malvada y muy torturada, el espejo mágico es una versión delicuescente de los relojes blandos de Dalí y el bravo y rudo cazador Chris Hemsworth (sigue siendo tan soseras como en "Thor", más músculo que inteligencia, pero aqui ha ganado en simpatía) parece tener más química --y física erótica--con la reina malvada que con la dulce y poco creíble Kristen Stewart. Mucho uso de ordenador y un  director Rupert Sanders, proviniente de la publicidad que, a mi entender, hace un producto muy digno dentro de los parámetros de lo comercial y rozando la insatisfactoria categoría del "cine palomitas". Como ocurría con "Los vengadores" parece que ese género de uso, disfrute y olvido se está ganando a pulso en algunas--pocas ocasiones-- sellos de mayor calidad.

Doscientos años después de que los hermanos Grimm escogieran esta leyenda centroeuropea para confeccionar uno de sus duros "cuentos infantiles" y de que Disney hiciera su panfleto blandengue y sentimentaloide marcando el relato con el baldón de cursilería para varias generaciones, hay alguien que se atreve a bucear en el trasfondo sanguinario, cruel y feroz pero al tiempo valeroso manual de crecimiento psicológico de aquellos llamados cuentos infantiles, desde la "Caprucita Roja" que ya vimos hasta esta "Blancanieves" que no ahorra truculencia, agresividad y dureza a la versión adulta de la historia.

La puesta en escena es magnífica con momentos antológicos casi siempre relacionados con la reina malvada, la auténtica protagonista de esta historia fascinante visualmente: recordarán siempre la transformación de la reina negra en un viscoso alquitrán que nace de cuervos muertos o los monstruos que crea de brillantes cristales oscuros (todo ello en un ambiente muy de "El señor de los Anillos", sin llegar  a ser clónico.

Amor que provoca primaveras y odio que encierra la oscuridad y la putrefacción, los simbolos están tratados de manera inconfundible y clara, con una belleza formal tenebrosa que recuerda un  poco el mundo de Burton.

"Blancanieves, mirrro, mirror" la versión dulce y musical no tiene nada que ver con esta "Blancanieves y la leyenda del cazador", excepto el cuento en las que se basan. Lo demas es brillantemente diferente y en ambos casos, mas en esta segunda, de bastante acierto. A lo largo de más de dos horas el espectador asiste a un espectáculo vibrante, a veces el ritmo decae, pero en general se mantiene con  vigor y sopresas (la aparición y comportamiento de los enanos --magnificos actores reducidos por ordenador y con caracterizaciones y maquillajes sorprendentes: me ha encantado por ejemplo el del magnifico Toby Jones y el no menos encomiable Bob Hoskins-- o los harryportianos manejos de la reina aspirando la juventud de muchachas virgenes).

Película digna, pues, que aunque no la recordaremos jamás dentro de ese reducido lugar de las obras maestras, tiene virtudes que al menos la hacen digna del bastante abusivo precio de las localidades (lo cual va vaciando las salas y, paradójicamente, haciendo más caras las entradas).

 

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4 junio 2012 1 04 /06 /junio /2012 09:06

los-diarios-del-ron-cartel.jpg

 

Asistimos en esta película a los primeros pinitos literarios de uno de los "gurús" del llamado "new journalism" norteamericano, --nacido en los setenta y que revolucionó la literatura periodística con las obras de Truman Capote, Thomas Wolf y algunos otros--, Hunter S. Thompson, autor de "Miedo y asco en Las Vegas", una de las "biblias" del lisérgico desenfreno literario de autores sumergidos en el alcohol y la droga (bastante menos valiosos literariamente que otros más antiguos como Thomas de Quincey, Poe o Baudelaire) y que fue llevada al cine por el irregular ex Monty Piton, Terry Gilliam, en una película absurda (también con Johnny Deep) 

Interpretada también  por el camaleónico Johnny Deep (que fue amigo personal del escritor hasta que este se suicidó en 2005) se nos narra la llegada del personaje que interpreta al autor, Paul Kemp, a Puerto Rico para trabajar como redactor en el Star, un periódico local de escasa importancia y que está a punto de cerrar. Quizá el comienzo sea lo más notable de un filme que no acaba de encontrar el ritmo y el tono adecuado. "Los diarios del ron" es un manuscrito de Thompson olvidado en algun cajón hasta que lo rescató el actor Depp y se propuso hacer una película de él como tributo a su amigo fallecido.

Y así es como hemos de ver este relato alcohólico, excesivo, absurdo, discontinuo e irregular, en el que un improbable Kemp-Thompson metido en la piel de un joven periodista alcoholizado y pretendidamente inteligente y sagaz, nos pinta una sociedad corrupta, la de Puerto Rico, a principios de los sesenta.

En un momento de este filme extraño, el director del Star, interpretado por un magnifico Richard Jenkins, le dice a Depp al comentar el tipo de sociedad portoriqueña que la metrópoli permite que se desarrolle y medre en el patio de atrás de la gran patria norteamericana: "No estás dormido, estás despierto. Este es el sueño americano". Pero excepto dos o tres pinceladas casi demagógicas que Depp se permite para acreditar su "olfato" periodístico, todo lo que nos cuentan sueñan a mala resaca de whisky o ron, o una pesadilla lisérgica creada por el lsd (como la secuencia del uso de esa droga con su amigo el fotografo Giovanni Ribisi).

A pesar de la fuerza gestual del perplejo Depp, que parece parodiarse continuamente a sí mismo o la impagable Sparrow de "Piratas del Caribe", los mejores actuaciones son las del citado Jenkins, la de Ribisi e incluso la de Aaron Eckhart, que hace un sorprendente papel de marrullero vividor sin escrúpulos. Bruce Robinson dirige al cotarro de actores en una suerte de muestrario de escenas sin ningún ritmo y con una languidez que hace pensar en que todos, incluido el equipo técnico, estaban bebidos o fumados mientras hacían la película en las calles y playas de Puerto Rico.

Los ojos inyectados en sangre del borracho Depp al inicio de la película y su desternillante enfrentamiento con el camarero que le trae el desayuno, tras la magnifica secuencia de los titulos de crédito con un avion rojo paseando por los cielos de Puerto Rico hasta pasar por la ventana del hotel donde se aloja un resacoso Depp, son uno de los aciertos de este director, al que no se le puede reprochar una decidida honestidad en la puesta en imagenes de un libro que supongo bastante impublicable por caótico y poco significativo fuera de las gamberradas etilicas y tal vez algo obsoleto en su retrato del ya sobrepasado "periodismo gonzo", en el que el periodista forma parte de la crónica de lo narrado e influye personalmente en su desarrollo, al convertirse en uno de los actores de la trama. Película fallida, pero con ciertas virtudes para formar parte de ese "Inferno" de los filmes que tiene valores extracinematográficas que probablemente la convertirán con el tiempo en pasto de cinéfilos.

  

 

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2 junio 2012 6 02 /06 /junio /2012 07:15

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 De vez en cuando cae en mis manos de forma casual un dvd en el que, menos a menudo, alcanzo a conocer una peli magnífica que me pasó inadvertida en su paso por salas. Es una sorpresa muy agradable y uno en esas ocasiones se hace cruces de los tesorillos que nos debemos haber perdido por mala distribución o escasa promoción de algunas películas que no pertenecen ni emanan del star system.

Aquí se trata de una adaptación al cine de una obra de teatro de André Bovell, "Speaking in tongues". Trata sobre algo tan antiguo como el mundo, las parejas humanas y su amor y desamor, sus rutinas, sus mezquindades, sus crueldades, flaquezas y traiciones. Nada nuevo bajo el sol ni frente a la cámara. Como de costumbre todo depende de cómo se cuente.

 Ray Lawrence el director de esta película australiana (una filmografía muy respetable y no demasiado conocida), sabe cómo hacerlo: nos presenta a un grupo de personas, hombres y mujeres, atrapados en unas vidas desnortadas, desequilibradas por la rutina y la falta de comunicación. Son personajes muy reales, bastante entrañables en general, con sus defectos y sus debilidades, su sentido y necesidad de afecto y sus ilusiones.

A través de dos personajes clave, la psiquiatra Valerie y el policía Leon y sus respectivas parejas y sus conexiones con otras parejas, se conforma una especie de "Vidas paralelas" de Altman, en las que unos y otros van cruzándose y alejándose o uniéndose, en un eficaz ritmo que va propiciando la muerte (sospechosa en un principio) de la doctora y la presunta culpabilidad de un joven marido absolutamente inconcebible como asesino (a no ser por el rapto de locura o de borrachera que nos puede convertir a todos en potenciales asesinos casuales).

La historia comienza a plantearse como un drama de parejas, pasa a convertirse en un trhiller magnificamente inquietante y vuelve al final a la tragicomedia de las relaciones amorosas y familiares. Si a ello unimos un conjunto de actores en auténtico estado de gracia, miel sobre hojuelas. Espectacular el gran Anthony La Paglia (tan encasillado en películas de mafias) y todas las actrices sin excepción, Barbara Hershey o Kerry Armstrong, Rachel Blake o Daniella Farinacci. Mención aparte la aparición casi episódica de ese soberbio actor inglés llamado Geofrey Rush, muy alejado de sus papeles del pirata del Caribe Barbarrossa, rival de Deep.

Y por supuesto, el montaje, la fotografía, la música y la producción técnica rozan niveles de excelencia. En resumen, qué gran película para hebar tenido tan lastimosa promoción. Vaya a una tienda de cine en DVD y localícela. Disfrutará.

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1 junio 2012 5 01 /06 /junio /2012 07:36

los-vengadores-cartel.jpgBueno, a veces el "cine palomitas", el cine de entretenimiento con pretensiones artisticas e intelectuales a nivel de cero, da en realizar una obra divertida, compleja, ambiciosa y coherente. "Los Vengadores" es uno de esos milagros que resume, compendia y mejora a todas las producciones de super héroes que hemos visto --o padecido-- en los últimos tiempos. Aun no siendo uno desgustador de los comics de la Marvel, sello americano rabioso de la "american way of life" o incluso en algunos casos, como con "el capitán América"  casi totalmente opuesto y crítico, lo cierto es que he visto "Los vengadores" de un director casi principiante Josh Whedon, como un agradable entretenimiento al que no faltaba inteligencia, autoparodia irónica y un sentido del humor adulto y de bastante nivel.

Dado lo heterogéneo de los héroes, de su procedencia, sus métodos y su desarrollo, lograr aunarlos a todos en una empresa común sin que suene a pastiche, salvando la función con la suma y mejora de cada uno de ellos y no con la resta lamentable de algunos personajes que no pegan ni con cola. Por que me dirán ustedes, ¿qué tiene en común el "Iron Man" del siempre sarcástico y divertido Downey Jr., con el científico que tiene un monstruo masivo verde de Cro Magnon en la barriga "Hulk", con Thor el dios mitológico hijo de Odin y su martillo generador de rayos y truenos, con el primario forzudo del escudo de las barras y estrellas, el Capitán América, tan obsoleto, con un Legolas arquero infalible o una dama sofisticada con un cuerpo de vértigo capaz de eliminar en un tris tras a quien haga falta? Pues no hay nada en común, excepto naturalmente reunirlos a todos con la misión típica y tópica de "salvar al mundo"¿De quien? De unos alienígenas malvados comandados por un villano, hermano bastardo de Thor, el impagable malo shakesperiano con nombre de perrito que Keneth Branagh se sacó de la manga con mucho acierto y habilidad en su película mitológica "Thor", el perverso y cínico Locki.

Uno ve con interés la admirable coherencia argumental que han logrado guionistas y director intregrando de alguna forma lo que ya sabían los aficionados a este tipo de películas de cada uno de los personajes centrales y recuperando aquí el "decíamos ayer" de Iron Man, Hulk, Thor, Capitán América y la dama astuta y letal (la Viuda Negra). Y así el aficionado a este tipo de cine llega a "Los Vengadores" y recupera la identidad y el comportamiewnto de sus héroes, sólo que en esta ocasión los discursos han cambiado, nada de encefalograma plano, nada de simplezas...hasta Capitán América se permite ironia y algo de sutileza (el personaje de Downey Jr. se comporta con la inteligencia y el sarcasmo de siempre, cada vez más parecido a Sherlock Holmes).

Efectos especiales a mansalva, pero realizados con un cierto tono paródico que los eleva de categoría. Hasta Jackson logra que su papel de alma del grupo de héroes suene mejor que nunca y sea más creíble (ese excelente actor negro cada vez parece reirse mas de los papeles que interpreta en este tipo de peliculas, pero aqui está convincente). Es una obra irónica, nada superficial ni inocente, el discurso es crítico y serio en el fondo y bastante ingenioso en la forma.

Desde el "Superman" de Donner (1978) los aficionados al cine de género no habían esperado con tanta expectación y resultado tan gratificante una película de alto presupuesto con los comics como temática. Y como en aquella pelicula memorable, "Los Vengadores" logra el milagro: un vehículo rabiosamente comercial para un producto de calidad. Ha habido algunos intentos de hacer peliculas corales copn varios héroes del comic o la literatura de  acción, como las de "X Men" con los Cuatro Fantasticos, que naufragó en un exceso de efectos y poca consistencia argumental y aquel sonado fracaso "La liga de los hombres extraordinarios" dende el Capitán Nemo se aliaba con Allan Quatermans y otras figuras miticas de acción,como Tom Sawyer, la Mirna de "Dracula" o Mycroft , el hermano mas listo de Sherlock Holmes, en una pelicula coral fallida (a pesar de Sean Connery y del surrealista atrevimiento de la propuesta).

 Un ultimo apunte: los actores están de rechupete. Mención especial para el soberbio Tom Hiddleston como el taimado villano Locki, que ya entusiasmó con este mismo personaje en el pseudoshakesperiano "Thor" de Keneth Branagh. Scarlett Johansson está deliciosa como la Viuda Negra, Jeremy Renner complejo como Ojo de Halcón, Chris Hemsworth y Chris Evans, tratan de estar a la altura de los otros como Thor y Capitan America abandonando sus simplezas anteriores, mientras que Robert Downey Jr. y Samuel L. Jackson siguen dominando la pantalla y la función con sus estilos tan distintos y su eficacia gestual tan lograda..

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20 mayo 2012 7 20 /05 /mayo /2012 07:06

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Francesco Cilea compuso a principios del siglo XX una ópera basada en la vida de Adriana Lecouvreur,  gran estrella de la Comédie-Française, en el siglo XVIII. Se trata de una obra "verista", en la que sin abandonar del todo las exigencias del bel canto, se imponen unas voces intensas y melodiosas, amén de la visión realista de los hechos y los personajes. El libreto, en cuatro actos, es obra de Arturo Colautti, basado en un drama de E. Scribe y E. Legouvé. Se estrenó en el Teatro Lírico de Milán el 26 de noviembre de 1902. La versión definitiva, más breve, fue estrenada en 1930 en el teatro San Carlos de Nápoles. Pero es una ópera con escaso éxito entre las compañías internacionales de ópera. Después de escucharla y verla, uno no entiende el por qué.

Volvamos a Adriana. La actriz tuvo una justificada fama de revolucionaria en las tablas, al poner de moda una forma de actuación basada en la naturalidad y la sencillez, rompiendo con la moda pomposa y artificiosa que solía usarse en Francia. La Lecouvreur era una dama tan apasionada que, enamorada de Mauricio de Sajonia, hijo bastardo del ultimo rey de Polonia, sacrificó carrera, riquezas y popularidad por ayudar al noble a recuperar su trono. Al fracasar en sus pretensiones, Mauricio abandonó a la actriz por la duquesa de Bouillon. Poco después, Adriana fue hallada muerta en circunstancias más o menos misteriosas y, según la leyenda, fue envenenada por su rival.

El Gran teatro del Liceo despide prácticamente su temporada 2012 con ésta obra, que ha resultado ser un éxito formidable. Desde el vestuario, a los decorados, cambios escénicos, música (muy bien la Orquesta y el coro) y, sobre todo, cantantes, unas voces de lujo, la "Adriana Lecouvreur" que ha dirigido Maurizio Benini, ha logrado niveles de excelencia conjunta que últimamente no prodiga el Gran teatro de la Rambla.

Barbara Frittoli, como Adriana, ha cautivado al público, bien arropada por el dominio vocal del gran  Roberto Alagna (como Maurizio). Dolora Zajick, en el papel de Princesa de Bouillon, la rival y probable asesina de Adriana por el amor de Maurizio (en la ópera Maurizio vuelve  con Adriana y ésta muere envenenada al aspirar un ramito de flores), ha mostrado no sólo un perfecto dominio de su voz en los timbres más bajos sino una rara eficacia como actriz. Joan Pons ha hecho un dignísimo Michonnet, el director de escena enamorado sin esperanzas de Adriana.

Y otra sorpresa más: el ballet-pantomima del tercer acto (el Juicio de Paris) se ha respetado y ha sido excelentemente coreografiado por Jerónimo Forteza. Sesión de lujo, pues. Esta muestra de "teatro dentro del teatro", con sus razonables dificultades de credibilidad cuando se trata de ópera, ha quedado bien resuelta en el escenario del Liceo. Esperemos que no sea flor de un día.

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19 mayo 2012 6 19 /05 /mayo /2012 06:54
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Ni que decir tiene que admiro al viejo Moliére. Por eso al ver el título que le han puesto a  la película de Laurent Tirard, "Las aventuras amorosas del joven Molière", (el título original es, simplemente, "Moliere") dudé mucho en ir a verla (tanta fue la duda que he tardado 5 años en verla y sólo lo he hecho porque un amigo cinéfilo de cuyo parecer me fio, me la recomendó).
Tal como me suponía, el "biopic" no se aguanta como tal, la fidelidad de los hechos narrados, es más una recreación de una historia que permite al director contarnos las supuestas fuentes de algunos de los grandes personajes y argumentos de las comedias y dramas más famosos del genial escritor (incluso se permite el amigo Laurent que el actor -no muy acertado-- que encarna al dramaturgo grite en pleno furor etílico: "Cuando alguien en los siglos venideros habla de la lengua francesa, sólo dirá 'la lengua de Moliere'" ).
A pesar de lo dicho, se trata de un filme muy digno, respetuoso con la figura que ensalza, nada pacato, condescendiente o hagiográfico, una comedia romántica ágil, divertida, ingeniosa y chispeante. La verdad es que uno la pasa bien,  aunque  a veces le sobra la sobreactuación de Romain Duris, que suple con pasión y vehemencia su físico demasiado moderno y estilizado, así como unos rasgos que uno jamás dotaría de una inteligencia superior. Pero en fin, si olvidamos la cercanía en el tiempo de "Shakespeare in love" de la que parece ser deudora esta "Moliere", lo cierto es que el diseño de producción, el vestuario, las mansiones donde se rodó y los detalles de música, decoración, diálogos, fotografía  y ritmo narrativo y de montaje, la transforman en una película que si aún no han visto deberían localizarla en los mercados de DVD y dedicarle un par de horas. Las disfrutarán.
No siendo pues una histgoria fidedigna sino un amable y a veces divertido juego de enredos sentimentales, uno disculpa el atrevimiento de usar a Moliere en estos asuntos y gusta en suponer que si el genio francés pudiera ver por algun agujerito del Parnaso esta película, sonreiría con indulgencia y seguramente alabaría el gusto por las damas que muestra su no muy acertado trasunto cinematográfico. La bellísima y sensual Laura Morante, con un perfecto equilibrio entre la elegancia y la pasión, la inteligencia y la paciencia, la tolerancia y la fuerza, da la réplica a otro actor de verdadero mérito, Fabrice Luchini, en su bobo papel del burgués gentilhombre,  monsieur Jourdain, un fatuo que cuando se percata de las crueles burlas que provoca sus acciones y comportamientos, adquiere una  admirable y serena dignidad, en el polo opuesto de su humoristica estupidez. Entre esos dos pesos pesados de la escena francesa, el joven Romain Duris --que parece imitar al actor que encarnó al Shakespeare enamorado-- trata de mantenerse a flote y a veces lo consigue con la ayudita de sus dos compañeros, en escenas tan bien logradas como las clases de comportamiento que Moliere da a Jourdain, mostrándole cómo imitar a un caballo y los diferentes tipos de comportamiento y andadura que éstos tienen según su raza (ya que un actor debe aprender a meterse en la piel de lo que representa, y así el burgués fatuo podria lograr que la joven, bella y cruel marquesa se fije en él). "Tartufo", "El misántropo" o "Las preciosas ridículas" son algunas de las obras que nuestro director ha saqueado para dotar de realidad literaria su visión de Moliere.
La accion transcurre en París en 1644, con un Jean Baptiste Poquelin como actor de farsas, no demasiado bueno, asediado por los acreedores y obligado a cerrar su "Theatre Groupe" e ingresar en la cárcel. Cuando sale en libertad hay un lapso de varios meses en que no se tiene constancia de donde estuvo o lo que hizo. Es el periodo misterioso que escoge nuestro director para dar contenido a su pelicula, ya que cuando esta ausencia sin datos acaba, varios meses después, Moliere cambia de registro, hace una gira de trece años con su compañía por toda Francia y cuando regresa a Paris en 1658 ya es un dramaturgo conocido y comienza su edad de oro. En esos meses de misteriosa ausencia Moliere conocerá a muchos de los personajes que luego nutrirán su obra: esa es la gracia y justificación de la película.
En la vida real hay un detalle de la vida de Moliere que siempre me ha impresionado: la hemorragia cerebral que habria de producirle la muerte le ataca justamente cuando está en escena representado a su personaje "Argán" el hipocondríaco protagonista de "El enfermo imaginario". Era la noche del 17 de febrero de 1673.
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