Hay algo en esta película que no logra funcionar del todo bien. La idea inicial es magnífica y divertida, los intérpretes (Ewan McGregor, un poco fuera de lugar, y Emily Blunt, un poco excesiva, haciendo equipo con la mejor, Kristin Scott Thomas, divertidísima en su paródico rol de jefa de prensa del Ministerio británico de Asuntos Exteriores, aunque uno no acaba de verla en él, a no ser que ruede con estimulantes y a veces parece que así lo haga) se ajustan a sus irónicos papeles, el director sueco Lasse Halström sabe sin duda lo que se hace y filma con elegancia y un cierto alejamiento la historia de alta política internacional. Hay una sátira política inmersa en la trama, casi con la importancia humorística de la célebre "Noticia Bomba" de Amis padre, pero --y creo que aqui está el fallo-- Halstrom decide inclinar su atención (y la de la pelicula) hacia el romance entre los dos protagonistas, desperdiciando la jugosa carga satírica que podría haber hecho de "La pesca de salmón en Yemen" uno de esos filmes británicos de finísimo y demoledor humor.No ha sido así y no puedo juzgar por el libro en el que se basa el guión, escrito por Paul Torday, ya que hasta el momento no lo he leido. Cuando lo haga reformaré lo que haga falta de este reseña critica.
El asunto es encantadoramente provocativo: el jeque Mohamed ben Zaidi, un riquísimo líder político y religioso yemení, decide embalsar el agua de las montañas de su seco pais para crear un rio artificial y con él un corredor verde en el desierto para, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que diría un clásico, usar ese neo-rio para cultivar su pasión deportiva: la pesca del salmón con mosca.
Para llevar a cabo ese faraónico y aparentemente descabellado proyecto el jeque (un místico Amr Waked, un poco estirado en su papel) cuenta con la ayuda de su agente financiera en Inglaterra, Harriet (Emily) y un funcionario del Fomento de la Piscicultura (Ewan). El Gobierno británico a través de la avispada y demoledora consejera del primer ministro (Kristin) se vuelca en apoyar el proyecto no sólo por los réditos económicos que dará a Gran Bretaña sino por el hecho de que, al fin, un asunto entre arabes y británicos no tenga nada que ver con bombas y muertes (réditos políticos para la figura del primer ministro).
Una fotografía excelente, montaje adecuado, música magnífica y buenos intérpretes...si, pero no acaba de fiuncionar. A uno le sabe a poco el partido "político" que se le saca a la sorprendente puesta en imágenes de una idea no menos sorprendente. Ni siquiera el hecho de que los salmones, traidos en avión y depositados por gigantescos helicopteros militares en las aguas del embalse yemení, puedan o no remontar el río, logra interesar demasiado al guionista y con ello al espectador, ensarzado en la trama amorosa triangular entre Emily, Ewan y el novio recien estrenado de esta, un militar destinado a Afganistán que es dado por desaparecido y aparece al final. La subtrama política no logra perfilarse con habilidad y tanto las circunstancias internas politicas del Gobierno británico, como las actividades terroristas de la oposición yemení, no logran adquirir la importancia que deberían y acaban siendo anécdotas con cierto tufillo satírico no buscado y por tanto ridiculo.
Lo cierto es que uno no acaba de ver a Ewan como científico, no entiende demasiado el caos emocional de Emily, no entiende porqué se coge a una actriz dramática excelente, Scott Thomas, para un papel casi cómico. Y a ello se suma que uno no nota vibración amorosa alguna entre Ewan y Emily, por mucho que ambos se esfuerzan en mostrarla y seguir el guión. Y el jeque, pobre, parece incapaz de salir de la armadura tópica que le han puesto. Y no olvidemos a los actores que hacen de esposa de Ewan y de novio-amante de Emily: son auténticos convidados de piedra de una historia que se deshilvana como un frente de nubes bajo el sol. En suma, podía haber sido una buena película.
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