Comedia intrascendente aunque bien interpretada por Maribel Verdú y Antonio Melero. Basada en una novela de la sueca Katarina Mazetti, adaptada a la escena por Alain Ganas, un actor que se enamoró del personaje de Pablo y ha logrado armar un excelente juguete escénico, encuadrado en el esquema de la "atracción de los opuestos". La dirección y la versión castellana ha sido realizada por José María Pou, en continua alza en sus capacidades de hombre de teatro plurifacetal.
Maribel Verdú borda el papel de Laura, una joven viuda llena de inquietudes culturales, algo pedante, bibliotecaria de profesión y que se confiesa admiradora de Schopenhauer y Lacan. Aprovechando la pausa de la comida en su trabajo, Laura va al cercano cementerio de la ciudad a visitar la tumba de su joven marido muerto, atropellado cuando iba en bicicleta. Allí, en la bucólica paz del camposanto, se desahoga de sus frustraciones y su soledad (por cierto las continuas referencias a sus necesidades sexuales y la "rebelión ovárica" que mantiene en ascuas a la joven es lo único excesivo y reiterativo que padece la obra).
En el cementerio comparte banco con un hombre joven, Pablo, un granjero sencillo y solitario, obsesionado con su trabajo y que acude al cementerio a mantener largas "conversaciones" con su madre, recientemente fallecida. Al igual que la chica, Pablo, aprovecha al principio su monólogo para contar al púiblico de forma directa y llena de humor sus problemas y sus necesidades. Cuando ambos jovenes superan el rechazo inicial y comienzan a relacionarse desaparecen los monólogos y asistimos a un diálogo permanente con acotaciones a la acción en cada uno de ellos.
Pero desde el primer momento es evidente que esas dos personas sólo comparten una necesidad básica: la de compañía y son dispares y ajenas en todo lo demás que caracteriza sus respectivas vidas.
No obstante, el chispazo se produce (una sinfonía ovárica en el caso de Laura: parece una concesión cómico-revisteril a la galería: lo cierto es que el público, sobre todo determinado tipo de público lo celebraba con llamativas explosiones de risotadas y comentarios: tuve un espécimen de ese tipo a mi lado durante toda la función) y comienza una relación, sexualmente volcánica como era de esperar, pero donde de inmediato se percibe la disparidad de mundos y la falta de sintonía y comunicación que debería dar al traste con la historia, a pesar de los esfuerzos de ambos por dar un cierto sentido a la descabellada relación.
Pablo necesita una mujer fuerte que le ayude a llevar la granja y cumpla las funciones complementarias que él precisa, cocina, limpieza, orden e incluso ayuda en la administración del negocio. Laura quiere un garañón que la deje satisfecha en la cama, pero también un hombre instruido, con interes por el teatro, la ópera, los libros, el psicoanálisis y el arte. Y el tipo de la tumba de al lado se parece tanto a ese ideal de Laura como ella misma se asemeja al ideal de mujer campesina que busca el granjero. Solo funciona la química -y la fisica-- sexual. Por tanto el desastre es tan previsible como las lluvias en otoño (aunque en estos tiempos ni eso está seguro).
Diálogo ágil, divertido, apropiado a las dos encontradas personalidades que se nos describen, encanto a raudales en los dos intérpretes y un publico entregado a una ficción sin profundidad alguna, que pasa y resuelve, es un decir, el dilema dejando todas las contradicciones planteadas y fiando solo en el "amor" un eventual final feliz. Pero no importa, la dirección de Jose Maria Pou se vuelca en hacernos simpatizar con la pareja --logrado con el granjero y algo mas dificil de conseguir con la bibliotecaria, un poco ridicula en sus pretensiones culturales dado el hombre que tiene al lado-- y dotando a la representación de una escenario minimalista simple y agradable --combada colina de cesped y un diorama de cielo azul con nubes-- donde solo hay un banco que se convierte en dos y luego en uno por exigencias del momento. A esa sencillez magnífica añade Pou una musica acertada, en la que destaca el "Somewhere" de Tom Waits que acolcha los momentos finales de la obra, abiertos e irrealmente esperanzados.
En fin, se trata de que ustedes se lo pasen bien, parecen decirnos los dos magnificos intérpretes, aunque no acaben de creerse lo que les contamos y menos que podamos aspirar a cumplir nuestros sueños de pareja. Al menos, riámonos juntos y lleguemos al final cediendo el paso a un "¿por qué no?" irreal pero deseable.
Comenta este artículo …