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4 mayo 2023 4 04 /05 /mayo /2023 10:45

Ensayo publicado en la revista "Compromiso y Cultura", mayo de 2023

“Si una noche un viajero leyera estas páginas: homenaje al centenario del escritor italiano”

En 1980 la editorial Bruguera editó “Si una noche de invierno un viajero” (1979); en 2023, la editorial Siruela ha reeditado los principales libros de Italo Calvino, incluido el citado, en una nueva colección, la Biblioteca Calvino, que recoge toda la obra de este autor italiano, cuyo centenario se cumple este año. Son libros rediseñados en base a una estética que parece haberse inspirado en el mundo fantástico e intemporal de Calvino, en el que los vizcondes demediados, los barones rampantes o los caballeros inexistentes crean en el lector una curiosa e insistente necesidad de participar y convivir con sus historias.

Calvino nació en Cuba en 1923, donde sus padres, italianos, trabajaban como agrónomos y botánicos. Dos años más tarde la familia vuelve a Italia y se instala en San Remo, donde dirigen una estación experimental de floricultura. En los convulsos 40  Italo realiza una licenciatura en Letras –presenta una tesina sobre Josep Conrad- y durante la ocupación alemana lucha como partisano de la Columna Garibaldi y se inscribe en el PC. Esta vida comprometida tiene un fruto literario “Los senderos de los nidos de araña” (1947) y le lleva a un estilo de vida relacionado con la literatura y los libros (gracias a Cesare Pavese –otro grande de la literatura italiana- , trabaja como editor en la famosa editorial Einaudi). En 1985 murió, con 62 años, de una embolia cerebral.

Así que relájate, lector. Estás leyendo un artículo sobre la nueva colección de los libros de Calvino. Adopta una postura más cómoda, alarga los pies sobre un cojín, regula la luz, en cuanto te hayas sumido en la lectura, ya no habrá forma de moverte. El Cronista te informa de que ha salido la nueva colección de los libros de Calvino y ya  programas una visita a tu librería preferida. Un día, compras tres volúmenes de la nueva colección, que hablan de “Nuestros antepasados”,  una serie de entrevistas realizadas a Calvino con el título de “He nacido en América” y  “Si una noche de invierno…”. Pero  te dispones a leer este artículo y antes de entrar en él, miras si es muy largo, echas un vistazo rápido a las ilustraciones y te preguntas si el Cronista te va a contar algo que no sepas o interesante sobre Calvino, o sobre su novela o alguna novedad que ignorabas en sus entrevistas realizadas desde 1951 a 1985, el año en que el autor italiano falleció. En 1980 el Cronista había leído en una edición de Bruguera  “Si una noche de invierno…” y se había sentido atraído por Calvino. Ahora, en 2023, en el centenario del autor, recupera esas lecturas. Y es que este girar en torno a los libros de Calvino forma parte del placer de los tres libros nuevos que tú, Lector, ya tienes sobre la mesa. Aún en la bolsa de papel de la librería, los libros de Calvino te esperan con sus hermosas portadas, prometiendo unos placeres que han de consumarse con la lectura. Tú, Lector, aún no te has dado cuenta de que el Cronista, que es un admirador de Calvino, está siguiendo contigo el mismo juego que el novelista italiano establece con el Lector y la Lectora de su novela “Si una  noche del invierno…”.  En esa novela, tras el primer capítulo, el Autor provoca consecutivas  inmersiones  en nueve nuevas novelas totalmente distintas a la que el Lector había empezado a leer. Y es que, se produce un problema muy enojoso: tras  leer unas pocas páginas, el Lector descubre que el libro está defectuoso. Va a la librería  para cambiarlo y allí se encuentra con  Ludmilla, la Lectora. Pero el incordio vuelve a aparecer. Una u otra vez, cada vez que comienzan la lectura del nuevo libro engastado en el anterior, se volverá a frustrar la lectura en el momento más apasionante, para iniciar una nueva novela igual o más atrayente. Y así  en nueve ocasiones. El Lector no llegará a completar la lectura de ninguna de ellas. Y este proceso acabará  junto a la Lectora, que le ha acompañado desde la segunda inmersión en esa aventura literaria  --con ecos de “Las mil y una noches” --y con la que más tarde se unirá en matrimonio y descubrirán ambos, en la última página, que hay otra novela que tiene como título la suma de los títulos de las nueve anteriores.

Y ahora añadimos a todo esto una pequeña variación: el Cronista no hará ir al Lector de un inicio de novela a otro -como ocurre en “Si en una noche de invierno…”-  sino de un libro de Calvino a otro. Y para seguir con el paralelismo sólo te dará algún detalle esencial de cada uno de los libros para llamar tu atención y provocarte para que vayas a una librería y te hagas con ellos para leerlos cuanto antes. Así ganamos todos: Italo Calvino, por ser más conocido; el Cronista para que las personas que le lean descubran y gocen de un escritor genial y el Lector, para vivir un tiempo con la obra de un novelista que estimulará su fantasía, su imaginación y su inteligencia. Y, puede que el Lector de estas páginas de “Compromiso y Cultura”, conozca a través de comentarios intercambiados sobre este artículo a una Lectora de dicha revista y se embarquen ambos en leer las novelas de Calvino que vamos a recomendar. Y, tal vez, acabe casándose con ella. Cosas más asombrosas ocurren en las obras de uno de los mejores narradores italianos del siglo XX.

Quizá  la más original obra de nuestro autor sea la trilogía “Nuestros antepasados”, formada por las novelas “El vizconde demediado” (1952), “El barón rampante”  (1957) y “El caballero inexistente”  (1959) –publicadas cada una de ellas en la década de los cincuenta y reunidas por Calvino en dicha  trilogía en 1960-. Las narraciones transitan por los tiempos de Carlomagno en  la Edad Media;  la guerra de Bohemia contra los turcos, en el siglo XV  o el final del siglo XVIII, en la época  de la Revolución francesa y las guerras napoleónicas. Calvino diseña en la trilogía una genealogía fantástica del individuo contemporáneo a través de tres personajes dotados de características singulares. Estos tres personajes encarnan aspectos de la naturaleza social y política popular italiana que quedaron afectados por el desencanto de la posguerra  que vivió el país. De ahí el juego de preguntas y respuestas que el autor propone a sus lectores, reflejadas en imágenes que sugieren significados sorprendentes. Una dialéctica imagen-palabra que constituye una de las características más llamativas del peculiar estilo poético narrativo de Calvino. Él, dice, escribe y publica la trilogía para “salvar la esperanza”  en el humanismo de la época, a través de tres personajes alegóricos y unas anécdotas surrealistas: una figura partida por la mitad, una armadura deshabitada y un hombre que vive su vida subido a un árbol.

Recordemos: el vizconde  Medardo de Torralba recibe un cañonazo y queda partido en dos. Ambas mitades sobreviven por separado. Y no solo el cuerpo, también su espíritu. De ahí que una de las mitades es malvada y la otra tan buena que parece tonta. Se trata de la dicotomía del mal y del bien en una sola persona, como el doctor  Jekyll  y el malvado señor Hyde de Stevenson. En la fábula, el Lector verá reflejarse nítidamente la naturaleza humana. En “El caballero inexistente”, Agilulfo Emo Bertrandino de los Guildivernos y de los Otros de Corbentraz y Sura, Caballero de Selimpia Citerior y de Fez, tiene una digna prosapia familiar histórica, pero un pequeño inconveniente: en el interior de su armadura, tras la celada empenachada  no hay ningún rostro y bajo el formidable aspecto de fuerza y poder de su armadura no existe ningún cuerpo. Agilulfo no tiene “ser” pero si una voluntad profunda y una fe intensa en “querer ser”. Calvino derrocha imaginación, humor e ironía en esta parábola que, una vez más, induce al Lector a encontrar paralelismos. Y, para terminar, la historia increíble de Cósimo Piovasco di Rondó, el Barón Rampante, que el día de 15 de junio de 1767, con doce años de edad, sube a un árbol y decide no volver a poner el pie en el suelo. Dotado de una gran inteligencia y de medios suficientes para mantener su decisión, Cosimo se convierte en Enciclopedista, como cabía esperar de un personaje ilustrado en la Europa del Siglo de las Luces. En su atalaya natural, el Barón es testigo del paso de la historia de su tiempo, conoce el amor, la violencia y la muerte y se convierte en una figura dinámica en la guerra y la revolución…sin bajar de su árbol. Todo ello a través de una imaginación poética extraordinaria y un dominio del absurdo filosófico, la alegoría, el simbolismo y la fantasía. Calvino nos ofrece, tras el espejo deformado de su fuerza narrativa, una visión crítica del hombre contemporáneo, de su soledad, sus temores, sus mentiras y la busca de la libertad que justifique su existencia.

Esta misión de intelectual comprometido  con su tiempo es aún más evidente en otra trilogía temática: la que forman las obras “La especulación inmobiliaria” (1957) “La nube de smog (1958) y “La jornada del interventor electoral” (1963). Calvino novela los paisajes disruptivos de una Italia inmersa en un progreso económico que arrasa con su identidad cultural. El asedio inmobiliario de los paisajes y las costas italianas a finales de los 50 y 60, provoca que el talante crítico de Calvino nos muestre los problemas sociales y psicológicos que provoca un crecimiento económico especulativo y fuera de control.  En “La nube de smog”, una novela extrañamente actual, plena de ironía y humor, se nos cuenta los entresijos del problema de la contaminación industrial, la población sometida y los medios de comunicación financiados por el consorcio de industriales. En la época en que Calvino publica estas tres novelas, finales de los 50, el escritor ha perdido su confianza en el comunismo y abandona el partido públicamente, hastiado y confuso, tras la invasión de Hungría por la URSS.Y refleja su estado en “La jornada de un interventor electoral” que se desarrolla en el Cottolengo de Turin y refleja la manipulación electoral que se hace de la pobre y enferma humanidad de la zona. Esas tres obras muestran el compromiso intelectual crítico de Calvino contra la alienación y corrupción de su tiempo.

Dentro del formidable catálogo de la obra de Calvino en Siruela –casi cuarenta novelas y ensayos-  hay algunos dedicados a los libros y los autores en sí mismos, no sólo a la lectura –como el volumen de correspondencia “Los libros de los otros”, “Los cuentos populares italianos”, “Cuentos fantásticos del XIX”  “Mundo escrito y mundo no escrito” o “Por qué leer a los clásicos”.  En este último aseguraba: “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. Y precisamente eso es lo que ocurre, por ejemplo, con su obra  “Las ciudades invisibles” (1972).  Tengo sobre mi mesa la edición que Minotauro (Edhasa) hizo en el 1983 de esa curiosa y onírica novela, en la que un triste y melancólico Gran Kan o Kublai Kan, recibe a un Marco Polo cansado y crepuscular para que éste le cuente sus viajes a ignotas y extraordinarias ciudades perdidas en la vastedad de los dominios del gran conquistador. En brevísimas descripciones, Marco Polo va desgranando un firmamento de legendarias ciudades inexistentes, todas con nombres de mujer, como estrellas en el cielo impasible del Fin de los Tiempos. En todas ellas pervive algún elemento lleno de belleza y misterio y otros como pesadillas del Bosco, hasta ir conformando la megalópolis informe y monstruosa que como una ameba gelatinosa va cubriendo el planeta. “Creo haber escrito –dijo—algo como un último poema de amor a las ciudades… lugares de trueque de palabras, deseos y recuerdos”. Lugares donde se intercambian los rescoldos de la memoria, del pasado y los reflejos del presente huidizo. Un libro de nostalgia donde flota eterno e inexistente el espíritu de un escritor universal.

Como afirma Calvino en “Seis propuestas para el próximo milenio”: “En ciertos momentos me parecía que el mundo se iba volviendo de piedra: una lenta petrificación, más o menos avanzada según las personas o lugares, pero de la que no se salvaba ningún aspecto de la vida”.  Esa es una lúgubre impresión que más o menos vamos compartiendo todos los que nos dedicamos al análisis y comentario del curso actual de las cosas del mundo y del talante de los ciudadanos sometidos a todo tipo de crisis sistémicas. Pues bien, quizá la obra de Calvino, y la de unos pocos clásicos más, sean un remedio homeopático y casi salutífero para equilibrar un poco a los ciudadanos del siglo XXI. La inyección de optimismo, imaginación y humor irónico pero contagioso que proporciona la lectura es, en sí misma, un suplemento vitamínico espiritual para tiempos de agobio como los que nos infligen y los que nos esperan en un horizonte cercano.

 

Con esto, amigo Lector y amiga Lectora, este artículo en “Compromiso y Cultura” dedicado a Italo Calvino llega al final. El círculo se cierra con unas palabras del escritor italiano, surgidas del libro de entrevistas “He nacido en América”. Nos dice Calvino: “Requiero de un gran esfuerzo de voluntad para empezar a escribir algo, porque sé que me aguarda la fatiga, la insatisfacción de intentarlo una y otra vez, de corregir, de reescribir…pero lo más importante es dar una impresión de espontaneidad”.  Y esa confesión engrandece la figura de Calvino, ya que la impresión que prevalece  durante su lectura es que uno asiste a un derroche de espontaneidad creativa.  Y se cierra el broche que el Cronista había abierto con “Si una noche de invierno, un viajero”. Porque al igual que Calvino es un Autor dotado de las alas de la fantasía y la imaginación y de un espíritu simbólico y alegórico borgiano, el Lector y la Lectora se han trasmutado de seres de ficción en una novela de un autor italiano de mediados del siglo XX, en unos personajes reales parejos del siglo XXI , lectores de una revista llamada “Compromiso y Cultura”, que casi seguro no conocen la obra de Calvino y a los que el Cronista ha desafiado a que lo hagan, con la confianza en que el Autor nos llevará a todos por buen camino. Es decir: nos contagiará el maravilloso virus de la lectura.

ALBERTO DÍAZ RUEDA

 

FICHAS

Casi cuarenta obras de Italo Calvino, editadas en la nueva colección que lleva su nombre por ED. SIRUELA. He trabajado con dos de esos libros  “Nuestros antepasados”, “He nacido en América” y con ediciones antiguas de mi biblioteca particular con el sello de Ed. Bruguera y Ed. Edhasa. “Si una noche de invierno, un viajero”, “Las ciudades invisibles”, “La nube de smog”, “La especulación inmobiliaria” y “La jornada de un interventor electoral”.

 

 

 

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