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15 agosto 2018 3 15 /08 /agosto /2018 08:50

Lo mejor de este libro de mediana calidad literaria pero alto valor documental es el estilo desenfadado, calmado, irónico y bondadoso que la Pámies usa para contarnos su periplo aragonés junto a su marido en una época en que ser comunista ya no era un peligro personal en una sociedad represiva. Se ha producido el cambio (lento pero evidente) político y socioeconómico y la pareja de sexagenarios pasean su perspicacia y sus limitaciones físicas relativas por unas tierras que ya el paso del tiempo ha hecho casi irreconocibles, al menos en su aspecto humano, social y  paisajístico, aunque las montañas están ahí y esas a partir de cierta altura ya no cambian de aspecto (aunque muchas tengas las cimas holladas por instalaciones de esquí, qué le vamos a hacer).

Teresa Pàmies nació de Balaguer en 1919 y murió el 13 de marzo de 2012 en Granada, en casa de uno de sus hijos, a los 92 años de edad, tras una larga vida repleta de vivencias dramáticas. Durante la Guerra Civil española fue dirigente de la rama juvenil del PSUC, partido del que entre 1965 y 1981 fue secretario general su marido, Gregorio López Raymundo, aragonés de nacimiento, de la localidad zaragozana de Tauste. Tras la contienda,  que llevó al exilio al matrimonio con singladuras en Francia, República Dominicana, Cuba, México y Checoslovaquia, hasta 1971. En esa fecha se permitió a la Pàmies regresar al país para  recibir el Premio Josep Pla por su primera novela, Testament a Praga, que había escrito conjuntamente con su padre. Más de treinta libros publicó esta mujer, Premio de honor de las Letras Catalanas. 

Este libro fue escrito a partir  de unas vacaciones que, en 1978, la escritora y su marido pasaron en un pueblo pirenaico de Huesca, Broto. Pamies nos relata las excursiones que hicieron a pie y en coche por los bellos y arcaicos entonces alrededores de Broto y otros lugares emblemáticos del Pirineo aragonés como San Juan de la Peña, Ordesa, Bujaruelo, Panticosa o Jaca. Para un lector de hoy, las descripciones y observaciones de la Pámies  tienen un valor nostálgico considerable y uno capta la agudeza de la escritora cuando critica el incipiente urbanismo que comenzaba a desfigurar unos entornos naturales magníficos (ignoro si la escritora volvió  antes de su fallecimiento por los lugares que conoció, espero que no, en algunos aspectos los cambios han sido lamentables).
Resulta interesante las reacciones de malestar y asombro de la Pàmies ante las pintadas contra Cataluña que ya entonces (1978) proliferaban incluso, en lugares tan apartados como Broto y el Pirineo. Eso desdichadamente no ha cambiado. Hoy se ha multiplicado en las dos direcciones. Contra Catauña y a favor, contra España y a favor. Lamentable.
"Calzados con alpargatas y apuntalados en improvisados cayados" la pareja de sexagenarios se extasía ante los bellos panoramas de esos lugares:  “Entre escarpadas montañas se extendía un conjunto armonioso de casas bajas con tejados de pizarra o de losa. El espumoso río azulaba entre huertos y abedules. La visión era ya una promesa de buenas vacaciones, las que yo necesitaba al rondar los sesenta años, caminando por la vida con un hombre que ya los había superado y que, por cierto, es hijo de Aragón”.
 
La primera excursión les lleva en caminata esforzada hasta Torla por un viejo camino. Otros días conocerán la ermita de Morillo, la cascada del Sorrosal o a loas aldeas de Sarvisé y Oto. Se establecen relaciones con gente del pueblo, entre ellos mosén Estanislao, el párroco, que les hace asistir a una comida "de autoridades" entre ellas el obispo de la diócesis en visita pastoral al lugar, algo curioso y positivo en aquella época dada la filiación comunista de la pareja (algo que no era bien aceptado por otros comensales).
 
Teresa aprovecha a menudo para consignar sus lecturas vacacionales, desde El aragonés: identidad y problemática de una lengua, (cosa que indica el talante de la Pàmies que opinaba que “los catalanes somos muy ignorantes de las realidades de otros pueblos de España y nos quejamos de que ellos ignoren la nuestra” hasta dos novelas "mediocres" de Simenon, una de Corin Tellado, Papini, el "Novenari d'animes" de Oriol Pi de Cabanyes, Agatha Christie, "Els darrers diez" de Rovira Virgili (decepcionante), el Joan Fuster de "Contra el noucentisme"...
 
Cuando regresan a Barcelona. la pareja visita Boltaña, Aínsa, Graus y Monzón. En esta última ciudad, sofocada por el calor, Teresa no puede evitar la nostalgia del pasado reciente: " Sentí nostalgia de la hierba fragante, alfombra de nuestras siestas a la orilla  del Ara...una especie de pánico me asaltó de repente, como el zarpazo del cansancio y abatimiento que genera la gran urbe que me esperaba"
 
FICHA
VACACIONES ARAGONESAS.- Teresa Pàmies.- TRad. del catalán de la autora.- Prólogo de Sergi Pàmies.- 250 págs.-Ed. Xordica.- ISBN 9788416461219
 
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