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30 mayo 2011 1 30 /05 /mayo /2011 19:00

Permítanme que vuelva a hablarles de economía. Es decir, de eso que llaman "economía" los "sabios" del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y los expertos financieros de la UE. Un análisis somero de lo que está ocurriendo en Grecia, Irlanda y Portugal nos haría ponernos rojos de indignación. Lo que les voy a decir daría contenido formal a toda la protesta del movimiento 15-M "Democracia ya" y haría hervir a la Plaza del Sol, a la de Cataluña y a todas las plazas del resto de España (por aquello de las barbas del vecino).

Cualquier profesor de Economía de cualquiera de nuestra Universidades les diría, lisa y llanamente, que la crisis económica y financiera de la zona euro están siendo tratada por las autoridades económicas citadas de una forma que podría significar el fin del euro y la bancarrota de varios de los países que la forman, empezando por los tres citados y añadiendo alguno más (y ahora tóquense la barba: seguro que está mojada).
Las condiciones impuestas a Grecia, Irlanda y Portugal para financiar los planes de rescate (de una situación creada precisamente por el mismo sistema financiero --otras instituciones, claro está-- que se mete a salvador) no sólo son leoninas, son poco realistas y están condenadas al fracaso más doloroso y al sufrimiento más innecesario de las poblaciones de esos países. La exigencia de recortes brutales del gasto, unido al freno absoluto a los salarios (no a los bonus de los ejecutivos) y al agravamiento espectacular de las cifras de desempleo, forman un escenario en el que esos países no sólo se endeudarán cada vez más sino que les será imposible pagar, no habrá sostenibilidad posible y se les llevará a la quiebra.

Esas son las consecuencias previsibles de las medidas exigidas por las citadas instituciones y organismos financieros para paliar la crisis en los tres países mencionados. Los resultados  de la evolución económica de los afectados corroboran las previsiones. ¿Es comprensible que esos presuntos especialistas y economistas notables dicten normas que saben imposibles de cumplir? ¿Es posible pensar que la exigencia de austeridad a cualquier precio no sea la más adecuada para países con una moneda y un sistema financiero común que, por tanto, no pueden recurrir a la devaluación como medida de crecimiento? ¿No se estará tratando de salvar a los bancos que están detrás de los préstamos antes que a los países, como apunta el economista Antón Costas?

En resumen, imagínese, amigo lector, que usted y su pequeña empresa están en crisis y necesita que le ayuden. Entonces viene un banco y le pide que sea austero, reduzca los gastos y las inversiones y los salarios (incluido el suyo) y le encarece tanto los intereses y el pago del dinero que le prestan que en pocos meses se ve incapaz de sostener su negocio --en un escenario donde cada dia todo es más caro-- y tiene que cerrar e irse usted mismo al desempleo.

Pues bien, simplificando un poco a fines de claridad, esa es la situación que conllevan los planes de rescate del FMI y el BC, avalado por la UE. Habría que pedirle al millonario Charles Ferguson, oscarizado realizador del documental estrella en las Facultades de Ciencias Económicas "Inside Job" que nos hiciera el favor a los europeos de pasar sus cámara analítica por la crisis de la zona euro. Lo que está ocurriendo da para una película de catástrofes o una de terror: "La noche de los muertos eurientes" o "La caida de la Casa Euro". Y como diría La Codorniz, la revista más audaz para el lector más inteligente, "tiemble después de haber reido".

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23 mayo 2011 1 23 /05 /mayo /2011 08:00

Hace unos meses les hablé en esta columna del libro de Stephane Hessel "Indignez vous!" que hacía furor en Francia (me enteré por Le Monde) mucho antes de que se tradujera en España y el pasado 3 de mayo comentándoles los polvos esparcidos por la falta de ética financiera y la falta de responsabilidad de la clase política, origen de los lodos de la crisis actual --que en España estamos pagando muy caro, aunque no tanto como Portugal o Grecia--, les proponía a mis lectores que extendieran la marea@revolucionaria@callejera a los ámbitos y plazas públicas de nuestro país. Una protesta a base de sentadas convocadas por email, msg, twitter, facebook, a imagen y semejanza de lo ocurrido en los países árabes.Y eso estaba en el ambiente y ha ocurrido al fin

De aquéllos levantamientos populares deberíamos tener en cuenta los defectos que hicieron fracasar a algunos o restaron eficacia al triunfo en otros. Partiendo de la base de que las situaciones son muy distintas superficialmente pero bastante idénticas en el fondo filosófico que anima a los participantes, es decir en la reivindicación esencial que subyace bajo los detalles circunstanciales. ¿Cuál es ésta, la que une en un solo clamor a tunecinos, egipcios, libios, saudíes y españoles (como abanderados de una Europa deprimida que ya habia salido antes a la calle, pero en la forma habitual de violencia y batallas callejeras)? El descrédito de la clase política, la corrupción del poder, la ofensiva diferencia entre la prepotencia, el despilfarro y la villanía de unos pocos sobre la miseria, las necesidades y la falta de esperanzas de la mayoría. El resquebrajamiento de una cultura basada en el barómetro del "más tengo más valgo" por el lado más débil, el de siempre, el de las clases llamadas inferiores (que cada vez son más numerosas). Y esa situación, puesta de manifiesto por la iniquidad del sistema financiero corporativo, provoca la emoción que lleva a las gentes a llenar la Plaza del Sol o la de Catalunya y que amenaza con  repartirse por toda España: la indignación del "esto es el colmo" (que incluye como hermana menor pero muy corrosiva, la falta de esperanzas).

¿Cuáles son los puntos débiles de semejante prueba de inquietud cívica expresada de forma cívica? La falta de una teoría político-social estructurada, clara y terminante, que contemple los fallos del sistema pero que también proponga medidas paliativas. La coordinación en un movimiento coherente de una estructura operativa. La aparición o "confección" de un lider, quizá colegiado, que sepa dar la cara y poner rostros a la multitud, anónima por definición. La posibilidad abierta de establecer una relación no clientelista, mas bien de control y emanación de directrices y soluciones, con los partidos políticos más afines.  El honesto autocrontol para evitar por vías democraticas trasparentes la manipulación del movimiento.

La única manera de que toda esta movida social no quede en agua de borrajas es añadir a la indignación, imaginación. Hacer un movimiento operativo, aujnque sea como via consultiva y de control de los poderes públicos escudados en la invulnerabilidad y capaces de abominaciones como las listas de partidos nutridas de gente encausada por corruptelas varias, politicos incapaces de hilvanar un discurso coherente en el que no se prodiguen las descalificaciones y los insultos al contrario, en fin, todos esos excesos de los que el ciudadano está harto. Por eso "Democracia real Ya" puede ser tan bonita y tan inutil como lo fue el mayo del 68. A no ser que la dotemos de contenido y les ayudemos a encontrar un pensamiento articulador y unos objetivos claros, posibles y operativos. Es una oportunidad que no debe desaprovecharse. Pero al menos ya se cumplira uno de esos objetivos si  se logra despertar a la clase política, o a una parte de ella, la menos envilecida. Gritemos, !Poltronas a la calle! !Los políticos son necesarios solo si son útiles y honestos!  Aunque lo malo es que esto es tan difícil para el hombre de hoy en España (y en practicamente en todo el mundo) que deberíamos despedirlos a todos y empezar de cero. Diógenes lo tendría mal para encontrar un hombre honesto con su candil encendido entre los que detentan el poder.

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15 mayo 2011 7 15 /05 /mayo /2011 10:02

El tratado de Schengen eliminó a partir de 1995 los controles de las fronteras internas de 22 paises de la Unión Europea, mas Suiza, Islandia y Noruega. Fue una medida política formidable que, todo el mundo lo sabía, no solo tenía efectos prácticos positivos, sino también negativos (como se está viendo con la crisis de los países árabes y el éxodo de una ínfima pero llamativa parte de sus poblaciones más necesitadas hacia Europa) pero fundamentalmente tenía un significado, un simbolismo, claro y terminante: si pretendemos unir a Europa en una entidad única, el pacto de Schengen forma parte de la esencia de la UE. No es negociable, no se puede apartar o negar, no se puede limitar a efectos de las circunstancias. Si se rompe el acuerdo, se rompe Europa, quiza no ahora mismo o a corto plazo, pero es un golpe de gracia a toda la credibilidad de la Europa unida.

Así parece haberlo entendido la Comisión Europea ante la tibieza y el interesado apoyo indirecto de Francia e Italia a las medidas proteccionistas de control fronterizo de Dinamarca, impuestas por un gobierno liberal-conservador que busca el apoyo de la extrema derecha xenófoba en un asunto de régimen económico interno y admite sus exigencias. El Ejecutivo comunitario toma cartas en el asunto y advierte a Dinamarca que su medida no es legal. ¿Que puede ocurrir ahora? ¿Llevar la cuestión ante los tribunales europeos? Eso dañará la ya de por sí lamentable imagen de Europa ante las crisis árabes y debilitará el europeísmo que tantas esperanzas habia levantado desde la, por otra parte muy costosa, imposición del euro como moneda única.

Tanto el señor Berlusconi como Sarkozy ya se han declarado a favor de restringir la circulacion de inmigrantes en la UE aunque sea a costa de "modificar" el acuerdo de Schengen. Por lo tanto los daneses se ven reforzados en su actitud en la que utilizando como excusa "hacer frente al crimen organizado" tomaron esa decisión, aún no implementada, ante la lamentable parsimonia de los 27.

Una vez más los intereses internos de los países europeos, política miope que olvida el llamado "espíritu europeo"  coloca una bomba de tiempo bajo él y se dedican a preservar sus egoísmos, incluso más de partidos que nacionales, por encima de cuestiones más elevadas.

Como en el far west de las películas, cuando los "buenos" con armas de fuego clamaban que los únicos indios buenos eran los que estaban muertos, algunos de nuestros políticos "europeos" contemplan con temor la desequilibrada situación actual, en la cuestión de la inmigración, y aplican conceptos racistas por clientelismo político interno. El resto de Europa agacha la cabeza y acepta con un encogimiento de hombros. Los "indios", es decir, los árabes, los pakistaníes, los rumanos o los búlgaros, las comunidades que buscan una vida mejor y tratan de llegar a Europa, esa joya democrática, sólo son considerados cuando mueren en pateras infames o son devueltos o hacinados en campos de acogida. Entonces engrosan estadísticas que calman la mala conciencia. Los otros, los que pasan o tratan de seguir viniendo, son los "indios malos". Y ya saben, indio muerto, indio bueno.

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23 abril 2011 6 23 /04 /abril /2011 20:06

Cientos de miles de personas salieron el pasado viernes a las calles de ciudades y pueblos de Siria para exigir el fin de la dictadura del clan Assad, cuarenta años de poder omnímodo, sátrapas al servicio de intereses propios que están defendiendo su poder a sangre y fuego contra su propio pueblo, tras el contagio tunecino y sus secuelas egipcia, yemení, libia, marroquí…

¿Qué es lo que se juega en el tablero político de Oriente Medio con esta jugada de ajedrez político que el ansia de libertad y justicia ha planteado entre un régimen autoritario y corrupto y unos ciudadanos envalentonados con el vendaval reivindicativo de los países vecinos que tratan de aprovechar el ímpetu histórico de cambio? Entre 30 y 70 personas murieron el viernes como demostración palpable de que Bachar el Asad está dispuesto a seguir la senda trágica de Gaddafi más que las de Mubarak o Ben Alí.

El Assad se encuentra entre la espada que exige la represión y la pared que imposibilita hacer más concesiones al pueblo, lo que pondrían en peligro el régimen heredado de su padre -- que este mantuvo durante más de 30 años con mano de hierro-- y por consiguiente seguir en el poder. La supresión del estado de excepción que mantenía amordazado al país desde 1963, el pasado jueves, no ha calmado la revuelta. Y son muchos los muertos, doscientos en menos de un mes, miles los detenidos. La medida ha llegado a destiempo y es interpretado más como un signo de debilidad que como una señal de cambio. No hay vuelta atrás. Solo más violencia. Una represión que procede no sólo del ejército sino también las bandas de pistoleros al servicio de Assad, los "shabiha" (tildados oficialmente de "extremistas islámicos" pero que en realidad sirven como excusa para activar a policías y soldados en las matanzas indiscriminadas).

Cuenta mi amigo Xavier Batalla que hace tiempo se narraba secretamente en Siria un chiste en el que Dios enviaba un ángel de la muerte al presidente Assad para castigarle por los crímenes cometidos. Al poco el ángel volvía al cielo con una brutal paliza en el cuerpo propinada por la policía secreta siria y Dios clamaba "Oh no, ¿no les habrás dicho quién te envió?

¿Qué diferencia existe con el Gaddafi de Libia? En lo sustantivo y sociopolítico, escasas. Dos familias de autócratas, amarradas al poder, rodeadas de un enorme y eficaz aparato represivo, sustentadas por el terror y un práctico tablero de intereses tribales. Pero Siria tiene una característica que la aleja definitivamente del modelo libio: es el centro de una madeja de alianzas e intereses internacionales que unen a Egipto, Israel, Teherán y Líbano (a través de Hezbollah y Hamas).

¿Qué ocurriría con un cambio de régimen en un país que mantiene la tensa cuerda del equilibrio de poder entre esos factores de los que depende la precaria salud de oriente medio? Ni Israel, ni Europa, ni Estados Unidos desean un escenario en el que Siria deje de ser el predio de los Assad para convertirse tal vez en otro régimen islámico aliado a Irán y los dos mastines palestinos. ¿Cuánta más sangre será precisa para convencer a occidente de que debe intervenir?

 

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18 abril 2011 1 18 /04 /abril /2011 18:11

Desde que en setiembre de 2009 se celebró la primera “consulta” popular sobre la independencia de Cataluña en el municipio de Arenys de Munt, en el Maresme barcelonés,  hasta hace una semana en que se celebró en Barcelona capital y unos días más tarde en un debate en el Parlament, la llamada causa del soberanismo catalán no se ha movido de resultados más bien exiguos, a pesar de las irregularidades formales cometidas en una consulta de ese tipo. Desde el planteamiento: quién lo hace, cómo se vigila el cumplimiento de las reglas democráticas para ese tipo de consultas, durante cuánto tiempo tiene lugar la votación –sólo en Barcelona ha durado cuatro meses, desde el 12 de diciembre al 10 de abril- quién protege la gestión, conteo y fiscalización de los votos (las urnas y los votos se guardaban en el almacén de un supermercado), quién realiza el escrutinio y quién certifica si los resultados son los correctos…  No hay respuestas. Es decir se ha tratado de un asunto encuadrado dentro de la solera autóctona de Juan Palomo, “yo me lo guiso y yo me lo como”.

De todas formas los resultados se han movido más o menos dentro de lo esperado y habitual en las encuestas realizadas sobre la cuestión: un 34% de los catalanes apoyan la independencia, un 30 % se opone y un 36% no sabe/no contesta. Pero los catalanes que ha participado en esas encuestas han oscilado alrededor del 21%  del censo electoral y de esos el 18% se ha declarado a favor de la independencia. Una cifra cercana a la que desde 1980 se barajan en los sondeos de opinión (casi siempre diseñados de forma más correcta y ajustada a las normas democráticas para este tipo de consultas). La misma cifra vale para el conjunto de Catalunya y para la ciudad de Barcelona.

En el resto de España se ha contemplado con displicencia e irritación estos “extravagantes” actos,  tildándolos en el mejor de los casos de “cosas de catalanes”. Desde que se dictó la sentencia STC 31/2010 en la que el Tribunal Constitucional resolvió el recurso de inconstitucionalidad del PP contra la reforma del estatuto de Autonomía para Cataluña, la falta de conexión y comprensión entre Cataluña y el resto de España ha ido aumentando exponencialmente. Se ha dado carta de naturaleza al llamado “malestar catalán” (que tiene raíces económicas principalmente, no lo olvidemos) y que está provocando que el independentismo catalán, que resulta casi inane en sus expresiones políticas parlamentarias, esté avanzando socialmente de una forma imparable en una comunidad en la que el “seny” o buen sentido siempre ha tenido carta de naturaleza, a pesar de ciertas minorías de uno u otro signo, siempre tan ruidosas.

El giro soberanista del nacionalismo catalán se ha agudizado desde que se hizo pública la STC 31/2010. Sin duda el alto tribunal ha cumplido de forma recta e intachable su cometido, pero ese “ustedes se quedan fuera” propinado a la expresión de una voluntad popular política correcta y legalmente formulada, no deja fuera a “esos” catalanes sino a todos los catalanes, incluso a los que no están convencidos de dicha reforma. Deja simbólicamente fuera de la Constitución a una gran parte de Cataluña y eso no es un  buen escenario político,  ni para estos tiempos de crisis ni pensando en el futuro de España. No hay “problema” catalán, vasco, gallego, aragonés o valenciano. Hay un problema que se llama España y que es de todos nosotros. Hace falta rediseñar el nacionalismo y aceptar la regla incontestable de que unidos somos más fuertes. Todavía no lo hemos aprendido con Europa y así nos va. Una sola voz es más fuerte, se oye mejor y por lo tanto se entiende mejor,  que una algarabía caótica de gritos contrapuestos. Otra cosa es que seamos capaces de hacerlo. Pero eso es otra historia…

 

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11 abril 2011 1 11 /04 /abril /2011 08:51

Antes de la “teoría del caos”, una filosofía  operativa  de la ciencia que hizo furor desde que el matemático y meteorólogo Edward Lorenz la acuñara a finales de los ochenta y se ha aplicado sin cesar a todo tipo de eventos y teoría de sistemas, los viejos taoístas chinos mencionaban en una de sus proverbios “el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un tsunami al otro lado del mundo”. Con esta aparentemente absurda frase se indica que dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, la más mínima variación puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente distintas a las previstas. Una pequeña perturbación puede provocar mediante un seriado y progresivo proceso de amplificación efectos considerablemente grandes e inesperados.

Así pues, tenemos un sistema caótico inicial: la política internacional, con variables como el fanatismo religioso, la estupidez, el estado de guerra y  la inseguridad social y económica. Se produce un acto aparentemente estúpido e irrelevante, un cerril pastor metodista de una iglesia perdida en un pueblo de Florida quema el pasado 20 de marzo un ejemplar de El Corán ante sus feligreses (el aleteo de la mariposa) y una semana más tarde (tiempo en el que los medios de comunicación de masas, mas algunos interesados en sembrar el odio , mas la facilidad de comunicaciones en la aldea global que padecemos y aprovechamos,  tardan en llevar la banal y patética noticia a todos los puntos cardinales) en Afganistán estalla una revuelta de fanáticos --y también simples musulmanes indignados-- en protesta por esa cretinada. Resultado: decenas de muertos, entre ellos siete empleados de la ONU, es decir un tsunami social, político y humanitario. Un libro quemado por un descerebrado ha costado un número no cerrado de vidas humanas.

¿Qué está ocurriendo en nuestro mundo? ¿Todavía hay alguien que no sabe que los efectos de sus actos, aparentemente inocuos, como el aleteo de las alas de la mariposa, pueden provocar conflictos y dolor en cualquier otro lugar? Los budistas hablan de la ley del karma y del efecto que tienen nuestros actos al margen de nuestra voluntad y nuestros deseos, cómo el bien genera bien y el mal –o la estupidez—causan un mal que viene a evidenciarse mucho más tarde en la vida de los autores, tomando la forma  y el momento más imprevisible.

El “iluminado” pastor Jones ha realizado un acto irresponsable que ha agradado a su medio centenar de acólitos y ha puesto al Gobierno de Obama  y a las fuerzas internacionales de la OTAN  que se mantienen en Afganistán, contra las cuerdas. Los imanes afganos han aprovechado el regalito de Jones para lanzar a sus muy sensibles feligreses a una guerra de religión y fanatismo donde se mezclan intereses políticos, económicos y de poder, demonizando la presencia extranjera que trataba de llevar al castigado país a una situación de paz y un cierto orden.

Estados Unidos están gastando 6.000 millones de dólares anuales en entrenar  a un ejército que garantice que el país no vuelva a caer en manos de los talibanes. La estupidez del pastor Jones ha dificultado la tarea hasta un grado que hará aun más difícil la retirada de los soldados internacionales, de mayoría estadounidense, que trataban de resolver el problema afgano antes de marcharse en 2013. Estados Unidos y la OTAN pueden fracasar estrepitosamente en un país en el que los talibanes cada vez son más fuertes y se infiltran en todas partes. El pastor Jones les ha prestado una gran ayuda. Diez años de intervención, miles de víctimas, el poder corrupto del presidente Karzai y el dominio creciente de los talibanes y los señores de la guerra, hacen de Afganistán un posible nuevo fracaso occidental, dejándolo convertido en uno de los lugares más precarios del mundo. El pastor Jones debería ser obligado a comerse un Corán, sin aliñar, o mejor una Biblia, para no añadir más leña al asunto. El pastor Jones, gracias al efecto mariposa, ha hecho nuestro mundo un poco más desdichado, atormentado e inhumano.

 

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3 abril 2011 7 03 /04 /abril /2011 13:40

Érase un país que quería progresar y decidió apostar por el gasto irresponsable, por vivir por encima de las posibilidades, por insuflar gas a burbujas lujosas, desde la inmobiliaria a la del automóvil o la suntuosidad del despilfarro innecesario, en vacaciones a plazos o electrodomésticos de última generación. Los bancos amparaban el dislate y ellos mismos se lanzaron al enriquecimiento feroz, excesos de primas a sus ejecutivos, incontención en gestión de recursos, en inversiones millonarias, en codicia en el préstamo fácil, y a todo ello sumando malas prácticas públicas y privadas y corrupción generalizada en la relación mutuamente beneficiosa con una  parte de la clase política, también enfocada en el despilfarro.

Así pues el escenario estaba preparado para que interviniera la dura contundencia de la realidad, tan obstinada como la ley de la gravedad con los objetos que caen: una burbuja inmobiliaria absolutamente demencial, endeudamiento de las familias con créditos muy superiores a lo que eran capaces de pagar, los bancos atrapados por la mezcla de la mala gestión, la barra libre de créditos, la corrupción y las ampliaciones exageradas de volumen empresarial, más una clase financiera absolutamente irresponsable, jaleada por las agencias de rating. En 2008 se produce en Estados Unidos el colapso de Lehman Brothers y el pistoletazo de salida a la crisis que aún cabalga apocalipticamente por todo occidente. ¿Quién es responsable de esa crisis? Por supuesto los ciudadanos lo son en parte, no en vano se dejaron engañar por la supuestas facilidades crediticias. Pero ¿ quién montó el engaño, además de los políticos que debieron ser más cautos y no dejarse también atraer por el dinero fácil, la plata dulce que decían los argentinos antes de sucumbir a los corralitos y regresar casi a la edad media económica? Pues justamente los bancos y la clase financiera. Esos que ahora creen haber superado el bache y vuelven a hablar de beneficios para repartir, bonus, sueldos millonarios, incentivos. Ayudados por las agencias de calificación, tipo Woody's (lobo feroz de los Gobiernos en apuros, léase Portugal, Irlanda o nosotros, sin ir más lejos)  que cuanto más se equivoquen  y más problemas  y ruina causen, más ganan, mejores dividendos reparten entre sus analistas ejecutivos y más alta es su calificación. Y todo ello a pesar de que una institución tan respetable como el Congreso de los Estados Unidos ha dicho al respecto de la actual crisis "Concluimos que los fallos de las agencias de calificación creditica fueron engranajes esenciales en la maquinaria de la destrucción financiera". No logro entender por qué no se controla desde la ONU o el Banco Mundial u otra instancia internacional  sus actividades y sus intereses espurios.

¿Adivinan cómo se llama ese país de fábula tan inmerso en una crisis como la esbozada? ¿España? Pues sí, también, pero no. No escribo hoy de España, sino de Islandia. ¿Por qué? Por una razón esencial, que marca la diferencia entre España e Islandia. Los islandeses han  exigido responsabilidades  penales a algunos de sus banqueros, financieros  y políticos y los hacen corresponsables de la mayoría de los desafueros cometidos en esos círculos de poder. Además han creado nuevos controles para evitar que pueda volver a suceder una debacle semejante y exigen una mayor profesionalidad a la función bacaria. La cárcel podría alojar  a algunos de esos delincuentes de camisa de seda. Pues por eso querría ser islandés.

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28 marzo 2011 1 28 /03 /marzo /2011 19:31

No es una ficha más del dominó revolucionario árabe. No es Libia, donde Gadafi lucha una guerra imposible contra su propio pueblo, ni Egipto, ni Túnez, ni por supuesto Yemen, Argelia, Marruecos o Jordania. Es Siria, de la que Kissinger, el célebre secretario de Estado de Richard Nixon, dijo hace casi cuatro décadas, "en la región más conflictiva del mundo -–Israel-Libano-Arabia Saudí-Irak- Irán y Siria— no se puede hacer la guerra sin contar con Egipto, ni se puede lograr la paz sin contar con Siria". La región sigue siendo la más conflictiva, semilla de todos los males que acongojan al siglo XXI, desde el terrorismo islámico exportado al resto del mundo, hasta la permanente inseguridad contagiosa que rodea la mera existencia del estado de Israel y las amenazas iraníes. Egipto ya no es la llave de ninguna amenaza bélica, pero Siria sigue siendo una pieza esencial en el damero político de toda esa zona.

150-3456000-http___d_yimg_com_i_ng_ne_efe_20110328_15_21579.jpgCuando el pasado día 15 se declaró el "día de la ira" en Siria, una protesta convocada a través de Facebook, en la que los sirios se unían a las revueltas de los países cercanos y exigían cambios políticos y económicos en un país dominado por una minoría alauita, la familia del desaparecido Hafez el Asad, ahora dirigida por uno de sus hijos, Bashar el Asad y el partido Baas (Partido Socialista de la revolución árabe), la noticia –y el desarrollo sangriento posterior de las protestas—alarmaron a las cancillerías de todo occidente, empezando por Estados Unidos, y pusieron en alerta roja a Israel.

En el poder desde 1963 (fecha que empezó el estado de excepción, hasta hoy mismo) los baasistas se aliaron con la minoría alauí, rama del chiismo (un 11% de la población siria), hasta el golpe de estado de 1970 que llevó al poder a el Asad, quien gobernaría sujetando con mano de hierro a la mayoría suní del país (un 70%), con el apoyo y la simpatía del Irak de Sadam Hussein (también del Baas) y el Irán del ayatollah Jomeiny y sucesores.

Más de un centenar de muertos repartidos por ciudades como Deraa (donde empezó la represión), Tafas, Latakia o el mismo Damasco, están poniendo al régimen de Bachar el Asad contra las cuerdas y alarmando a todos los países de occidente y a los que comparten el destino sirio por la fuerte implantación del régimen en sus existencias. Me refiero evidentemente a Libano, cuya historia está imbricada de manera intensa con los sirios, una presencia militar permanente en el país mediterráneo desde 1991. Siria está también tras Hezbolá (organización chií financiada por Irán) poder actual dominante en Libano y tras Hamás. Este papel clave en la política de oriente Medio lo ha mantenido Siria desde hace décadas, moviendo sus piezas con astucia y sin comprometerse realmente con nadie (incluso estaría dispuesta a acercarse a Israel si éste le devolviera los altos del Golán, la estratégica región que les fue arrebatada en la guerra de 1967).

¿Qué efecto podría tener en todo el avispero de la zona si cayera el régimen de la familia El Assad, un régimen de poder tribal basado en el poder y la corrupción (aunque no tan elevados como en Tunez o en Egipto).? La señora Clinton ha dejado las cosas muy claras. No confundan a Siria con los otros países árabes sometidos a las revoluciones populares, ha insinuado. "Ni pensar en intervenciones militares como las de Libia". Hasta Israel, enemigo acérrimo de loos Assad, que vería con buenos ojos la caída del eje Teherán-Beirut-Damasco, en realidad no parece preferir que el régimen baasista caiga. Suena un poco a aquello que también dijo Kissinger (aunque refiriéndose a América Latina): "es un hijo de puta, si, pero es nuestro hijo de puta". Cuestión de intereses no de principios.

Todo el sistema policial de seguridad y el Ejército, están en manos de la minoría alauí, con el apoyo de otras minorías como los drusos y los cristianos, mientras el dinero y las empresas importantes, lo están de la burguesía suní, que ha prosperado tras las privatizaciones de los últimos años. Bachar el Asad está tratando de repartir más esa riqueza, aumenta los salarios de los funcionarios, insinúa cambios políticos y trata de minimizar el reguero de muertos echando la culpa a "bandas armadas extranjeras disfrazadas de soldados y policías", prometiendo investigaciones y castigos.

La situación no es fácil de resolver. Si sigue la represión y las víctimas, pueda estallar la bomba. Si cede, deberá medir las concesiones o a la larga también se hundirá. Y los manifestantes tienen un refugio en las mezquitas (de hecho un enorme número de muertos fue en un ataque a la mezquita Al Omari, en Damasco) lo que pone los pelos de punta a todos los países que contemplan con inquietud como se desmorona el centro neurálgico del avispero de Oriente Medio. El pragmatismo del régimen sirio que oscila a su conveniencia de un lado para el otro, sunies o chiitas, palestinos o israelíes, resulta preferible a un régimen islámico más en la zona (con Irán afilando sus uñas). Difícil problema.

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22 marzo 2011 2 22 /03 /marzo /2011 10:14

En japonés hay un verbo "gambarimasu" que significa más o menos "perseverar en el trabajo, dar lo mejor de cada uno en beneficio de los demás". Desde el viernes 11 de marzo, a partir de las 14,46 horas (hora japonesa), es uno de los verbos más utilizados en esas islas, en el conjunto social de un país sometido a un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter, un tsunami apocalíptico a continuación y a partir del sábado 15, a las 15,36 horas tras la explosión del reactor 2 de la central nuclear de Fukushima, una alerta total por posibles irradiaciones radiactivas en una secuencia progresivamente destructiva que ha afectado a tres reactores más y en uno de ellos, el 4, un posible desastre de fusión nuclear que podría invadir la atmósfera con una carga letal de consecuencias imprevisibles. Más de 8.000 muertos y de 2.000 heridos, 12.000 desaparecidos y 600.000 evacuados, por el momento, en un desastre que parece tener una capacidad demoníaca de auto superación.

Pues bien en este escenario de una brutalidad que anonada, los japoneses aplican el "gambarimasu" sin cesar, se atienen a una disciplina ordenada, llena de entereza, hacen colas para recibir ayuda, se muestran solidarios entre ellos, no hay casos de pillaje o saqueos, ni de pánico o caos, los comerciantes siguen manteniendo los mismos precios en sus productos, ayudan a los soldados y funcionarios que tratan de ordenar el rescate de personas, la evacuación de ancianos y niños, la recogida de cadáveres, el reparto de alimentos y agua…en una actitud social que es el asombro internacional.5528927106_a55b04fc29.jpg

Parece como si el espíritu del "bushido", los principios del código ético del samurái, que es una de las razones de la recuperación japonesa tras el desastre de la II Guerra Mundial, un entramado de reglas en las que el afán de servicio, la honestidad, el sentido del honor, la disciplina, el respeto al otro y a la jerarquía, el trabajo como servicio (influencia también del confucionismo), se hubieran activado. Y eso produce ejemplos tan radiantes como el caso de esos 50 operarios, técnicos, ingenieros y bomberos que se quedaron, no sabemos si voluntariamente, pero no me sorprendería, en los reactores dañados tras el tsunami y las explosiones de hidrógeno, para ir bombeando de cualquier manera agua de mar para evitar que la falta de refrigeración agravara el desastre nuclear previsible. A esos 50 se añadieron otras personas más hasta conformar un grupo de 180 héroes cuyo trabajo quizá en estos momentos esté evitando ese holocausto y cuya salud estará gravemente afectada.

Un ejemplo envidiable el de este pueblo sometido a un triple castigo de una dureza impresionante. Lástima que el gobierno de Naotu Kan y los líderes políticos en general se escuden quizá en ese "silencio, disimulo y cortesía ante los problemas, de cara al público" e informan poco y mal o, se produzcan casos de estupidez malsana, como el gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, que se atrevió a decir que el tsunami "es un castigo divino". No dan la talla.

Fukushima, Tree Mille Islands (Harrisburg, 1979), Chernobil (Ucrania 1986) (sin contar, claro está, Hirsohima y Nagasaki), muestran la cara menos amable de la cuestión nuclear. Pero ese es un debate que, por respeto a Japón, deberíamos aplazar para cuando nuestra ayuda al sufrido pueblo japonés ya no sea necesaria. Mientras tanto, "Gambaru Nihon", es decir, "ánimo Japón, da lo mejor de ti, persevera en esa actitud valiente y responsable". Ojalá nos enseñes a hacerlo. El mundo lo necesita (y nosotros, perdónenme, en particular).

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15 marzo 2011 2 15 /03 /marzo /2011 08:35

Aunque no lo crea, lector, esto nos afecta a todos. Afectará el poder adquisitivo de sus euros, quizá a su empleo, a los precios y a sus deudas. Lea y tiemble después de haber leído, como decía La Codorniz. El jueves pasado, la agencia de calificación Moody’s rebajó en un peldaño la solvencia de la deuda española, desde AA1 a AA2, pues asegura que la recapitalización de las cajas de ahorro costará al menos 50.000 millones, anticipándose en unas horas a un informe del Banco de España (una entidad bastante fiable internacionalmente por la seriedad de sus apreciaciones) que estimaba que el fondo que necesitaba ese sector de la banca española como garantía para su recuperación era de muchísimo menos, 15.143 millones. Por su parte, la agencia Fitch, lo cifró en 38.000 millones. ¿Cuáles son los baremos, los análisis, las estimaciones en las que se basan Moody’s o Fitch, para emitir un dictamen de futuro que tiene tan graves consecuencias sobre un país y, en definitiva, sus ciudadanos? No se sabe, no se contesta. Un inversor serio e imparcial que analizara las fuentes del Banco de España y las comparara con las de Moody’s, seguramente se asombraría de la diferencia cualitativa que existe a favor del Banco español.

 Moody’s fue creada a comienzos del siglo XX y su ámbito de actuación era el mercado de bonos financieros norteamericano. A partir de los 50 comenzó a expandirse junto con el colonialismo económico y cultural de la gran potencia. En este siglo, más de cien países dependen de su humor (siempre interesado) y sus decisiones (no siempre interesantes y acertadas, caso Canadá y la crisis asiática en los 90 o las subprime y bonos basura hace unos años y otros asuntos poco claros que ahora no recuerdo). Estas firmas de rating trabajan en la calificación de la fiabilidad de entidades comerciales y gubernamentales. Estas calificaciones que son reflejadas por un código de tres letras no siempre son acertadas, alguna vez están amañadas o desvirtuadas, siempre obedecen a intereses financieros, comerciales o políticos de difícil categorización. Tres A mayúsculas, es la calificación de máxima seguridad, mínimo riesgo, para un Gobierno o una entidad (en los setenta la triple A era una organización terrorista de extrema derecha, -la Alianza Anticomunista Argentina-qué cómica coincidencia).

La importancia y supuesta credibilidad de esta agencia hace que un simple anuncio sobre una rebaja futura o real de su calificación provoca un gran impacto político y económico, hace tambalear las Bolsas, sacude los Gobiernos y entierra a las entidades (o las salva). Y para complicar las cosas no está solo ella en el ámbito financiero de occidente, también meten su cuchara en el puchero revuelto Fitch Ratings y Standard& Poor’s. En octubre de 2010 se apeó a España de su triple A, el reconocimiento a la seriedad de los cambios que estaba haciendo el Gobierno (con bastante pesar de la sociedad española, que es quien suele pagar los platos rotos y la cuenta) con lo que agudiza por contagio la falta de confianza en el sistema monetario europeo y encarece la financiación de la deuda. No soy un experto en economía, desde luego, pero llevo muchas décadas analizando cuestiones que atañen a la política internacional y los problemas de macropolítica financiera y económica no me son ajenos. La experiencia me dicta que en estos casos de oscura racionalidad, recuerde la tragedia de Eurípides, Medea, cuando tras viéndose forzada ésta a asesinar a sus hijos, exclama en su defensa: "Quid prodest scelus, is fecit". Es decir: "Aquel al que favorece el crimen es quien lo ha cometido". Pues eso, cuando leo las actuaciones de Moody’s, y de las otras agencias me pregunto lo mismo siguiendo a Medea, ¿a quién favorecen las calificaciones negativas –a veces también las positivas que no son realistas- de estas agencias de opinión con tan poderosos efectos?

 En tiempos de euforia económica no se apuren, avalarán las aventuras financieras (con resultados a veces devastadores) y en tiempo de penuria se ensañan con los países más débiles y afectados. En el caso de España, en plena sequía crediticia, las decisiones y opiniones de Moody´s podrían favorecer la especulación de ciertos fondos y retardar gravosamente la recuperación española, debilitar el euro y afectar a países con dificultades más serias como Grecia, Portugal e Irlanda. ¿A quién favorece esa prepotencia calificadora de Moody’s? ¿Ciertos Gobiernos, grupos de presión, empresas especulativas? En vísperas de la reunión de ministros de economía de la UE y de la visita de la ministra Salgado a la reserva federal de Estados Unidos, la decisión –opinión- de Moody’s ha hecho un flaco favor a la economía española, ya que con peor rating la deuda será más cara y más difícil de refinanciar y se dificultará la concesión de créditos, eso sin mencionar en el daño a la confianza de los mercados en España. Y para ampliar la campaña de descrédito, la agencia ha rebajado también la solvencia de Cataluña (la peor nota de todas) Castilla-La Mancha, Murcia y Valencia y también la de la ciudad de Barcelona. Lo dicho, “Quid prodest?”.

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