Permítanme que vuelva a hablarles de economía. Es decir, de eso que llaman "economía" los "sabios" del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y los expertos financieros de la UE. Un análisis somero de lo que está ocurriendo en Grecia, Irlanda y Portugal nos haría ponernos rojos de indignación. Lo que les voy a decir daría contenido formal a toda la protesta del movimiento 15-M "Democracia ya" y haría hervir a la Plaza del Sol, a la de Cataluña y a todas las plazas del resto de España (por aquello de las barbas del vecino).
Cualquier profesor de Economía de cualquiera de nuestra Universidades les diría, lisa y llanamente, que la crisis económica y financiera de la zona euro están siendo tratada por las autoridades económicas citadas de una forma que podría significar el fin del euro y la bancarrota de varios de los países que la forman, empezando por los tres citados y añadiendo alguno más (y ahora tóquense la barba: seguro que está mojada).
Las condiciones impuestas a Grecia, Irlanda y Portugal para financiar los planes de rescate (de una situación creada precisamente por el mismo sistema financiero --otras instituciones, claro está-- que se mete a salvador) no sólo son leoninas, son poco realistas y están condenadas al fracaso más doloroso y al sufrimiento más innecesario de las poblaciones de esos países. La exigencia de recortes brutales del gasto, unido al freno absoluto a los salarios (no a los bonus de los ejecutivos) y al agravamiento espectacular de las cifras de desempleo, forman un escenario en el que esos países no sólo se endeudarán cada vez más sino que les será imposible pagar, no habrá sostenibilidad posible y se les llevará a la quiebra.
Esas son las consecuencias previsibles de las medidas exigidas por las citadas instituciones y organismos financieros para paliar la crisis en los tres países mencionados. Los resultados de la evolución económica de los afectados corroboran las previsiones. ¿Es comprensible que esos presuntos especialistas y economistas notables dicten normas que saben imposibles de cumplir? ¿Es posible pensar que la exigencia de austeridad a cualquier precio no sea la más adecuada para países con una moneda y un sistema financiero común que, por tanto, no pueden recurrir a la devaluación como medida de crecimiento? ¿No se estará tratando de salvar a los bancos que están detrás de los préstamos antes que a los países, como apunta el economista Antón Costas?
En resumen, imagínese, amigo lector, que usted y su pequeña empresa están en crisis y necesita que le ayuden. Entonces viene un banco y le pide que sea austero, reduzca los gastos y las inversiones y los salarios (incluido el suyo) y le encarece tanto los intereses y el pago del dinero que le prestan que en pocos meses se ve incapaz de sostener su negocio --en un escenario donde cada dia todo es más caro-- y tiene que cerrar e irse usted mismo al desempleo.
Pues bien, simplificando un poco a fines de claridad, esa es la situación que conllevan los planes de rescate del FMI y el BC, avalado por la UE. Habría que pedirle al millonario Charles Ferguson, oscarizado realizador del documental estrella en las Facultades de Ciencias Económicas "Inside Job" que nos hiciera el favor a los europeos de pasar sus cámara analítica por la crisis de la zona euro. Lo que está ocurriendo da para una película de catástrofes o una de terror: "La noche de los muertos eurientes" o "La caida de la Casa Euro". Y como diría La Codorniz, la revista más audaz para el lector más inteligente, "tiemble después de haber reido".