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3 julio 2017 1 03 /07 /julio /2017 09:42

Con la aparición estos días en el sello Anagrama del libro "El cerebro. Nuestra  historia" donde se abunda y se añaden cuestiones candentes al estudio del cerebro, me ha parecido pertinente hablarles primero del anterior del mismo autor: "Incógnito. Las vidas secretas del cerebro." Decía Woody Allen que el cerebro es su "segundo órgano favorito". Bromas aparte, el cerebro es, con distancia, el órgano esencial de nuestra vida como seres conscientes, a pesar de que la mayor parte de sus actividades no son accesibles a nuestra consciencia, ya que la mente (el sustrato de nuestro yo, de nuestra identidad, voluntad y memoria) no es más que la ínfima punta del iceberg. El neurocientífico David Eagleman ha escrito un libro fascinante, hipnótico desde la primera a la última página, en el que se nos desvela, con un estilo en el que se mezcla un saludable sentido del humor con una tensión informativa que recuerda al mejor thriller, la explicación de supuestos misterios de nuestra vida cotidiana que reflejan la paradoja más extraña del ser humano: estar regidos globalmente por un órgano que trabaja "de incógnito", es decir, cuyas funciones --que rigen absolutamente todo el funcionamiento de nuestro cuerpo, nuestro comportamiento y nuestros instintos-- no llegaremos jamás a controlar y en muchos casos ni a conocer dada la complejidad de elementos que se pone en funcionamiento de una forma automática, regida por la genética y la memoria de la especie. Y así nos enfrentamos a una verdad tan esencial y trascendente como la de que el hombre no es el centro del universo y la tierra no es el centro del espacio; la de que nuestra conciencia no es el centro y rector de nuestra mente, sino una "función limitada y ambivalente en un vasto circuito de funciones neurológicas inconscientes".

David Eagleman une sus amplios conocimientos sobre las neurociencias a una facultad muy atractiva de exponer esas complejas informaciones de una forma clara, sencilla y divertida, muy en la linea de magníficos divulgadores como Oliver Sacks y Antonio Damasio. Parte de la idea motriz de que el denominado cerebro consciente solo es responsable de una pequeña porción del escenario de la realidad que percibimos y tampoco lo es de la mayoría de nuestros comportamientos y de aquello que creíamos más "propio", nuestros deseos y temores (imagínense las secuelas que esas investigaciones tendrán en aspectos juridicos, sociales y penales sobre responsabilidad de muchos de nuestros actos) Eagleman nos convence de que este órgano humano de un kilo doscientos gramos de rosado material gelatinoso y húmedo, es la estructura operativa más compleja del universo.

A partir de ese punto el autor de este maravilloso libro nos lleva a un viaje con curiosas paradas en cuestiones pintorescas; ¿en qué se basa la certera intuición de los sexadores de pollos?, ¿por qué la dilatación de las pupilas de las mujeres constituye un glamuroso reclamo sexual? ¿dónde se encuentra nuestra verdadera identidad?, ¿por qué la coincidencia de las iniciales del nombre se convierte en un motivo de elección de pareja? ¿cuáles son las bases de la infidelidad masculina? ¿sospechaba usted que las numerosas facetas de nuestro comportamiento, pensamientos y experiencias están ligadas a una inmensa red electroquímica llamada sistema nervioso? ¿sabe que el estado físico de nuestro cuerpo determina el estado de nuestros pensamientos y actitudes?, ¿que todos nuestros sueños y fantasías, miedos, humor, intuiciones geniales, deseos, emergen del cerebro y si este cambia por enfermedad o traumatología, también cambiará lo que consideramos nuestro "carácter" e inclinaciones?, ¿sabe que su yo consciente es el fragmento mas diminuto de lo que ocurre en su cerebro y que la mayor parte de lo que hacemos, pensamos y sentimos no está bajo nuestro control consciente, sino guiado por programas neuronales forjados por "millones de años de selección natural"? ¿Sabía que al menos el 15% de las mujeres poseen cuatro fotoreceptores -en lugar de tres como el resto de la población-- y por tanto son capaces de distinguir un cuarto color y sus matices que son inexistentes para los demás?¿Que la gente no siempre dice lo que piensa, porque la gente no siempre sabe lo que piensa?¿Que, como descubrió Damasio, las sensaciones producidas por estados fisicos del cuerpo acaban guiando el comportamiento y la toma de decisiones? ¿Por qué estamos preprogramados para que perdamos el interés por nuestra pareja tras una media de cuatro años?

Dispóngase pues a un viaje sorprendente y a veces inquietante por el fondo de nuestro cerebro, al estilo de la famosa película de los años setenta, pero basados no en una ficción sino en una realidad científica de última hora. Como escribió el psicólogo Karl Jung, "en cada uno de nosotros hay otro al que no conocemos". El problema es que ese "otro" se lleva el noventa por ciento de responsabilidad en el funcionamiento de nuestro ser. Y lo más fantástico es que es mejor así, ya que la efectividad del funcionamiento del cerebro depende en gran parte de que la conciencia no se entrometa. ¿No lo cree?  Pues es fácil de entender: trate de analizar en plena acción como monta usted en bicicleta, cómo ejecuta un saque en tenis, movimiento por movimiento, o sea consciente simplemente de qué es lo que hace exactamente cuando interactúa con su ordenador: de pronto comprobará que pierde el equilibrio, saca fatal o se bloquea ante el ordenador. La conciencia del movimiento estropea la efectividad que su cerebro aplica automáticamente.

Pero no es sólo esto, con ser tanto, lo que nos ofrece este libro. Se vuelve mas inquietante aun cuando nos informa de la visión y de una constatación científica que  nos deja helados: en ningún momento vemos lo que hay fuera de nosotros realmente. Percibimos lo que nos dice el cerebro de esa realidad. No vemos con los ojos sino con el cerebro. Como escribe Eagleman "su cerebro está a oscuras pero su mente construye luz".

He leido con entusiasmo y sorpresa este libro que me hace pensar en el verso de Walt Whitman, "Soy grande, contengo multitudes". Es una lección de humildad y un toque de advertencia: no somos lo que creemos ser. Y es que como decía John Lennon, "la vida es esa cosa que ocurre mientras tu haces otros planes". La maravillosa complejidad del cerebro humano y su substrato, la mente (que ya no es la protagonista que creíamos que era) configura un viaje arrebatador y recomendable en el que nuestra vida mental es lo que ocurre por si misma mientras tu haces otros planes pensando equivocadamente que estamos a los mandos del navio de nuestra vida.

 

 

 

FICHA:

Incógnito. Las vidas secretas del cerebro. David Eagleman. Traducción de Damián Alou. Anagrama. Barcelona, 2013. 352 páginas. 19,90 euros

 

 

 

 

 

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