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30 marzo 2012 5 30 /03 /marzo /2012 07:03

amorsiruela.jpgSe trata de un joven filósofo alemán, Richard David Precht (nacido en Sollingen en 1964), periodista y escritor que juega con la divulgación y las ideas con una irresistible lógica, un sentido del humor nada adocenado y una aportación de datos que en ningún momento llega a agobiar al lector.

Su andadura intelectual ha quedado reflejada en dos libros de divulgación filosófica que han coqueteado con envidiables niveles en las listas de best sellers de su país y del resto de Europa. "¿Quién soy y cuántos" (el problema de la identidad, clave en la psicología y en la mística y ahora también en la neurología) y "El arte de no ser egoísta" (ética y filosofía cogidas de la mano) que no tardará en ver la luz en castellano apadrinado también por Ediciones Siruela.

El libro, "Amor. Un sentimiento desordenado",  pulcramente editado por Siruela, ha sido traducido por el catedrático de filosofía de la Universidad de Extremadura, Isidoro Reguera, una de las mentes más claras de la filosofía de nuestro país y un auténtico lujo para este libro  (le debo páginas esenciales sobre Sloterdijk, Popper, Wittgenstein o Nietzche). Así que doble motivo para leerlo.

Por supuesto que lo primero que nos atrae del libro es su vocación analítica disgregadora. Nada de tópicos, nos dice, dejemos de alimentar caducos romanticismos o ideas falsas, "el amor responde a una contradicción interna" es un sentimiento desordenado al que hay que contemplar con "un gran angular" para evitar que se nos escape la percepción de los diversos -y contradictorios -elementos que lo conforman. Y para ello denuncia los novelones del siglo XVIII, las películas de Hollywood, las serie de la tele, las costumbres populares y las ideas machacadas y no digeridas por todos los medios de comunicación, incluidas las nuevas facilidades y cambios  que promueve internet).

El autor enfrenta esos tópicos históricos y actuales a la mirada desapasionada de la biología, la sociología, la psicología y la filosofía. No se trata, nos dice, de un sentimiento caótico, ilógico, sin sentido, un impulso ciego en el que mandan las hormonas sobre la razón. En las dos primeras partes del libro "Mujer y hombre" y "El amor" se realiza ese analisis comparativo pero sin aceptar el habitual rechazo contra lo incontrolable, sino aportando ideas y conclusiones parciales sobre cuestiones como las diferencias que existe en los sexos a la hora de afrontar y delimitar ese sentimiento, ola estructura amorosa y el papel del sexo en ella. Pero en todo momento respetando la inefabilidad del sentimiento, su fuerza, su potencial, su enorme carga enérgética...simplemente exigiendo que se eviten metodologías limitativas, que dejemos de tratar de encauzar estrechamente un sentimiento que, por definición, supera todos los límites y definiciones, categorías y domesticaciones.

En la tercera parte, "El amor hoy", el autor nos habla de la escurridiza lógica propia que tiene el proceso amoroso, lo que supone para sus protagonistas en coste real de cambios y exigencias y la necesidad de comprender lo que supone el amor para sus protagonistas, antes de que la sociedad lo siga convirtiendo en cualquier cosa  con precio y publicidad, es decir que llegue un momento en que el amor "muera de exito" y se transforme en cualquier cosa bien envuelta para vender... y comprar. O lo que es igual, que más que ser un instrumento para dos autorealizaciones, sea una forma más de que uno logre algo a costa de otro, que pierde algo a cambio de nada. Es decir, lo de siempre. 

"El amor es un arte del fracaso", concluye Precht. Hay un tiempo en el que se realiza (a su manera) pero es un tiempo limitado, después se transforma en otra cosa, camaradería, afecto, convivencia, o sus contrarios. El amor como fenómeno complejo con elementos fisicos, biológicos, psicológicos y sexuales, se disgrega en sus componentes y se transforma. Pero el autor incide en las diferencias entre enamoramiento y amor, ya que la  necesidad de un objeto del deseo del primero y el "estado interno sin objeto" del segundo, los hacen irreconciliables. En suma, no se trata de un sentimiento místico sino de algo que abarca el todo de la persona amada para la persona amante. En ese contexto, la infidelidad es imposible, pero también lo es el altruismo total, "a nadie le gusta amar sin ser amado". Tal vez por estas contradicciones, el amor no  suele durar más de tres años, dice Precht.

Pero ese estado interno que nos acomete alguna vez en el transcurso de la vida debe ser aceptado con un sentido realista y evitar que se contamine con los tópicos románticos o confundirlo con el enamoramiento o la simple atracción sexual. Lo cierto, segun Precht, es que el amor verdadero consiste en "dar todo y no esperar recibir nada" (aqui se acerca al tópico místico y se descuelga con que sólo el amor de Dios es así y nadie cree mucho en ello, idea con la que explica la decadencia de las religiones).

En resumen, Precht nos ofrece una batería de pensamientos, ideas y datos expuestos con gran claridad sobre un sentimiento que no es nada claro y nos reenvía no a una definición, que sería una traición a su texto, sino a un estado del ser, un estado interno con el que hay que vivir el  amor cuando nos llega. Asumiendo ya de entrada que no hay forma de explicarlo y que cada uno lo viva como pueda, pero siempre sin traicionar su esencia.

 .









 

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