En estos dias de lluvia pertinaz, cielos grises y oscuros e imposibilidad de salir a montañear, sentarse a leer a Murakami en un ambiente distendido,cálido y acogedor es un lujo y un placer. Setecientas y pico páginas que van pasando con avidez de lector (aunque como siempre voy tomando notas o subrayando pasajes, frases e imágenes literarias que me parecen interesantes o que por el contrario las estimo inadecuadas) en un desarrollo del ritmo literario que está bien medido por el autor y que logra ese "efecto Murakami" que tantos han censurado y a mí me encanta. Este japonés es un antidivo, un enigmático y a la vez sencillo novelista que tiene una forma de narrar engañosamente fácil y que te agarra amistosamente del hombro y te va sacudiendo con una sonrisa, sembrando el estilo de observaciones, hechos y actitudes de sus personajes con los que te asombra y te seduce..
Hoy no he escrito ni una sola linea de mi novela. Mi disciplina de escritor se resiente. He tenido que dedicar parte del dia a hacer gestiones de lo más rutinarias y de temas que no me interesan demasiado, pero que tienen una inevitable importancia. El resultado es una sensación de desaliento y esa grisura del día congelándome el corazón. Por tanto, sólo he escrito en mi blog sobre un libro y un par de películas. Después me he dejado caer en el sofá con Murakami entre mis manos. Me he reconciliado con el día. Ya es algo.
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