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Logoi 329

NO SIN MI MÓVIL

Resulta que el omnipresente móvil fue creado por la diosa Tecnoplasta para simplificarnos la vida  y socorrernos en casi todas las circunstancias, ocupando el lugar de nuestra memoria, nuestras relaciones, trabajos, imágenes, lenguaje  y comunicación. En suma, del conjunto de nuestra identidad social, familiar y laboral. Y realmente ha sido así, pero con el tiempo vamos viendo que no todo son ventajas. Tal vez no hemos sabido encauzar ese potencial, manteniendo algunas zonas o cometidos bajo control estricto de nuestra humanidad. Seamos claros: ¿cuánto tiempo pasamos enganchados a WhatsApp, Twitter, Facebook, Instagram, Youtube o alguno de fértiles y asequibles canales que cubren todos nuestros deseos y actividades? Incluso los fanáticos de la lectura (especie en trance de desaparecer), ¿cuántas veces interrumpimos la lectura del libro para comprobar con ese ojo mágico digital que seguimos activos con el cordón umbilical de internet y variantes? Es el bucle interminable de contenidos atractivos –diseñados “sólo para tus ojos”- y de notificaciones del resto de ese mundo que creíamos personal e intransferible. Es el fruto del trabajo de miles de ingenieros de la cosa que cobran más y mejor para añadir nuestro código de identificación a los millones de adictos que nos acompañan. Vivir sí, pero no sin mi móvil.

El móvil y sus hermanos mayores forman parte de una tecnología adictiva que hemos aceptado sin saber exactamente qué estábamos aceptando. Ni siquiera sus inventores, sus empresas y plataformas, tenían una idea clara del éxito corrosivo de sus inventos. El móvil ha sido un invento extraordinario y sus servicios son indispensables porque nos facilitan la vida en todos los órdenes. ¿Dónde está el problema? En la falta de educación e información fiable que debería tener el usuario, para evitar que el móvil se convierta en un amo de nuestro tiempo y un dictador de nuestras necesidades.

Ahora, que ya conocemos la cara oculta del invento, su rostro malévolo y falaz, deberíamos empezar a tomar cartas en el asunto para intentar poner esa tecnología a nuestro servicio en vez de aborregarnos en el papel de esclavos de sus servicios. Asunto dramáticamente difícil: por un lado, la faceta oscura, dependiente y fácil de dominar del cliente y por el otro, los intereses y ganancias inabarcables de las empresas de tecnología digital, un bloque financiero que domina al mundo por encima de gobiernos, ejércitos, política y economía.

Está ratificado por varios estudios que el uso continuo del móvil se asocia con deficiencias de autoestima, falta de empatía, agresividad larvada -pronta a dispararse-, y  pérdida de la identidad. En el aspecto biológico y psicológico, un creciente alud de trastornos de ansiedad, depresión e insomnio. Hay que ponerse las pilas. Es una herramienta, no tu dueño.

ALBERTO DÍAZ RUEDA