Deberían hacerse públicos los nombres y merecimientos académicos de los funcionarios que han decidido eliminar la Filosofía en 4º curso de la ESO. Debe hacerse un análisis público de esa medida con profesores, filósofos en ejercicio, periodistas, y sociólogos. Y también otro de la deriva actual de los estudios humanísticos, que parece propiciada por una mentalidad enfocada a la tecnología, el pragmatismo finalista de cara al mercado laboral, la cultura del mínimo esfuerzo y la igualación del alumnado por lo mediocre y no por la excelencia.
Eliminar la filosofía es penalizar el pensamiento crítico, ignorar la inteligencia y la facultad de entender y gestionar la propia vida, de adquirir un sistema de análisis basado en principios éticos y una percepción del Otro dentro de esquemas de solidaridad, colaboración y respeto. Estamos haciendo un país de “Letrasados”, es decir analfabetos verticales, que llegarán, inermes éticamente, a una Educación universitaria que privilegia las recetas neoliberales de gestión y estudios de mercado. Quizá tengamos buenos técnicos, que tal vez no sepan ser buenas personas. Allá en las profundidades de la crisis global sistémica está la crisis educacional, que influye en todas las demás de una manera indirecta pero eficaz. La filósofa Martha Nussbaum reflexiona sobre la relación entre educación y la crisis de la democracia: “en la medida en que se recorta el presupuesto asignado a las disciplinas humanísticas, se produce una grave erosión en las cualidades esenciales para la vida misma de la democracia”. Quizá aquí radiquen las “razones” que instigan a la supresión filosófica: limitar la capacidad crítica de los jóvenes para hacerlos ciudadanos mucho más manipulables.
¿De verdad las autoridades educativas creen que puede resultar rentable una generación de letrasados? ¿Que el creciente predominio del mundo digital y las redes, con su capacidad manipulativa, puede ser gestionado por mentes a las que no se les ha enseñado a pensar fuera de las vías trilladas de la “tele-drogodependencia” y del brillo hipnótico de las pantallas de móviles u ordenadores? Decía Bergson que “la filosofía da al ser humano la capacidad de retirar el velo que el hábito teje entre nosotros y la vida”. La filosofía enseña a pensar y a vivir. Así ha sido en los últimos treinta siglos como mínimo. ¿Y no es ese, uno de los más importantes fines de la educación?
ALBERTO DÍAZ RUEDA