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24 noviembre 2017 5 24 /11 /noviembre /2017 10:30

Bergson ha pasado a la Historia de la Filosofía por su heroico intento de dar una explicación filosófica a los fenómenos que se producen en la realidad y a la realidad misma, muy en sintonía con el cientifismo y pragmatismo imperante a finales del XIX y principios del XX. El intento -un glorioso fracaso aún no superado- de explicar toda la realidad de una forma científica encontró en Bergson un defensor...hasta cierto punto. Ya que para Bergson (y por ello ha sido criticado y excluido de los grandes indiscutibles de la Filosofía) existen y existirán siempre determinados ámbitos para los que no existen explicaciones ni apenas conocimiento empírico. Me refiero claro está a la faceta espiritual o trascendente (tan vilmente usurpada y anatematizada por las religiones, singularmente la católica).

Tampoco las llamadas ciencias del comportamiento, la psicología o la neuropsicología entre otras, (incluido el psicoanálisis, con excepciones notables como Jung, por ejemplo) pasaban de limitarse a una cierto reglar de algunos aspectos de comportamiento, la conducta o la personalidad (en esos días triunfaba el conductismo en psicología) pero era imposible llegar a la "esencia" del ser, la razón profunda de lo específicamente humano. Con lo que Bergson no tardó en dar el paso lógico siguiente: extender tal impotencia del Logos para comprender qué cosa es la realidad y sus manifestaciones, prescindiendo de la obviedad de los parámetros de medida y análisis de los objetos. La realidad no era sólo un problema de la física, la química, la biología, la geología...también, y sobre todo, era metafísica pura. Justamente las reflexiones de Bergson sobre ese interminable debate forman el nudo argumental del presente libro. De las nueve lecciones que aporta el volumen, las cuatro primeras la hacen a modo de introducción a la filosofía, las dos siguientes de estética (impartidas en el curso 1887-1888 en Clermont-Ferrand) y las tres últimas sobre metafísica pertenecen a cursos dados en el Liceo Henri IV, a partir de 1893.

"Ninguna ciencia en particular, en efecto, supera la apariencia, el fenómeno, lo que aparece, y la metafísica tiene precisamente por objeto superar el fenómeno, buscar lo que existe detrás de él. Hay, pues, algo detrás del fenómeno, esto es lo que importa hacer ver a fin de probar que la metafísica no persigue vanas quimeras" (pág40). Bergson apuesta por la metafísica y esa tendencia de su pensamiento también se filtra en sus consideraciones sobre la belleza y el arte. Sin olvidar los tres  elementos esenciales de la realidad, sus tres dimensiones, el espacio, el tiempo y la materia. Sin embargo el pensador insiste en que la filosofía no debe prescindir de la disciplina científica, el propio filósofo debe estar versado en los datos científicos, pero debe dirigir su mirada hacia aquellos ámbitos de lo real que la ciencia no puede aprehender. Y esos ámbitos suelen ser percibidos por la mente del artista en su busca de la belleza, de lo bello. Pero Bergson avisa que ni Platón, ni Schelling, ni Schopenhauer, lograron acercarse a esa dimensión de la belleza, ese "algo más" que revela lo trascendente, aquello que no es posible señalar con las palabras, sólo con el espíritu…

Bergson asume esa dificultad de señalar ese "algo más" y propone un concepto cargado de significaciones nuevas, la "simpatía", esa vibración común con la cosa que aparece cuando nos acercamos a ella, que nos permite acercarnos a su esencia. Y aquí el filósofo se da la mano con el artista, y la belleza, lo bello, con la filosofía y su verdad. Pero hay una discontinuidad entre filósofo y artista. Sólo el primero se pregunta el cómo y el porqué. Por ello el filósofo digno de ese nombre tiene algo de artista y algo de científico.

Se trata de un librito importante para conocer el pensamiento del filósofo francés (por cierto, cuñado de Proust) sobre todo en los dos ámbitos que hemos citado, la metafísica y el análisis de lo real a través de sus tres dimensiones, espacio, tiempo y materia. Aquí los textos se hacen de más trabajosa lectura no por el texto en sí sino por la complejidad de los temas. En uno de ellos, el tiempo, Bergson mantiene tesis bastante originales y rechaza las teorías del momento (el citado Proust hizo uso del concepto bergsoniano del tiempo en su obra capital: "En busca del tiempo perdido") proponiendo una vivencia de tiempo interior como "duración", en la que el sujeto se zambulle, formando  parte del proceso, en el mismo presente, "simpatizando" con esa realidad que está "siendo" junto a nosotros. 

En cuanto a la materia, las preguntas de Bergson, realizadas en 1893, no lo olvidemos,  inquietan aun hoy a todos, filósofos y científicos, a pesar de que la física cuántica ha cambiado radicalmente la visión de la ciencia y la filosofía frente a ese misterio: "¿Existe alguna realidad extensa fuera de la mente o bien el mundo material se  reduce a la idea que tenemos de él?" o "¿Es posible producir las representaciones de la supuesta realidad en una conciencia encerrada en sí misma?" "¿Cómo es esa realidad a la que sólo podemos llegar por la "simpatía", más allá de la ciencia, auxiliándose con la estética".

Libro de compleja pero muy interesante y sugerente lectura.

 

FICHA

"Lecciones de estética y metafísica".- Henri Bergson.- Trad. María Tabuyo y Agustín López.- Siruela.-ISBN 9788498416411

 

 

 

 

 

 

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