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3 marzo 2017 5 03 /03 /marzo /2017 08:54

 En principio a uno le sorprende la osadía del postmoderno Btun-Chul Han, un filósofo coreano formado en Alemania y especialista en Heidegger: Poner en una balanza filosófica el budismo zen por un lado y la filosofía más clásica, desde Leibniz a Platón, Schopenhauer, Fichte, Hegel o el mismo Heidegger por otro, suena a esa osadía algo traviesa pero puntillosa, sería e innovadora que el filósofo coreano imprime a sus estudios y trabajos sobre la sociedad moderna del cansancio, la transparencia, el agobio del enjambre humano, el paso del tiempo o el significado del amor en nuestras costumbres actuales. Sorprende sin duda ese paso dialéctico en este pensador de lo externo de la persona, lo social, lo relacional, a algo tan íntimo y difícil de conceptualizar como el ser y la nada, la espiritualidad humana, el silencio, la conciencia y el lenguaje. ¡Y más tratándose del budismo zen, conocido por su uso del silencio, su desconfianza hacia el lenguaje, el carácter enigmático y críptico de los koan, su escasa gestualidad y sus planteamientos  presuntamente nihilistas!

Pero el milagro se produce. Han logra resolver su apuesta de forma bastante notable. Estructura su ensayo contraponiendo los contenidos idóneos del conjunto de pensamiento .de los filósofos citados, los que se relacionan siquiera sea de refilón con el corpus zen, y de la comparación esboza las afinidades y los desacuerdos. Como cabía esperar de este excelente pensador, no hay juicio alguno: Han plantea su trabajo para el conocimiento del lector y no entra en valoraciones. Una forma de respeto para unos y otros, los filósofos occidentales y los amantes de la vieja disciplina espiritual.

Resultan interesante ciertos acercamientos de los citados filósofos occidentales (el tema de la muerte o de la conciencia de sí, por ejemplo) a los rigurosos e ingeniosos planteamientos zen. Han va contraponiendo haikus clásicos y textos zen para reforzar la dialéctica entre ambas formas de pensar y los imprevisibles puntos que comparten. (Como algunos de los que expresaba en su obra anterior "El aroma del tiempo,: el arte de demorarse"). Deduzco que el filósofo coreano debe ser un estudioso o practicante de zen, cosa paradójica dada su formación académica. Pero arguye con honestidad la difícil complementariedad entre el pensamiento lógico y razonado occidental -con su enorme carga de influencia judeocristiana- indirectamente deísta incluso en los casos de autores ateos. Esa referencia última a la trascendencia- o directamente Dios-  incluso en Kant o Fichte, desde luego en Leibniz y muy apreciable en el Maestro Eckhart,- es el punto clave que separa al budismo zen de los filósofos occidentales (entre los que he notado a faltar al gran Spinoza cuyo pensamiento incide en tantos planteamientos de los maestros zen).La "nada" de los filósofos y las religiones occidentales es  trascendente., para el budismo es inmanente. Por eso el zen no se ocupa del "mas allá", no busca ninguna trascendencia, simplemente aprende a vivir en lo cotidiano, en un "aquí y ahora" continuo.

El zen, afirma Han, despoja de dureza y malestar el concepto de vacío y nada, sino que lo integra en un entorno amable en copertenencia entre todos los  elementos de la realidad, de la naturaleza. Y así el ser de Heidegger que es un "vacío" que se interioriza y se convierte en  un centro dominante, en el zen no hay ninguna fuerza integradora que proceda del vacío. En él no hay nada. Ni siquiera el Dios del que habla Heidegger. Para el zen el individuo no es "nadie", no tiene deseo pero si se relaciona con el mundo, eliminando toda distinción entre sujeto y objeto, toda preeminencia del yo sobre el mundo, "el que contempla se funde con el paisaje". También la heroicidad del ser ante la muerte (en Hegel y en Heidegger) no tiene ningún sentido para el zen. Ante la muerte solo cabe el desasimiento de todo, lejos del egoísmo y de acuerdo con la aceptación de la finitud de todo. Y, para terminar, en el concepto de la relación con el otro, Han contrasta la dialéctica amo-esclavo de Hegel o la amistad que define Montaigne o Aristóteles, con el concepto amable y generoso de aceptación del otro por parte del zen.

En resumen: un librito digno de ser leído con atención.

FICHA: FILOSOFIA DEL BUDISMO ZEN.- Byung-Chul Han.- Trad. Raúl Gabás.- Ed. Herder.12,50 euros. ISBN 9788425433801

 

 


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