Notable reinvención del "Robocop" de Paul Verhoeven. El holandés también hizo un trabajo excelente en el que su formación de físico y matemático daba una curiosa grafía clásica --y cínica-- al personaje robótico con alma humana. Aquí el brasileño José Padilha no trata de competir con el Robocop originario sino de hacer una lectura diferente de un personaje que continuamente roza los límites, se comporta ágilmente cabalgando sobre la linea sutil que separa una máquina inteligente pero fría de un ser humano vulnerable y lleno de pasiones. Si el holandés usaba al gigantesco robot militarizado como un ariete en su crítica política y social con vestimenta de comic, el brasileiro Padliha (recuerden que dirigió esa formidable "Tropa de élite", durísima cinta basada en la violencia de las favelas de Rio y la no menos violenta intervención del ejercito (Oso de Oro en 2007), se hace con parecidas armas a las del director europeo, la irónica critica irreverente, pero la enfoca hacia el poder absoluto norteamericano y las paradojas que el ejercicio de ese poder plantea. Y completa la trama con los problemas familiares y personales del individuo, el policía medio muerto completado como cyborg (que interpreta con la lógica rigidez Joel Kinnaman). Versión descafeinada políticamente y ajustada a cierta blandenguería de estos tiempos y en el principio sacrosanto de la dignidad del ser humano y de su presunto libre albedrío. Pero, gracias a Dios, conservando en la picota a los verdaderos "malos" de este siglo, los corruptos, los financieros sin alma, los empresarios omnipotentes. En los secundarios de este filme es donde la cosa brilla, aunque no demasiado bien utilizada: Gary Oldman, el científico bueno, Samuel L. Jackson, el profesional mediático manipulador y vendido, Michael Keaton, el empresario sin moral ... nos muestran la gama un poco sobredimensionada de su histrionismo actoral. Resumiendo una película divertida y sugerente.
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