Torre Del Compte 18 (Crónica de nuestro enviado especial).- En este pequeño pueblo matarrañense, los aficionados a las pruebas automovilísticas de riesgo y aventura tienen asegurada la diversión, de forma ocasional y fortuita desde luego, pero quizá eso hace el evento menos premeditado y más sorpresivo: lo cual es lo indicado para esos aficionados a lo inesperado.
La cosa empieza en cuanto el aventurero abandona la carretera A-231 de Valderrobres a Alcañiz y coge a la derecha el ramal que va a Torre del Compte, justo enfrente de
Una vez en el estrecho, venerable y secular puente, donde no pueden circular dos vehículos en direcciones opuestas (lo cual provoca algunos incidentes entre conductores precipitados), se comprueba también que el llamado “firme”, es de todo menos firme. Es obvio que en pleno siglo XXI no sería muy costoso ampliar el puente, ya que este tiene una sólida base, suficiente para colocar grandes piezas de cemento que permitirían la doble circulación. Pero sin duda es el espíritu deportivo de la Administración el que mantiene esta obsoleta reliquia del pasado. Así que el deportista de riesgo, una vez pasado el puente, comienza una subida llena de emocionantes curvas y baches hasta llegar a la entrada del pueblo, donde a mano izquierda la carretera no tiene barra protectora y parece irse inclinando hacia un terraplén de tres o cuatro metros de caída. Lo que, sin duda, añade emoción al rally.
Una vez en el pueblo, un paseo por el bello casco antiguo mostrará al visitante lo bien que se mantienen algunas calles a pesar de los siglos pasados y en otras pocas, unas muestras de que sólo necesitan un remozado para adecuarlas al siglo presente. Objetivo que quizá se consiga, me dicen, en el siglo XXII.
Como remate al turismo de aventura, se recomienda seguir la carretera TE-V-3001 que atraviesa el pueblo y se dirige hacia la N-420 que lleva a Calaceite, vía Cataluña. Se trata de unos once o doce kilómetros donde el experto en rallyes gozará como sin condujera en una “gymkhana”: se trata de una mal llamada carretera, más bien una pista agrícola, con curvas cerradas, desniveles, estrecha, sin señalizar apenas. Pero, sin duda, muy divertida, no sólo por la belleza de los rincones y panoramas que ofrece sino por el hecho de que hay tramos y curvas donde no caben dos coches y menos un tractor y un coche y muchísimo menos (como sucede a menudo) un camión de cierto tonelaje, a veces, con remolque, que es enviado por los GPS de a bordo para ahorrar kilómetros desde la carretera nacional,
Me dicen que se ha pedido en numerosas ocasiones a
Aragón es tan rico y variado que, incluso, se puede permitir mantener pueblos pequeños -sólo en bien de lo pintoresco rural y la memoria histórica- en los que los accesos y salidas pueden llegar a ser problemáticos. E, irónicamente, deportivos - ALBERTO DÍAZ RUEDA