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6 julio 2016 3 06 /07 /julio /2016 12:27
Dos buenos tipos

Shane Black dirige con considerables notas de humor (a veces se pasa) y de nostalgia a dos buenos actores, Russell Crowe y Ryan Gosling, en una comedia detectivesca del tipo "buddiy film", es decir película de colegas, generalmente una pareja de policías o detectives dentro de la tónica de las parejas humorísticas en el cine norteamericano desde Bud Abbot y Lou Costello, al Gordo y el Flaco -Stan Laurel y Oliver-, las parejas de detectives guaperas de los años setenta o los cómicos Jerry Lewis y Dean Martin, pasando por muchos más. Con una ambientación primorosa a la que no falta detalle, Black recrea el Los Angeles de finales de los setenta. En ese ambiente, un detective "oficial" y un matón por encargo, muy divertidamente recreados el primero por un Gosling absolutamente inédito y un Crowe retenido y eficaz, el tonto y el listo. La historia comienza con el aparente suicidio de la actriz porno Misty Mountains y se complica de manera absurda con elementos como una Fiscal del distrito interpretado por una rubia muy capacitada en este tipo de películas, Kim Bassinger, la industria porno y la del automóvil, matones por doquier y una jovencísima actriz que hace de sufrida hija adolescente de Gosling. Un caso complejo para un inútil descerebrado interpretado por Gosling y un matón sin muchas neuronas -pero más que las de su compañero- eficientemente interpretado por Crowe. Me gustaría arrancar con la sublime ambientación que le insufla el director al filme. Es ostensible que le guarda mucho respeto y mimo a esta época y a esta ciudad en especial. Es tanto el nivel de detalle que te transporta al ambiente de aquellas calles, garitos y fiestas. Los coches, looks y guiños al cine y a la cultura de los 70 son elementos que nutren a Dos buenos tipos de nostalgia y carisma. Por supuesto, como olvidarse de la banda sonora, que cuenta con artistas como Earth, Wind & Fire, Kool and The Gang, The Temptations o los Bee-Gees. Todos estos pequeños detalles funcionan como un perfecto engranaje para sacar a relucir la nostalgia del público. El guión elaborado por Shane Black con tremendo esmero y meticulosidad durante años es una auténtica joya, no tanto por su historia que quizá pueda resultar algo estereotipada sino por sus situaciones inolvidables e ingeniosos a la par que divertidos diálogos. Tampoco se olvida de darle cierta profundidad a sus personajes, sobretodo al de Ryan Gosling, cuyo arco narrativo fue el más completo de todos. Al término de la cinta, mientras los créditos finales salen y suena el tema “Love and Happiness” de Al Green, no pude evitar esbozar una sonrisa, evocando los mismos sentimientos a los cuales el propio Green dedica la canción. Pero, sin lugar a duda, lo que más brilla en esta historia son sus personajes especialmente el carismático dúo protagonista que pasan desde ya a ocupar un espacio entre los grandes. Sin embargo tampoco está exenta de errores y muchos de ellos vienen precisamente por lo ambiguo e impreciso de un guión que en ocasiones divaga mucho. Nada que no pueda pasarse por alto pero que probablemente haga que Dos buenos tipos no sea del gusto de todos. Es una historia tan atrevida que no gustará a los más puritanos pero, en mi opinión, ahí reside su mayor fortaleza. El director y guionista no tuvo reparos a la hora de plasmar su historia en el celuloide, no tuvo que ser políticamente correcto ya que tampoco pretende caer bien a todos. Habrá algunos que no entenderán su humor y habrá otros -entre los que me incluyo- que se lo pasarán en grande. Otro inconveniente que le encuentro es que no me pareció que el humor y el drama o la intriga estuvieran suficientemente balanceados y, aunque hay momentos profundos en la cinta, son tan aislados y están tan fuera de lugar que la balanza termina irremediablemente decantándose por la comedia. Pasando a las actuaciones de unos irreconocibles Crowe y Gosling que han sorprendido a propios y extraños con una relación de colegas, archiconocidos por encarnar a personajes dramáticos. Su tira y afloja, apoyado sobre el trabajo creativo de Shane Black, es perfecto y se agradece mucho en el apesadumbrado panorama cinematográfico actual. Es muy evidente que ambos actores están riéndose de sí mismos y de sus trayectorias profesionales, complementándose a las mil maravillas, como si de un dúo cómico se tratase. Pero, si bien el show les pertenece, hay un tercero en discordia que en ocasiones les hace sombra y no, no estoy hablando de Kim Basinger, cuyo peso en la cinta es prácticamente nulo. Estoy hablando de la hija de Holland March, una chiquilla muy entrometida con un intelecto y un desparpajo superior al de su padre. Entrañable y dulce interpretación de la joven Angourie Rice, la cual además cuenta con suficientes minutos para demostrar el talento que posee. Un nombre que oiremos mucho en el futuro, no me cabe duda. Continúo hablando de otro aspecto esencial como es el estilo de fotografía que, como no podría ser de otra forma, abunda en colores llamativos y está acompañado por unas tomas aéreas de L.A. que hacen su vez de homenaje a las películas de acción de los 80. Por último en el apartado musical, donde el Funk y la música Disco de los 70 cobran mayor peso, he de reconocer que habría preferido que fuera algo más variada y sorprendente. Muchos estarán de acuerdo en que aquella década supuso una revolución musical y pienso que un poco de Jimi Hendrix, Jefferson Airplane, Bob Dylan o incluso Carlos Santana habrían encajado muy bien con el tono desenfadado y psicodélico del filme y habrían aportado mayor diversidad a la que ya de por sí es una gran banda sonora. Sin duda alguna si tuviera que recomendar una película para estas vacaciones sería Dos buenos tipos, ya que ofrece el paquete completo; originalidad, una historia y unos personajes llenos de carisma, gran música y diversión a raudales en compañía de estos dos detectives “sui generis” ¿Estáis cansados del género de superhéroes? ¿Añoráis los viejos tiempos, cuando las películas no tenían miedo de arriesgar, de ser diferentes? Pues aquí viene un torbellino dispuesto a agitar la cartelera mundial, a reírse de la formalidad imperante y amenazar a todos los productores conservadores con el regreso de un estilo cuya única norma es ofrecer diversión desenfadada sin necesidad de grandes efectos especiales ni escenarios fastuosos

~~El homenaje a veces linda con la parodia… o quizás es que no haya mejor homenaje que una buena parodia. Aquí nos encontramos con una jugosa apoteosis a la estética entre cutre y pachanguera de los años setenta, entre luces de neón y música disco, entre fiestas con piscina y sirenas travestidas, peinados campanudos y pelis porno que podrían aún llamarse con retintín cine alternativo o independiente, violencia algo caótica y amor paterno filial. Cóctel de muchos y variados ingredientes que se puede degustar a sorbos o ingerir de una vez y disfrutar del subidón alucinógeno que proporciona sin por ello sentirse del todo culpable. Experimentar con la química son ecos contraculturales de la década precedente con coletazos de nubes sonrosadas y conspiraciones paranoicas del establishment tipo Escándalo Watergate o similares… Cine gamberro y sin complejos. Entretenimiento sin mala conciencia ni remordimientos. Puro divertimento chusco y bullanguero. Colores psicodélicos y sustancias psicotrópicas de variada índole. Una pareja dispar y ecléctica entre un joven detective privado pícaro – de cuestionables o inexistentes escrúpulos morales – y un matón fondón y resabiado – que no pasa su mejor momento profesional o quizás nunca lo tuvo – que tras un primer encontronazo algo desabrido acaban uniendo sus fuerzas en busca de una voluptuosa muchacha de rotundas curvas que quizás esté muerta o quizás guarde un secreto que convenga enterrar u ocultar, pero que en cualquier caso se convierte en un pretexto inmejorable para la desaforada trama de persecución, consecución y pérdida que se despliega ante nosotros de forma virtuosa y sin complejos, como las neumáticas mamellas de la estrella del porno que irrumpen en una nocturna y pacífica mansión suburbial. Encontrar el tono adecuado es la premisa ineludible de tan arriesgada propuesta, comedia intrascendente que bebe del pop, del camp y del cine comercial basura de aquellos años que festeja sin rubor, cultura mugrienta con minúsculas pero de reconocibles raíces pachangueras que algunos recordamos como ecos de una infancia pretérita y soterrada que nos recrea aquellos luminosos años del neón color melocotón y sabor a limones o cocos del caribe frondoso. El ejercicio de nostalgia tiene que ser férreo y milimétrico o yerra la diana por completo. Y en este caso existe el acierto de unos diálogos ingeniosos, unos actores entregados, una estética insuperable y un mundillo rancio, sinuoso y resbaladizo del todo adorable. Resuelto con solvencia, presentado con picardía, envuelto en celofán multicolor… Poco que objetar cuando el cine encuentra el equilibrio entre diversión y dispersión, entro locura y goce para ofrecer un suflé intrascendente pero entretenidísimo.Dos buenos tipos

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