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16 febrero 2015 1 16 /02 /febrero /2015 20:06
El peatón de París

Bellísimo libro para los amantes de la filigrana literaria, del uso generoso pero atinado de los adjetivos, la belleza de las descripciones, las observaciones atentas y los comentarios jugosos. Léon-Paul Fargue es poeta y ensayista, "flâneur" experto de las calles de París (40 años de paseante callejero por la ciudad), incansable buceador en toda la fauna y flora de los barrios parisinos, conocedor erudito de figuras, personajes, personajillos y figurones de la sociedad y la cultura de su tiempo (nació en 1876, publicó este libro en 1938 y murió en 1947), amigo, contertulio y cofrade en todas las lides de gentes como Picasso, Morand, Proust, Mac Orlan, Valery, Guide, Claudel y "tantti altri", dio en escribir un libro en el que compendiaba de manera magistral e irrepetible todo un tiempo y sobre todo un lugar preciso, calle a calle, Paris...

Este es el gran libro que la literatura ha dedicado expresamente a París. Cualquiera que conozca y ame París, sentirá una nostálgica punzada al pasear, con ritmo de "flâneur" por estas páginas, ya que la mayor parte de lo que se nos cuenta ya no existe, aunque seguramente el "espíritu" del lugar y el actuar de sus gentes, los indígenas, los parisinos de verdad, no debe haber cambiado mucho a despecho de turistas y parques temáticos. Quizá la frase que podría resumir mi impresión ante la lectura de este libro sea una que Andrés Trapiello, autor del prólogo, nos propone: "un posible compendio de "La comedia humana" y "En busca del tiempo perdido" en un pequeño tomo". Realmente así podríamos calificar, guardando las distancias por la exageración, al librito de Fargue.

El París del que nos habla Fargue es el refulgente centro de la cultura mundial en el tiempo de entreguerras, en lo que uno casi podría cruzarse con Miller, Hemingway o Scott Fitzgerald en cualquier puente sobre el Sena, mientras que la propia Francia surte de poetas, novelistas y pintores una época y un lugar incomparables. Y Fargue nos hace un cuidadoso, detallista, minucioso inventario de sensualidades, seres humanos y lugares, recuerdos, sentimientos y evocaciones de la mente y los sentidos. Fargue busca la esencia del París eterno, si tal cosa existe, una ciudad que antes que ninguna otra da carta de identidad a los que la viven : “París se reducía entonces para nosotros a una síntesis donde veíamos una bella mujer, un cabriolé, un lacayo, un viejo general, una violetera o un joven oficial a caballo.”, eso nos cuenta Fargue que nos recuerda a la gente del pequeño mundo de los bistrots, los cafés, las panaderías, la jerga de los mozos de les Halles, las críticas de los del barrio de Pigalle a alguna intervención policial o los comentarios jocosos en las terrazas de "Les Deux Magots" al último chisme literario.Fargue se pasea, con los ojos del alma abiertos de par en par, por Saint-Germain o por Montparnasse, por los Quai o por Montmatre. Y configura el mayor homenaje literario que Paris ha tenido y seguramente -- tal como va la globalización y sus efectos-- tendrá.

FICHA

EL PEATÓN DE PARIS.- Leon-Paul Fargue.- Traducción de Regina López Muñoz.- Errata Naturae.-

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Abrazos desde Barquisimeto, Venezuela
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