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Ridley Scott es un director que oscila entre películas pasables y muy populares como "Gladiator" y bodrios más o menos monumentales como "1492:La conquista del Paraíso" o "La teniente O'Neill". En "Exodus", al principio pensaba que sería un remake de la pelicula de Otto Preminger "Exodus" sobre el barco judío del mismo nombre que tuvo problemas después de la II Guerra Mundial al trasportar a judíos europeos que pretendían radicarse en Palestina, con la oposición de los árabes y el Protectorado británico, germen del enorme problema casi irresoluble que tenemos en Oriente Medio. Pero no, se trata de un "remake" de "Los Diez Mandamientos" (1956) la famosa y majestuosa superproducción de Cecil B. De Mille con Charlton Heston, Yul Brynner, Anne Baxter, Edward G. Robinson, Yvonne De Carlo, Debra Paget y John Derek entre otras estrellas del momento. Solo decirles que la actual "Exodus" con muchísimos más medios, efectos especiales y dólares, no logra llegarle ni a las zapatillas a ese clásico del cine en ninguno de los apartados, incluídos los técnicos y de interpretación.

El intento de una versión realista de la historia la convierte en confusa y banal y uno recuerda aquel estudio de Mircea Edialde cuando hablando de los mitos recordaba la necesidad de fantasia y mitificación que los pueblos --los hombres, los niños, los ancianos-- suelen pedir a la historia para hacerla más comprensible y simbólica. Se ha querido confeccionar una historia politicamente correcta con los tiempos que vivimos olviddando la enorme dimensión mítica de esa leyenda y haciendo hincapié en elementos de tipo político y racial.

Tampoco los actores y sobre todo los dos protagonistas masculinos Moisés y el faraón tienen ni la prestancia de Heston y Yul Brinner, ni su convicción casi mágica de representar auténticos símbolos de la historia sagrada. Y eso que Christian Bale es un magnífico actor que siempre me ha gustado desde su comienzo como niño protagonista de "El imperio del sol". Joel Edgerton tampoco da la altura del personaje del faraón, que bordó Brinner. John Turturro. Ben Kingsley, María Valverde o Segourney Weaver, son sombras de sí mismos. Todos son buenos actores, ergo, aquí falla algo, además del guión: la dirección. Por tanto. pelicula poco menos que pasable.