Tiene el aire humilde y amable de un Miguel Hernández, y la sensualidad y el apego a la tierra de los poetas rurales de la antigua Grecia, la sensibilidad de las locas poetisas de Safo y Lesbos, hasta los devaneos sensuales de los risueños epicúreos. Se llama Juli Micolau. Uno se cruza con el poeta en La Fresneda, camino al tajo, caballero a lomos de un monstruo mecánico, un enorme tractor. Tiene la sonrisa tímida y la mirada profunda. Entroncado como un viejo olivo de ramas jóvenes en el campo humanizado, discípulo de Hesíodo, Juli, poeta, resuelve a la manera de "Los trabajos y los días" una cosmología que nace de Gea y Urano y lo hace abriendo su sensibilidad delicada a los vientos poderosos y masculinos del Matarraña y el Bajo Aragón, la tierra exigente, los roquedales omnipresentes, la amplia linea del cielo preñado de nubes pero avaro de agua, aunque la mayor parte de su poemario parece surgir de la intimidad azarosa de la circunstancia del poeta, hombre de campo y de luces, amigo de mitologías diversas.
Y así en "Átic antic" no s habla de que lo que vale la pena, realmente, "és deixar passar els dies i pujar// arribat el momento//al llom dels anys i els rumbs//" o nos confiesa: "es dur haver de dir// tan fredament// adieu, mon amour//", ya que asegura en otros versos, "no es tracta de rendir cult// a la nostalgia//Es tracta de tenir consciencia//de la memoria//...per això s'ha de meditar//seriosament//sobre què podriem conservar// o perdre".. Y nos confirma sus fuentes en un poema delicioso titulado "Fratern somriure" dirigido a l dios Apolo: "he aprés les ensenyances// d'Hesiode, un poeta grec// que impregnava els poemes// de reminiscències agràries// per això estic convençut// de la benedicciò de Themis// filla del Cel i de la Terra// deessa de la Justicia i de la Llei// Per si val qualsevol insinuació,//dirigin-me un fratern somriure,//ella va aproximar-se, lentamente,// per demanar l'energia// dels olis i dels elements". Refrescante y sensual Juli Micolau.
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