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17 octubre 2018 3 17 /10 /octubre /2018 09:21

Parece que fue Churchill quien aseveró que la democracia era el peor sistema político que existía, una vez descartados todos los demás. Y un antiguo demócrata ateniense de la época de  Pericles comentó con gracia: Un asno que reciba el suficiente numero de votos para ser el caballo de raza gobernante, nunca dejará de ser un asno aunque reciba el cetro del poder. Reflexiono tras haber leído en alguna parte unas declaraciones de una eminencia en biología (y en sentido común) Richard Dawkins que ante el resultado de la consulta sobre el Brexit aseguró que "nunca se le hubiera debido pedir a la mayoría de la opinión pública británica (él incluido) que votara sobre el tema en referéndum, porque muy pocos debían tener los conocimientos suficientes de economía y ciencia política". Así que la gente en general vota por lo que siente ( o los interesados les hacen sentir) más que por lo que saben (que los interesados manipulan, ocultan o simplemente mienten). Y si se trata de emociones y sentimientos, ni Einstein ni Hawkins serían mejores votantes que usted o yo. Y si además gestionamos problemas políticos con visceralidad, vamos aviados. Holmes lo dijo claramente (o no): si quieres conocer quiénes son los autores del crimen, busca a quiénes beneficia. Y no me refiero sólo al Brexit . ¿Hay solución? Larga y compleja. Aunque para comenzar se puede probar con hacer obligatorio bajo pena de ostracismo, algo simple y muy devaluado: honestidad pública y privada. Como ven, algo casi imposible.

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15 octubre 2018 1 15 /10 /octubre /2018 09:33

Dicen algunos  historiadores que un sentido básico de la  democracia moderna se basa en el principio planteado por Abraham Lincoln de que “puedes engañar a  toda la gente en algún momento y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo”. Si un gobierno  es corrupto y demagógico y no logra mejorar la vida de la gente, sino más bien pone en peligro los logros democráticos vigentes en ese momento, creía Lincoln, un número suficiente  de ciudadanos acabarán por darse cuenta y lucharán por cambiarlo. Tal vez en el siglo XIX  lo que sostenía el asesinado presidente de Estados Unidos  tenía cierto sentido. Pero traten de aplicar esa ingeniosa fórmula a los tiempos actuales. ¿Ustedes se imaginan lo que los omnipresentes medios de comunicación y manipulación pueden hacer para  impedir que los ciudadanos se percaten de cómo y por qué les están engañando? ¿han seguido de cerca la impostura global -quiero decir, desde los dos polos del problema- de cierto proceso político planteado como conflicto en nuestro país? Es un ejemplo flagrante  de lo que ahora se llama "posverdad" (neologismo que encubre la palabra "mentira"), un engendro pseudo filosófico que hace posible aquello de que "una mentira repetida el suficiente número de veces y por el suficiente número de personas acaba siendo una verdad". Y esto no es política-ficción o teoría conspirativa. Recuerden simplemente cómo en el nazismo, "la machacona repetición de un concepto brutal e inhumano produce bajo un régimen cercano al totalitarismo de la clase que sea, un consenso social aprobatorio, fanático y compulsivo". Y ahora sumen, dos partes "convencidas" de que "el otro" es un enemigo despreciable, más otras dos, formadas por la manipulación y los intereses inconfesables de cada uno, dan un cuatro imposible de cuadrar. ¿O NO?

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14 octubre 2018 7 14 /10 /octubre /2018 09:37

"Alicia en el País de las Maravillas" cumplió 150 años de vida en  2015. Unos treinta  años antes, el escritor norteamericano David Slavitt, en los ochenta del pasado siglo publicó un libro sobre el viaje a Alicia Lidell, la niña que inspiró la Alicia de Carroll, realizó a Estados Unidos en 1932 para recibir un homenaje debido al aniversario de las primeras ediciones del mágico libro. Una octogenaria Alicia Hergreaves (apellido de su marido) recibe con estoica amabilidad el doctorado  honoris causa en letras por la Universidad de Columbia de Nueva York.

Durante esa estancia en tierras americanas, la anciana, acompañada por su hijo Caryl y su hermana Rhoda, negociarán la venta del manuscrito de la obra que el reverendo Charles Lutvidge Dodgson, llamado Lewis Carroll para la Literatura Universal, profesor en el Christ Church de Oxford de donde era decano el doctor Lidell, padre de Alicia. E manuscrito estaba dedicado a ella por el autor y su valor era incalculable, es decir, absurdamente elevado. Con sa bios y habilidosos  saltos argumentales entre 1932, 1926 y 1928, Slavitt desgrana una serie de elementos y eventos que afectan a los principales personajes del drama, la misma Alicia -una figura de inteligente inocencia- su hijo, débil y algo disoluto y sobre todo los fantasmas del escritor pedófilo Dodgson-Carroll, el odio del decano Lidell y el esposo de Alicia contra su figura, de las dos hermanas Lidell que posaron para Carroll y los testimonios de dos mujeres que en su niñez habían sido "objetos de arte placentero" para el tímido, genial y pervertido escritor.

Pese  que la novela se lee con cierto placer y a uno  le cuesta imaginar a la  circunspecta Alicia octogenaria con la niña inocente que retratara y pintara Dogdson, algo en mi se niega a aceptar la especulación literaria que cnvierte a Carroll en una especie de Mr. Hyde pedófilo y a la vivaz e inteligente Alicia como  una anciana consumida por un complejo obsesivo de silencio y autoengaño sobre remotos acontecimientos que su hermana Edith, siendo ambas niñas, delató consumida de celos por la preferencia de Dodgson/Carroll por Alicia, a la madre y provocó el odio eterno y el rechazo del decano Liddell y más tarde del marido de Alicia, Heargreaves, arrastrando ambos toda la vida las dudas sobre  lo que realmente ocurrió entre el reverendo tímido y las dos niñas. 

M e quedo con los tres  últimos versos que el conejo blanco (quizá el propio Carroll) dedicó a Alicia:: "esto  deberá ser un secreto que todo el mundo ignore menos tu y yo"). Y también con el pensamiento que  Slavitt pone en la mente de la Alicia anciana: "Ella amaba a Carroll. Lo adoraba; no había llegado a recobrarse completamente de su perdida irreparable...aquél hombre asustadizo, nervioso, adorable; el hombre que más y  durante más tiempo había amado". Eso no son los pensamientos de una mujer adulta recordando a un hombre que presuntamente había abusado de ella siendo niña. Señor Slavitt, "mejor no meneallo"

Y como curiosidad sobre el pseudónimo de Dogson, copio: "Su nombre completo era Charles Lutwidge Dodgson. Para crear el pseudónimo, tomó "Charles Lutwidge", y lo transformó al latín, dando como resultado "Ludovicus Carolus". De nuevo, tomó el nombre latino y lo adaptó otra vez al inglés, dando como resultado el Lewis Carroll que todos conocemos."

FICHA

ALICIA A LOS 80.- David R. Slavitt.-224 págs.-Traducc. Carlos Milla. Ed, Laia. 9788476682838

 

 

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13 octubre 2018 6 13 /10 /octubre /2018 09:20

Nietzsche acabó con las certezas cartesianas del cogito y los ideales de la Ilustración, convenientemente ayudado por los otros dos maestros de la sospecha: Freud y Marx.  Pensamiento  y razón no sostenían ya la certeza del sujeto. La relación  entre el pensar y ese sujeto que ejerce la función se revelaba como una más de las ficciones de la mente. El in-dividuo (no divisible, uno) es una suma de sensaciones, ilusiones, memoria, inconsciente, sociedad,  una multiplicidad de presiones e influencias  mentales  que no permiten sostener la conciencia de sí con un fundamento empírico. No es posible un  saber verdadero  sobre el sí mismo, que se convierte en un variable constructo interpretativo. El filósofo francés Paul Ricoeur opone el sí mismo al yo operativo  o sujeto agente. Y el sujeto hablante al que se narra a sí mismo. Y añade  al sujeto moral que es responsable de los actos y sus consecuencias. Todo gravita en torno a la conciencia, esa  instancia ¿cerebral?, ¿trascendente? Que a estas alturas trae locos a filósofos  y científicos, como en el  pasado siglo fue la existencia del alma y desde  la infancia de la humanidad, la existencia de Dios. ¿No será todo esto la entelequia de un sujeto cuántico aletorio que emana de la multiplicidad fenoménica de un Todo que no podemos concebir y mucho menos comprender? 10,10.2018

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10 octubre 2018 3 10 /10 /octubre /2018 09:16

El "como si..." tiene una respetable antigüedad filosófica... casi se ha convertido en algo banal, una fórmula elusiva, acomodaticia, timorata, fraudulenta. La han utilizado algunos cerebros santificados, griegos ilustres, razonables ilustrados  o esperanzados renacentistas, modernos que entierran a Dios o ilustres orientales que transitan por senderos taoístas, zen o vedantas. Hasta humildes "don nadies" que sueñan, viven y callan, azotados por circunstancias políticas o económicas o sociales desaprensivas o tecnologías invasivas e inexcrutables que acaban dictando y manipulando sus necesidades más básicas y sus deseos más profundos. Y un dia como tantos, reposan bajo la tierra. Como todos. Los humanos descubrimos muy pronto el "como si...". Desde que aprendimos a pensar y a relacionarnos. Y vivimos como si viviéramos de verdad, o amamos como si supiéramos lo que es el amor y trabajamos como si el trabajo nos liberara y no fuera una condena en el polo opuesto de lo que nos gustaría hacer, y nos sentimos felices o desdichados como si la felicidad fuera un logro y no un ejercicio...Y, simplemente somos, como si conociéramos nuestra verdadera naturaleza. ¿Qué ocurriría si elimináramos el "como si" de nuestra existencia?  ¿Sin dioses ni gurús a los que recurrir, sin verdadero amor o amistad o lealtad, enfrentados al dilema de ser auténticos o no ser? Como diría un amigo muy querido, "mejor no hacerse demasiadas preguntas y, menos, tan profundas". Y es que, a lo mejor, habría que hacer algo al respecto...

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9 octubre 2018 2 09 /10 /octubre /2018 09:38

Hay al menos tres Le Carré. Uno, el sus primeras novelas en plena guerra ría y aledaños, que me entusiasmaron. Después tras la Caida del Muro, La Carré parecía haber cedido a las tentaciones de los best seller y las versiones cinematográficas y yo fui perdiendo interés. Creo haber percibido en alguna novela un desesperado intento de acercarse a la trascendencia literaria de Graham Greene, segundo periodo, y ahora, con la respetabilidad y la supuesta sabiduría que ofrece la edad como daño o regalo colateral, parece dejar de importarle la fama o el prestigio, la critica o la capitalización cinematográfica de sus  obras. Me vuelve a interesar (aunque nosiempre) y creo que el principio aislado y prematuro de la postrera etapa comenzó con "Un  espía perfecto", que es de 1986 y de la que la BBC perpetró una serie mediocre.

Un accidente doméstico, tan absurdo e inesperado como suelen serlo todos, me ha confinado al encierro monástico obligatorio. Aunque mi interés de lectura más exclusivo es la filosofía y su añorada e imposible meta, la sabiduría, el dolorido cuerpo me pedía a veces una frivolidad literaria banal que le apaciguara un poco. Rebuscando en mi biblioteca policíaca, dí con "Un espía perfecto" y la leí de un tirón durante dos días de sorprendido placer.

La capacidad de análisis del protagonista, sus sondeos biográficos, la figura del omnipotente padre, un estafador de altos vuelos y baja estofa, la banalidad política y económica y la pertinencia psicológica del doble juego del espía, la solidez de los personajes secundarios y la ironía, sarcasmo, instrospección, sutilidad, inocencia e inteligencia del narrador, aunada a la estupidez práctica y la cretina burocracia del mundo secretista, han constituido un deleite tan profundo como las mejores novelas de Maugham o de Greene o algunos maestros de la escuela americana.

No les cuento nada de las desventuras del atractivo, sugestivo e inteligente, Magnus Pym, ni de sus motivos para ejercer de agente doble, ni de su obsesión por escribir sus memorias antes del fin, ni  de sus "dos" padres prodigiosamente diseñados...léanla.

FICHA

UN ESPÍA PERFECTO.- John Le Carré.- Trad. Jaime Zulaika.- Págs 445.- Ed. Plaza Janés.

 

 

 

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6 octubre 2018 6 06 /10 /octubre /2018 07:51

David Bohm, físico teórico de fama mundial, uno de los adalides del nuevo paradigma científico que nació de la física cuántica, argumentaba hace muchos años que si Hegel sostenía que el pensamiento era lo fundamental y que la naturaleza era la mente mostrándose a sí misma, mientras que Marx creía que la materia es lo esencial y la conciencia era la materia reflejándose a sí misma, a su entender ambos erraban ya que ni la materia ni la  mente son lo fundamental, sino que lo es algo desconocido que podríamos llamar base profunda o implicada. un orden inmanente que subyace a todo lo que existe. ¿Dios?, ¿el Uno de Parmérides? ¿el "elán vital" de Bergson? "¿la energía primordial del Vedanta? Lo trascendente se cuela desde la Filosofía y la Espiritualidad hasta el aséptico mundo de los laboratorios cuánticos. Sócrates se miraría el ombligo y con una sarcástica sonrisa preguntaría: "¿Conciencia, materia, naturaleza, orden implicado, inmanencia, quarks, ciencia cuántica? ¿Alguien podría contestarme a la simple cuestión de qué debemos hacer para que el hombre deje de ser la criatura más desdichada, violenta, temerosa, destructiva e insatisfecha de la creación? ¿No estaremos poniendo el carro delante del caballo?" ¿Ha mejorado nuestro mundo tecnológico del siglo XXI es sus esenciales aspectos humanos? ¿No estaremos convirtiendo la tecnología como instrumento en una forma de dictadura sobre un mundo sin ética?  ¿Es Trump el arquetipo del orden implicado que va a liderar el nuevo mundo que ya llega?

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5 octubre 2018 5 05 /10 /octubre /2018 09:00

Si consideramos la eternidad no como una duración ilimitada de tiempo, sino como la atemporalidad, la persona que vive intensa y plenamente el instante presente, el ahora inmediato y único,  vive la eternidad. Eso dijo más o menos el inteligente y desdichado  Wittgenstein. Por tanto si lográramos percibir el presente como un simple proceso atemporal sin fin en sí mismo  (aunque lógicamente finito para nuestro organismo, cuyo término cuando se produzca, es solo un evento sin importancia en un proceso  que  sigue su curso con o sin nosotros) todo se relativiza, ves la eternidad  que subyace en el transcurrir incesante de la vida. Por tanto comprendes que el momento que vives no tiene precio: tiene un valor inmenso. Mejor que lo disfrutes, en el amplio sentido del término. Para ello empieza por preguntarte si lo que haces por ti y por las personas a las que amas es lo adecuado, correcto, óptimo, no de cara a una expectativa irreal de un futuro inexistente o siguiendo las órdenes subliminales de un pasado que tampoco existe. Piensa.

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4 octubre 2018 4 04 /10 /octubre /2018 11:03

Lo primero que me atrajo de este libro es la aparente disparidad entre los pensamientos y la figuras humanas y filosóficas de esos dos hombres. coetáneos pero tan radicalmente diferentes: era como comparar a un Sócrates o un Pitágoras con un Montaigne  o un Heidegger. Con concepciones y tradiciones filosóficas en polos opuestos, Ortega y Wittgenstein han dado ocasión desde el 2010 a una serie de eventos académicos que ha buceado en sus respectivas obras para encontrar inesperadas resonancias intelectuales (insisto: no hay constancia de que ninguno de ellos conociera la obra del otro) en cuestiones tales como los conceptos de creencia, la autenticidad, la estructura del yo o la controvertida praxis del quehacer del filósofo en la vida, de la utilidad empírica de su labor. Era como hermanar a Epicuro con Saussure. A pesar de que supuse que el libro, editado por una editorial tan poco sospechosa como Tecnos, era una de esas entelequias endogámicas universitarias, lo he leído con atención y con creciente interés. Y lo  recomiendo sin reservas a cualquier interesado en algunos de los dos pensadores por separado o especialmente si existiera un erudito curioso que  lo esté en ambos.

Los coordinadores del libro  (que integran nueve capítulos de distintos autores, incluidos ellos mismos) son dos profesores universitarios, Jaime de Salas de la Complutense madrileña y José María Ariso, de la Universidad de La Rioja, ambos con un nutrido historial académico de investigaciones y publicaciones sobre Ortega, Leibniz, Hume,  Bergson y Habermas, el primero, y libros de filosofía psicológica, teoría del conocimiento y filosofía contemporánea, el segundo.

La presencia de Ortega queda justificada en la recuperación académica que se viene produciendo en los últimos diez años de su legado filosófico y de la originalidad y calado  de su pensamiento. La de Wittgenstein por se una contrafigura filosófica que opone al modelo de Ortega empeñado en salvar su circunstancia al del vienés tratando de superar sus propios errores a través de delimitar el significado del lenguaje y llegando a analizar las creencias como condiciones reguladoras de la vida, punto en el que Ortega articula parte de su pensamiento, apuntándose algunas coincidencias entre la creencia orteguiana y la certeza de Wittgenstein.

 Como se apunta en el prólogo, también se apuntan diferencias notables entre las actitudes de los dos pensadores y sus diferentes articulaciones teóricas: "mientras el pensamiento de Ortega ...afronta una coyuntura histórica concreta (la española), la actividad filosófica de W. se concreta en un esfuerzo por entender el sentido del quehacer humano tal y como lo transmite el lenguaje sin pretender hacer diagnóstico alguno del momento histórico en el que vive".

Ariso en concreto, en su aportación, copara el "imperativo de autenticiad" en la propia postura que ambos autores estudiados esbozan, desde "llevar una vida irreprochable desde un unto de vista moral" en W. hasta el planteamiento  de Ortega de su autenticidad como elemento ya supuesto y que articula como punto de partida para indagar en la realidad. Esa disparidad queda reflejada  en el articulo de Sanfélix que estudia los dos conceptos de la Filosofía "como forma de vida" en los dos autores, desde la concepción casi mística de W. como invitación a una "retirada del mundo" y al "silencio" hasta la fórmula platónica y estoica de que la Filosofía "en última instancia" debe servir para integrarse en y reformar el mundo".

No es objetivo de este trabajo analizar cada una de las excelentes aportaciones de especialistas como los dos coordinadores citados, ni las del resto: Vicente Sanfélix, Mariano Rodriguez (que compara la "creencia en el yo" de los dos autores), Mª del Carmen Paredes que habla de la creencia y forma de vida en los analizados, Rui Bertrand o Karsten  Schoellner que esbozan posibles aplicaciones actuales de determinados pensamientos de Ortega y W., Antoni Defez que presenta con gran originalidad el "problema de los animales desde un punto de vista ontológico en ambos y, para terminar el tema de las perspectivas etnológicas y antropológicas en Ortega y W. según Astrid Wagner y Ángeles  J.Perona.

FICHA

ORTEGA Y WITTGENSTEIN. eNSAYOS DE fILOSOFÍA  PRÁCTICA.- Jaime DE Salas y José Mª Ariso, coordinadores. Ed. Tecnos.-343 págs. ISBN 9788430971909

 

 

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3 octubre 2018 3 03 /10 /octubre /2018 18:45

Gabriel Marcel (y antes que él creo que Platón) decía que hay que distinguir entre el SER y el TENER. Para él, el ser era la persona y el tener es todo lo que no es la persona, pero también aquello en lo que persona corre el riesgo de perderse. La clase de sociedad que estamos desarrollando no parece tener muy clara esa distinción esencial. Primamos el tener desde las células básicas del desarrollo del ser humano, la familia, la enseñanza y la sociedad. En consecuencia hay un progresivo empobrecimiento de todo aquello que nos hace humanos, desde el sistema de valores hasta las expectativas de futuro que creemos desear o la disparidad vergonzante entre las diferentes "clases" de seres humanos. Reflexionemos.

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