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27 abril 2013 6 27 /04 /abril /2013 07:37

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 Terrence Malik es un "outsider" de la gran industria del cine nortamericano. Es como un gurú respetado y poco comprendido en general que ha logrado con sólo tres películas rodadas durante 25 años, "Malas tierras", 1973, "Dias del cielo", 1978 y "La delgada línea roja", 1998, convertirse en un referente del cine inteligente de autor con el sello de Hollywood. En 2011 estrena "El árbol de la vida", una pretenciosa, ambiciosa, a ratos genial, irritante y mística película que aumentó su prestigio sin aumentar su valor instrínseco como cineasta. Ahora nos llega "To the wonder" en el que reincide en la cerrada filosofía vitalista y mística de su "Arbol"  sin aportar nada nuevo, como una extensión protoplásmica de las angustias y veleidades poéticas de un creador abismado en su perplejidad teosófica y sus presuntas vivencias sentimentales y emotivas.

Su largo paseo por el amor, el desamor y las dificultades de la fe y de la existencia de Dios están narrados con un lenguaje descontructivista que parece emanado de las ya lejanas y superadas maneras de aquel famoso "nouveau  cinema" francés o de los silencios y pasividades de los actores del Antonioni de "El eclipse", del Godard de "A bout de souffle" o el Resnais de "El año pasado en Marienbad". Según dicen los conocedores de Malick, el mínimo argumento que desgrana "To the wonder" tiene que ver con las propias experiencias del director en el pasado. Se trata de un episodio de amor y desamor interpretados por un silencioso y ausente Ben Affleck y la hermosa y emotiva Olga Kurilenko (que hace doblete en las pantalllas de estreno con "Oblivion"), ampliando el discurso sentimental con el estupor de un sacerdote que interpreta Javier Bardem, incapaz de componer otras expresión que la de sufrido aturdimiento, que se debate entre el silencio de Dios y la necesidad de un compromiso activo con su mensaje. ¿El resultado? Escaso y, como poco, confuso. Ni nos convence Affleck y su amor itinerante y superficial, ni Olga con su renuncia histérica a un discurso emocional inteligente, ni Rachel McAdams consigue dar apariencia y solidez a un personaje que parece episódico.
Pero creo que no estamos hablando de problemas y limitaciones de los actores, sino de falta de fuerza en la dirección y el argumento, aunque brille la perfección fotográfica y la belleza de los encuadres de un Malick que se lo sabe todo, pero no parece estar a la altura de su presunta genialidad. Esta tuvo su más alto nivel en "El árbol de la vida", donde se ignoraban las normas del discurso cinematográfico para proponer una visión poética que reflejara la lírica trascendente de la búsqueda de Dios y del sentido de la vida. En "To the wonder" se intenta apelar a esa dicotomía de estilo entre el ensayo, el documental, la ideas y la mistica del mundo, pero se reduce el foco y pasamos de lo macro a la visión microscópica de una relación amorosa, su nacimiento, su declive y su final, que hemos visto cientos de veces mejor explicadas y con mayor ambición  y capacidad de conmovernos.

Ni siquiera la bellísima e invernal secuencia del Monte Sant Michele en Francia y el surgir del amor, logra comunicar emoción alguna al espectador que asiste incrédulo a un pedante ejercicio de cine sentimental que ya explotó en su día "Anónimo veneciano" o "Un hombre y una mujer" (y hablo de los setenta). La soledad, el silencio y la frustración que emana de la ruina del amor humano es comparada con la que evoca el amor divino y la ausencia de fe en un sacerdote. Nada con la categoría y el potencial suficiente para crear en el espectador una inquietud, una sorpresa o un deseo de saber más.

Un discurso evocativo, ensimismado, pobre, reiterativo que trata de sustentarse en una musica bella y sugestiva y en  unas imágenes poéticas pero vacías.

El silencio de Dios (evocado con muchísima más precisión y maestría en "The Sunset Limited" dirigida e interpretada por el actor Tommy Lee Jones) y el dolor que emana del amor que huye y del odio y rechazo que deja en su lugar , son los dos elementos que conforman una película ambiciosa de un director que aquí se muestra perezoso y previsible, errático y reiterativo. Los paisajes, el mar, los atardeceres, las danzas de los dos personajes femeninos, la pasividad estática y perpleja de los dos personajes masculinos, el discurso inquisitivo, las preguntas sin respuesta, la melancolía y la soledad de todos ellos, formulan una historia que nos parece un epígono poco valioso de "El árbol de la vida". Quizá sea preciso que Malick espere unos años más para rodar su siguiente película. No le va muy bien ser tan productivo. Y escribo esto a conciencia de los elogios de una critica incondicionalmente pro Malick y de un reconocmiento en taquilla en algunos paises (pero menor que la anterior película).

 

 

 

 

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