Película para mayor lucimiento del plantel de estrellas contratadas que, a fuer de sinceros, no logra en ningun momento, ninguna de ellas, dar la sensación de que están tratando de actuar. Se trata de una fórmula de éxito asegurado, a la manera de nuestro "Dia de San Valentín", en la que varias historias se cruzan (no como en la magnífica "Vidas cruzadas") de una manera superficial y mas bien bobalicona aunque con pretensiones de trascendencia y drama humano y en las que el final feliz está prácticamente asegurado excepto para los bordes que no creen en papa Noel o cualquier otro símbolo gastado por la sociedad de consumo.
Más de 200 millones de dólares recaudó en 2009 otro semitelefilme que llevó el título de "Historias de San Valentín" también dirigido por el autor del presente bodrio, Garry Marshall, utilizando la misma fórmula y la misma guionista Katherine Fugate. Por tanto esta "Noche de Fin de año" en torno al atestado "Times Square" (lo que la Plaza madrileña del Sol al New York pretencioso y prepotente) no nos ofrece más que trozos de pastel ya medio caducado y con pretensiones.
Como dice un lacrimógeno y desaprovechado --cada vez más, este chico no tiene remedio-- Robert de Niro, todo tics y autoparodia, "He aguantado tanto para ver caer esa bola una vez más". Nosotros hemos aguantado tanto y no nos acaba de interesar ver caer la bola una vez más. Una película pues de sonrojo ajeno que uno no entiende cómo hace acudir público a los cines donde se proyecta.
Y para mayor regodeo se trata de un metraje excesivamente largo, con lo que a media película ya estamos hasta el gorro de cocineros "fashion", cantante de moda, parturientas en plena competición de parto para llevarse un premio, con descerebrados papás emergentes que hacen lamentar el futuro de unos niños con tales genes y una pareja de jóvenes aburridos que encuentran, oh, el amor y el éxito musical.
Al director, el cuitado Garry Marshall, que en su dia dió a luz "Pretty woman" y todavía vive de los réditos de ese caramelo cenicientero tramposo y algo ridículo, habría que condenarle a pagar costas a todos los espectadores que reinciden con sus películas.
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