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2 febrero 2011 3 02 /02 /febrero /2011 19:08

De vez en cuando Hollywood arremete con eficacia, belleza y claridad contra la prepotencia del poder político en su propio país y el resultado es tan desasosegante y al tiempo clarificador y valiente que equilibra los habituales despropósitos megalomaníacos de esa industria. Desde "Todos los hombres del presidente" (sobre el Watergate) a "Los dias del condor" (sobre la CIA) o "En tierra hostil", "Tres reyes" y tantas otras saludadas por la crítica y el público como obras documentales que no tienen empacho en presentarnos las zonas oscuras que tiene ese país, precisamente por esas actitudes, envidiable. El cine como conciencia fílmica del pasado político e histórico, adquiere toda su grandeza en un contexto en el que la hipocresía y la inmoralidad de muchos políticos, gente poderosa en uno de los paises más poderosos, produce hechos y conflictos en los que se juegan la vida y hacienda miles de personas.caza-a-la-espia2.jpg

Viene lo que antecede a cuento con la película "Caza a la espía" (no deja de asombrarme la incuria de los tituladores de las versiones españolas de algunas películas extranjeras). Se trata de "Fair game" que significa, objetivo fácil, para ser vencido o ridiculizado. Justamente de lo que trata de la película.

Dirigida por Doug Liman (el del agente Bourne) que, curiosamente fue director de los filmes de la campaña de Obama, está interpretada por una intensa Naomi Watts y el siempre austero Sean Penn. Ambos dan vida a dos personajes reales, Valerie Plam y su marido Joseph Wilson. El argumento se centra en una agente encubierta de la CIA, Valerie, cuya identidad es descubierta publicamente por Robert Novak,  jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney --presidente, el inefable Bush junior-- a fin de desacreditar al marido de ésta, un ex embajador norteamericano que se ha atrevido a hacer público que la política oficial de la Casa Blanca en el supuesto caso de armas nucleares iraquíes está equivocada y que no hay tal proceso de fabricación.

Este bochornoso caso (que acaba con la destitución y encausamiento de Novak, tras una bochornosa campaña de descrédito y asedio de l matrimonio protagonista) ocurre en 2002. A pesar de que la Casa Blanca debe tragar el sapo, el ambiente es tan tórrido (ya se ha producido el desastroso 11 de setiembre y hay un ambiente paranoico en el país) que pasa casi inadvertido. El 16 de marzo del 2003 se reúne la patética "cumbre de las Azores" con nuestro Aznar como lamentable consorte del triunvirato y tres dias más tarde la vergonzante "coalición de la voluntad" comienza los ataques a Bagdad y la invasión de Irak. Todos saben como acabó la aventura y lo más lamentable: la sensación vergonzosa de haber sido engañados: no hubo nunca armas de destrucción masiva en Iraq, Saddam era un fantoche sanguinario que no guardaba ningún as en la manga y en definitiva, todo fue una farsa a fin de desplegar en el país a las compañías norteamericanas e inglesas de armamento, petróleo e infraestructuras.caza-a-la-espia-fair-game

¿Cuanto miles de personas han pagado con su vida y la miseria la inmoralidad flagrante de toda esa clase política bajo el paraguas de Bush, Blair o Aznar, los "tres grandes" que, todavía hoy, hacen protestas de veracidad? ¿Por qué no hay otro Nuremberg para ellos? Buena pregunta, aunque demasiado ingenua y bochornosa para ser contestada.

A finales de los 90 mi periódico me envió a Bagdad, respondiendo a una invitación del Consejo de la ONU para el programa "petróleo por alimentos". Allí tuve ocasión de vivir "in situ" los problemas y las miserias que padecía el pueblo iraquí y la represión feroz que ejercía Saddam. Pero también fui testigo y mantuve entrevistas con gentes diversas y científicos del país en las que con una unanimidad absoluta y no imputable a presiones del Gobierno nos demostraron que Iraq no tenía ni los elementos, ni la preparación ni los instrumentos para esconder las presuntas armas de destrucción masiva. Eso era un invento interesado y lo estaba pagando el pueblo iraquí, no su gobierno.

 

Valerie escribió un libro con el título "Fair Game" y su marido otro titulado "The politic of Thruth", la camarilla belicista, financiera y de marcachifles que prosperó bajo el mandato de ese César corrupto llamado Bush,cuyo rostro desconfiado y ladino, desprovisto de inteligencia y bondad no fue suficiente obstáculo para evitar que fuera uno de los peores presidentes de la gran nación. Le película es trepidante y, aunque algo confusa, sobre todo al principio por el aporte de informaciones, cautiva por su carga humana, desde la desolación de ser "un objetivo fácil" y tener que ser condenado por gente que miente y se escuda en la barra y las estrellas.

La secuencia de una supuesta "periodista" insultando y avergonzando a Sean Penn en público, en una cafetería, con acusaciones falsas y desvergonzadas es un modelo de mensaje implícito: hace que el espectador del filme se solidarice de inmediato con el protagonista. ¿Saben por qué? Por la inmensa sensación de verdad e injusticia que desprende la secuencia. Y todos fuimos testigos de esa barbarie elevada a una guerra absurda y devastadora.

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