El film obtuvo el Oscar a los mejores efectos visuales en 1978. También en "Zardoz" la revolucionaria cinta dirigida en 1974 por John Boorman e interpretada por Sean Connery y Charlotte Rempling, la cuestión de la eterna juventud de unos pocos motiva la rebelión de la mayoría. A finales del siglo XXIII, en la tierra sólo sobreviven dos razas humanas: los inmortales contituyen una casta privilegiada, no envejecen y llevan una vida placentera; la otra raza vive primitivamente y sólo confía en Zardoz, el dios que veneran. Zardoz elige a unos cuantos hombres, les entrega armas y los adiestra para enfrentarse a los Inmortales (una especie de versión apocalíptica de "El mago de Oz").
En cuanto a "In time", titulada muy apropiadamente en Hispanoamérica "El precio del mañana", los seres humanos dejan de envejecer a los 25 años. A partir de esa edad, el poder interviene y programa todos los cuerpos-mediante un reloj incrustado en el antebrazo- para vivir sólo un año más, a menos que el individuo compre, gane,herede o robe tiempo. Todo se paga con tiempo, segundos, minutos, horas, semanas, meses... Esa es la moneda, la economía global, las finanzas, de ese angustioso mundo, donde sólo los privilegiados de siempre disponen de tiempo a su placer, décadas y hasta siglos. Y siempre con 25 años. Mientras la mayoría, los ciudadanos del montón, trabajan desesperadamente para ganar sus salarios... en tiempo, aunque necesariamente el fin siempre les alcanza o les roban el tiempo que tienen.
El actor-cantante Justin Timberlake (de momento no he logrado ver sus dotes de lo primero) interpreta a uno de esos pobres condenados --con un aspecto copiado de Jason Statman-- a la muerte después de los 25 años, que tiene la suerte de recibir de regalo cientos de años de un millonario hastiado de vivir que decide suicidarse. A partir de ese momento la trama se hace cada vez más previsible y disparatada, pero al mismo tiempo de una fuerza visual dinámica y ritmo endiablado, en el que no se nos deja tiempo para pensar ni resquicio alguno para la critica filosófica de la propuesta. Lo malo es que tampoco la trama permite que se presente una mínima conclusión digna de la calidad de la propuesta inicial. Todo se diluye en la acción, la arbitrariedad y la falta de coherencia intelectual con la premisa. Se convierte en un ejercicio de -mal- estilo que sólo divierte a los que le piden solo diversión al cine. En el escaparate, unos actores y actrices muy "fashion", elegantes, jóvenes y hermosos, pero que actúan como maniquíes articulados.
Dirige Andrew Niccol, que mostró mucho mejor sus brillantes capacidades en cintas como "Gattaca" (1997), "El show de Truman" (1998) o "El señor de la guerra" (2005), todas ellas planteadas de una forma eficaz y elegante sobre temas tan interesantes como la invasión de los medios en la vida privada, el control y manipulación genética de nacimientos o el armamentismo como negocio global. Demosle un voto de confianza, con esos antecedentes.