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9 julio 2020 4 09 /07 /julio /2020 11:49

La singularidad del título del excelente libro de Peter Brown es que la cita del Evangelio de San Lucas, en la que dice Jesús que "Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de Dios", refleja de manera simbólica directa, el objetivo del libro: narrarnos de una forma altamente documentada y convincente el papel de la riqueza en la construcción del cristianismo en occidente desde el 350 al 550 d.C.

La historia que nos cuenta Brown de manera fascinante - más de mil páginas, casi siempre de una amenidad sorprendente- es la de un compromiso muy alejado de la advertencia de Jesús, según Lucas, claro. A través de una abrumadora documentación histórica y de una erudición llena de rigor y una ironía analítica a veces bastante divertida, se nos habla de cómo la Iglesia abre las manos y recibe, sin muchos problemas, las aportaciones de esos ricos cuyas fortunas engrosaban las arcas de la Iglesia a cambio de una promesa explícita de que alcanzarían al fin de sus vidas el privilegio de la Vida Eterna en el Paraíso cristiano.

Claro que un "camello" en arameo (la lengua usada por Jesús, según se cree, traducida al griego por Lucas) no sólo se refiere al resistente animal jorobado, sino también un tipo de soga de gran grosor. La Iglesia (administradora y manipuladora del mensaje fundacional cristiano que se atribuye  a una figura más simbólica que real, Jesús de Nazaret) es experta en deshilachar complejos mensajes en forma de soga para hacerlos pasar por el ojo literal de una aguja, si conviene a sus intereses. Ya que al final de la cita del camello y la aguja, el mensaje hiperbólico de advertencia se convierte en un mensaje conciliador al añadir Jesús (según el apóstol)  que "nada hay imposible para Dios".

A través de la labor de Pablo  de  Tarso o San Ambrosio, según Brown, el cristianismo logró que su interpretación de la realidad se convirtiera en una realidad hegemónica en el contexto social y cultural en la época  hasta su hundimiento a mediados del siglo VI.  Y hay una constante, un hilo conductor del trabajo apostólico de la época, la riqueza como ayuda operativa. El concepto de riqueza había ido cambiando desde los orígenes ascéticos y de renuncia, de amor a la pobreza y enaltecimiento de la humildad material, al concepto prevalente  y utilitarista de que la riqueza no es una condena en cuanto tal sino un don divino que puede apuntar a un fin espiritual: mantener la hegemonía de la Iglesia . Los teólogos de la Iglesia buscaron una fórmula conciliadora que ayudara a promover en los siglos V y VI d.C. una ampliación  de la riqueza de la Iglesia, administrada por la clase clerical que, como intercambio ante el pueblo, se sometía voluntariamente a una serie de aparentes obligaciones y renuncias  (vestimenta, abstención sexual, ritualización de la vida,  supuesta "pobreza", encierros monacales...).

Brown logra mantenernos gozosamente interesados en la voluminosa obra ya que no se limita a conseguir el logro básico de una historiografía positivista (de moda durante el final del siglo XX) mostrándonos su versión de lo que "efectivamente pasó" sino que amplía las aportaciones de los "documenta et monumenta", es decir los textos y los vestigios de la arqueología  a base de una visión intuitiva, especulativa y profundamente racional que se vuelve activa interpretación (cosa mal vista por los padres de la historiografía moderna), pero que en esencia hace más plausible y considerablemente más divertido el texto resultante.

Pero que nadie suponga que eso resta fortaleza y racionalidad histórica lo que se nos cuenta, Brown procesa y analiza un ingente caudal de datos y todo tipo de referencias de múltiples y contrastadas fuentes sobre la vida cotidiana, el pensamiento, la historia social, el arte, el lenguaje  y la crítica religiosa de los primeros siglos de la era cristiana, desde Constantino hasta el siglo V y VI, ya en plena edad media.

La idea base de esta obra trata de explicar por qué a partir de una determinada época, las personas con riquezas se convierten en donantes voluntarios de sus riquezas a cambio de un lugar en el cielo y crean la base económica que asegura el poder terrenal a la Iglesia (más que la idealizada eliminación de la pobreza y la miseria que buscaban los primeros padres cristianos). A partir de ese momento de largo recorrido histórico se ponen las bases del occidente cristiano y de la Europa medieval.  A través de los textos de Agustín, Ambrosio y Jerónimo, el historiador analiza la paulatina influencia de ideas como la renuncia a la riqueza, la virtud de la pobreza, la limosna o la caridad, que fueron popularizándose entre los estamentos más modestos del Imperio en crisis hasta desbancar a las antiguas formas de filantropía tan arraigadas en el mundo romano.

FICHA

Por el ojo de una aguja. Peter Brown. Traducción de Agustina Luengo. Acantilado, 2016. 1.232 páginas. 48 euros

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