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La verdad es que no. La que debía ser la película príncipe de los Bond se queda en una banal y gratuita revisión de viejos clichés con el ritmo histérico de un Sam Mendes pretencioso muy lejos de sus buenas películas. Hasta el malo de turno, ese gran actor que es Christoph Waltz, se nos presenta inánime y descafeinado, lejísimos de su papel de villano en "Malditos bastardos" o en aquél western negro de los Cohen. En cuanto a Craig, que tan alto brilló en "Skyfall" aquí no sabe a qué carta jugar, arrasado por un guión tan auto condescendiente con el símbolo de 007 que roza el ridículo. Los cierto es que más de cincuenta años después, con el bache de los ochenta y noventa, el héroe banalizado, James Bond parece entrar en un nuevo periodo de estancamiento. No hay ingenio, no hay detalles chispeantes y el humor --recurso de gran director y mejor guionista- brilla por su ausencia. La máquina de hacer dinero se está oxidando un poco. Hasta el generalmente sólido Craig parece estar fuera de su elemento, aburrido y sin fuerzas para auto parodiarse (punto que algunos de sus antecesores llegaron a bordar, en especial Roger Moore). La chica, como de costumbre brilla por sí misma sin añadir nada a la trama y causa sonrojo ver el pequeño y humillantes papel que han reservado para la bellísima Monica Belluci. Ralph Fiennes como "M" está a años luz de la dama anterior. Las continuas referencia y guiños de la película a la serie en su totalidad son continuos y creo que es el gancho que los productores buscan, fidelizar aún más al fiel público de las jamesbondadas. Con películas como esta no creo que lo consigan.
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