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La ciencia ficción suele retar al espectador respecto a la credibilidad del producto. es lo normal y no pasa nada cuando dicha credibilidad se cuestiona básicamente por incoherencias y excesos del guión. En esta película, excepto por la presencia de Ethan Hawke, cada vez más sólido, las continuas vueltas y revueltas de la trama a base de jugar con el tiempo, incluso saltándose la norma prefijada por la lógica científica y filosófica de que no es posible o deseable la conexión de dos versiones de tu propio yo en el mismo momento espacio-temporal, acaban embarullándolo todo de una manera casi sádica..
Esta película es como jugar a las muñecas chinas abusando del poder mágico que ofrece ser el director del filme y abusando por ende del espectador y su facultad de imaginar.
Jugamos a "si, pero entonces" continuamente. Hay secuencias que afectan la credibilidad de algunas anteriores y también de las posteriores. El juego entorpece la secuencialidad y la coherencia y termina cansando al espectador. En realidad estamos viendo una película dedicada a un solo personaje que a través del tiempo se desdobla y acaba persiguiéndose a si mismo.
Me ha divertido la sencillez y la osadía a la hora de hablar sobre el método de saltos en el tiempo, gracias a algo parecido a un estuche de violín. Un acierto la protagonista femenina, Sarah Snook, con un sorprendente parecido con Jodie Foster.
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