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Drama familiar tipicamente norteamericano. con sus esquemas sociales y familiares, tan específicos, en primer término. Con actuaciones bastante buenas de los protagonistas, una pareja, su hija adolescente y la chica parisina que viene a pasar un trimestre en Estados Unidos, concretamente a poco mas de una hora de Nueva York en un pueblecito urbano de Manhattan, junto a una familia de la boyante, den apariencia, clase media del país. Dirige y escribe el guión Drake Doremus un director que muestra una apreciable sensibilidad en el análisis de sentimientos y emociones aunque no demasiada origibalidad en las lineas argumentales.

Muy bien la joven Felicity Jones como el elemento que provoca reacciones revulsivas en la adormecida familia del joven maestro de música. Sutiles análisis dinámicos de los comportamientos de los miembros de la familia ante la presencia serena, algo misteriosa e inocentemente seductora de la joven francesa. Una banda sonora muy acertada y ninguna complacencia en el desarrollo de los acontecimientos que irán, como en una tragedia griega, perfilando el final. Como en los griegos, la presencia del hado, los cambios caprichosos y aparentemente casuales de la diosa Fortuna provoca los reajustes dolorosos precisos para que nada desvie el realismo de la propuesta, entre personajes frágiles que se enfrentan a momentos decisivos y reaccionan por encima de lo previsible aunque, en definitiva, ajustándose a ciertos parámetros morales y sociales. Cansancio, problemas económicos, soledad, decepción, frustraciones, un mundo familiar que no nos sorprende, en el que la aparición de una angelical pero disturbadora muchacha trastoca todo un escenario que se tambalea en su profunda inseguridad y falsedad. Y surge una posibilidad de cambio, de posible felicidad, cuando dos almas gemelan parecen encontrarse, pero intervienen los hados y todos vuelven al origen y a la aceptación cobarde pero lógica de un statu quo que no satisface a nadie.