Javier Marías sigue escribiéndose a sí mismo y sus circunstancias. No es un creador absoluto sino un taumaturgo de su historia, sus pensamientos y sus reflexiones y vivencias convenientemente manipuladas. Pero si es , como Proust salvadas las distancias o Miller, un fabulador de su propio mundo, con sus conocidos, amigos, enemigos y circunstancias. El argumento novelesco no es lo más importante. lo es la materia prima que es escritor de raza va desenvolviendo ante los ojos asombrados del lector. En esta novela, el narrador que va madurando como la hace el mismo escritor, nos cuenta dos historias entrelazadas y convergentes la de una mujer y la de un país desdichado que, cómo no, es el nuestro.
El mundo del cine, un maestro resabiado que contrata a un joven ayudante y aprendiz de todo que debe hacer su iniciación a través de la pareja lamentable que forman el director y su mujer. Hay elementos de familiares y amigos de Marias mezclados en esos personajes, pero fácilmente discernibles para los conocedores del afán fisgón-notarial del escritor, que bucea en su realidad cercana para alimentar su inspiración. Un bildungroman que nos muestra a un narrador que madura desde el silencio y la reflexión, sin filosofía, sin estructura moralista ni moraleja alguna. Complejidad en la narrativa que precisa de un epílogo para aclarar las cosas. Los fans de Marías pueden relamerse de gusto. El meollo proposicional de la novela es algo muy querido al autor, la realidad y la verdad, los velos que la cubren y la racionalidad y el silencio estoico que son precisos para esa labor. En el seno de la trama, una serie encadenadas de hechos, secretos, indignidades o debilidad, mezquindad y orgullo. Podredumbre familiar, social y personal vinculada a la podredumbre de un país que convierte una guerra civil en un juicio brutal de intereses e indignidades, de maldad e indiferencia, de culpa y de odio. Marías se sirve a gusto: hay una crítica feroz contra los que cambian de camisa según sople el poder, los vendidos, los mentirosos, los fanáticos y los corruptos. Ajuste de cuentas a un país con mala memoria que sigue viviendo de espaldas a la corrupción, al cretinismo y a los excesos del poder. Es difícil mantener el pulso y la tensión en una orquestación tan compleja, así que Marías va perdiendo fuelle y vuelve al relato de costumbres, al detalle nimio que divierte o se vuelve delicado o turbador. Como detalle, el retrato que hace Marías del filólogo Francisco Rico, amigo suyo creo, que ilustra un principio habitual en nuestro autor: su afán de multiplicar "cameos" en sus novelas de gente conocida, amigos o menos, que hacen bullir de interés, humor e ironía, cuando no franco cachondeo hiriente, a la grey de la cultura madrileña y zonas limítrofes.
No obstante o quizá por todo lo dicho, la novela es recomendable: no se puede negar a Marías un deseo legítimo, honesto y vigoroso de desvelar todos aquellos disfraces que esconden una verdad dura que no gusta casi a nadie, la de los que manipulan y han manipulado lo realidad de los hechos históricos y deleznables que propició la guerra civil y la infame catadura de muchos de los vencedores o de los que se escondieron bajo ellos para mejor medrar.
ASÍ EMPIEZA LO MALO.- Javier Marías. Alfaguara. Madrid, 2014. 534 páginas. 21,50 euros